domingo, 31 de marzo de 2013

Mujeres y política: Soraya Jiménez


Mujeres y Política
Soraya Jiménez

Soledad JARQUÍN EDGAR
Esta semana la nota más importante está opacada por las vacaciones de Semana Santa, por los múltiples conflictos y enfrentamientos entre policías y maestros, entre policías y quienes se oponen al proyecto eólico del istmo de Tehuantepec, una vergüenza porque el empleo de la fuerza para reprimir no es sino resultado del fracaso de la verdadera política y de quienes están al frente de ella.
Fracaso total si analizamos que Oaxaca ocupa el lugar número cinco del país por la cantidad de plagios que se cometen o que han sido denunciados según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública (El Imparcial/29/03/2013). Dato noticioso que nos permite mirar los hechos concretos en la realidad.
Me pregunto ¿qué habría pasado si el que hubiera muerto fuera un futbolista de esos que arrancan pasiones en los estadios aunque no den tantos resultados pero que la publicidad del duopolio televisivo los hace “verdaderas” estrellas de su espectro para fines netamente comerciales?
Bueno hasta la reacción del gabinete presidencial no fue tan pronta como se habría esperado.
La noticia de la semana fue sin duda la irreparable pérdida de la medallista olímpica Soraya Jiménez a consecuencia de un paro respiratorio, según los datos que se difundieron en los medios de comunicación, que insisto presentaron el hecho y tal vez dedicaron una primera plana en las secciones deportivas o aumentaron el número de minutos en sus transmisiones vía radio o televisión, pero no hubo más, lo que nos muestre una representación desequilibrada entre el peso de unos y de otras aún cuando ellas han marcado con sus actos el hacer cotidiano del resto de la población.
Soraya Jiménez, primera mexicana en obtener una medalla de oro en las Olimpiadas de Sídney 2000, vivió las consecuencias de “romper” espacios y hacer historia. La primera de ellas es la ocultación, en la medida de lo posible y comparada con los otros, y la segunda la difamación. En consecuencia su historia llena de gloria se vio opacada por el hecho concreto de haber nacido mujer a poco de terminar el siglo XX.
Soraya Jiménez qué murió este 28 de marzo, como dicen los cronistas deportivos, cubrió de gloria al deporte mexicano con resultados tan magros que terminaban siempre por romper las esperanzas de los televidentes que ansiosos esperaban un triunfo y los narradores o cronistas deportivos lo decían: “no lo esperábamos…”. No ¿pues cómo? Si estábamos hablando de una mujer que había decidido incursionar en una disciplina deportiva poco usual para las mujeres, que incluso le ganó antipatías y reclamos tan machistas como (que) “mejor me fuera a mi casa que me enseñaran a cocinar, tender camas y fue lo que me hizo aferrarme a esto y demostrar que no es solo para hombres sino para quien quiera hacerlo”, contaría en una entrevista televisiva hace años y que ahora gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación podemos ver (http://www.youtube.com/watch?v=DKXZa6a5DAo) y que nos queda como testimonio de sus batallas.
Cito a Juana Gallego Ayala, profesora de Periodismo en la Universidad de Barcelona, que afirma “los medios son, por tanto, sancionadores sociales de las cosas permitidas y de las prohibidas. Premian lo que consideran positivo y castigan las transgresiones a la norma”, así que Soraya Jiménez, como otras muchas mujeres decidió practicar la halterofilia una actividad “propia” de los hombres porque se trata de fuerza y llegó a conquistar campeonatos juveniles, mundiales, centroamericanos, panamericanos y por supuesto una medalla de oro en los juegos Olímpicos de Sidney, Australia, convirtiéndose así en la medallista olímpica número 11 desde París 1900 hasta Sidney 2000.
Soraya Jiménez y Rosario Espinoza en taekwondo (Beijing 2008) son las únicas mujeres que han obtenido la preciada medalla aurea, pero sus resultados valen eso ORO, considerando lo poco que se apoya al deporte femenino en este país debido, ni duda tengo de ellos, a los prejuicios. Pero no crea usted que los varones han conseguido grandes triunfos, desde París (1900) hasta Londres (2012) los deportistas apenas han obtenido 12 medallas de oro.
Fue su actuación lo que haría, entre otras cosas que algunos ojos se volvieran a mirar qué estaban haciendo las atletas mexicanas, con el consabido temor de lo que habría que pasar más adelante, sin embargo, las esperanzas de este país en el fondo nunca estuvieron puestas sobre estas transgresoras de “lo propio” y sus hazañas nacionales o internacionales en el deporte fueron, como en el caso de Soraya Jiménez, objeto de miradas severas y del escrutinio público, incluyendo toda clase de especulaciones sobre sus vidas privadas.
Especular  sobre la vida de las mujeres es una constante, Soraya Jiménez no fue la excepción. Toda atleta es pasada por el ojo visor por la “cantidad de hormonas masculinas que posee”, porque en la construcción cultural “lo propio” es que sólo los hombres pueden alcanzar esas hazañas y entonces pensamos en su “enorme valor varonil” como los historiadores calificaban en el siglo XIX  a las hoy heroína. Las mujeres hemos caminado trechos, pero no así los colectivos humanos que siguen creyendo fehacientemente en la minusvalía femenina.
Dos golpes públicos fueron asestados en la vida de Soraya, difamaciones que a la postre y sin duda alguna mermaron su salud física, esto de acuerdo a las explicaciones científicas que no descartan la relación entre enfermedad y el estado emocional de las personas.
El primero, en el que la acusaron de haber ingerido sustancias prohibidas para una atleta. De facto vino la condena mediática y lo que ella confesaría más tarde el retiro del apoyo de las instituciones públicas que no creyeron en su inocencia. Meses después, finalmente, el hecho fue aclarado, pero en el imaginario colectivo había quedado sembrada la idea falsa de su dopaje.
El segundo hecho difamatorio en su contra fue que presentó documentos falsos de la Universidad Nacional Autónoma de México con el objeto de participar el campeonato mundial universitario que se celebró en Izmir, Turquía. De nuevo la condena pública y al tiempo saldría la verdad, no fue la atleta sino la presidenta de la Federación Mexicana de Halterofilia, Martha Isela Elizondo quien de manera irresponsable había causado tanto daño.
Ambos golpes mermaron su salud que se convirtió desde 2008 en un largo camino de un hospital a otro que terminaron con su carrera deportiva y este jueves con su vida.
Para terminar cito de nuevo a la profesora Gallego que confirma la “regla” patriarcal sobre el trato que las mujeres reciben: “Sea cual sea la actuación de las mujeres, ésta casi nunca es juzgada por lo que hace sino por lo que es…los hombres juegan en campo propio cuando son representados en los medios de comunicación, mientras que las mujeres son observadas como el equipo visitante”. Esto claro está como resultado de lo que somos y que nos pone a pensar en lo mucho que los medios harían si cambiaran su actitud hacia las mujeres, todas las que de una u otra manera tienen un papel que ejecutar en el ámbito público.
Como sociedad y como medios, como instituciones y cómo gobierno mucho se le quedó a deber, como diría mi abuelita Lucha, a Soraya Jiménez. Lamentablemente la reacción será tardía habrá homenajes, calles, plazas y espacios deportivos con su nombre y que ella no verá. Espero que las niñas y jóvenes aprendan a mirarla no como un mito sino por sus logros deportivos y porque como diría el cronista cubrió de gloria el deporte mexicano y demostró mucho más que eso, además de abrir las puertas para las que van detrás de ella.

A Reserva: La universalidad de los derechos humanos


A Reserva
La universalidad de los derechos humanos…una visión sesgada

Bárbara García Chávez
En diferentes actos políticos de trascendencia mediática el gobierno de Oaxaca ha contado con una excepcional actuación de enlace con organismos internacionales, política encargada a Jaime Bolaños Cacho, desempeñándose formalmente en esa área o bien desde su nueva trinchera, sin embargo, no hay que restarle merito a su Comisionada para la Atención de los Derechos Humanos, Eréndira Cruzvillegas Fuentes, referida a Oaxaca desde el mismísimo gobierno ebrardista y de origen “ciudadano” que ha alcanzado privilegios de gestión por el ascenso de su dirigente Emilio Álvarez Icaza Longoria, hoy Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Por supuesto, que los avances políticos en materia de derechos humanos de su mentor, permiten a Cruzvillegas alcanzar acuerdos para el reconocimiento y legitimación de las  acciones del gobernador Gabino Cué Monteagudo en materia de derechos humanos por parte de funcionarios y funcionarias de instancias internacionales (ONU-OEA) y algunas organizaciones independientes que realzan y se explotan incontrolablemente desde la oficina de comunicación social del estado.
El tema de los derechos humanos y el “buen quehacer” del gobierno, vuelve a estar en las palestras políticas del Oaxaca, cuando los intrincados electorales se desarrollan con hartos percances y cuestionamientos ciudadanos.
El último reconocimiento promovido por el gobierno calderonista, al que representó la canciller –de entonces- Patricia Espinosa en octubre del año pasado, con el premio Más Naciones Unidas en México, entregado a Cué Monteagudo,  por su compromiso con el desarrollo humano del pueblo oaxaqueño y con la cooperación internacional y –dijeron- “por su rectitud y por su coraje, un sentimiento de renovación y cambio, de aire fresco combinado con la necesaria experiencia que da esperanza democrática de la mayoría de su pueblo”. Reconocimiento que precisamente coincidió con el agravamiento del problema en relación a los fondos para potenciar empresas europeas en el Istmo de Tehuantepec.
En días pasados la Asamblea de los Pueblos Indígenas del Istmo de Tehuantepec en Defensa de la Tierra y el Territorio, ha llamado a la movilización permanente de sus pueblos al que se han sumado más de cien organizaciones sociales y civiles de México suscribiendo un comunicado en el que hacen un llamado al gobernador de Oaxaca a “evitar la utilización de la fuerza pública para reprimir la protesta social” y a no imponer “proyectos trasnacionales en aras de un desarrollo, sin que se beneficie en igualdad de derechos a los dueños originarios de los territorios indígenas”.
Se aúna a este problema la denuncia pública del asalto y represión por grupos parapoliciacos que imputan enviados por el gobierno estatal  a un grupo de jóvenes activistas que operan una radio comunitaria en Juchitán de Zaragoza, que opera también como centro comunitario y cultural, que ha servido en múltiples actividades como: orientación académica a niños, escenario de expresiones artísticas y punto de reunión de la comunidad hablante de zapoteco, lengua originaria de esa población.
Esta situación de emergencia se suma a la ingobernabilidad de varios municipios en diversas regiones del estado, a la falta de garantías que precautoriamente tendría que haber en la región Triqui y que a falta de acciones contundentes y eficaces, se ha reeditado el desplazamiento de cientos de mujeres niños y niñas fundamentalmente argumentando la falta de cumplimiento de los acuerdos pactados para el regreso a sus comunidades.
También está presente el constante reclamo de organizaciones civiles como el Frente de Organizaciones Contra el Terrorismo de Estado (FOCTEO) y Sobrevivientes y  Ex presos Políticos de Oaxaca por la Defensa de los Derechos (SEPDDH); el Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEP); el  Comité de Defensa  de   (CODEDI – XANICA); las Organizaciones Indias por los Derechos Humanos de Oaxaca (OIDHO), que no quitan el dedo del renglón, calificando a los aliados del gobierno como farsa de izquierda y señalan la demagogia de Gabino Cué, al no actuar con acciones contundentes frente a los crímenes cometidos por los gobiernos anteriores, persecución, apresamiento y asesinatos cometidos contra los pueblos indígenas, especialmente contra la comunidad loxicha durante el gobierno de Diódoro Carrasco y la violación sistemática a los derechos humanos por la política autoritaria de Ulises Ruiz.
Su impunidad sigue siendo una deuda con el pueblo oaxaqueño. Hasta la fecha no hay ningún funcionario procesado de la administración pasada por los crímenes políticos perpetrados contra los activistas sociales, lo que afirman hace cómplice al actual gobierno del cambio.
Por otro lado, no se puede dejar de lado la permanente inestabilidad que vive Oaxaca por la incertidumbre que causan los bloqueos y las movilizaciones del magisterio que además dejan a miles de niños y niñas sin clases, y complican la vida laboral de las madres de familia; sin contar con los sucesos violentos que protagoniza este sector en perjuicio de la ciudadanía.
En estas condiciones el gobernador Gabino Cué Monteagudo se reunió con representante de las Brigadas Internacionales de Paz -Peace Brigades International (PBI), por sus siglas en inglés- organización no gubernamental que protege los derechos humanos y a sus defensores, los cuales -otra vez- le reconocieron su activismo en este rubro, dejando –de nueva cuenta - los hechos separados de su papel de “defensor de derechos humanos”.
Además…
Este martes el gobernador Gabino Cué y la dirigencia de la Sección 22 convinieron en que la iniciativa de ley en materia educativa que presentará el gobernador Gabino Cué la próxima semana contendrá el Plan para la Transformación de la Educación en Oaxaca (PTEO). Es decir, que el gobierno de Oaxaca planteará formalmente al legislativo local que no se implemente en Oaxaca, como excepcional, el derecho a la educación en los términos constitucionales de acuerdo a la última reforma, lo que generará sin duda un conflicto jurídico considerando que los derechos humanos establecidos en la Constitución federal son de plena y general jurisdicción en el territorio nacional.
No garantizar la protección de un derecho humano fundamental como es la educación, y excepcionalmente recurrir a la suspensión de esta garantía implicaría sin duda una declaración formal en los términos del artículo 29 de la propia Constitución. Entonces el PTEO como norma diferenciada ¿implica un estado de excepción? ¿Se suspende o no la garantía a la educación en los términos del artículo 3º, si el congreso local aprueba la implementación de una reforma distinta a la federal?
El Estado de excepción aquí y en China se determina bajo la premisa sine qua non de “crisis” que implica que la Constitución se ve confrontada a una situación no prevista. (El ejemplo más claro es la oposición de algún grupo “desestabilizador”). Aparece la diferencia entre situaciones de normalidad y anormalidad. Aquí en caso de crisis lo fáctico ha superado lo regulado y se impone la fuerza normativa de lo fáctico sobre la legalidad institucionalizada. La constitución responde a esas crisis incorporando un modelo alterno de organización del poder y allí aparecen los Estados de Excepción.
En principio el Estado de Excepción se puede ubicar dentro del concepto más amplio de dictadura. Desde el punto de vista político, la dictadura es una situación de hecho y de derecho que se opone al Estado de Derecho.
La doctrina distingue entre una legalidad ordinaria que regula los actos y hechos que se producen en situaciones de normalidad y una legalidad extraordinaria (estado de excepción), que regula los actos y hechos que se producen en situaciones excepcionales. En cualquiera de los dos casos, la permanencia del Estado de Derecho determina que los poderes públicos deben estar sometidos al principio de la legalidad.
La mayoría de juristas serios, consideran que los estados de excepción, en sentido estricto, "son regímenes jurídicos especiales originados en circunstancias extraordinarias de variada índole –natural, ecológica, sanitaria, económica, política-, que ponen en peligro la estabilidad de la instituciones, o la vida de la nación o de sus habitantes, cuya finalidad es procurar el restablecimiento de la normalidad".
El Estado de Excepción normalmente se invoca o se pretende instaurar por grupos de poder fáctico, muchas veces más poderoso que el propio poder de Estado, para desvirtuar las instituciones constitucionales y no para preservarlas, ya que además de su carácter desorbitado, se ha traducido en la restricción (cuando no en la violación sistemática) de la mayoría de los derechos fundamentales”.
Es importante también no perder de vista que el estado de excepción es una garantía de la constitución. Incorporar este modelo supone la negación temporal del orden constitucional previsto con una ventaja aparente que es mantener la eficacia formal de la constitución y facilitar la vuelta a la normalidad.
En fin, el caso es que en el futuro inmediato, Oaxaca estará otra vez en la vorágine política en la que habrá de resolver un asunto de índole nacional. Habrá que ver.
Canalgentelibre.com

martes, 26 de marzo de 2013

Palabra de Antígona: La burocracia contra las mujeres


Palabra de Antígona
La burocracia contra las mujeres
Por Sara Lovera



Hace 20 años exactamente, una cortina se corrió gracias al llamado que nos hizo Esther Chávez(+) quién detectó el homicidio contra mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua. Muchos años antes en un tribunal europeo las feministas habían descubierto el femicidio global, como la evidencia más nítida de la desigualdad entre hombres y mujeres, esa que produce la discriminación y la exclusión .
 Las revelaciones de Esther Chávez mostraron el perfil del extremo de la violencia contra las mujeres. Y muy rápido se alzó preocupación y protesta. El conteo de Esther Chávez, a través de los periódicos y algunas denuncias, sirvió de base para ir conociendo la situación en todo el país. En Ciudad Juárez, la protesta de organizaciones y grupos de madres cuyas hijas fueron asesinadas o desaparecidas originó la atención de los gobiernos. Se descubrió la impunidad como sistema e inmediatamente la oficialidad trató de minimizar el tamaño del problema.
Lo que sucedió es que rápidamente los aparatos oficiales estaban más preocupados por convencer a la opinión pública de que el tema preocupaba y se atendía,  por tender cortinas de humo. Algunos dijeron que en su administración no había feminicidio, todo ello en lugar de atender y prevenir. La oficialidad, pública o privada,  siempre intenta ocultar la realidad. Lo hacen los agentes y las agentes del estado, desde sus puestos y sus escritorios, tomando distancia entre esa realidad y su atención.
Acabamos de presenciar el reconocimiento de que se actuó con exceso y abuso en el Caso de Atenco, caso clásico de la burocracia y la injusticia. Recuerdo que una funcionaria me dijo que probablemente se “inventó” el abuso, por “razones políticas”. Encima la descalificación. Y ante la injusticia, hoy esas mujeres no aceptaron las disculpas. Ellas sufrieron y vivieron lo que no se puede poner en un reporte deshumanizado y burocrático.
Pero el tamaño de la violencia hoy hace imposible el ocultamiento, porque México ha sido reconvenido por toda clase de organizaciones, nacionales e internacionales, públicas y privadas, por la lentitud en tomar medidas efectivas para parar la violencia, la discriminación y exclusión de las mujeres. No obstante, siempre, la oficialidad, las agencias y los agentes del Estado intentan, con burocracia extrema, desautorizar los hechos. Y se valen, incluso, de supuestos estudios científicos.
Es lo que se llama opacidad, engaño, hacer como que se hace y se hace muy poco. Lo más grave es que una mentalidad burocratizada, es decir, la que trata de atender la violencia contra las mujeres, al extender reglas absurdas, reglamentos, formatos, proyectos, a veces voluminosos y de difícil entendimiento, para justificar que algo se está haciendo, sin dar capacidades reales a sus agentes, generalmente porque quien dicta las órdenes y quien las ejecuta, no se han transformado. Conozco a una experta que dice que en ese proceso de hunde más a la víctima en lugar de ayudarla.
Bien se sabe por los diagnósticos, los datos, los sufrimientos, que no se trata de acostumbrarse al oprobio sino que hay que hacer algo. La realidad de la violencia contra las mujeres obliga a tomar medidas humanas y diligentes, pero la burocracia ha llegado hasta los grupos sociales.
Si urge atender un caso, las flamantes instituciones oficiales nos regresan un formulario o un protocolo. Como cuando fueron violadas tres indias tzeltales en el retén militar de Altamirano, Chiapas, en 1994. Ninguna “experta” en atención a la violencia, se atrevió a cruzar los caminos de Chiapas ocupados por el Ejército. Y 20 años después, cuando se han multiplicado por  decenas instituciones y grupos “especializados” en la violencia contra las mujeres, a una emergencia, donde se puede salvar una vida, un empleo, la salud de una mujer, la funcionaria, pública o privada pide llenar requisitos o tiene que ver su agenda antes de responder.
Se perdió  la  pasión y la entrega que muchas conocimos en los años 70, cuando el movimiento feminista, se dice, de la tercera ola, había surgido en todo el mundo y nos tomábamos las calles para reclamar.
Ahora no. Hay una línea de mando vertical que con “programa” y supuestos modelos de atención, se han vuelto insensibles. Para figurar u obtener el financiamiento de proyectos, se construyen programas con acciones que se detienen inopinadamente porque hay que cumplir con la normatividad. El pretexto es increíble, hacerlo con humanidad, sería caos. La idea de orden y ciencia, como la imaginó Max Weber, es la que priva. El científico propuso la organicidad de las agencias de Estado, pensando en que la especialidad y la racionalidad serían mejores que el caos de la informalidad y la emoción humana.
Para las mujeres, las políticas públicas han significado un  freno al avance. Se ha reglamentado todo. Hoy quienes dicen que buscan disminuir el horror de la violencia y la desigualdad, pero han llegado al extremo de acotar el feminicidio, de tratar de darle un carácter preciso, de legislar y dar un tipo específico de delito, cuando la violencia de género, es un fenómeno social fundado en el patriarcalismo y el modo de nuestra organización social, donde se privilegian estatus, sexo, poder económico  y poder político, muy diversos y con muchas caras, que no caben en un solo formulario.
Lo mismo sucede con el dinero que los partidos políticos deben destinar a la promoción del liderazgo de las mujeres. El Instituto Federal Electoral (IFE) creó una “normatividad”, más compleja que la que pone el Banco Mundial a los gobiernos para darles un financiamiento y mucho peor que cualquier estatuto. Así no se puede.
El Estado moderno vertical, no puede, no tiene elementos sustantivos para mitigar la injusticia, si sobre el orden patriarcal y poderoso sólo se busca acomodar las cosas, sin buscar los caminos efectivos para ir consiguiendo resultados.
Hace unos días lo dijo muy bien Rosario Robles, Secretaria de Desarrollo Social, al señalar que la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres,  la escasa participación real de las mujeres en las tareas de la sociedad es la medida de la calidad de nuestra democracia. Y destacó sorprendida que entre las mujeres marginadas, sobre todo en el campo y en las zonas indígenas, el 62 por ciento todavía piden permiso a sus maridos para trabajar y el 50 por ciento para participar en alguna organización y la quinta parte le pregunta por quién votar.
Dijo que urge medir el impacto de los recursos. Es decir, si lo que se hace tiene resultados sustantivos. No estoy segura, pero es posible que se refiera a mi preocupación, si no hay emoción y compromiso, lo que se hace, donde se haga, desde una perspectiva burocrática, de llenar formatos y sumar firmas, no tendrá resultados sustantivos, solamente responderá a un modo de conducir burocráticamente un mandato, sin saber qué está pasando.
Lo que dijo Rosario Robles, en el Foro Especial de Consulta “Mujeres” para la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo, es que nada se puede si no hay un cambio cultural. Tienen razón, las feministas hemos dicho eso hace 40 años, si no se cambia la ideología, las mujeres seguirán siendo consideradas menos que los hombres, en todos los ámbitos y no hay ley, programa, plan, actividad o recursos que lo revierta.
Una querida amiga me sugirió pelear porque la visión de género, esa cultura de respeto a la que también se refirió Robles, se incluya como asignatura del kinder a la facultad, en todo el sistema educativo nacional. Y al mismo tiempo que la reforma en las comunicaciones, establezca certificaciones para dar los permisos y concesiones de radio y televisión.
Lo que parece hoy ser el tema principal de este gobierno se ha ligado, por obra y gracia de ese discurso de Rosario Robles, en la palanca que justificará al Plan de Gobierno: la educación –la llevada y traída reforma- y las imágenes y los discursos que trasmiten los medios de comunicación, tan poco estudiados e intervenidos desde la perspectiva de género. No descuidar este enfoque, verdadero o falso de la administración de Peña Nieto, será muy trascendente. Está por resolverse la reforma de las telecomunicaciones, que debieran poner el ojo en los contenidos de todos los medios, y habría que empezar por donde puede el gobierno, en sus propios medios.
Todo lo demás tendría que cambiar, ausentar el modo burocrático de aplicar las políticas públicas y si se piensa que además de la transformación cultural urgente  -medios, libros, cine, aula, lenguaje, y sentido en los contenidos-, hay que propiciar la participación consciente de las mujeres, entonces hay que derribar la creciente tecnocracia de género que ha hecho insolventes los mecanismos de la mujer, los talleres sucesivos y superficiales,  sin sentido y sin profundidad, acabar con los esquemas baratos de capacitación y empezar a construir una cruzada informativa y formativa relevante y continuada.
Sí, esto le toca a la sociedad, inmersa en normatividades absurdas, y para decirlo en palabras de la secretaria Robles, ir más allá de una formalidad normativa para resolver. Yo diría, trabajar más allá del diagnóstico, las estadísticas y las explicaciones meramente teóricas. Ir ahí, donde las están las mujeres y los hombres, para operar cambios sustantivos, con menos indicadores, formatos y supuestos, que durante 12 años impidió poner algunos escaños seguros para avanzar.
Veremos.

lunes, 25 de marzo de 2013

A Reserva: verborrea demagógica frente a la verticalidad juarista




A Reserva
La verborrea demagógica frente a la verticalidad juarista

Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
La conmemoración del aniversario del natalicio del prócer oaxaqueño Benito Juárez García es el acontecimiento medular con que se miden a sí mismos los gobernantes en sus tres niveles y, claro, los tres poderes republicanos frente a la ciudadanía, pronunciando sendos discursos en clara competencia auto-elusiva de su “congruencia con los postulados juaristas”, resultando la francachela más impúdica y demagógica de las arengas políticas. En esta fiesta de adhesión juarista los oaxaqueños se llevan el oro, con arrogancia se asumen sus emisarios directos, casi reencarnación de su paisano, convirtiendo este año electoral el eje de sus campañas.

El juarismo se ha presentado como un objeto multiforme y esquívo, pero en especial cargado de prejuicios, mitos y de posiciones ideológicas, políticas que se acomodan convenientemente a los discursos de gobernantes de toda la geometría política –incluso la derecha- que pretenden reivindicar acciones públicas en el contexto del contenido de frases y postulados del insigne Benemérito de las Américas.

Este fenómeno –el juarismo- ha significado históricamente en la clase política el compromiso de objetivación de conductas simétricas, como absolutamente necesarias para la legitimación de su quehacer público. Es el juarismo, entonces el símbolo de lo que debe ser un buen gobierno, pero fundamentalmente lo tendrá que esperarse de un buen gobernante; frases hay muchas, que son replicables desfachatadamente en las retóricas, en estrados y barandillas “republicanas”.

El mérito de la asunción juarista en la historia narrativa de “Don Benito Juárez García” se consolida con una imagen construida más con argumentos románticos, creando una identidad desde la niñez escolarizada, que potencia el sentimiento de millones de mexicanas y mexicanos inmersos en las persistentes condiciones de pobreza y marginalidad, y refuerza la esperanza en un estado actuante en los postulados del prócer Juárez.

Benito Juárez se enseña desde la primaria, es un caso extraordinario en la historia de bronce, zapoteca nacido en el seno de una etnia de la sierra de Oaxaca y de humildes orígenes, huérfano desde pequeño, con tenacidad fue capaz de forjarse una sólida y ascendente carrera que lo llevaría a ser presidente de la República, seguramente el único presidente de origen indígena, abogado excelso, capaz de leer latín, inglés y francés, verdadero estadista liberal congruente con sus convicciones.

Fue gobernador del Estado de Oaxaca y después presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, nombrado en consecuencia Presidente de la República, reelecto varias veces; durante uno de sus mandatos enfrentó la invasión de Francia, en algún momento tuvo que llevar el gobierno al norte del país por la llegada de Maximiliano, a quien finalmente ejecutó. Son atribuibles a su política dos importantes periodos históricos: la Reforma y el Estado Laico, así como la República Restaurada. Su quehacer público está determinado por grandes acciones definidas en profundos enunciados que marcan los anhelos políticos actuales; tal vez su frase más reconocida es “entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz”.

El 21 de marzo pasado se  celebraron 207 años del natalicio de Benito Juárez García y no hubo un solo espacio político nacional que no diera cuenta de ello, desde el presidente EPN quien había arribado apenas de Roma donde acudió en “visita de Estado” a la salutación diplomática con el recién electo papa Francisco I, jefe del Estado Vaticano, a quien invitó por cierto a visitar México, aprovechando su ya confirmada visita a Brasil, y al parecer no le dio tiempo de preparar mensaje alguno, silencio que después pretendió resolver con dos tuitazos: "Hoy conmemoramos el natalicio de Benito Juárez, defensor de las instituciones y del imperio de la ley" y "A 207 años de su nacimiento, su ejemplo de perseverancia y trabajo en favor del Estado de Derecho sigue inspirando a millones de mexicanos", ¿será que empieza la decadencia del juarismo o solo es que en esta ocasión se priorizó el carabaneo diplomático al líder de la iglesia católica? Bueno, hay que rescatar la afirmación de EPN frente al papa de que México es un Estado Laico.

En cambio el gobernador de Oaxaca, tierra de Juárez, en sendo y accidentado acto conmemorativo, al que asistió confiado de que podría asumirse como buen gobernante juarista, en su proemio arreglado por su más radical asesor –Víctor Raúl Martínez Vásquez– no lo pudo hacer por la irrupción del magisterio oaxaqueño que a gritos y sombrerazos anularon toda capacidad de sonido.

Así, tuvo que regresar a su espacio de confort con todo y comitiva para preponderar sus acciones en un evento público casi privado donde la Secretaría de Desarrollo Social del Estado -Gerardo Albino González y el propio Martínez Vásquez- presentó el libro “Benito Juárez por Benito Juárez”, presentación que dio oportunidad a Cué Monteagudo de referir algunas citas de Juárez propicias al estatus político de su gobierno, afirmando con vehemencia: “El Juarismo irrumpe en nuestro tiempo para orientar el rumbo que todos debemos seguir para continuar construyendo la grandeza de Oaxaca”.

Repitió aquella frase juarista tan aplaudida el día de su toma de protesta en 2010: “El tiempo de Oaxaca es el tiempo de la legalidad, del diálogo y los consensos; nunca más de la represión y el autoritarismo”, y exhortó a la sociedad a que “prevalezcan las enseñanzas de Igualdad y Justicia, pues sólo así será posible cerrar los márgenes de desigualdad que aún lastiman al Pueblo y para hacer del Estado de Derecho el basamento de la sociedad, así como el entorno donde impere el respeto a los derechos de la colectividad”. ¿Qué tal? Se le olvidó el “orden público” que Juárez refería como el límite de los atropellos de intolerantes que violentan la paz social.

Desde la capital oaxaqueña en el acto de conmemoración oficial se escuchó el airado discurso del presidente municipal, Luis Ugartechea Begué, quien aprovechó el momento para subirse al rin y pelear el round con dos banderas: la de “una ciudad sin bloqueos” y su parcial política “contra el ambulantaje”, pretendiendo justificar el desalojo más reciente, ahora de comerciantes establecidos que como acción de resistencia ante el creciente número de vendedores ambulantes, sacaron su mercancía fuera de sus negocios.

Así, frente al monumento a Juárez en el Llano, el alcalde expresó con jiribilla: "Benito Juárez fue el artífice y conductor de grandes victorias colectivas que lo hicieron proclamar el triunfo del Derecho frente a la arbitrariedad; la dignidad de la razón sobre la intolerancia y la primacía de los derechos y las libertades de las mayorías sobre cualquier interés de grupo o facción”, y concluyó: “Benito Juárez impulsó la reforma de las estructuras coloniales y sentó los cimientos del nuevo Estado Mexicano, como la soberanía, independencia, el respeto a los derechos de todas y todos, la inclusión social y la construcción de la paz”. Argumentos que no tienen sentido cuando su actuación pública ha sido suscrita en un ámbito procaz de simulación constante.

Por supuesto cada vez menos citan dos frases celebres de Juárez que a final de cuentas serían las más apropiadas, no para el discurso sino y sobre todo para ceñirse a sus postulados: “Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos, no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad. No pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala”.  Y “Libre, y para mi sagrado, es el derecho de pensar... La educación es fundamental para la felicidad social; es el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”.
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