Mujeres y Política
Instituciones sin vergüenza
Soledad JARQUÍN
EDGAR
Pasar por encima
de quien menos sabe o menos tiene es “normal” en este país. Los medios de
comunicación, aún cuando no reflejan toda la realidad social, al menos nos
muestran una parte suficiente para darnos cuenta que la premisa del poder
intelectual o económico, ya no digamos público o político, sobre la vida de
otras personas es cosa cotidiana.
Cuando este tipo
de afrentas son personales, sin duda, también son abusos. Pero cuando son
servidores públicos e instituciones quienes agreden la libertad, el patrimonio,
la salud…los derechos humanos en general de las personas, son aún más
terribles, indignan, duelen o debería dolernos como sociedad.
Ahora que los
medios electrónicos ofrecen un cúmulo de propaganda política de quienes aspiran
a ocupar la presidencia de la República, tenemos poco tiempo para reflexionar
sobre la realidad cotidiana, entretenidos entre el que comía natas con pan
cuando era chamaco, la que se jacta de ser una buena madre y celadora de
familia, y el amoroso contenido (cuidado con la explosión). Sin embargo, la
vida sigue y sus complicaciones también.
El país está en
crisis y parece que nos hemos acostumbrado ya no duele que en las instituciones
se violenten los derechos de las personas hasta el cansancio, que en el país
como dice INEGI haya 2.3 millones de personas sin empleo (aunque sabemos que
podrían ser muchas más) y sabemos también que la mayoría es gente joven que
están parados sobre una sola línea: de un lado sus esperanzas y anhelos
desmoronadas por el desempleo o el trabajo mal pagado y la explotación laboral,
sin prestaciones sociales, y del otro lado, la pesadilla del “sueño” americano o las filas
de la delincuencia organizada que tiene muchos frentes, aunque las fuentes
oficiales digan otra cosas.
Esta semana por
ejemplo supimos a través de la red del Pacto Nacional por la vida y la libertad
de las Mujeres, que Jorge Serrano Limón, dirigente de Provida, hasta servidor
público en gobiernos del PAN y quien desvió recursos públicos no pisará la
cárcel porque después de robar más de dos millones de pesos, el juez sostiene
que su peculado no es grave. Pero si visitamos las cárceles vamos a encontrar
que en las mazmorras de esos edificios donde todo es gris, hay muchas mujeres y
hombres que robaron por hambre. No justifico la acción, pero el desequilibrio
entre el poder y el no poder es bárbaro.
Quién no recuerda
el caso Serrano Limón, quien siempre moralista acusó a las mujeres que
promueven el derecho a decidir de abortistas y criminales, y lo imagino como
ventrílocuo moviendo la boca hablando de la vida, en tanto con sus manos desviaba
el dinero donado para equipar nueve Centros de Atención a la Mujer (donde por
cierto se violenta la libertad de las mujeres).
Pero la
justicia que le ordena 4 años de prisión
y le ordena reparar el daño, consideró que desviar casi 2.5 millones de pesos
(se acuerdan que se hablaba de que también había comprado tangas con parte de
ese dinero) no era un delito grave, por eso cuando “los otros” se roban el
dinero o lo distribuyen entre la derecha y la izquierda en maletines, tampoco
pasa nada en este país, incluso algunos de esos señores son hoy gobernadores.
Otro hecho que
conocimos fue la acusación de acoso sexual por parte del
Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Arturo Zárate Vite, cometido contra de dos trabajadoras. Ellas por supuesto
iniciaron un proceso penal ante la Unidad Especializada de
Investigación de Delitos Cometidos por Servidores Públicos y Contra la
Administración de Justicia, pero la renuncia, se explica en una carta que se ha
enviado al presidente de la CNDH, Raúl Plascencia Villanueva.
¿Qué pasó? El acosador renunció librando a
la instancia de su responsabilidad laboral y, por otro lado, el visitador Luis
García López Guerrero, ante quien las afectadas denunciaron al acosador Arturo
Zárate Vite, y ahí el visitador pidió que simplemente lo perdonaran e incluso
desestimó las versiones. Y la tercera cosa que sucedió fue el silencio de
quienes deben resolver el problema y la respuesta fue el acoso laboral que
orilló a las dos trabajadoras a salir de su empleo.
Ver para creer, pero en un país como México
donde todo es permisible y la corrupción es galopante, los derechos de las
mujeres, son peor que añadiduras. Indignante que todavía muchas mujeres vivan
acoso sexual, producto claro está de la educación patriarcal que sigue poniendo
a las mujeres como objetos y no como personas, donde algunos señores creen que
cualquier mujer puede ser sujeta de este tipo de atropellos a su dignidad e
integridad, pero es aún más doloroso que en la CNDH tenga una doble cara ante
la sociedad.
Por otra parte, quisiera comentar sobre
otra delgada línea, la que se ha inventado entre lo que es posible y lo que no
es permisible. Reglas en las que las creencias religiosas tienen cimientos que
para algunos parecen, por viejas, indestructibles o inamovibles, suficiente
para pasar por encima de los derechos de las otras personas, que al no responder
a lo que se ha establecido como “normal” son excluidas y discriminadas.
Es el caso del matrimonio homosexual que
levanta ámpula y desgarradura de vestiduras (¿se acuerdan del derecho al voto y
la participación política de las mujeres? ¿recuerdan el concepto de
mujeres-objeto?) Pues un juez federal emitió la sentencia del juicio de
garantías concediendo el amparo y protección de la Justicia de la Unión a
Lizeth y Monserrat, y no se aplique como está el artículo 143 del código civil
del Estado.
Sin duda, este hecho inquieta a las buenas
conciencias. Por un lado, el Congreso Estatal que tiene que hacer la tarea no
responde, hace mutis, salvo declaraciones que la verdad tienen carácter
personal no de una institución del Estado.
El ejecutivo estatal esquiva su responsabilidad de gobernar y entonces
manda a su esbirra, la directora del Registro Civil, la panista Hayde Reyes
Soto, para interponer el recurso de revisión contra la sentencia
que ordena la inaplicación del artículo 143 del Código Civil del Estado que
impedía legalmente la unión matrimonial de Lizeth y Monserrat. Sucederán muchas
cosas en los próximo días, seguramente que sí, pero la verdad es que aquí como
en los otros casos deberían de prevalecer los derechos humanos de las personas,
no las opiniones de quienes nada tienen que decir, como las iglesias y el
anacronismo de la derecha.
La próxima semana plantearé aquí algunas de las gracias que
todavía comete el personal médico de las instituciones de salud, sin importar
la dignidad de las mujeres, peor aún la vida, violaciones que siguen ocurriendo
frente a la omisión de 42 diputados locales que tienen miedo de entrarle a la
tipificación del delito de violencia obstétrica, el feminicidio y otras figuras
que buscan garantizar la justicia para las mujeres, sus familias, sus
comunidades.