jueves, 9 de enero de 2014

¿Yo feminista? Erika Lili Díaz Cruz: Las mujeres debemos tomar la libertad de decidir



¿Yo feminista?
Erika Lili Díaz Cruz:
Las mujeres debemos tomar la libertad de decidir
* Falta mucho y no hemos avanzado tanto como quisiéramos

Soledad JARQUÍN EDGAR
“El hecho de que las mujeres hayamos logrado uno que otro derecho no significa que alcanzáramos la igualdad, las mujeres debemos tomar la libertad de decidir y explica que es necesario conocer quién está detrás de bambalinas, la frase expuesta por Erika Lili Díaz Cruz suena retadora.
Coordinadora del Diplomado Estudios de las Mujeres, Género, Feminismos y Descolonización, que se imparte en la Facultad de Derecho de la UABJO, bajo el auspicio de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Díaz Cruz ha recorrido los peldaños del feminismo académico, por ahí entró y se volvió irremediablemente feminista.
Es licenciada en Derecho. Becada por la Unión Europea cursó un Master en la Universidad de Huelva, España, en  Género, Identidad y Ciudadanía, y un postgrado en la Universidad de Chile, en Derechos Humanos de las Mujeres.
Nació cuando las nuevas tecnologías de la comunicación eran un sueño, en los tiempos de la “guerra sucia” y cuando feminismo entraba en la “tercera ola”, justo poco antes de la Primera Conferencia Mundial de la Mujer que se celebró en México.
Alcanzamos el sufragio (en 1953) “pero la igualdad en el voto no significa -sesenta años después- la igualdad en el ejercicio de voto, porque la gran mayoría de las mujeres no están en condiciones de determinar sobre sus libertades fundamentales”, apunta para ejemplificar su idea inicial.
Erika Lili Díaz Cruz nació en Oaxaca de Juárez, hija de Jorge Bulmaro Díaz Gómez y Rafaela Isabel Cruz González. Es la séptima hija de un total de ocho. Siete de ellas mujeres y  un varón. Creció en medio de la libertad de elegir en su casa, sus hermanas mayores fueron su ejemplo de vida: en total en la familia hay tres abogadas, dos ingenieras, una administradora y una médica. Entre sus pasiones destaca el softbol y a ella y a su equipo se debe que en Oaxaca exista una liga femenil en esa disciplina deportiva.
En la infancia, dice Erika Lili Díaz Cruz no entendía por qué debía ocupar un lugar diferente al que tenían los niños de su escuela. No comprendía por qué ellas tenían que “comportarse” de una forma menos libre en los juegos o al hablar y ellos podían actuar sin límite alguno. Incluso llegó a creer que era “machorra” –como le habían dicho- porque a ella le gustaba hacer lo que decían era cosa de hombres, como subirse a los árboles y con los años un profesor de la preparatoria le dijo que debía sentarse correctamente “porque no estaba en la cantina”. “Eso me pareció siempre muy injusto, entonces mi posición fue como de justiciera, rebelde, me dedique a romper esas reglas y entendí todo cuando empecé a estudiar los feminismos y me hice feminista”.
Muy seria sostiene que según el mandato de género, “las mujeres sólo servimos para procrear y para satisfacer sexualmente a los hombres, resultado del machismo histórico que no cambia”. El problema fundamental es el ejercicio de la libertad de las mujeres, sobre todo para los intereses internacionales.
Explica que hoy México enfrenta una “guerra de baja intensidad, donde se privilegia la adquisición de armamento, el fortalecimiento del ejército, los cuerpos de seguridad pública y, por otro lado, una política de eugenesia y exterminio por parte de los Estados Unidos de Norteamérica, “suena grave pero lo cierto es que a los gobernantes locales no les interesa que la situación de las mujeres cambie”.
Con un presupuesto público desfigurado ante las demandas de las y los mexicanos, resulta fundamental la contribución que las mujeres hacemos a través del trabajo gratuito, “como bien lo contempla Silvia Federici, en la Revolución Feminista Inacabada” y sostiene que desde la perspectiva del sistema económico no es conveniente que las mujeres se vuelvan autónomas o libres, porque seguramente sus decisiones no serán las esperadas que son: procrear, atender, cuidar y servir.
En suma, añade, las mujeres no hemos tenido las condiciones para elegir en libertad, estamos hablando de más del 50 por ciento de la población, más el porcentaje de hombres indígenas o pobres que tampoco toman decisiones, entonces quien decide es una minoría y por ese hecho este país no puede considerarse democrático a ningún gobierno.
No hay cambios sustanciales aunque han pasado casi 30 años desde que México empezó a firmar cuantos tratados, acuerdos y plataformas de acción para el desarrollo de las mujeres, porque la idea no es otra que sostener que el nuestro es un país democrático y progresista.
Erika Lili Díaz Cruz se muestra preocupada y se considera ocupada en señalar lo que está ocurriendo a través de un ejercicio único y primigenio en su tipo, dice en referencia al Diplomado al que asisten 70 mujeres que desarrollan trabajo comunitario a favor de los derechos humanos de las mujeres.

Políticas públicas, una pantomima

Para esta especialista en género y derecho humanos de las mujeres, el resultado es lo que hoy podemos mirar como un secreto a voces: políticas públicas que son una pantomima, una falacia, una mascara que se coloca el gobierno para decir que las mujeres estamos progresando, eso es totalmente falso, en el fondo quieren que las mujeres sigamos teniendo esa condición de subordinación, porque de otra manera tendrían que hacer un gasto para ver quién les lava su ropa, sólo por mostrar un hecho concreto mediante un ejemplo simple, dice.
Díaz  Cruz, quien junto con otras académicas  de la UABJO es también fundadora del Centro de Estudios de la Mujer de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, agrega que la trasterritorialización de los roles tradicionales de género pasan de lo privado a lo público. En lo privado eres ama de casa, en lo público eres ama de las instituciones en el sentido de guardarlas, cuidarlas, protegerlas.
Por ello, añade que las pocas mujeres que toman decisiones en la política tienen dos opciones: una en la que se subsumen a la política predominante que es la patriarcal, machista o violenta, y otra en la que se establece un proceso de resistencia, transgresor dentro de las instituciones. La primera es más viable, la otra es la más difícil, le puede costar la vida, la salud, de ahí que la mayoría de ellas opten por la opción de subsumirse a las reglas del patriarcado, “hay quienes consideran que es válido, yo no, porque le restan esperanza a muchas mujeres, en especial a aquellas que todavía confían en la posibilidad de que otras mujeres al llegar al poder puedan hacer cambios verdaderos”.
Y en ese sentido, la fundadora de la Asociación Civil Luna del Sur explica: “Lo peor que puede pasar es romper esa esperanza, es mejor la utopía, porque para mi la obediencia al patriarcado es lo mismo que ves cuando a tu amiga la golpea su novio. Eso ha generado un atraso en el avance de las mujeres”, aunque también considera que no todo es responsabilidad de esas mujeres porque somos parte de un sistema complejo, con intereses de los grupos de poder.
Sin embargo, reitera que quien se sostiene en privilegios lo hará siempre a costa de la pérdida de derechos de una buena parte de la población, una población invisilizada por el dominio patriarcal.
Aunque nació en los tiempos de la “guerra de las galaxias”, dice en referencia a la película de George Lucas, Erika Lili Díaz Cruz considera como fundamental el reconocimiento a las mujeres que abrieron camino a través de los feminismos para que las más jóvenes puedan entender la realidad de las mujeres. Y en aquellos inicios, hace menos de una década, quienes la llevaron por ese camino fueron sus compañeras de trabajo en la Dirección General de Población,  Esperanza  Aguilar Rodríguez y Teresa Ibarra.
Proceso de concientización que le ha costado entre sudor y lágrimas, un poco de salud, la enemistad de colegas, el rechazo de compañeros y compañeras de trabajo que pretendieron restarle credibilidad o boicotear su labor por eso recuerda a Bety Cariño -directora del Centro de Apoyo Comunitario Trabajando Unidos, asesinada en 2010- quien decía “esos poderosos nos tienen medio porque saben que no tenemos miedo”.
A pesar del desgaste y el cansancio que le puedo provocar trabajar sin el material solicitado, con retraso en el pago de su salario o la imposición de cargas de trabajo como condición indispensable para permitir su trabajo feminista, Erika Lili Díaz Cruz afirma que sigue obteniendo más satisfactores por trasgredir la norma, por ser la rebelde y hasta justiciera, condiciones que hoy le permiten mirarse como una feminista, como una mujer autónoma y libre.

El caso de Oaxaca

La escasa presencia de mujeres en el gobierno estatal (una en el gabinete legal y tres más en “los asuntos de las mujeres”), responden al mandato de un hombre, un patriarca, que si quiere otorga recursos, es una distorsión en la que buscan ser observados como progresistas, aunque en realidad las mujeres tomen posiciones de subordinación y de obediencia a lo que disponga el ejecutivo.
En alguna ocasión me tocó escuchar al gobernador (Gabino Cué) que dijo: “Bueno todavía no estamos como en ciudad Juárez con todos estos asesinatos…” y en la misma reunión comentó que “…a esta chava que asesinaron me dijeron que tenía muchos novios…”.
Sus comentarios indican que las mujeres son vistas como objetos sexuales, para disfrute de los hombres o como objetos serviciales y mentiras exista ese posicionamiento de género donde ellos dominan y deciden no puede hablarse de políticas públicas reales para erradicar la violencia.
Pero no es sólo lo que dicen. Si revisas el presupuesto destinado a “los asuntos de las mujeres”, ves que es ínfimo comparado con lo que se otorga al turismo y gastan millones de pesos en otras cosas superfluas y las mujeres seguimos sin acceso a la salud ni a la educación, pero siguen utilizando a las mujeres como adornos en los eventos, como edecanes, mujeres que por cierto son de la misma edad y tienen físicamente el prototipo de las jóvenes asesinadas, mientras en impartición de justicia no haya resultados y sí impunidad.
Hoy en Oaxaca, las mujeres no tenemos garantía de que no va a ocurrirnos nada malo y en cambio siguen peregrinando por ayuda. Las mujeres no hemos dado una respuesta sólida y no hemos hecho un pacto sórico, que no es una reunión de amigas, sino cuidarnos las espaldas y buscar el beneficio para todas las mujeres no sólo para mi grupo de amigas, como ocurre hoy.
Sin embargo, indica sin que se le pregunte, que no podría criticar a las titulares del Instituto de la Mujer Oaxaqueña, del Centro de Justicia para las Mujeres o de la Subprocuraduría de Delitos contra las Mujeres por razón de Género, “porque ellas no toman las decisiones, no confeccionan las políticas públicas”.
A quien tenemos que cuestionar, dice, es a quien toma la decisiones, el gobernador y sus colaboradores cercanos, a la diputación porque son ellos los que crean los presupuestos o quienes deciden que no haya una Secretaría de la Mujer; es al poder Judicial a quien tenemos que cuestionar por cada feminicida que hoy está libre y es a Seguridad Pública a quien tenemos que cuestionar por cada agresión que una mujer sufre en la calle.
A pesar de todo considera que las funcionarias públicas deberían preguntarse si éticamente están haciendo lo correcto y recordar que ellas están ahí por ser mujeres y porque el sistema política patriarcal ha determinado que “los asuntos de las mujeres los deben atender las mujeres”.
El problema, añade, es cómo actúan ellas, explica esta vez refiriéndose a la titular del IMO, Anabel López, y la subprocuradora Ileana Hernández, a quienes en alguna ocasión con motivo de un programa de televisión les preguntó por qué aceptaban que no les permitieran tomar decisiones, “sus respuestas fueron las mismas que expresa una mujer que ha sido golpeada por su esposo y que no tiene conciencia de género, es decir, se justificaban y justificaban la violencia institucional”.
Cruz Díaz es crítica y sostiene que las políticas públicas no responden a las demandas de las mujeres y menos aún frente al feminicidio. Un ejemplo de su afirmación es el CEJUM y explica que ese centro es una respuesta ante el problema de la violencia feminicida y el feminicidio, sin embargo, está lejos de cumplir su objetivo, “ a este centro sólo podrán acceder las mujeres que viven en el centro (de Oaxaca) y quienes lo hagan encontrarán ahí un kiosco de servicios, nada de justicia, nada de atención personalizada, la contratación del personal se hizo en forma no transparente y el acuerdo firmado con las organizaciones –entre ellas Luna del Sur- no se tomó en cuenta.
Lo que hay son privilegios para algunas mujeres, algunas de ellas verdaderos objetos decorativos”, apunta esta feminista académica que admite que el gobierno de Gabino Cué (que recién cumplió su tercer año de ejercicio) creó muchas expectativas, pero que sin embargo en las políticas para las mujeres no ha cumplido, de ahí que seamos duras y muy críticas.
Erika Lili Díaz Cruz ya no es una niña inquieta haciendo cosas que solo les permitían a sus compañeritos varones, es una mujer rebelde ante la injusticia, es una feminista convencida que el trecho para avanzar es muy grande y que serán las mujeres quienes tomen la última palabra.