miércoles, 30 de octubre de 2013

Las Caracolas, 15 Aniversario Pag. 5


Comunicación y Género: 2013

Sara LOVERA
Según Javier Esteinou Madrid, los medios son hoy el centro del poder. Por ser posicionarios de un torrente de información, tienen implicaciones sustantivas en mantener la condición social o pueden convertirse en herramientas de avance sustantivo. Tienen, además, nuevas capacidades tecnológico-materiales.
Su amplia cobertura informativa, su gran penetración mental, su rápida capacidad de difusión, su enorme versatilidad semiótica, su gran perfeccionamiento tecnológico y otras características los han convertido en el centro del poder, sin duda.  
Son instituciones importantes y durante mucho tiempo fueron considerados como el cuarto poder, pero según el investigador son ahora el Primer Poder que existe en nuestra sociedad. Este creciente poder de los medios sobre la sociedad y los individuos ha creado, cada vez más, una sociedad mediática que ha producido una nueva atmósfera cultural colectiva de naturaleza comunicósfera que ha ocasionado que el conjunto de las principales instituciones de gobernabilidad ahora funcionen a distancia por intermediación de los canales de información, especialmente electrónica.
La expansión de esta realidad mediática ha modificado la estructura y frontera del Estado mexicano y de la cultura nacional, creando un nuevo tejido en la esfera del poder que ha dado origen al Estado Mexicano Ampliado.
A las mujeres nos importa esta situación porque se sabe que los medios refuerzan la desigualdad y sostienen lo que pensamos de ser mujer o ser hombre. Hay quien señala que es más grave lo que ocultan que lo que dicen. A las mujeres nos tratan como si viviéramos en el siglo XIX o como si no hubieran sucedido cambios materiales fundamentales en las relaciones entre los géneros. Y, es ahí, donde las feministas de las últimas décadas han construido una crítica sistemática y han creado un bagaje de conocimientos para influir en su papel y proponer cambios.
Lo más preocupante es la grave discordancia entre la realidad y el discurso/imagen de los medios. Más grave que la invisibilidad de las mujeres en los medios, hoy es el sentido de la imagen y los discursos mediáticos.
Un somero diagnóstico de los cambios se puede ejemplificar: en los últimos 30 años las mujeres pasamos de tener siete a 1.9 hijos; entramos a los espacios públicos, a las universidades y en la vida política (37.3 por ciento en la Cámara de Diputados); estamos disputando espacios laborales y hemos mostrado capacidad y desarrollo.
Todo ello a pesar de las masas femeninas excluidas. Pero es verdad que hay cambios materiales en todo el país, se transformaron las familias y hasta en los sitios más alejados llegó un nuevo discurso sobre la condición femenina.
Pero los medios no hacen justicia a las mujeres: la brecha entre la condición de los hombres y la condición de las mujeres es todavía muy grande y la mejor evidencia es la violencia contra nosotras que no para.
De ello ,los medios o mal informan o informan espectacularmente colocándonos en un binomio injusto: víctima/victimaria. Dulce o culpable; la crítica de los medios y la ridiculización de las mujeres de poder, con una mirada desequilibrada, menudea.
El propósito de las feministas, de los cambios legislativos apuntalados por éstas y el trabajo sistemático por empoderar a la mitad de la población, debía tener un reflejo en los medios. Es lo que podría llamarse Comunicación y Género, que busca cambiar esta ecuación
Los medios de comunicación podrían ser agentes de apoyo, ayuda y cambio para cerrar la brecha.

Cambio sustantivo

Hoy tenemos la enorme posibilidad de inmiscuirnos en la discusión de la transformación de las telecomunicaciones. Si convenimos en que estamos frente al mayor cambio histórico, según dice Asociación Mexicana del Derecho a la Información (AMEDI), porque se trata de un cambio de gran calado (modificaciones a los artículos 6º  y 7º  de la Constitución), cambio que: crea el INFETEL, acceso universal a las nuevas tecnologías; ruptura de la concentración de la propiedad de los medios y garantía a los derechos de información y comunicación; creación de nuevas cadenas de Televisión Nacional; una rectoría del Estado que incluye medios privados y sociales, entre otras cosas, así la reforma en las Telecomunicaciones incluye velar por la calidad de los contenidos de los medios.
Paralelamente estamos en el dintel de hacer efectivo el compromiso del Ejecutivo respecto del Plan Nacional de Desarrollo. En los medios aplicar nuestro conocimiento y mirada de medios con perspectiva de género significaría entrar por la puerta grande, incidir en decisiones de Estado urgentes: cambios para  los medios estatales y/o públicos para transformar  imágenes y contenidos; capacitar y vigilar los  productos de las oficinas de Comunicación Social; hacer un plan de capacitación a las mujeres para cerrar la brecha digital y desarrollar un programa para que los medios realmente apoyen una visión a favor de la igualdad.
Tendríamos que conocer y usar toda la fuerza política y constitucional para entrar a la modificación de las líneas programáticas respecto de los contenidos en medios públicos: Notimex, Canal 22, Canal 11, Televisoras y Radiodifusoras de los Estados, Instituto Mexicano de la Radio, Radio Educación y decenas de repetidoras del primero.
Exigir que cambien las reglas de operación y financiamiento.
Para ello el bagaje de conocimientos feministas podría ser un mecanismo que realmente apuntale estos cambios, ¿cómo? abandonando la estrategia, limitada y relativa  del uso instrumental de los medios, de carácter patriarcal, fundado en esa idea que señala que si no se dice de mí, mi estrategia, mi proyecto, entonces no existe, sino avanzar en propuestas que hagan de los medios un instrumento realmente en manos de la sociedad, para hacer desde ahí una cruzada de información a las mujeres sobre sus derechos, establecer el andamiaje que nos permite enviar mensajes de conciencia y no de propaganda; armar contenidos a través de nuestra acumulación de experiencia y conocimiento y dejar de pensar en alianzas mediáticas con los monopolios informativos.
Una tarea de comunicación y género, adicional, es reconocer el trabajo profesional de decenas de periodistas e informadoras, técnicas, fotógrafas e ilustradoras  que han ensayado, también en las últimas décadas, el cómo comunicar sobre la condición social de las mujeres.


“A las mujeres nos importa esta situación porque se sabe que los medios refuerzan la desigualdad y sostienen lo que pensamos de ser mujer o ser hombre”.