Soledad JARQUIN EDGAR
Hace un tiempo el caricaturista Abel Quezada, cuyos cartones no me perdía, hizo uno sobre cómo la población mexicana aprendió de “Economía”. Eran entonces los tiempos de las devaluaciones, las crisis financieras recurrentes y las familias mexicanas vivíamos en carne propia aquel viejo y muy popular refrán de la letra con sangre entra.
Creo que en México seguimos aprendiendo a golpes y con mucha sangre, todos los días se repiten las “lecciones” de violencia contra la población, el resultado es que alguna parte empieza a mirar que la violencia contra las mujeres tiene, como lo habían planteado las feministas, un enorme filón de misoginia y machismo.
En Oaxaca, las lecciones son cotidianas, frente al tamaño de la discriminación resulta imposible esquivarlos, no darles importancia y los medios saben que las mujeres sí son noticia. El tamaño de la violencia contra las mujeres en este Estado tiene síntomas de un grave atropellamiento. Uno tras otro se suceden los hechos, una cadena de sucesos que parece no tener fin:
UNO. La tesorera municipal de la agencia Emiliano Zapata del municipio de San Juan Cotzocón, en la Mixe, Evitelia Pacheco Ramírez es detenida, desnudada y amenazada con ser quemada viva. El pretexto –dicen los señores del poder- es que “no transparentó el uso de los recursos públicos”.
DOS. Una niña de 14 años es asesinada y arrojada como basura en un carrizal, hay –dice el reporte policiaco- la probabilidad de una violación sexual y un aborto previo. Según el recuento hemerográfico, la niña se convirtió en la víctima número 26 de estos primeros 166 días del gobierno de la coalición que encabeza Gabino Cué Monteagudo.
TRES. La esposa de un “líder” de la región de la mixteca, apenas puede articular palabras y tiene que desmentir ante los medios que su pareja la golpeó; él insiste que su esposa se cayó de las escalares, aunque admite que sí tiene problemas familiares pero su vida privada no es competencia de los medios, dice.
CUATRO. La profesora Dolores Macías Guillén, agente municipal de El Paraíso, en la misma zona Mixe, fue golpeada y retenida por 24 horas. Las autoridades estatales conocieron el caso ocurrido en abril, pero hicieron mutis. El agente del Ministerio Público desestimó la denuncia que presentó la profesora.
Estos, podría decir, son los hechos que conocimos esta semana y son ejemplos prácticos de MISOGINIA y DISCRIMINACIÓN. La primera palabra procede del griego y es la aversión u odio a las mujeres, o a la tendencia ideológica o psicológica que consiste en despreciar a la mujer como sexo y con ello a todo lo que se considera femenino.
Recordemos una de las frases misóginas de la semana pronunciada por el profesor de la Sección 22 del SNTE, Agripino Guzmán Cruz, quien azuzó al pueblo para “castigar” a la tesorera municipal Evitelia Pacheco y dos funcionarias más: Marcelina Miguel y Elia Castañeda, porque “en este pueblo mandamos los hombres”… y porque desde su concepción machista, ni duda cabe, resulta hasta ofensivo que sean gobernados por “esas pinches viejas”. Más claro ni el agua.
Desde abril de 2003, la discriminación es un delito en México, aprobado en la Ley Federal Para Prevenir y Eliminar la Discriminación, en la que se prohibía toda práctica que tuviera como objeto impedir o anular el reconocimiento o ejercicio de los derechos y la igualdad real de oportunidades. Y por si eso no fuera suficiente, desde 1981 México es parte de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), considerado el primer tratado internacional que reconoce expresamente los derechos humanos de las mujeres. Contiene con claridad las obligaciones de los Estados de garantizar la igualdad entre mujeres y hombres y la no discriminación contra las mujeres.
Parece que todo es claro. Sin embargo, los días pasan y más allá de la agencia de Emiliano Zapata, nadie conoce la cara del profesor Agripino Guzmán Cruz, integrante del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) Sección 22. Nadie sabe si alguna autoridad lo ha llamado a cuentas. Nadie sabe si será detenido o juzgado por lo que podría ser un intento de homicidio. Agripino Guzmán es un peligro para las mujeres y, además, este sí, un peligro para México.
Como si al gobierno de Cué le hicieran falta más pifias por parte de la Secretaría General de Gobierno, Oscar Cruz López, quien fuera dirigente perredista, ahora subsecretario de Gobierno, sostiene que lo de Evitelia Pacheco fue sólo un invento, “un show mediático”, montado por un familiar de la tesorera de Emiliano Zapata.
El dirigente de “izquierda” (¿progresista y democrático?) añadió lo anterior porque su nombre fue mencionado en las declaraciones que difundió el periodista Pedro Matías, corresponsal de la Revista Proceso. En sus declaraciones, Cruz López ratifica su vocación misógina y discriminatoria al pretender ocultar lo que no se puede obviar, la agresión contra las mujeres funcionarias, argumentando que se trata de un conflicto post-electoral en un municipio que se rige por usos y costumbres.
Es evidente que el funcionario admite que desde la Secretaría General de Gobierno, para la cual trabaja, no han podido hacer la tarea, de ahí que la población arrastre un problema desde hace seis meses con la consecuencia del incremento de la violencia con un sesgo siempre peligroso y desfavorable para las mujeres. Además, es también claro, que Oscar Cruz López cree que todos los leones son de su condición. ¡Vaya qué cosa eso del show mediático!
Frente a la misoginia de Agripino Guzmán y del perredista Oscar Cruz López, cero y van dos para llamar a cuentas como resultado de una agresión vergonzosa contra mujeres, que en menos de un mes le manchó dos veces la plana al gobierno democrático de Gabino Cué, quien promete justicia a izquierda y derecha.
El segundo hecho vergonzante para la humanidad es el asesinato de Alma Deysi Martínez Martínez, quien con sólo 14 años de edad vivió todos los actos de discriminación y misoginia que puedan relatarse en la vida de las personas hasta terminar con su existencia de forma violenta.
Una primera violación a los derechos humanos es sin duda atribuible a la formación moralista y hasta santurrona que difunde la idea errónea que la adolescencia no tienen relaciones sexuales y por tanto no es necesario educar en ese sentido. Falso de toda falsedad. Las mujeres como los hombres tienen relaciones sexuales desde edades tempranas y casi siempre sin información adecuada, lo que resulta peligroso. Los resultados pueden leerse en las cifras de embarazos adolescentes y enfermedades de transmisión sexual como el VIH-SIDA, en ese grupo poblacional.
La segunda violación es consecuencia de la primera. Al carecer de información y educación sexual, las y los jóvenes no tienen acceso a la anticoncepción y la consecuencia son embarazos tempranos no deseados. Cuando, si lo supieran, podrían recurrir a la anticoncepción de emergencia tras una relación sin protección.
Sin ningún otro camino que la misma desinformación, la sugerencia que escuchan es recurrir al aborto en condiciones inadecuadas y de riesgo, porque la ley mexicana no les da ninguna garantía para decidir sobre su propio cuerpo.
La tercera violación a los derechos humanos de esta niña fue la que “garantizaba” –en las leyes de papel- su derecho a vivir libre de violencia. En el papel porque en los hechos la violencia sexual llegó de nueva cuenta a su cuerpo pequeño y más tarde la violencia que terminó con su vida. La vida de una estudiante de Secundaria con promedio superior a nueve. La misoginia galopante e inhumana dejó su cuerpo tirado entre carrizales.
Sin duda, las autoridades (federales, estatales y municipales) responsables de garantizar la educación (en todo sentido) y la seguridad de la población, fallaron en el caso de Deysi, quien se convirtió en la víctima 26 del feminicidio en Oaxaca en los primeros 166 días del gobierno de Cué y es ya una cifra entre los miles de crímenes que cada año se cometen contra las mujeres por ser mujeres en este país. Prometió justicia el gobernador, una justicia sobre la injusticia, ni duda cabe.
El tercer caso es muy común en este país. Negar el uso de la violencia contra las mujeres por parte de sus parejas, cuando ellos son “señores en el poder” es de lo más cotidiano. El dirigente del Frente Democrático Mixteco (FDM), José Alejandro López Sánchez, llevó a una conferencia de prensa a su esposa Gloria José Juárez para que lo ayudara a desmentir las acusaciones por violencia.
Sin levantar la mirada, con la violencia reflejada en la dificultad para andar y en su rostro, la mujer permaneció sentada junto a “pareja”, sus palabras resultaron confusas pretendiendo explicar que no había sido golpeada por el dirigente del FDM, que en realidad se había caído de la escalera. Es decir, en Oaxaca, como quizá en todo el país las cosas de la violencia familiar se resuelven con declaraciones mediáticas o en el silencio sepulcral que hay detrás de cuatro paredes, pero nunca mediante la investigación científica. ¿Querrán ver un cadáver como dice la periodista Anabel Hernández para empezar a investigar?
El cuarto caso se dio a conocer esta semana pero ocurrió en abril. Es la agresión y encarcelamiento por 24 horas que sufrió la profesora María Dolores Macías Guillén, agente del Paraíso, también la “pacífica” zona mixe. Su agresor fue identificado como Eleazar Gildardo López, secretario del Movimiento Cambio Completo en el Bajo Mixe, una organización priista.
La funcionaria puso una denuncia ante el Ministerio Público de María Lombardo, no pasó nada, nadie fue detenido, porque el agente ministerial “desestimó” los hechos a pesar de las lesiones y testigos, relata la periodista Patricia Briseño para ORO Noticias. Claro, seguramente ese funcionario ya naturalizo la violencia.
Peor aún, antes el Subsecretario de Desarrollo Municipal, de la ya citada Secretaría General de Gobierno, el ex académico Fausto Díaz Montes, no la quiso acreditar como “agente” del Paraíso a pesar de haber ganado las elecciones. ¿Será esa misoginia académica-gubernamental? No me extraña, habría que recordar que como Secretario Académico de la UABJO a Díaz Montes le daba lo mismo que los títulos profesionales dijeran licenciado en lugar de licenciada y pensaba que las mujeres querían esa leyenda en femenino como un acto de lucimiento para la sala de sus casas.
En fin, por si fuera poco hay que recordar que el 28 de abril, fuerzas policiacas golpearon a mujeres de Lachixao y Recibimiento de Cuauhtémoc y ya salió el peine. El Secretario de Seguridad Pública del Estado, Marco Tulio López Escamilla –uno de los alumnos preferidos de Genaro García Luna, titular federal del mismo puesto- admitió que ordenó el operativo “Legionario II”, al comparecer ante legisladores locales “para preservar el orden” y afirma que encontró resistencia de los pobladores. Debió decir las pobladoras, quienes curiosamente resultaron descalabradas y una de ellas con traumatismo de cráneo.
Vaya, vaya… ¿Le pedirán su renuncia a este policía que en realidad ya no ve las horas de irse? ¿O mejor aún, habrá justicia para las mujeres? ¿Quién pagará por las lesiones que ellas sufrieron? Y no me refiero al pago económico sino al pago con penas carcelarias. O también les darán una recompensa económica, como se acostumbra en este gobierno. Digo porque imagino que debió ser temerario enfrentar a mujeres indefensas y dispuestas a defender su patrimonio, lo que debió ser una gran afrenta para los “pobres” policías uniformados, armados y dispuestos a todo, no es en vano la cita del PAN que señala que en el gobierno de Cué la represión no tiene precedente.
Los hechos ocurridos en Cotzocón han levantado la indignación de mujeres en todo el mundo, como alguna vez pasó con las mujeres triquis, donde hay varios casos sin resolver como la desaparición de las hermanas Daniela y Virginia Ortiz y el asesinato de la locutoras Felícitas Martínez y Teresa Bautista, así como una docena de otros hechos aberrantes e igualmente vergonzosos.
En Oaxaca, la letra entra con los ejemplos, todos los días tenemos lecciones de discriminación, misoginia y machismo que reflejan la inexistencia de políticas públicas y acciones concretas a favor de las mujeres, pero sobre todo la permisibilidad que garantiza la impunidad para los responsables de la violencia, que cómo vemos en muchos casos es violencia institucional.
El colmo, las mujeres de las instituciones también enviaron pronunciamientos al gobierno, se auto-cartearon pues, en lugar de accionar lo que tienen que accionar; del otro lado, extrañamente, las mujeres de los partidos políticos, como las perredistas hacen mutis frente a la violencia que ejercen por ejemplo Oscar Cruz. Sin duda, el mundo al revés, como dice Galeano.