Comunicación y Género: 2013
Sara LOVERA
Según Javier Esteinou Madrid, los medios son hoy el centro
del poder. Por ser posicionarios de un torrente de información, tienen
implicaciones sustantivas en mantener la condición social o pueden convertirse
en herramientas de avance sustantivo. Tienen, además, nuevas capacidades
tecnológico-materiales.
Su amplia cobertura informativa, su gran penetración mental,
su rápida capacidad de difusión, su enorme versatilidad semiótica, su gran
perfeccionamiento tecnológico y otras características los han convertido en el
centro del poder, sin duda.
Son instituciones importantes y durante mucho tiempo fueron
considerados como el cuarto poder, pero según el investigador son ahora el
Primer Poder que existe en nuestra sociedad. Este creciente poder de los medios
sobre la sociedad y los individuos ha creado, cada vez más, una sociedad
mediática que ha producido una nueva atmósfera cultural colectiva de naturaleza
comunicósfera que ha ocasionado que el conjunto de las principales
instituciones de gobernabilidad ahora funcionen a distancia por intermediación
de los canales de información, especialmente electrónica.
La expansión de esta realidad mediática ha modificado la
estructura y frontera del Estado mexicano y de la cultura nacional, creando un
nuevo tejido en la esfera del poder que ha dado origen al Estado Mexicano
Ampliado.
A las mujeres nos importa esta situación porque se sabe que
los medios refuerzan la desigualdad y sostienen lo que pensamos de ser mujer o
ser hombre. Hay quien señala que es más grave lo que ocultan que lo que dicen. A
las mujeres nos tratan como si viviéramos en el siglo XIX o como si no hubieran
sucedido cambios materiales fundamentales en las relaciones entre los géneros.
Y, es ahí, donde las feministas de las últimas décadas han construido una
crítica sistemática y han creado un bagaje de conocimientos para influir en su
papel y proponer cambios.
Lo más preocupante es la grave discordancia entre la
realidad y el discurso/imagen de los medios. Más grave que la invisibilidad de
las mujeres en los medios, hoy es el sentido de la imagen y los discursos
mediáticos.
Un somero diagnóstico de los cambios se puede ejemplificar:
en los últimos 30 años las mujeres pasamos de tener siete a 1.9 hijos; entramos
a los espacios públicos, a las universidades y en la vida política (37.3 por
ciento en la Cámara de Diputados); estamos disputando espacios laborales y
hemos mostrado capacidad y desarrollo.
Todo ello a pesar de las masas femeninas excluidas. Pero es
verdad que hay cambios materiales en todo el país, se transformaron las
familias y hasta en los sitios más alejados llegó un nuevo discurso sobre la
condición femenina.
Pero los medios no hacen justicia a las mujeres: la brecha
entre la condición de los hombres y la condición de las mujeres es todavía muy grande
y la mejor evidencia es la violencia contra nosotras que no para.
De ello ,los medios o mal informan o informan
espectacularmente colocándonos en un binomio injusto: víctima/victimaria. Dulce
o culpable; la crítica de los medios y la ridiculización de las mujeres de
poder, con una mirada desequilibrada, menudea.
El propósito de las feministas, de los cambios legislativos
apuntalados por éstas y el trabajo sistemático por empoderar a la mitad de la
población, debía tener un reflejo en los medios. Es lo que podría llamarse
Comunicación y Género, que busca cambiar esta ecuación
Los medios de
comunicación podrían ser agentes de apoyo, ayuda y cambio para cerrar la
brecha.
Cambio sustantivo
Hoy tenemos la
enorme posibilidad de inmiscuirnos en la discusión de la transformación de las
telecomunicaciones. Si convenimos en que estamos frente al mayor cambio
histórico, según dice Asociación Mexicana del Derecho a la Información (AMEDI),
porque se trata de un cambio de gran calado (modificaciones a los artículos 6º y 7º de
la Constitución), cambio que: crea el INFETEL, acceso universal a las nuevas
tecnologías; ruptura de la concentración de la propiedad de los medios y garantía
a los derechos de información y comunicación; creación de nuevas cadenas de
Televisión Nacional; una rectoría del Estado que incluye medios privados y
sociales, entre otras cosas, así la reforma en las Telecomunicaciones incluye
velar por la calidad de los contenidos de los medios.
Paralelamente
estamos en el dintel de hacer efectivo el compromiso del Ejecutivo respecto del
Plan Nacional de Desarrollo. En los medios aplicar nuestro conocimiento y
mirada de medios con perspectiva de género significaría entrar por la puerta
grande, incidir en decisiones de Estado urgentes: cambios para los medios estatales y/o públicos para
transformar imágenes y contenidos; capacitar
y vigilar los productos de las oficinas
de Comunicación Social; hacer un plan de capacitación a las mujeres para cerrar
la brecha digital y desarrollar un programa para que los medios realmente
apoyen una visión a favor de la igualdad.
Tendríamos que
conocer y usar toda la fuerza política y constitucional para entrar a la
modificación de las líneas programáticas respecto de los contenidos en medios
públicos: Notimex, Canal 22, Canal 11, Televisoras y Radiodifusoras de los
Estados, Instituto Mexicano de la Radio, Radio Educación y decenas de
repetidoras del primero.
Exigir que
cambien las reglas de operación y financiamiento.
Para ello el
bagaje de conocimientos feministas podría ser un mecanismo que realmente apuntale
estos cambios, ¿cómo? abandonando la estrategia, limitada y relativa del uso instrumental de los medios, de
carácter patriarcal, fundado en esa idea que señala que si no se dice de mí,
mi estrategia, mi proyecto, entonces no existe, sino avanzar en propuestas
que hagan de los medios un instrumento realmente en manos de la sociedad, para
hacer desde ahí una cruzada de información a las mujeres sobre sus derechos,
establecer el andamiaje que nos permite enviar mensajes de conciencia y no de
propaganda; armar contenidos a través de nuestra acumulación de experiencia y
conocimiento y dejar de pensar en alianzas mediáticas con los monopolios
informativos.
Una tarea de
comunicación y género, adicional, es reconocer el trabajo profesional de
decenas de periodistas e informadoras, técnicas, fotógrafas e ilustradoras que han ensayado, también en las últimas
décadas, el cómo comunicar sobre la condición social de las mujeres.
“A las mujeres nos importa esta situación
porque se sabe que los medios refuerzan la desigualdad y sostienen lo que
pensamos de ser mujer o ser hombre”.