domingo, 30 de agosto de 2015

Mujeres y Política Holocausto migratorio


Soledad JARQUÍN EDGAR
La peor tragedia de la humanidad es haber perdido la humanidad. No me refiero al sentimiento compasivo frente al dolor de las otras o los otros. Lo que hemos perdido es esa capacidad de ayuda, de solidaridad, de sororidad cuando es entre mujeres, de acompañamiento y de todo aquello que haga más ligera la carga de las demás personas, menos peligrosa, menos riesgosa, menos trágica. Por sobre la humanidad está la propiedad.
Oaxaca, Chiapas y Guerrero son las entidades visiblemente más pobres, marginadas, olvidadas, los resultados están a la vista y en ese fenómeno de empobrecimiento las mujeres son las afectadas, porque históricamente han sido las que menos oportunidades han tenido.
México vive tragedias derivadas de la corrupción que toda la población decimos aborrecer pero que en algunas ocasiones seguimos practicando en medidas pequeñas o tan grandes, según sea la “oportunidad”. Recuerdo ahora un dicho horripilante que he escuchado decir a algunas personas: de que lloren en mi casa a que lloren en la tuya, prefiero lo segundo. Terrible.
El asesinato de mujeres por ser mujeres. Seres de menor valía sobre las que otra mitad tiene el poder, un error en la construcción histórica de la humanidad, que crece y se vierte también sobre los que no tienen poder.
Recién se recordó en México la desaparición de los estudiantes de la escuela normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, cuya desaparición y asesinato parece no generar sino molestia entre la clase gobernante surgida de todos los partidos políticos entre quienes lo importante es el poder, no la justicia.
Y poco antes, en ese fatídico 2014 en otro lado del mundo, en Chibok, una comunidad nigeriana, más de 130 jóvenes mujeres de entre 16 y 18 años fueron secuestradas, sacadas de su escuela por la organización extremista Abubakar Shekau, cuyo líder Boko Haram advirtió que la vendería en el mercado. Nada se sabe de ellas.
La violencia está en México como en Nigeria. Da lo mismo si fueron narcotraficantes o personajes siniestros, como se califica a Haram, dispuesto a esclavizar a estas jóvenes cuyo pecado fue aspirar a estudiar, el mismo “error” de los aspirantes a maestros rurales.
Las atrocidades se cometen cada cuanto en el mundo, la población migrantes es una de las peores víctimas. Por años hemos sido testigos de la muerte de migrantes. Y aborrecemos la conducta de personas tan terribles como Donald Trump y de otros miles de estadounidenses que consideran que los otros y las otras son estorbos, delincuentes por no pertenecer a su mismo territorio o por no tener su mismo color de piel.
El año pasado, la Organización Internacional de la Migración reveló una estadística escalofriante, pues en poco más de una década, 40 mil personas habían muerto en las fronteras del mundo. Más de la sexta parte fallecieron en la frontera mexicana con el vecino país, Estados Unidos de Norteamérica. No todos eran mujeres y hombres nacidos en México, también había guatemaltecos, salvadoreños y hondureños y de otras naciones del continente que buscaban salir de la violencia y de la pobreza, los dos factores que obligan a la gran mayoría a buscar otros horizonte, otros modelos de vida.
Nuestro patio trasero, como bien se le llama a la frontera mexicana con Centroamérica es otra cloaca de muerte para miles de migrantes que sufren la depredación de los otros humanos, la explotación, el racismo. La cifras nos revelan la crueldad y es escalofriante saber que el 80 por ciento de las mujeres y niñas que cruzan la frontera mexicana sufren violencia sexual. Otras serán explotadas por su condición de indocumentadas  en tugurios de mala muerte donde la trata de personas con fines de explotación sexual, prostitución, es un hoyo gigante que nadie quiere ver. Otra vez el machismo que no castiga a los proxenetas.
Situación que se repite por años y decenios en la frontera mexicana con el vecino país del norte. El tráfico de personas en el siglo XXI no es admisible, es imperdonable. Y vemos cada día las noticias, las que ciertamente dejan de causar estupor o quizá nos revelan impotentes. Miles de mujeres en el mundo desaparecen, son robadas para ese mismo fin, degradante estado de descomposición que heredamos sí de las más bárbaras civilizaciones, que se remontan a las primeras épocas de la “humanidad” y que no hemos sido capaces de corregir y donde esta visto, ellas son botín, trofeos, como los bárbaros, reitero.
Noticias que nos indignan e impotentes solo vemos pasar, no nos sucede a nosotros o a nosotras, sino a otras personas, a las que no conocemos y por tanto ignoramos, deseando que nunca nos pase.
El crecimiento de la ciencia y la tecnología no ha favorecido a las sociedades para hacerlas más humanas, apenas los derechos humanos, que decimos son universales no cuajan. Las aprendemos de memoria y las repetimos como si fuéramos a una clase en la escuela primaria. Quienes nos gobiernan igual repiten pero no entiende. Se hacen leyes que no operan en las instituciones, donde lo que impera es pasar sobre los otros y las otras.
Una parte de las sociedades vive en condiciones de modernidad y civilización, hemos avanzado en las tecnologías, tenemos hoy más claro lo que sucede en el mundo pero no avanzamos en la importancia de ser mejores personas. Mientras no nos alcancen las desgracias de las otras personas no importa lo que con ellos pasen.
La movilidad humana ha sido condición desde tiempos remotos en una cuestión de sobrevivencia, conquistamos territorios, aprendimos agricultura, nos asentamos, pero luego nació la ambición de poseer nuevos territorios. Entonces las movilizaciones vinieron del norte.
Los europeos conquistaron el mundo, los otros mundo, saquearon sus riquezas, colonizaron y gobernaron a su antojo y arbitrio. Apenas han pasado 200 años desde que muchas naciones del sur nos sacudimos a los del norte.
Hoy la movilidad humana va en sentido contrario, se huye de la violencia y de la pobreza en países centroamericanos, africanos y asiáticos, vamos hacia los menos violentos, se piensa. Pero Europa no está dispuesta a recibir a nadie.
Esta semana tenemos noticias funestas de migrantes buscando un pedazo de tierra para su sobrevivencia. Pero un número, otra vez escalofriante se ha quedado en los mares, en la orilla. Hoy, como hace siglos, el mar Mediterráneo es una fosa común. En 2014, se estima que más de tres mil personas perdieron la vida y hasta agosto de este año la cantidad es superior a dos mil, y la organización Internacional para las Migraciones teme que la cifra pueda alcanzar la horripilante cifra de 30 mil personas muertas.
Por mar o por tierra la historia se repite, solo que ahora podemos observar de manera inmediata los resultado como resultado de los “avances” en las tecnologías de la información y la comunicación que siguen contrastando con los avances en las cosas sociales y humanas.
Con horror en Austria descubrieron un camión con decenas de cuerpos en descomposición, en tanto dos barcos más se hunden frente a las costas de Libia, en abril fue en Italia y antes había ocurrido frente a las costas españolas.
¿Cuál es la respuesta? La respuesta es igual en todos lados, como sucede en la frontera mexicana con Estados Unidos y en la frontera con Centroamérica, en Europa se criminaliza a la población que migra hacia sus territorios. Estos hechos son reales actos genocidas.
Que cambien las políticas económicas demandan muchas voces en el mundo desde hace mucho tiempo pero los las empresas que hoy gobiernan no están dispuestas a ceder, por tanto solo nos queda, como un acto de humanidad, no acostumbrarnos frente a la violencia atroz, no dejar de indignarnos frente a esta infamia que nos revela vergonzosamente como una humanidad civilizada pero ciertamente indiferente, cruzando los dedos para que ese destino, el de los pobres, nunca nos alcance. ¿Será posible?
@jarquinedgar


viernes, 28 de agosto de 2015

Mujeres y Política La complicidad


 
imagen del Popular
Soledad JARQUÍN EDGAR
La promesa de que en Oaxaca la educación básica va a mejorar cumple literalmente con ello, es una promesa.
En el fondo hay mucho que resolver. Hay quienes optimistamente piensan que la acción del pasado 21 de junio de crear un nuevo IEEPO, una nueva institución lejos del “poder” del magisterio legado y permitido por cinco gobernadores, incluyendo al actual, es la llave, la clave, la vuelta a la tuerca que tanto se necesita para tener una educación eficiente, satisfactoria, real.
Yo, pesimista o realista, diría que no es ni el principio. No. Lo que nos queda clarísimo es que en esta historia negra de corrupción, abusos y arbitrariedades hay mucho más que un solo responsable. Ya lo vemos, el viejo IEEPO era la caja chica desde donde y con autorización del propio mandatario se servían los sueldos para senadores y sus empleados, diputados, supuestos comunicadores, supuestos “servidores” públicos y se extraía dinero para otros menesteres ajenos a la educación.
¡Qué vergüenza!
La institución desde donde se planea, se organiza, se ejecutan los programas educativos en Oaxaca es, todavía lo es, el más grande y apestoso lodazal…¡ah! Ahora lo sabemos con precisión, ya se dieron a conocer nombres…aunque siempre lo supimos. Maestros que no daban clases, locutores, periodistas y comunicadores que no trabajan en la institución pero que cobraban puntualmente su quincena, personal que colabora con legisladores y peor aún, vergonzoso a todas luces, los propios legisladores. Una nómina que cambia con el tiempo, pero que igual sangra a la educación.
Conocer con nombres y apellidos es, ni duda tengo, la mejor parte de desaparecer el viejo IEEPO y crear otro igualito, solo que con personal distinto que para sorpresa de la ciudadanía, con o sin experiencia en la materia, cobraran extraordinarias cantidades de dinero, mucho dinero, tanto que tendrá que ser suficiente porque cuando les corten las cabezas, cuando vengan los cambios, deberán vivir con la vergüenza. Dinero que hace falta en las escuelas maltrechas, para la compra de útiles escolares, para el desayuno de cientos de miles de niños y niñas que carecen de lo elemental antes de llegar a la escuela.
¿Saben qué es lo más espectacular de todo este irigote? Bueno pues que hace parecer muy firme y muy honesto al gobernador Gabino Cué y lo peor de sus intenciones es que nos quieran ver la cara.
Moisés Robles Cruz es director del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca desde antes del 21 de junio, fecha del anuncio y del decreto orquestado y respaldado por el gobierno federal. Yo sigo preguntándome desde hace más de un mes ¿Acaso no lo sabía? Recordemos que estuvo en el cargo desde el 14 de octubre de 2014, entonces ¿Por qué consentir tanto desvío de recursos durante casi un año?
La simulación es grande, bestial, para ocupar una palabra más exacta.
Mucho nos quejamos como ciudadanía de las absurdas condiciones de la educación, escuelas donde lo elemental brilla por su ausencia y la pobreza galopante es el pan de cada día en cientos de niñas y niños, pobreza que les pega, que les hace imposible entender y comprender, lo que a su vez muchas veces, no siempre, carece de metodología. Todo es leer y repetir, memorizar.
Mucho también hemos demandado frente a los abusos de la CNTE, de la Sección 22, en específico, periodos lectivos inconclusos, mochos por paros y marchas en demanda de derechos laborales del profesorado y solo eso. Abusos que también pegaron en lo económico por varias décadas. Negociaciones que doblegaron al gobierno, tras acuerdos donde sólo un grupo se vio favorecido, los líderes, que han creado una masa amorfa ideologizada de docentes, que además responden frente a la amenaza y la pérdida de “derechos”.
Pero ahora que el mapa de las cosas está en blanco y negro -bueno reitero ya lo sabíamos pero ahora es más claro por el contraste-, tenemos un escenario más completo, un panorama que nos debe indignar. 
La pregunta es qué va a suceder con los funcionarios y legisladores que cobraban en el IEEPO sin trabajar en la institución. ¿Qué autoridad los llamará a cuentas? ¿Se podrá pedir el desafuero de legisladores, presidentes municipales o lo que sean para llamarlos ante la justicia por cometer toda clase de fraudes contra la Nación y en específico contra la niñez oaxaqueña? Algunos de ellos, incluso, seguirán pensando en la posibilidad de escalar en la política, porque lo que sí no tienen es llenadera y mucho menos vergüenza. Eso está bien claro. Alguno de estos desfachatados legisladores, muy dignos, ofrecen regresar el dinero si es necesario –ver para creer-
Y todo esto pasa mientras en las cárceles de Oaxaca hay muchas y muchos purgando condenas o sin ellas, pero sin libertad, por haber robado dinero o comida porque no tenían ni para comer, porque no tenían que llevar a sus familias, lo que tampoco se justifica. La doble moral de la justicia ciega ejecutada por los hombres. 
¿Llegarán a pisar la cárcel los legisladores que cobraron un sueldo o que ordenaron el pago para sus  colaboradores, familiares, hijos…?
Digo esto porque ya existen órdenes de aprehensión contra dirigentes magisteriales por presuntos delitos cometidos, que sin duda alguna muchas veces nos colmaron la paciencia, pero quienes los señalan con el índice de fuego tal vez también cobraban en la nómina del IEEPO, lo cual no tendría nada de malo si hubieran devengado su sueldo, pero todo indica que no fue así.
Esto no es un secreto. Por décadas los diarios locales dieron a conocer que el IEEPO tenía la pista de aterrizaje más grande de Oaxaca, pero ninguna autoridad se atrevió a intervenir, se consintió, se permitió, se volvieron cómplices. Gabino Cué no se fajó los pantalones, como dicen, desde Los Pinos lo obligaron a ceñirse el cinturón, de lo contrario nada habría ocurrido, todo seguiría igual.
Hoy, Gabino Cué es para muchas personas el traidor. Él se siente ufano. Tomó un nuevo aire, se le ve distinto en los medios que se editan en la capital del país y en los noticiarios de televisión, medios que se pagan con dinero público, eso es evidente. Mientras afuera siguen las protestas en su contra, ya vimos la clausura simbólica que muchas personas, antes sus aliadas, le hicieron esta semana, y claro la protesta ciudadana por el centro cultural en el cerro del fortín que encabeza el maestro Francisco Toledo. De eso nada en los medios.
Me pregunto también cómo hace este gobernador para no escuchar, para no ver, para no detenerse en sus acciones que son contrarias a la opinión del pueblo, cómo dormir tranquilo, mientras el tiempo se le agota y no hay en sus años de mandato ninguna obra sobresaliente, digamos algo positivo que lo haga pasar a la historia. 
Nada. Solo vacío ¿Y el dinero público apá? No es nuevo, lo hemos repetido infinidad de veces, del muchacho de gran discurso en su toma de posesión, que alentaba a las masas, que abría las puertas a la esperanza tras el paso de un gobernador tirano y arbitrario. Con Gabino las cosas son iguales, lo único que cambió fue el método, al final, ya estamos en la recta final de su sexenio nada queda, nada, ni confianza ni esperanza.
Desde el jueves iniciaron las clases. La sección 22 asegura que el regreso se registró en el 80 por ciento de las escuelas, el gobierno reviró y dijo que no llegó ni al dos por ciento de las instituciones públicas, pero basta echar una mirada para darse cuenta que alguien, tal vez ambos, no están diciendo la verdad, ni el 80 ni menos del dos porciento, pero de que volvieron, volvieron, a pesar de que “la sección 22 no tenía autorización” para convocar el reinicio de clases antes de mañana, cuando de acuerdo al calendario escolar tendrían que volver.
Al final del día nos quedan muchas preguntas sin respuestas que al tiempo se irán despejando y excepto que sea mediáticamente nadie o ninguna de las personas que cobra o cobraba sin trabajar en el IEEPO ha sido molestado por las autoridades. Bien dice Gabino Cué no habrá cacería de brujas, menos con sus aliados, muchos menos a sus amigos, todos son cómplices.
La otra verdad que tenemos que investigar es qué sucede en otras dependencias del Estado, cuántos aviadores más, cuántos con plazas, cobrando y sin trabajar…esa es la otra cloaca, la cloaca de la acera de enfrente.
@jarquinedgar




miércoles, 19 de agosto de 2015

Mujeres y Política Violencia obstétrica



Soledad JARQUÍN EDGAR
En México tres entidades han tipificado como delito las malas prácticas médicas en obstetricia: Chiapas, Guerrero y Veracruz, y en otros estados del país es ya un trámite en el Poder Legislativo. Otra corriente de opinión señala que castigar al personal médico es ver sólo la punta del iceberg, ocultado que se trata de un problema estructural donde el personal médico es el menos responsable. Dos puntas de la hebra que van una al oriente y otra al poniente.
En 2012, en Oaxaca el planteamiento se quedó en la congeladora del Legislativo y no pasó. Algunas personas suponen que fue por presiones de los empresarios de la salud, entre ellos, el ex titular del ramo, Germán Tenorio Vasconcelos, y claro, las presiones de quienes eran los principales interesados, los sindicatos de salud, que al paso del tiempo exploraron y realizaron sendos paros laborales que develaron las deficiencias materiales y de personal que obstaculizan brindar un servicio médico eficiente y de calidad.
Paros que terminaron con la salida de Tenorio Vasconcelos, bajo cuestionamientos de enriquecimiento, la sospechosa muerte de un colaborador cercano, entre otros asuntos. Lo cierto es que Oaxaca se encuentra como un estados discriminador de las mujeres en el ámbito de la salud. ¿Cómo en Oaxaca? Para nadie resulta una sorpresa, pues la discriminación y la violación de los derechos fundamentales son una constante.
Sin duda, escuchar las historias de mujeres cuya salud y vida han sido expuestas como resultado de la negligente actitud del personal médico de las clínicas de salud-del seguro popular, del IMSS y del ISSSTE, así como de otros hospitales públicos del país, nos lleva a pensar en la necesidad de establecer sanciones a quienes faltaron a su deber como profesionales, pero no son los únicos dice GIRE, el organismo que desde hace 23 años ha puesto la lupa a la violación de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
En el papel la vida de las mujeres está garantizada. En la práctica, no. En la realidad las mujeres vivimos una discriminación simulada, como señaló la titular de GIRE, Regina Tamés, al presentar el informe Niñas y Mujeres sin Justicia, Derechos Reproductivos en México, una radiografía de más de dos años de trabajo, de investigación ardua y profunda en las propias instituciones del país, que pone en blanco y negro la condición de precariedad del sistema de salud en México, cuyos resultados se reflejan en permanente violación al derecho a la salud y a los derechos sexuales y reproductivos de las personas, en específico de las niñas y las mujeres.
Casos emblemáticos y dolorosos fueron presentados en el Museo Rufino Tamayo de la capital mexicana, que emocionaron –yo diría de manera justificada- a la titular de GIRE al revelar los nombres de las mujeres, que son litigados por este organismo, entre ellos el de Susana, chiapaneca que murió como resultado de una negligencia médica al momento del parto; también se presentó el de Irma, la mazateca cuyo parto en el jardín de una clínica de Oaxaca le dio la vuelta al mundo y puso sobre la mesa un tema que pronto se volvió frecuente: parir afuera de las clínicas de salud por malas decisiones tomadas no sólo por personal médico sino también por administrativos y de seguridad.
GIRE sostiene que criminalizar la violencia obstétrica solo castigando al personal médico, oculta el mar de fondo y no resuelve el problema, las pésimas condiciones del sistema de salud pública del país, problema del que las mexicanas nos venimos quejando desde hace décadas, indudablemente se ha recrudecido por las crisis financieras y por meter con calzador el llamado seguro popular que acabó por reventar lo poco que quedaba, de ahí que el sistema resulte peor cada día y la propuesta es ir al fondo.
El dilema para las mujeres embarazadas y que tienen seguridad social es tomar el riesgo de atenderse en una clínica pública o pagar una suma estratosférica para ser asistida en una clínica particular. Lo que está en juego es su vida y la del futuro hijos o hija. Habrá quien pueda pagar pero otras simplemente no tienen opción. Si usted se toma la molestia de preguntarle a tres mujeres cómo fueron atendidas durante el parto y si esas mujeres pueden identificar los riesgos que corrieron, sus respuestas seguramente le ayudaran a entender el Informe de GIRE, además de coincidir con la aseveración rotunda que hizo Regina Tamés al señalar que a las mujeres también se les “ejecuta” en los hospitales del país, en esa comparación con la violencia brutal derivada de la delincuencia organizada que atraviesa a México.
Cierto hay que mirar el fondo del problema, seguramente plagado de acciones de corrupción. Cierto que hay que cambiar el sistema porque los costos humanos son sumamente altos, incluso para las niñas, pero yo creo que sin dejar de mirar al personal médico, que indudablemente tiene que cambiar su actitud y que también es innegable ha sido solapado por sindicatos y por el Consejo de Arbitraje Médico, donde la iglesia está en manos de Lutero.
Los médicos no son dioses son seres humanos iguales a las pacientes, a las mujeres que acuden para ser atendidas en un parto y que lo menos que esperan son gritos, regaños, cachetadas, cesáreas no necesarias,  malas prácticas médicas o que sus cuerpos se conviertan en escuela donde todo un grupo de futuros profesionistas pueden tocar, imposición de métodos anticonceptivos o negación a la interrupción legal del aborto, cuando se presenta una o varias de las ocho causales de aborto legal que de manera distinta se pueden realizar en las 32 entidades del país, incluso hasta la semana número 12 como sucede en el Distrito Federal.
Sí, en México el aborto es legal según la entidad donde se viva. Sin embargo, el reconocimiento de la personalidad jurídica desde el vientre, ha llevado a creer que abortar es un delito per se, de ahí que el personal médico haya denunciado, entre agosto de 2012 y diciembre de 2013, a casi 700 mujeres en el país, la mayoría increíblemente en el Distrito Federal; además existen de 75 juicios –Distrito Federal, Puebla e Hidalgo, con mayor número de casos- y 29 sentencias, seis en Distrito Federal, tres en cada una de las siguientes entidades: Guerrero, Morelos, San Luis Potosí, Sinaloa, con el mayor número.
Así, en estos momentos 13 mujeres están en prisión preventiva –Chihuahua, 4; DF, tres; México, 2; Oaxaca y Sonora con un caso cada entidad; además de nueve más en prisión definitiva, Hidalgo, con tres; Michoacán con dos; México, Oaxaca, Querétaro, Sonora y Yucatán, con uno por entidad.
Así mientas se persigue a mujeres que interrumpieron sus embarazos, muchas veces involuntariamente, la violación sexual de niñas es un delito que no se castiga siempre.  Considerando que sus victimarios pueden estar dentro de sus propias familias, una denuncia de violación está sujeta a pruebas difíciles para una menor, muchas amenazadas y llenas de miedo no denuncian y otras niñas ni siquiera saben que enfrentan un embarazo hasta el último momento, niñas de 10 a 19 años, según datos de GIRE, a quienes se les niega el derecho a abortar, como sucede con ocho casos que acompaña esta organismo y que terminan con la pérdida de la vida o en coma, como pasa en estos momentos con Marielos, una niña de 13 años obligada a tener a su hijo producto de una violación y que pese a detectar un posible cuadro de eclampsia no fue atendida por un especialista.
Marielos, como otras muchas mexicanas son las víctimas del sistema de salud y el personal que en el trabaja, pero también lo son de la sociedad mexicana que ha naturalizado la violencia obstétrica y que ve como normal la violación a los derechos sexuales y reproductivos. Pero como indica GIRE, detrás de cada número hay una mujer con nombre y apellido, con sueños y proyectos, muchas veces truncados. Niñas y mujeres sobre las que se cometió un delito que nunca o casi nunca se persigue y menos se castiga.
@jarquinedgar



lunes, 10 de agosto de 2015

Desvíctimizar a las indígenas en la gran capital


Miriam RUIZ
SemMéxico.- Pese a que en la más reciente Encuesta sobre la Discriminación 2013, las indígenas siguen al fondo del imaginario social, en la capital mexicana se impulsan políticas públicas que les permiten dejar de ser las “pobres víctimas” en necesidad de asistencia y convertirse en sujetas de su historia.
En el Distrito Federal, con casi cuatro millones de mujeres habitando sus 16 delegaciones, se hablan al menos 55 de las 68 lenguas indígenas del país, lo que muestra la variedad de pueblos originarios en la ciudad, según datos oficiales. Aunque hay una danza de cifras, casi 123 mil personas, de cinco años en adelante, hablan alguna lengua indígena, en orden decreciente náhuatl (28%), mixteco (11%), otomí (10%), mazateco (9.6%) y zapoteco (8%).
Del total de recursos para apoyar la agricultura citadina y la comercialización de productos agrícolas de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec), 60% fueron a dar a manos de mujeres, incluidas indígenas, muchas de ellas de 143 pueblos y 171 barrios originarios del Distrito Federal.
Rosa Pineda Luna, zapoteca, graduada en Ciencias Políticas y a cargo de Fomento, Promoción e Información de la Interculturalidad y la Ruralidad en la Ciudad de México, rechaza la mirada victimizante que las políticas públicas han tenido hacia las indígenas.
“No concuerdo, no me gusta que me traten como víctima “pobrecita” o tonta por ser indígena”, explica la funcionaria que impulsa el Centro de la Interculturalidad de la Ciudad de México. Las juchitecas “venimos a tomar lo que esta ciudad tiene para ofrecernos y mis paisanas que venden oropeles o tamales afuera de las estaciones vienen acompañando a un hijo o a varios hijos, van y vienen para vender. Son comerciantes.”
La mirada pública cambió desde los años 70, cuando la antropóloga, Lourdes Arizpe, miró quizá por primera vez la situación de las indígenas migrantes y comerciantes en la calle o mendicantes en la capital mexicana en su libro “Indígenas en la ciudad: el caso de las Marías”.
En esos años setenta, El Heraldo reportaba la inauguración de un Centro de Atención a Mujeres Mazahuas y Otomíes y a lo largo de las décadas se dieron otros esfuerzos para dejar de invisibilizar y fortalecer a las mujeres indígenas, pero sin una obligación explícita de las autoridades.
Hasta los ochenta y principios de los noventa, los medios feministas contaban la brutalidad de las razzias u operativos policiacos que detenían a la población callejera, y jalaban de las trenzas de las mujeres indígenas como práctica cotidiana.

Leyes interculturales para acciones públicas en la megalópolis

 El Distrito Federal aprobó en 2011 la ley –y el reglamento– de Interculturalidad, Atención a Migrantes y Movilidad Humana que valida los distintos orígenes de la población y reglamenta el compromiso de las autoridades para combatir prejuicios y asegurar mecanismos que brinden igualdad de oportunidades para que las mujeres y hombres conserven y fortalezcan sus identidades.
Igualmente, este 2015 se presentó en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal un anteproyecto de Iniciativa de Ley de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes del Distrito Federal, discutida en 200 asambleas comunitarias.
“Yo no soy muy de la postura de que la mujer sufre más o se enfrenta a más cosas, pero enfrenta una carga especial, es la que va a sustentar la familia, cuidar a los hijos, y allí enfrenta un problema extra para ella, es muy difícil una escuela nueva. Si vienen de espacios grandes, ¿qué pasa en estas ciudades tan cosmopolitas? Que los espacios se reducen en los departamentos y los niños que jugaban en el exterior se vuelven niños en interiores frente a una televisión”, agrega la zapoteca que llegó al DF a estudiar Filosofía y Ciencia Política en la UNAM.
“Nosotras las indígenas, de venir de jugar en la calle, de hacer todo en los patios de las casas, cuando llegamos a estudiar, rentar un cuarto, el espacio se reducía completamente. Eso te ahoga, violenta tu identidad. La ciudad nos trató bien a las istmeñas, pero nuestro problema es la nostalgia.”

Guardianas de identidades

Los programas educativos de interculturalidad en predios donde habitan indígenas que ofrece Sederec toma los aportes de las mujeres. “Las mujeres son guardianas de la fuerza identitaria”, explica Rosa Pineda, una de las impulsoras del Centro de la Interculturalidad en la capital mexicana.
Una necesidad es evitar la deserción escolar de niñas y niños. Y “uno de los problemas que enfrentan las mujeres son las tareas, -¿cómo les ayudamos si no sabemos?, nos dicen. E hicimos grupos de tareas con las mamás. Después mencionaron que tenían problemas entre vecinas y se hizo un taller de identidad y acercamiento vecinal”.
Los deseos de estas mujeres pueden estar en línea o no con el programa gubernamental. Sus sueños pueden ser terminar un diplomado o ir a conocer un restaurante chino y poderse arreglar para la ocasión como a ellas les guste.
El Centro de Interculturalidad de la ciudad de México, que tendrá pronto una sede en el Centro Histórico, es el segundo que se inaugura en su tipo. Entre sus objetivos está fortalecer una oferta educativa con pertinencia social y lingüística: educación básica, computación para adultos mayores, costura y bordado pero con actualización de diseños para que se comercialicen mejor los productos. Y clases por correspondencia, porque no se puede asumir que todas las personas llegarán o tienen ya una computadora.
Si las políticas públicas no te pueden devolver el verdor de la montaña o el aroma de la lluvia, por lo menos pueden facilitarles a las mujeres de medio centenar de pueblos lo mejor de la ciudad. Rosa Pineda resume el sentido de las políticas: “No dar el pescado, sino enseñar a pescar.”