martes, 15 de diciembre de 2015

Mujeres y Política A soñar…



Soledad JARQUÍN EDGAR
Los lineamientos en materia de paridad de género que deberán observar los partidos políticos, coaliciones y candidaturas independientes en el registro de candidatas y candidatos ya fueron aprobados y no hay vuelta de hoja, una nueva historia tendría que escribirse en Oaxaca como ya está ocurriendo en otros estados del país.
Pero, aquí el pero sí vale, estos lineamientos no tendrán ningún efecto en la elección del próximo gobernante de Oaxaca, donde seguirá operando el patriarcado político, ni tampoco tendrán efecto alguno en 417 municipios donde la elección es a través de los sistemas normativos internos, antes conocidos como usos y costumbres.
En la elección para gobernador, todo indica, que será como de costumbre, una competencia entre varones, hasta hoy salvo los asomos de la diputada federal priista Mariana Benítez, y de la ex legisladora del panista, Eufrosina Cruz Mendoza, que podrían terminar como candidatas al Senado, no se ve nada más en el horizonte. Así que la historia seguramente se repite.
Desde que José María Galardi, gobernador en 1847 hasta el actual mandatario Gabino Cué Monteagudo, en Oaxaca han gobernado 102 veces los hombres y en ninguna ocasión las mujeres. Algunos de ellos han repetido en el gobierno, no una sino hasta seis veces como es el caso de José López Ortigoza y de Benito Juárez García, quienes tomaban el poder por un año, por meses. Así eran aquellos tiempos.
López Ortigoza, incluso, tuvo como sucesor en alguna de esas ocasiones a su hermano Manuel, y Juárez ya no vio gobernar a su hijo del mismo nombre en 1911, eso para que no andemos luego criticando a los hijos o hijas de políticas y políticos que también aspiran a hacer su propia carrera, muchas veces, claro, bajo el auspicio y la sombra de sus padres y madres.
Estos dos gobernantes del siglo XIX no fueron los únicos que repitieron, Antonio de León fue mandatario cuatro veces, y de ahí hubo otros ocho que lo hicieron por dos y hasta tres veces. Uno de ellos Porfirio Díaz, quien tal vez hizo su ensayo de la permanencia en el poder en esta entidad, misma que aplicó en serio cuando fue Presidente de México.
Ya en el siglo XX tres gobernadores fueron depuestos por el pueblo que exigió su salida: Edmundo Sánchez Cano, Manuel Mayoral Heredia y Manuel Zárate Aquino. En el siglo XXI, Ulises Ruiz se quedó en el “ya merito” y “no cayó, no cayó”, frente al clamor popular de “ya cayó, ya cayó”.
El proceso electoral ordinario que empezó recientemente y que concluirá el próximo año será una larga jornada de jalones y estirones. Los partidos políticos, las coaliciones y quienes aspiren a registrar candidaturas independientes deberán observar la paridad, lo quieran o no. No hay de otra.
De cómo lo van a lograr es la gran incógnita, y no porque no haya mujeres capaces de tomar al toro por los cuernos o deseosas por ser diputadas y hasta presidentas municipales, de la misma forma en que lo hacen los hombres, sino porque como ya es común, veremos una serie de actos casi circenses o chapuzas para “cumplir” con la más reciente de las batallas ganadas por las mexicanas, tras largos años de esquivar la igualdad, al menos en el papel, en materia electoral. El 2016, proceso y resultados, serán una prueba de fuego para las resistencias machistas.
No debería cundir el pánico, pero hay quienes sienten pasos en el azotea, aunque parezca que no le dan importancia, sobre todo porque están ocupados en la determinación “democrática” de su próximo candidato (varón) al gobierno oaxaqueño.
Los lineamientos aprobados por el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO) son bien claros, la paridad de Género, “el principio que garantiza la participación igualitaria de mujeres y hombres, en la cual las candidaturas y acceso a cargos públicos y de representación popular se distribuyen de manera igualitaria sustantiva entre los géneros o al menos con mínimas diferencias porcentuales”, está listo.
La ventana de oportunidad para las mujeres está a la vuelta de la esquina. No habrá registro si las mujeres no están en igualdad con los hombres, tanto en las candidaturas por mayoría relativa como de representación proporcional, para la renovación del Congreso local y los gobiernos de 153 municipios. En el caso que registren candidatas y candidatos por un total de distritos electorales que sea impar, se deberá garantizar la diferencia mínima porcentual, también deberán garantizar la paridad desde su doble dimensión: vertical y horizontal. Y se garantizará la alternancia de género.
Por supuesto, plantean en los lineamientos, se podrán rechazar aquellos registros que no cumplan con la paridad y quien hizo la propuesta –partido político, coalición o candidatura independiente- deberá resolver la falta.
Y muy importante –dicen los lineamientos que en ningún caso se admitirán criterios que tengan como resultado que alguno de los géneros le sean asignados exclusivamente aquellos distritos y municipios en los que el partido haya obtenido los porcentajes de votación más bajos en el proceso electoral anterior. O sea, nada de mandar a las mujeres a los distritos o municipios perdedores.
La suerte está echada. Si el proceso electoral pasa sin actos misóginos y violencia contra las mujeres, estaremos hablando de una real democracia, se esperaría entonces que más mujeres sean parte de los gobiernos en esos 153 ayuntamientos y, que más, muchas más sean legisladoras.
De esta manera se resuelve la forma, todavía falta mucho para solucionar el fondo, me refiero a que se necesitan más mujeres comprometidas con los derechos humanos de las mujeres. Pero eso está fuera del alcance de estos lineamientos.
El veto
A veces es la Suprema Corte Justicia de la Nación,  a veces el gobierno…pero la vox populi ya reconoce que en la Cámara de Diputados, hay un vacío de talento, de olfato y hasta de materia gris.
Esta semana tocó a Gabino Cué vetar la reforma que establecía como violencia familiar el síndrome de alienación parental, también llamada como ley pedófila.
Ni modo, de eso hablamos cuando pensamos en el fondo, más allá de la forma. De la necesidad de que legisladores y legisladoras tengan un mínimo de empatía con la ciudadanía, específicamente con las mujeres. Por ello, el clamor popular fue escuchado y Gabino vetó las reformas.
Lo asombroso y hasta cínico es que algunos de esos y esas diputadas aspiren a algo más en política. Como sea, no será la historia quien los juzgue, ya les ha reprobado la ciudadanía.

@jarquinedgar