lunes, 15 de diciembre de 2014
Alaíde Foppa, poesía
Alaíde Foppa,
poesía
Elogio de mi cuerpo
1. Los ojos
Mínimos lagos tranquilos
donde tiembla la chispa
de mis pupilas
y cabe todo
el esplendor del día.
Límpidos espejos
que enciende la alegría
de los colores.
Ventanas abiertas
ante el lento paisaje
del tiempo.
Lagos de lágrimas nutridos
y de remotos naufragios.
Nocturnos lagos dormidos
habitados por los sueños,
aún fulgurantes
bajo los párpados cerrados.
* * *
2. Las cejas
Las breves alas
tendidas sobre mis párpados
sólo abrigan
el espacio escaso
en el que flota
una interrogación latente,
al que asoma
un permanente asombro.
* * *
3. La nariz
Casi un apéndice
en la serena geometría
de mi rostro,
única recta
en la gama de curvas suaves,
el sutil instrumento
que me une al aire.
Cándidos olores
acres aromas
densas fragancias
de flores y de especias
-desde el anís hasta el jazmín-
aspira trepidante
mi nariz.
* * *
4. La boca
Entre labio y labio
cuánta dulzura guarda
mi boca abierta al beso,
estuche en que los dientes
muerden vívidos frutos,
cuenca que se llena
de jugos intensos
de ágiles vinos
de agua fresca,
donde la lengua
leve serpiente de delicias
blandamente ondula,
y se anida el milagro
de la palabra.
* * *
5. Las orejas
Como dos hojas
de un árbol ajeno
nacen a los lados
de mi cabeza.
Por el tallo escondido
se desliza
la opulencia
de los sonidos,
me alcanzan
las vivas voces
que me llaman.
* * *
6. El pelo
Dulce enredadera serpentina,
única vegetación
en la tierra tierna de mi cuerpo,
hierba fina
que sigue creciendo
sensible a la primavera,
ala de sombra
contra mi sien,
leve abrigo sobre la nuca.
Para mi nostalgia de ave
mi penacho de plumas.
* * *
7. Las manos
Las manos
débiles, inciertas,
parecen
vanos objetos
para el brillo de los anillos,
sólo las llena
lo perdido,
se tienden al árbol
que no alcanzan,
pero me dan el agua
de la mañana,
y hasta el rosado
retoño de mis uñas
llega el latido.
* * *
8. Los pies
Ya que no tengo alas,
me bastan
mis pies que danzan
y que no acaban
de recorrer el mundo.
Por praderas en flor
corrió mi pie ligero,
dejó su huella
en la húmeda arena,
buscó perdidos senderos,
holló las duras aceras
de las ciudades
y sube por escaleras
que no sabe a donde llegan.
* * *
9. Los senos
Son dos plácidas colinas
que apenas mece mi aliento,
son dos frutos delicados
de pálidas venaduras,
fueron dos copas llenas
próvidas y nutricias
en la plena estación
y siguen alimentando
dos flores en botón.
* * *
10. La cintura
Es el puente cimbreante
que reune
dos mitades diferentes,
es el tallo flexible
que mantiene
el torso erguido,
inclina mi pecho
rendido
y gobierna el muelle
oscilar de la cadera.
Agradecida
adorno mi cintura
con un lazo de seda.
* * *
11. El sexo
Oculta rosa palpitante
en el oscuro surco,
pozo de estremecida alegría
que incendia en un instante
el turbio curso de mi vida,
secreto siempre inviolado,
fecunda herida.
* * *
12. La piel
Es tan frágil la trama
que la rasga una espina,
tan vulnerable
que la quema el sol,
tan susceptible
que la eriza el frío.
Pero también percibe
mi piel delgada
la dulce gama
de las caricias,
y mi cuerpo sin ella
sería una llaga desnuda.
* * *
13. Los huesos
Alabo
el tibio ropaje
la apariencia
el fugitivo semblante.
Y casi olvido
la obediente armazón
que me sostiene,
el maniquí ingenioso,
el ágil esqueleto
que me lleva.
* * *
14. El corazón
Dicen que es del tamaño
de mi puño cerrado.
Pequeño, entonces,
pero basta
para poner en marcha
todo esto.
Es un obrero
que trabaja bien,
aunque anhele el descanso,
y es un prisionero
que espera vagamente
escaparse.
* * *
15. Las venas
La floración azulada
de las venas
dibuja laberintos
misteriosos
bajo la cera de mi piel.
Tenue hidrografía
apenas aparente,
ágiles cauces que conducen
deseos y venenos
y entrañable alimento.
* * *
16. La sangre
Secreto corre el torrente
de mi sangre rápida.
Inmenso es el río
que en subterráneos meandros
madura
y nutre el ámbito
de mi vida profunda.
La cálida corriente
que me inunda
en la flor de la herida
se derrama.
* * *
17. El sueño
En tan blando nido
mi corazón descansa,
ni lo asombran
los perdidos fantasmas
que se asoman.
Pasa por mi sueño
la ola calma
de mi respiro.
En tanto olvido
el tiempo de mañana
se prepara,
mientras estoy viviendo
efímera muerte.
* * *
18. El aliento
No se de donde viene
el viento que me lleva,
el suspiro que me consuela,
el aire que acompasadamente
mueve mi pecho
y alienta
mi invisible vuelo.
Yo soy apenas
la planta que se estremece
por la brisa,
el sumiso instrumento,
la grácil flauta
que resuena
por un soplo de viento.
Alaíde Foppa, a cien años de su nacimiento
Alaíde
Foppa, a cien años de su nacimiento
Este año
2014 se cumplieron cien años del nacimiento de Alaíde Foppa. Sus biografías no
siempre coinciden, hay dos fechas una el 3 de enero de 1914 y otra el 3 de
diciembre de ese mismo año. En ambos casos hay un dato correcto, en 2014 se
cumple el primer centenario del natalicio de la catedrática universitaria,
feminista, escritora, poetisa, filósofa y crítica de arte así como de los
sistemas opresivos.
Nacida en Barcelona,
España, Alaíde Foppa vivió en ambos continentes. Vivió en Argentina y en su
adolescencia en Italia. Estudio Historia del Arte y Letras. En la década de los
años cuarenta adquirió la nacionalidad Guatemalteca, como su padre.
Alaíde
Foppa conoció a Juan José Arévalo, el primer presidente de Guatemala electo
democráticamente en 1945 y quien se definía a sí mismo como un socialista
espiritual, pero para la derecha guatemalteca era un comunista. Alaíde y Juan
José tuvieron un hijo, Julio, que sería reconocido por Alfonso Solórzano con
quien la feminista se casó durante su exilio en México. Tuvo cuatro hijos más.
Alaíde
Foppa fue una activa feminista. Junto con Elena Urrutia, Margarita García
Flores y Bertha Hiriart, fundó en 1976 la Revista FEM, considerada la primera
revista semanal de ese tipo en México y cuya publicación fue suspendida en
2005.
También fue
titular de la Cátedra de Literatura Italiana en la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad Autónoma de México y fundadora de la Cátedra de
Sociología en la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de
Guatemala.
Alaíde
Foppa también fue integrante de la Agrupación Internacional de
Mujeres
contra la Represión y colaboró en el Foro de la Mujer, programa radiofónico
transmitido por Radio en la Universidad de Guatemala.
En los años
setenta tres de sus hijos se involucraron con el Movimiento del Ejército de los
Pobres, dos de ellos fueron asesinados.
En diciembre
del año 1980, volvió a viajar a Guatemala para aclarar la muerte de sus hijos y
renovar su pasaporte guatemalteco vencido. El 19 de diciembre fue
secuestrada
en plena luz del día junto a su chofer en la novena avenida de la Ciudad de
Guatemala, por ordenes del dictador Romero Lucas García, desapareciendo sin dejar rastro. Organismos
internacionales y grupos de intelectuales de Francia, México y Estados Unidos,
exigieron que fuera regresada con vida, sin tener éxito en sus demandas. A la
fecha se desconoce cuál fue su destino.
En 1981 se realizó
en San José Costa Rica, el Primer Congreso de Familiares de
Desaparecidos
durante las represiones en América Latina, y el nombre de ese
encuentro
fue “Alaíde Foppa”.
Publicaciones
Poesías, Esceller,
Cádiz, 1945
La sin ventura,
Tipográfica América, Guatemala 1995
Los dedos de mi mano,
Costa Amic, México, 1958
Aunque es de noche,
Costa Amic, México, 1959
Guirnalda de
Primavera, Editorial Ecuador, México 1965
Poesías de Miguel
Ángel, Editorial Ecuador, México 1965
Elogio de mi cuerpo, Talleres de Litoarte, México, 1970.
Confesiones de José Luis Cuevas, Fondo de Cultura Económica, México,1976.
Confesiones de José Luis Cuevas, Fondo de Cultura Económica, México,1976.
Las palabras y el tiempo, Editorial La Máquina Eléctrica,
México 1979
Municiones de Caviar, Poemas a José Luis Cuevas, 1995
Mujer: elogio de mi cuerpo
Mujer: Elogio de mi cuerpo.
Por: Noemí Domínguez Gaspar *
La boca
(fragmento)
(fragmento)
Entre labio y labio
cuánta dulzura guarda
mi boca abierta al beso,
estuche en que los dientes
muerden vívidos frutos,
cuenca que se llena
de jugos intensos
de ágiles vinos
de agua fresca,
donde la lengua
leve serpiente de delicias
blandamente ondula,
y se anida el milagro
de la palabra.
cuánta dulzura guarda
mi boca abierta al beso,
estuche en que los dientes
muerden vívidos frutos,
cuenca que se llena
de jugos intensos
de ágiles vinos
de agua fresca,
donde la lengua
leve serpiente de delicias
blandamente ondula,
y se anida el milagro
de la palabra.
Alaíde Foppa /
Elogio de mi cuerpo
En el centenario del nacimiento y a
más de tres décadas de la desaparición forzada de Alaíde Foppa, sumamos un
esfuerzo colectivo para sobreponernos a aquellas historias que nos lastiman.
Decidimos honrar con la palabra, con las acciones, a aquellas personas, y en
particular a esta escritora que nos fue arrebatada, como quien arrancará el
resplandor de una luna llena en una noche que parece no tener fin, es esa
oscuridad fría y dolorosa de la violencia de Estado, las desapariciones
forzadas, al igual que los feminicidos, son crímenes de lesa humanidad.
Después de este preámbulo agridulce,
diré que el cuerpo ha sido un tema recurrente en varias corriente literarias,
entre las cuales se encuentran escritoras como Alaíde, quien presento una
particularidad, enunciar a través de este elogio, cada parte de su cuerpo de
mujer, para sí misma, sin duda, para su goce, para dejar evidencia de su paso
por este mundo. Su obra “elogio de mi cuerpo” es un acto sublime de
transgresión, que ella dividió en dieciocho apartados (ojos, cejas, nariz,
boca, orejas, pelo, manos, pies, senos, cintura, sexo, piel, huesos, corazón,
venas, sangre, sueño y el aliento). Reflexionar en torno a esta obra me parece
fundamental en estos tiempos en que nuestros cuerpos, en lo colectivo y en lo
individual no son enajenados, sustraídos, violentados, este conocimiento del
cuerpo ha sido por mucho tiempo, una actividad estrictamente negadora. Hasta no
hace algunas épocas, este era un conocimiento en tercera persona, en torno al cuerpo reinaba una atmósfera de
incertidumbre.
Del racionalismo
devino el dualismo mente-cuerpo que configuraba parte de la ideología en la
modernidad occidental, el cuerpo había sido visto preponderantemente como un
mero "objeto", tolerablemente de ser disociado del verdadero
"ser" la razón o el alma, de la cual, además, se esperaba que
ejerciera el control sobre la materia corpórea y sus siempre sospechosos
impulsos(de la naturaleza, no domesticada, a la cual estábamos- estamos-
asociadas, las mujeres).
Considero que históricamente, dentro de la
conformación de nuestro Estado-nación-capitalista y patriarcal, se han establecido
mecanismo de control que desmovilizan a las personas, particularmente a la
mujeres; parto de que dichos limites se pueden leer en el cuerpo y en la
sexualidad, incidiendo en la vida privada y colectiva, y estas a su vez tienen
expresiones de regulación pero también de una fuerte represión, derivada
principalmente de la instauración de miedos, prejuicios y tabús.
Ahí radica la importancia de nombrar lo invisibilizado, el
placer de la palabra que nos nombra en
el mundo ¡Mujer! ¡Cuerpo! Encuentro totalmente pertinente poner en el centro
del debate, de la creatividad, de la reflexión, la diversidad que permea
nuestros soportes físicos en este mundo material, los cuerpos de las mujeres[1],que
han sido no sólo enfermados, censurados, mediados, cosificados, violentados y
negados en algunos espacios de la vida pública y privada.
Nuestros cuerpos como mujeres, han sido expropiados no sólo
para la reproducción de la vida, sino también como cuerpos para otros, como se
podría analizar a profundidad en el ámbito sexual y erótico, el hecho de
ser-cuerpo no ha podido ser a priori un acto primigenio y “natural”, así
como tampoco lo podría ser la vindicación de autonomía para con nuestros
cuerpos, cuya defensa surge a partir de diversos procesos de reflexión y autoconciencia
en colectivos de mujeres que se cuestionan el orden establecido y su lugar en
el mundo.
Elogio de mi cuerpo, es una muestra de la literatura
feminista abocada al uso del lenguaje metafórico en el ámbito del cuerpo y lo
erótico, una obra cuya estética podría ser tildada de obra narcisista, sin
embargo, me parece que es el reflejo, la declaración abierta y pública del
cuerpo de todas, sin egolatrías ni falsos arquetipos, su obra refleja la
diversidad de mujeres, en cuyos cuerpos hay abundancia, pasiones y amores.
Para la mujer que yo quiero, que
irrumpió en mí, en el tiempo y a la distancia.
* Antropóloga feminista,
nacida en el último suspiro de la Oaxaca de los 80's, ciudadana del mundo
mundial.
[1] Los cuerpos de los hombres
también han sido regulados por el sistema capitalista-patriarcal, sin embargo
considero que presenta otros matices que no giran necesariamente en torno a la
sexualidad, sino a la imposición de una masculinidad hegemónica basada en el
uso de la fuerza a través de la violencia.
Alaíde Foppa, y el primer congreso feminista mexicano de 1916
Alaíde
Foppa, y el primer congreso feminista mexicano de 1916[1]
Elva RIVERA GÓMEZ[2]
BUAP
El
3 de diciembre de 2014 es el aniversario del natalicio de Alaíde Foppa y el 19
de diciembre se cumple un año más de su desaparición ocurrida en Guatemala en
1980. Al cumplirse un centenario de su nacimiento bien vale la pena destacar su
aporte al estudio del pensamiento feminista mexicano.
Tuve
la oportunidad de conocer a Alaíde Foppa Primer Encuentro feminista organizado
por la Secretaría de Asuntos Femeniles del Sindicato Único Nacional de
Trabajadores Universitarios -sección 15, conmemorativo del 8 de marzo de 1980,
evento intitulado Primer Encuentro Sindical sobre la Condición de la Mujer que
fue organizado por Clara Ureta Calderón, entonces Secretaria de Asuntos
Femeniles del Sindicato. En el Encuentro coincidieron sindicalistas,
universitarias, feministas, académicas y de otras organizaciones políticas del
país. Ademas participaron Nicole Vaisse, Amalia García, María Teresa O'Connor,
Marcela Lagarde, la guatemalteca Alaíde Foppa, entre otras, quienes
participaron en la reflexión y análisis en torno a la teoría feminista,
trabajo, maternidad voluntaria, participación política de la mujer.
Afortunadamente
Ureta Calderón desde la Secretaría de la Mujer logró publicar las Memorias
del Primer Encuentro Sindical sobre la Condición de la Mujer, en donde
Alaíde Foppa disertó en “Anatomía no es destino” en torno a la igualdad,
cuestionó las teorías biologicistas acerca de la inferioridad intelectual de la
mujer, entre otros tópicos.
A cien años del nacimiento de la feminista guatemalteca Alaíde Foppa, un
homenaje que debemos la generación de hoy, es recuperar su obra y
contextualizarla en el pasado de otras mujeres, el de ella y nuestro tiempo.
Han pasado treinta y cinco años del
escrito de Alaíde Foppa, un texto pionero para la historia del feminismo
mexicano, intitulado “El Congreso Feminista, 1916”, publicado en inglés en la
Revista Signs Journal of otoño, 1979 y
la versión en español en este mismo año en la revista FEM, pionera del feminismo contemporáneo,
bajo el título “El Congreso Feminista, 1916”, en FEM, La mujer en la
historia de México, vol. III, núm. 11, nov-dic., pp. 55-59.
Alaíde Foppa al escribir sobre la
génesis del feminismo mexicano lo hace con una sólida formación teórica
feminista e intelectual, adquirida en las universidades más importantes de
Europa donde, además, tuvo contacto con la cultura y, reconoció la herencia de
su país natal, Guatemala. La caída del gobierno de Arbenz, en 1954 la trajo a México
en calidad de exiliada. México fue su segunda tierra. Aquí fue pionera al
fundar la primera cátedra dedicada a las mujeres y el programa de radio
dedicado a la mujer en la UNAM en octubre de 1976 (Lau, 2000: 22), la primera
revista feminista FEM. De esta forma introdujo el pensamiento feminista
en México, así refieren las semblanzas de Rossi (2000) y Poniatowska (1990,
2012).
Por lo anterior al interrogarse cuál
es la vigencia de este escrito en un contexto neoliberal en donde las mujeres
mexicanas vivimos viejas y nuevas formas de opresión del sistema capitalista.
Qué reivindicaciones son comunes ayer y hoy, entre las feministas pioneras de
la primera década del siglo XX (1916), las de la generación de Alaíde Foppa
(1979 año de la publicación del artículo), y las feministas del nuevo milenio.
Foppa es contundente al revisar el
papel de las mujeres en la Revolución Mexicana y afirma “La Revolución Mexicana no tomó particularmente en consideración a las
mujeres, ni las mujeres tuvieron en ella una participación de primer plano,
aunque los improvisados y desprovistos ejércitos revolucionarios contaron
siempre con su apoyo; no sólo con el de las soldaderas, sino con el de millares
de mujeres, que desde la retaguardia o desde las aldeas y las casas amenazadas
mantenían el contacto con sus hombres, llevaban mensajes y procuraban alimentos
y ropa a las tropas en continuo desplazamiento”. (Foppa, Fem, 1979)
En torno a los antecedentes del
feminismo organizado Foppa reconoce que en México no existieron antecedentes,
por ello sostiene […] (no cabe dentro del feminismo el hecho de que algunas
mujeres hayan jugado algún papel de importancia en la historia); el movimiento
sufragista nace después del Congreso de Yucatán y será siempre débil, si se
piensa que las mexicanas obtuvieron el voto sólo en 1953 (Foppa, 1979: 55).
Foppa ubicó a las maestras yucatecas
como las primeras mujeres de clase media y de la pequeña burguesía, además
criticó que al trabajo extradoméstico se considerara como extensión natural de
las tareas maternales. Así también cuestionó el uso de los espacios y el
contenido de los discursos que las maestras emplearon previo al congreso, como
fue el uso de las escuelas de niñas, la solicitud de apoyo económico a las
autoridades educativas para sufragar los costos de organización del congreso.
Esta situación las subordinaba al poder según ella. Además, reconoce que la
participación de las maestras yucatecas en el Congreso Pedagógico fue una
experiencia y aprendizaje previo para ellas, rumbo a los trabajos del Congreso
Feminista.
Foppa cuestiona las condicionantes
en las que las maestras se incorporaron a las comisiones. Presupone que las
condiciones familiares fueron detonantes para que ellas renunciarán (de veinte
doce renuncias). Por ello sostiene que “algunas feministas se asustaron ante la
responsabilidad de emitir opiniones”, y enfrentaron la censura y regaños de
“esposos, padres y hermanos (más
señoritas que señoras participan en las comisiones), y no se hayan atrevido
a poner en juego la tranquilad doméstica” (Foppa, 1979: 56).
Uno de los temas centrales del
Congreso Feminista fue la educación científica y racional dirigida a las
mujeres para contrarrestar la influencia de la religión. A este respecto Foppa
señala que el Congreso rompió con el yugo de las tradiciones; sin embargo
demostró que hubo mujeres dispuestas a reivindicar sus derechos. Por ello uno
de los temas centrales fue la discusión en torno a la educación femenina como
medio para liberar a las mujeres de la religión.
Foppa advierte un contradiscurso en
la propuesta educativa racionalista positivista, en especial entre la postura
de Betancourt, la discusión y los resolutivos del congreso, pues estuvo
impregnada de valores morales que confinaron a las mujeres al espacio
doméstico. El tercer tema del congreso referente a la educación, sostiene ella,
fue el que estuvo dominado por el tradicionalismo.
Foppa advierte en 1979,
que el dictamen tiene un estilo romántico y cita el ejemplo en relación a la
inclusión de los saberes médicos, farmacéuticos en la educación femenina,
principalmente vinculados a las virtudes tradicionales concebidas para las
mujeres de principios del siglo XX.
El cuarto
tema del congreso se refirió a la participación de las mujeres en cargos
públicos. Las propuestas, según Foppa, fueron más concisas y también genéricas.
Foppa es muy puntual, al señalar que, las expresiones, las discusiones, los
malentendidos, las confusiones vertidas al interior del Congreso Feminista de
1916, fueron producto de la “inmadurez” de las mujeres que se lanzan a tan gran
aventura y su gran valor y decisión; las ataduras que las mantienen dentro de
una cultura esencialmente femenina y las contradicciones entre querer y no
querer romperlas” (Foppa, 1979: 59).
Foppa sostiene que el
discurso de Galindo hizo propuestas en torno a la educación sexual, a la
desigualdad con que se juzga a las mujeres débiles que ceden al instinto y a los hombres seductores que abandonan a sus
víctimas. Un reconocimiento de Foppa es el relacionado con el uso y los temas abordados
en público. Ella escribe así: Las mujeres de entonces no hablaban en público de
aborto, ni de prostitución, ni de sexualidad. La señorita Galindo, repudiada
sin duda por la “buena sociedad” de Mérida, fue también mal vista por las
feministas (Foppa, 1979: 59).
El artículo publicado en
1979 por Alaíde Foppa cierra con el epígrafe del General Salvador Alvarado,
promotor del Congreso Feminista de 1916, que se incluyó en la edición
facsimilar con motivo del año Internacional de la Mujer, en 1975.
La mujer de nuestro país, cualquiera
que sea su categoría, es más esclava que el obrero; no puede hacer ni resolver
nada. La sociedad por su parte es criminal en las sutilezas de su juicio acerca
de la mujer, y debe ser más liberal, más consecuente, más tolerante. Ella tiene
el deber de hacerse libre, de entrar en el torneo del progreso, dando a conocer
a su majestad para hacerse respetar. Si se hace así todas las inteligencias
dormidas entrarán en acción […] la mujer fuerte es la aspiración del momento.
¡Elevad a la mujer! (Foppa, 1979: 59).
[1] Una versión más amplia de este trabajo se
intitula “Alaíde entre nosotras”. La historia, las
mujeres y los antecedentes del feminismo mexicano desde la mirada de Foppa, en
prensa.
[2] Profesora Investigadora de la BUAP.
Historiadora de origen oaxaqueño. Correo electrónico: elva.rivera@gmail.com
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