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Mujeres y Política
Complicidad o cambios
Soledad JARQUÍN EDGAR
El rostro de la mujer lo dice todo. Hay dolor, angustia, miedo. El cordón
umbilical sale de su vientre y aún conectado a ella un pequeño está sobre el
suelo. Es una mujer que ha tenido a su hijo afuera de una clínica de salud
pública en Jalapa de Díaz, es una mujer que no fue atendida oportunamente.
“Explotación morbosa”, dice el Secretario de Salud, Germán Tenorio Vasconcelos,
quien se “justifica” al señalar que la falta de atención oportuna en la clínica
fue porque no le entendieron, porque ella habla una lengua diferente.
En su defensa, que resulta hasta imprudente, Tenorio pretende plantear una
discusión sobre lo que sí y lo que no se debe publicar. Cierto, la foto es
impresionante y oportuna, pero el papel del titular de Salud no es juzgar a los
medios, su papel es evitar, desde donde está, que se sigan violentando los
derechos de las mujeres, en específico su derecho a la Salud. Solo eso señor
Tenorio. Por lo pronto la fotografía “morbosa”, como señala Tenorio, ya le dio
la vuelta al mundo y con ella quedó evidenciada la negligencia médica, el abuso
de autoridad, el cinismo y la corrupción que prevalecen en los Servicios de
Salud de Oaxaca.
En verdad a la ciudadanía no nos interesa si el señor Tenorio es hoy uno de
los hombres más ricos de Oaxaca, gracias a los prósperos negocios que ha
emprendido en el área de salud; tampoco nos interesa aclarar lo mucho que hizo
y movió para que la violencia obstétrica no fuera tipificada como delito por la
diputación blanda y comodina que opera en San Raymundo Jalpan; no nos interesa
saber si gastó millones de pesos en su boda, pago del mejor hotel y los aviones
de sus invitados e invitadas, tampoco
tenemos interés en saber cuánto gasta en sus cenas de gala ni en la vida de jet
set a la oaxaqueña que se da; ya no importa si alguna vez fue detenido y
fichado acusado de violencia familiar, como tampoco importa que las
“feministas” insertadas en la burocracia hayan olvidado (y hasta perdonado) que
“cuando se golpea a una se golpea a todas”, como reza una consigna feminista y
que demasiado pronto hayan “convenido” indignamente con Gabino Cué para dejar
en el olvido ese “tema”.
Ya no nos interesa nada de eso, lo que haya sido y como haya sido (bien
dicho y escrito), el hecho y todos los agravios que se han sumado ya están en
el imaginario colectivo y abonan, por supuesto, al descrédito del gobierno de
su amigo y protector, el gobernador Gabino Cué Monteagudo, y sus padrinos entre
ellos el hijo desobediente de Cuicatlán,
Diódoro Carrasco Altamirano.
Lo que sí indigna a una buena parte de la población y en específico a las
mujeres es que hoy algunos funcionarios, como Germán Tenorio, justifiquen la
discriminación en contra de las mujeres en las clínicas de salud públicas.
¿Acaso no sabe Germán Tenorio y el personal médico de Oaxaca que en esta
entidad no solo se habla el castellano y que las otras lenguas, las que hablan
los pueblos indígenas están reconocidas? Porque si no lo saben estaremos en el
limbo y en ningún lado.
Tenemos que recordar que no solo los trabajadores del magisterio y los de
salud tienen derechos, no, por supuesto que no, también tienen derechos las
mujeres, esos seres que se siguen viendo como distintos e inferiores, por lo
que actúan en consecuencia a sus creencias, las llaman “mujercitas”. Por eso
los maestros siguen violando a las niñas y los médicos las desprecian porque
son indígenas, porque “huelen mal”, porque no usan zapatos o porque no hablan
el castellano, como también desprecian a las otras por el solo hecho de ser
mujeres.
Entonces me viene a mi memoria, que apenas se van a cumplir 30 días, que
exactamente el 10 de septiembre pasado, el gobierno de Oaxaca suscribió (sobra
decir que con bombo y platillos) el Acuerdo Estatal “Por una Vida
Libre de Violencia de Género”, ya lo habíamos dicho un acuerdo sobre las
rodillas, para la foto, mediático, sin fondo ni forma y mucho menos destino. La
realidad supera todo en Oaxaca, incluso las intensiones mediocres y las
ocurrencias.
Un acuerdo que según el boletín oficial refrenda “el compromiso
indeclinable que el Gobierno de Oaxaca
mantiene para prevenir y combatir las causas estructurales de la
violencia contra las mujeres”, palabras que para nada sirven, no alcanzan a la
estructura de gobierno que cierra centros de salud, clínicas de parto
humanizado y que deja no a una sino que muchas mujeres tengan partos en la
calle o mueran por causas relacionadas con la maternidad. Una vergüenza para
los gobiernos que son incapaces de garantizar el derecho a la maternidad por
parte de las instituciones, según los propios organismos internacionales.
Si Gabino Cué quiere cumplir su acuerdo, si quiere hacer una realidad su
pomposo acuerdo, tendrá que empezar a hacer limpieza en su casa de gobierno.
Tendrá que darle las gracias a sus amigos, como Germán Tenorio, y a toda
funcionaria y funcionario que permitió le fueran impuestos. Porque de lo
contrario pensamos que será el propio gobernante el primero en violentar su Acuerdo Estatal “Por una Vida Libre de Violencia de
Género” y claro, en los hechos, si no actúa, dará carta de naturalidad a la
violencia institucional que pese a todo sigue ejerciendo el funcionariato
incapaz, no preparado, para garantizar los derechos de las mujeres.
Mientras las feministas, a través de la ciencia del género o el feminismo
académico, han propuesto ponerse las “gafas violeta” (la perspectiva de género)
para que podamos ver cómo las diferencias entre mujeres y hombres ahondan la
desigualdad en todos los ámbitos, a Gabino Cué no sólo es necesario ponerle las
gafas de género sino que además es necesario quitarse el antifaz que le impide
ver la realidad.
Las violaciones a los derechos humanos de las mujeres, en específico, en el
ámbito de la salud pública, tienen un solo nombre: son un acto criminal, si
consideramos que en el caso de la maternidad sigue costando vidas, disminuir
esa tasa ha sido un imposible en Oaxaca; luego tenemos que aún siguen muriendo
mujeres por eso que llamamos enfermedades prevenibles como los cánceres de mama
y de matriz. Junto con el feminicidio estas tres causa médicas de fallecimiento
afectan al año cientos hogares oaxaqueños.
Si esa no es una razón suficiente para realizar los ajustes necesarios en
la Secretaría de Salud, para darle las gracias a su amigo Tenorio con permiso
del padrino Carrasco, que Gabino Cué se atenga a las consecuencias de los
“resultados”: permitir la impunidad de estos actos es asumir y aceptar la
complicidad.
Las mujeres no somos ciudadanas a medias. Esa es una idea trasnochada que
prevalece en el imaginario del funcionariato, pasa y se instala en la
Secretaría de Salud, en el Instituto de la Mujer Oaxaqueña, en la Procuraduría
y en todo el Gabinetazo.
En el IMO, por ejemplo, está incrustada en quienes toman las decisiones: el
cerebro exterior-interior y la ejecutora. Insisto ¿no es acaso esta institución
la responsable de velar por los derechos de las mujeres que viven en Oaxaca?
¿Por qué entonces en el IMO como en otros espacios de gobierno se siguen
violentando los derechos de las trabajadoras? Por qué se les sigue despidiendo,
acosando y hostigando sólo porque no se quedan “calladitas y así se verían más
bonitas”, como dice el refrán machista y se les pide su renuncia porque osaron
exigir sus derechos o porque firmaron una carta en la que cuestionaban el
famoso Acuerdo contra la violencia. ¿Acaso no son ciudadanas y por tanto
ejercen sus derechos?
Cómo hará el gobernador Cué para que en las agencias del Ministerio Público
termine el calvario de las víctimas que luego de presentar una denuncia de
violencia le piden testigos cuando no los hay, les “recomiendan” traer
certificados de médicos o médicas particulares como si los certificados
institucionales no tuvieran validez, y quieren identificar lesiones cuando los
meses han pasado, provocando con ello que las víctimas abandonen sus denuncias.
La burocracia institucional violenta los derechos. ¿Y el acuerdo Gabino?
Hacer caso omiso a las denuncias y no actuar es un acto de corrupción y de
complicidad, ojalá Gabino Cué lo tenga presente y deje de temblarle la mano
porque el costo de su política de amigos se refleja en la vida de las mujeres y
en este gobierno quebrantado, como me decía hace unos días un joven preocupado
y agobiado por lo que vive en Oaxaca, las cosas se tiñen de rojo.
Al margen. Qué no le tiemble la mano a Gabino para que Jorge Castillo deje
de ser el Chuky de su gobierno. Aprende Gabino de los errores del pasado, para
que la sociedad no le aplique, tarde o temprano, la misma dosis. Se trata de
prevenir ese otro muy popular dicho mexicano que dice que el que hierro mata a
hierro muere.
@jarquinedgar