domingo, 4 de julio de 2010

Un candidato o candidata ideal

Sara LOVERA

Desde que cumplí los 21 ejercí mi derecho a votar. Siempre pensando en el cambio. Nunca desde hace 40 años voté por el PRI, ello a pesar de que muy pronto en aquellos años comprendí que mi voto al Partido Popular Socialista no era realmente útil, pero siempre con la esperanza de mantenerme firme en mis convicciones. Jamás votaría por Acción Nacional, eso no tiene discusión.

Durante mucho tiempo emitía mi voto no obstante tener la sospecha de que era algo así como enviar buenos deseos al viento. En 1988 supe que tenía sentido. Meses antes del 6 de julio un inmenso grupo de mujeres feministas nos reunimos para discutir lo que sucedía, intrínsecamente estábamos convencidas de votar por el ingeniero Heberto Castillo, candidato del PMS, pese al fenómeno Cárdenas merecía un debate acerca de lo que significaría sacar al PRI del Palacio Nacional.

Las dos figuras eran discutibles en cuanto a su perfil desde nuestra mirada de mujeres con conciencia de mujeres. Castillo había promovido desde su partido original –el Partido Mexicano de los Trabajadores- una línea de trabajo muy clara con las mujeres, desde ese partido se multiplicaron los comités de amas de casa en todo el país, no obstante seguro que no estaría a favor de despenalizar el aborto.

Cárdenas, por su parte, venía de una tradición señera, su postura ante la condición de las mujeres venía del proyecto del General Lázaro Cárdenas y, aunque, nadie entonces se preguntaba si estaría a favor de despenalizar el aborto, si se sabía que tenía una clara visión acerca del cambio de la vida real y familiar de las y los mexicanos.

Elementos antiguos se dirán. Decidimos, con todo, votar por Cárdenas, quien ganó las elecciones y al que le hicieron fraude. Hoy sabemos que eso fue un avance, a pesar de todo.

Pero el tiempo ha corrido. En esta hora las mujeres con conciencia de tales, nos hemos vuelto absolutamente exigentes. Las candidaturas de hombres o mujeres deben responder con claridad a expectativas suficientes, biografías democráticas y cabales; comprensión de lo que sucede en el entorno que van a gobernar ya sea desde los espacios ejecutivos o legislativos.

En primer término una persona para representar los intereses más sentidos de las mexicanas, hoy tendría que reunir algunas características fundamentales. La honradez es fundamental; su convicción democrática esencial y eso pasa por una real postura frente a la discriminación y la opresión de las mujeres, las y los indígenas y todas las minorías relevantes, como el caso de los gays o lesbianas.

Sin duda una personas liberal y consciente, sin sospecha de haber admitido leyes retrógradas para las mujeres.

No es posible pensar en una candidatura enclenque, con aspiraciones de control o ligada a intereses fácticos de cualquier naturaleza.

Yo, ahora no sé si podría votar por algún candidato o candidata en alguna de las 12 entidades del país donde este año se celebrarán elecciones. Realmente no existen candidaturas atractivas, porque casi todas están ligadas a la partidocracia convenenciera.

Ahora sabemos qué pasa con los distintos signos partidarios a la hora de definir los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, su derecho a interrumpir un embarazo no deseado; o bien cuando se les enfrenta al grave problema de la violencia contra las mujeres; el tema de la trata, la prostitución, los derechos a la libre expresión y esos derechos de las y los indígenas.

Una persona para el poder tendría que ser cabal y recta, pero liberal, feminista, comprometida con el real mundo en que vivimos, donde han cambiado mucho las cosas. Un persona que comprenda que han cambiado las familias, que la migración es un fenómeno fundamental para entender la economía; capaz de entender que hace falta modificar el sistema educativo nacional; capaz de identificar los escollos para el trabajo de las mujeres y los hombres en igualdad.

Pero también es esencial una candidatura que tenga claro el significado histórico del laicismo y tener antecedentes comprobables de su conducta frente a esos cambios que miles de políticas y políticos no entienden y legislan como si estuviéramos en el siglo XIX.

En fin, que hoy vivimos una escases de personajes en la política, ya vemos que no tienen convicciones precisas, pretenden gobernar en complicidad con el viejo régimen, con el poder de la iglesia, el de Televisa y el del capitalismo salvaje.

Para votar conscientemente, en este minuto de la historia, no parece haber opciones. Lo ideal, ya sé, no existe, pero habría que tener enfrente algunos políticos o algunas políticas que al menos mostraran cierta congruencia y tuvieran antecedentes, éstos los que dije, democráticos y liberales. Tal vez haya algunos o algunas, pero yo nos los encuentro.

saralovera@yahoo.com.mx