jueves, 12 de febrero de 2015
Guevea de Humboldt Amenazadas, mujeres pelean sus derechos políticos
Guevea de
Humboldt
Amenazadas,
mujeres pelean sus derechos políticos
* Sus
cabezas tienen precio y gobierno del Estado ni se entera
Soledad JARQUÍN EDGAR
Las mujeres de Guevea de Humboldt hicieron lo que los
hombres - los únicos con “derecho” a votar y ser votados en las asambleas
comunitarias-, no se habían atrevido a hacer nunca, echar por tierra una elección
donde ellas no participaron…Pero hoy viven señaladas, tienen los días contados
y sobre sus cabezas hay un precio.
Sus días pasan bajo tensión a pesar de que cuentan con
la simpatía del pueblo, saben que los caciques están molestos y “han puesto
precio a sus cabezas”. En la comunidad donde es difícil comunicarse
telefónicamente por celular, resulta muy práctico emplear el Facebook como
medio de comunicación. A través de las redes sociales es cómo se han publicado
amenazas en su contra, rumores que luego se dispersan de boca en boca y que
llegan a ser realidad, como el asesinato del ex munícipe Roberto Avendaño, el
17 de marzo de 2014, o el tiro que de madrugada pegó en la pared de la casa de
una de ellas el 3 de agosto de ese mismo año y una advertencia que viaja en una
hoja impresa con faltas de ortografía.
Guevea de Humboldt, municipio ubicado en la región del
Istmo al sureste del Estado de Oaxaca, en una zona de montañas y cuyo nombre
zapoteco Guevea, quiere decir agua turbia o azucena de río, guarda una tensa
calma, la anulación de las elecciones de septiembre de 2013 llevó al Congreso
local a nombrar un administrador en agosto de 2014, David González Cruz, mismo
que no despacha en esta población sino desde Ciudad Ixtepec, a casi 60
kilómetros de distancia y quien es además incondicional del diputado Félix
Serrano, legislador que se negó a apoyar a las mujeres cuando ellas demandaron
su intervención.
La que sería una elección común, terminó en un acto de
burlas en contra de una joven estudiante de nombre Leticia Guzmán, quien tomó
con permiso de la asamblea el micrófono. Ella demandó que las mujeres también
participaran en la elección, de inmediato “le quitaron la voz”, unos dicen que
le arrebataron el micrófono, otras personas explican que lo desconectaron,
luego los hombres se burlaron de ella.
Se trataba, dice Manuela Álvarez, de algo que ya
inquietaba a las mujeres y a raíz de eso en los días siguientes se unieron a
ella unas ochenta mujeres que empezaron a demandar su participación en el
proceso de elección por el llamado sistema normativo interno.
Leticia Guzmán se niega a dar información, está
asustada, fue amenazada y golpeada durante una reunión en la comunidad de Santa
Cruz Ojo de Agua, donde los responsables de la agresión Eleazar Ramírez y su
hijo Octavio Ramírez la golpearon, le dijeron que si continuaba alentando a las
mujeres le quemarían su casa y matarían a su mamá, afirma más adelante el
abogado Jorge Alonso Bande, secretario delegado de la Confederación Nacional de
Derechos Humanos.
En entrevista, explica que existe un video que se
presentó como prueba de la agresión ante la Subprocuraduría General de Justicia
del Estado, pero nadie fue detenido por los hechos, acciones que obligaron a
Leticia a guardar silencio temerosa de que se cumplan las amenazas en su
contra.
En aquella asamblea de septiembre de 2013 fue electo
Héctor Hernández Pérez, pero la gente no estaba conforme, se presentaron
diversas irregularidades, incluyendo la compra de votos por parte del grupo de
caciques. Se estima que al cierre los votantes que procedían de las agencias de
este municipio eran llevados a casa de Hernández Pérez y recibieron hasta cinco
mil pesos por su voto. Se estima que Hernández gastó tres millones de pesos
para “ganar” la elección. En el pueblo se sabe todo.
A pesar de las amenazas, las mujeres consideraron que
era un buen momento para defender su derecho al voto y no permitir que otra vez
el municipio fuera gobernado por quienes no viven en el lugar.
Para el 30 de diciembre, un día antes de la toma de
posesión de Héctor Hernández las mujeres descubren que el acta entregada al
Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO)
incluía nombres y firmas de mujeres como si éstas hubieran participado, por lo
que decidieron acudir al Tribunal Estatal Electoral del Poder Judicial de
Oaxaca (TEEPJO), donde la respuesta recibida es que no pasaría nada.
Fueron entonces a la sala regional Xalapa, que dio a
conocer el resultado ante el juicio ciudadano número 148, promovido por Manuela
Álvarez Guzmán y otras ciudadanas, revocando la sentencia emitida por TEEPJO,
lo que ocurrió el 11 de julio de 2014, al considerar que la asamblea para
elegir autoridades no permitió la igualdad de condiciones, la plena y libre
participación de las mujeres y ordenó una elección extraordinaria en la que se
garantice la participación de mujeres y hombres en condiciones de igualdad.
“Nosotras sabíamos que no estaba mal lo que hacíamos y teníamos confianza”
Manuela Álvarez Guzmán sostiene: “Nosotras sabíamos
que no estaba mal lo que hacíamos y teníamos confianza”, dice esta mujer
zapoteca que como la mayoría de las 11 que integran el grupo, no estudió más
allá de la Primaria, lo que no les ha impedido saber cuándo las cosas no están
bien, como ella dice.
Y mientras las mujeres regresaban de la ciudad de
Oaxaca, donde participaron en una reunión ante el TEEPJO, el 17 de marzo de
este año, se enteraron que el ex munícipe y esposo de una de ellas, Roberto
Avendaño Guzmán, había sido acribillado en el tramo carretero entre Guevea de
Humboldt y Laollaga.
Ellas recuerdan esos días como uno de los más tristes
para la historia del municipio, porque sabían que se trataba de un acto de
venganza e intimidación. Tras la misa de cuerpo presente, el féretro de Roberto
Avendaño fue cargado por estas mujeres como un homenaje a quien fue su aliado
en la lucha por sus derechos políticos.
A los días de ese asesinato aún impune, se publicó un
anónimo en el que se menciona quienes fueron las personas que pagaron a los
matones de Avendaño Guzmán y cuanto dinero aportó cada uno de ellos:
Cecilio Santiago Álvarez, 10 mil pesos; Armando Reyes
Morales, 10 mil pesos; Gaspar Díaz Reyes, 10 mil pesos; Carlos Barrera Chávez,
10 mil pesos; Isaí Ortiz Hernández, 10 mil pesos; Ricardo Ortiz Hernández, 10
mil pesos; Héctor Hernández Pérez, 10 mil pesos; David Lavalle, 5 mil pesos;
Rufino Gómez Avendaño, 2 mil pesos.
En suma de acuerdo con ese documento al que tuvimos
acceso, se habrían reunido 77 mil pesos para la ejecución del ex munícipe
Roberto Avendaño.
Además, el anónimo difundido por redes sociales incluye otra advertencia:
“…y dice que ayer se reunieron en el Portillo y van a pagar 50 mil pesos por cabeza de los dirigente 11 mujeres (:) Antelmo Guzmán Avendaño, Pablo Avendaño Hernández, Sigfredo Guzmán, Leonel Guzmán Avendaño, Matías Gómez Venegas, Emiliano Alonso Álvarez, Manuel Álvarez Orozco, Rey Guzmán, Joel Guzmán Meléndez, Jacinto Gómez Reyes, Joel Guzmán Meléndez, Jacinto Gómez Reyes, Antonio Hernández, Rigoberto Jiménez, anden abusados”.
Además de ese tipo de amenazas, Manuela recuerda con
terror la noche del 3 de agosto del año pasado cuando su casa recibió un balazo
y más tarde la advertencia de que algo le podía pasar a ella, a su marido o a
sus dos pequeñas hijas.
El pasado 15 de enero, en una asamblea otro de los
caciques de nombre Isaí Ortiz, advirtió a las mujeres que se calmaran porque
luego iban a llorar en su casa. Mientras que otros hombres de la comunidad,
familiares de las 11 mujeres, han recibido amenazas “a mi hermano le dijeron
que se calmara y con la manos le hicieron señas de que le iban a cortar la
cabeza”, otra recuerda que a su papá le quemaron el vivero con la siembra de
tomate.
Hasta ahora, explican, ninguna autoridad ha tomado
cartas en el asunto. El representante de la Secretaría General de Gobierno no
llega a las reuniones; la Secretaría de Seguridad Pública mandó un día una
patrulla y como no sucedía nada se regresó de inmediato; y la Defensoría de los
Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, sólo proporcionó medidas cautelares a la
esposa de Roberto Avendaño, el resto se cuida como puede.
“A nosotras nos cuidada Diosito”, dicen entre serias y nerviosas. En tanto esperan que la respuesta del gobierno estatal no llegue tarde.
“Queremos elecciones como lo mandató la Sala Xalapa,
pero por ahora es evidente que no hay condiciones. Los caciques Héctor
Hernández e Isaí Ortiz siguen pretendiendo poner a la gente en nuestra contra,
pero nosotras tenemos muchos aliados en el pueblo, gente que simpatiza con la
causa de las mujeres”, explica otra mujer.
“Queremos elegir un gobernante, mujer u hombre, que
sea de la comunidad, que viva en la comunidad para que se de cuenta de las
necesidades que tenemos: la escuela está en malas condiciones y en la clínica
nunca hay medicamentos. Si hay una emergencia hay que correr a Santa María Guienagati”,
agrega otra de ellas que no quiere identificarse, hay temor.
“Llevamos 18 años gobernados por gente que viene de
otro lado, es electa, nunca terminan una obra y se llevan el dinero, nadie les
pide cuentas, eso ya no lo queremos. Todo el tiempo están fuera. Lucran con la
necesidad de la gente, apunta otra de las mujeres.
“Están ahí por su capricho”, interviene una cuarta, quien
rectifica: “No, perdón por la palabra, pero están ahí por sus huevos”.
Jorge Alonso Bande, defensor de los derechos humanos,
explica que el problema es resultado del dinero que los caciques ponen para
ganar las elecciones y que no están dispuestos a perder. “Es común que en el
Istmo eso suceda: en Ixtepec los caciques se apellidan Serrano y en Ixtaltepec,
Altamirano”.
Alonso Bande lamenta lo sucedido a Roberto Avendaño,
su amigo, quien la tarde del 17 de marzo, cuando fue asesinado, salió de su
casa en Ixtepec donde habían hablado de la difícil situación que vive Guevea y
de las amenazas que pesaban en su contra, explica en una entrevista.
"...se entiende la situación de Leticia Guzmán y el temor bien fundado que viven las mujeres, pues a pesar de las denuncias y de ser un hecho público las autoridades no han intervenido y viven una situación grave, no sólo por la violación a sus derechos sino porque sus vidas corren peligro..."
Por ello, añade se entiende la situación de Leticia
Guzmán y el temor bien fundado que viven las mujeres, pues a pesar de las
denuncias y de ser un hecho público las autoridades no han intervenido y viven
una situación grave, no sólo por la violación a sus derechos sino porque sus
vidas corren peligro, reitera.
Guevea de Humboldt vive una tensa calma…las mujeres
solo esperan que el Gobierno estado atienda sus reclamos para proteger sus
vidas y sus derechos y que Gabino Cué cumpla su promesa cuando vino a Guevea a
buscar el voto de las mujeres a quienes prometió impulsar y sacar de la
pobreza.
El cuerpo de las mujeres en el Estado-nación
El cuerpo de las mujeres en el Estado-nación
Noemí DOMÍNGUEZ GASPAR*
Históricamente dentro de la conformación de los Estado-nación, se han
establecido mecanismos de control que desmovilizan a las personas, particularmente
a la mujeres; parto de que dichas formas de control imponen limites se pueden
leer en el cuerpo y en la sexualidad, incidiendo en la vida privada y
colectiva, y estas a su vez tienen expresiones de regulación pero también de
una fuerte represión, derivada principalmente de la instauración de la
violencia, el miedo, la desesperanza.
Cuerpo y Estado-nación
Como toda estructura social, la organización genérica define un orden de
relaciones y delimita un territorio; es en ésta donde cada sujeto actúa las
potencialidades que realmente posee, en donde ejerce o padece los dominios que
su ubicación en la pirámide social le exige o le permite, en donde sobrevive o
perece.
El cuerpo construido desde la hegemonía, requiere de un cierto número de características que le son aplicables de acuerdo a un estándar de valores asignados socialmente a partir de un control, promovido en gran medida por los medios de comunicación de masas, particularmente sobre los cuerpos de las mujeres.
El cuerpo construido desde la hegemonía, requiere de un cierto número de
características que le son aplicables de acuerdo a un estándar de valores
asignados socialmente a partir de un control, promovido en gran medida por los
medios de comunicación de masas, particularmente sobre los cuerpos de las
mujeres.
El ejercicio que implica reconocer al cuerpo como territorio político
para ejercer nuestra autonomía, implica un acto transgresor al orden
establecido, pues el poder biopolítico, que moldea y da pauta a las personas,
deja marcas en nuestros cuerpos. Transgredir dicho poder opresivo sería una
entonces una acción afirmativa hacia la libertad.
Por otra parte, la sexualidad femenina puede ser vivida y experimentada
de formas distintas, dependiendo de las distintas situaciones vitales de las
mujeres.
Tal como operan en cada sociedad, el sistema sexo-género es resultado de
significaciones específicas adjudicadas históricamente a los sexos: conforman
complejas síntesis simbólicas concretadas en estructuras biosocioculturales que
definen modos de vida, identidades y subjetividades.
Algunas consideraciones
Cada sociedad posee su propia organización de los cuerpos, y en este
caso hemos revisado que en nuestras sociedades opera, en primer termino la
división genérica (Al hablar aquí de
organización genérica de la sociedad, se hace referencia específica a la
dimensión propiamente social del género. Es decir, a aquélla en que se observa
la estructuración práctica de las interacciones y de las relaciones cotidianas.
El desiderátum develado es la referencia interpretativa, las acciones concretas
constituyen el núcleo analítico. Esta situación es aún más complicada porque en
el entramado de la red organizativa genérico-etaria, se entretejen los otros
órdenes de organización de la cultura y de la sociedad. Cada sujeto tiene
también un lugar social asignado por su origen de clase y, las contradicciones del modo de producción
forman parte fundamental de la organización genérica. Sucede algo semejante con
las concepciones religiosas en que se basan otros preceptos organizativos como
las identidades étnicas y nacionales.)
Los principios estructurales de ésta operan de forma articulada y
conforman un todo con los otros principios de la organización social (nacional,
clasista, racista, etaria, política, religiosa) con los que se conjuga de
manera inextricable.
El conocimiento del cuerpo es una actividad estrictamente negadora. Es
un conocimiento en tercera persona. En torno al cuerpo de las mujeres
(vinculado indudablemente a la naturaleza, enmarcada en la dicotomía
naturaleza-cultura) ha reinado durante mucho tiempo, una atmósfera de
incertidumbre cierta; el esquema parece ser éste: una lenta construcción de mi
yo, en tanto que cuerpo en el interior de un mundo espacial y temporal.
La forma de habitar el cuerpo no ha podido ser a
priori un acto primigenio y “natural”, así como tampoco lo podría ser la
vindicación de autonomía para con nuestros cuerpos, cuya defensa surge a partir
de diversos procesos de reflexión y autoconciencia que pretenden generar
autonomía y poder sobre nuestros propios territorios (el cuerpo) y luego a
nivel colectivo sobre los territorios del espacio.
Muchos de estos colectivos de mujeres son feministas, si
no es que todos ¿Usted, en dónde se encuentra? (*Antropóloga feminista)
Referencias bibliográficas:
Anderson, Benedict.
2005 Comunidades imaginadas: Reflexiones sobre
el origen y la difusión del nacionalismo.
México, FCE.
Butler, Judith.
2006 Deshacer el género, Barcelona, Paidós.
Federici, Silvia.
2013 Calibán
y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria., México, Pez en el
árbol.
Latour,
Bruno
2007
Nunca fuimos moderno, ensayo de
antropología simétrica México, Siglo XXI
Van Dijk, Teun A.
2003 Ideología y discurso, una
introducción multidisciplinaria, Barcelona, Ariel.
¿Yo feminista? Angélica Ayala: el feminismo como práctica de libertades
¿Yo
feminista?
Angélica
Ayala: el feminismo como práctica de libertades
Soledad JARQUÍN EDGAR
Angélica Ayala Ortiz es feminista por
convicción, se declara como tal, mientras sus pensamientos hurgan en su pasado
reciente para encontrarse con ella. Situada a más de tres mil kilómetros de
Oaxaca se encuentra cada día con el mar, con el agitado oceáno pacífico, tan
agitado como su errante e inquieta vida, como la mujer camino que es.
A la distancia le pregunto por su vida, por
su visión del feminismo, por sus sueños feministas. La recuerdo con su sonrisa
a flor de piel, en los años noventa no había acto por terrible que fuera que no
encontrara solución en los caminos de Angélica Ayala, le quitaban el sueño, le
infundieron algo de temor pero no la sonrisa ni el compromiso.
Nació en la década de los sesenta, década de
transformaciones para el mundo en una pequeña comunidad denominada El Pueblito,
municipio Ario de Rosales, Michoacán. Es psicóloga social por la Universidad
Autónoma de Nuevo León y tiene un Magister en Cooperación Internacional para el
Desarrollo por la Universidad Complutense de Madrid.
Su historia inicia en lo que ella llama “el
feminismo como práctica de libertades”:
Hace muchos años, una chamana que conocí en la Mixteca oaxaqueña, después de concederme una entrevista para una historia de vida, se despidió de mi con la frase “adiós mujer camino” y yo bromeando le pregunté que si se notaba en mi cuerpo que siempre llevaba una mochila en la espalda, pero ella me dijo que no me confundiera, que yo no era caminante…Sino mujer camino, al notar mi desconcierto afirmó con una sonrisa condescendiente, tal vez ahora no lo entiendas, pero un día, si preguntas con sabiduría a tu corazón, se te revelará la respuesta…
Han pasado más de 30 años desde entonces,
al mirar hacia atrás me doy cuenta que he vivido en un constante andar, he renacido a
través de experiencias transformadoras en cinco estados de la república, he
recorrido valles, sierras, montañas y desiertos, también he cruzado ríos, lagos
e incluso océanos y en cada lugar me he encontrado con infinidad de mujeres,
niñas, maestras, parteras, indígenas, migrantes, activistas, mujeres sabías de
los libros o sabías de la vida, quienes con sus palabras y sus formas de vivir
han sido mis iniciadoras en la comprensión de la realidad, así como cómplices de
mis afanes como feminista.
Feminista
por pasión y convicción
Me declaro feminista por pasión y
convicción, pues los años me han enseñado que no puedo negar mi esencia más
primitiva, esa que ante lo que sucede en mi entorno, siente, grita, llora, ríe,
creo que es la energía vital que me hace levantarme cada mañana y me permite
abrazar mis convicciones desde la racionalidad. Soy feminista que siente,
piensa y actúa a favor de las causas que defienden las libertades, desde mi quehacer social,
procuro difundir, apoyar y promover una cultura de respeto, valoración y trato
digno hacia las mujeres, pero creo que el feminismo al cuestionar las
estructuras jerárquicas de un poder patriarcal, autoritario, misógino y
discriminatorio, nos brinda además herramientas para una transformación social
de fondo, no solo en las relaciones de dominación del hombre sobre la mujer.
Sin embargo tomar una posición, asumir una
definición como feminista, ha sido el resultado de un largo camino. Nací en un
pueblo pequeño del estado de Michoacán, donde nacer mujer tenía un destino muy
claro, pues cuenta mi madre que la partera que ayudó en mi nacimiento, depositó
mi ombligo en una ollita de barro y le sugirió a mi madre enterrarlo cerca del
fogón, para que yo fuera una “mujer hacendosa”, pero mi madre le dijo que no,
que mejor lo enterrara al final del solar de la casa, donde corría un río, para
que cuando yo creciera pudiera “ir a donde yo quisiera”. A veces pienso que esa
idea le vino a la mente a mi mamá porque ella no fue a la escuela, pero unas
“monjitas” que visitaban el pueblo para evangelizar le enseñaron a leer y
escribir, lo cual para mi madre era sorprendente, porque decía que eran mujeres,
habían estudiado, andaban de pueblo en pueblo y sin tener un marido.
Crecí en Monterrey, así que mi infancia,
como buena migrante, transcurrió en un ir y venir del norte al sur. Fue en esos
ires y venires que me empecé a hacer muchas preguntas para las cuales no
encontraba respuesta, pues mis amigas de la infancia, quienes se quedaron en el
pueblo, a los 13 o 14 años ya estaban casadas, muchas de ellas a la fuerza, embarazadas
y vivían maltratadas…así se vive en los
pueblos decía mi madre, pero en la ciudad también pasaba, pues compañeras de
primaria conforme crecían dejaban de ir a la escuela, así como adolescentes que
en la secundaria resultaban embarazadas por su padrastro o compañeras de prepa
que arriesgaban su vida por tener que hacerse un aborto clandestino. Era como
un dolor en el cuerpo, ahora pienso que la palabra es indignación, pero en
aquel entonces solo pensaba que era injusto, pero no entendía las causas ¿solo
por ser mujeres?
Cuando estudiaba la secundaria se celebró
en México “El Año Internacional de la Mujer”, recuerdo que una de mis maestras
nos pidió hacer un trabajo sobre el tema, fue ahí donde empecé a hilar la
historia del feminismo, pero me encontré con un feminismo teórico, complejo y
sobre todo aislado de lo que sucedía en Monterrey: Rosario Ibarra de Piedra y
su lucha por la presentación con vida de los desaparecidos políticos y el
surgimiento de un movimiento urbano popular que dio cabida a maestras y
maestros universitarios y colectivos maoístas, marxistas, trotskistas: EL Frente Popular Tierra y Libertad.
Fue así que me fui involucrando
en células de estudio trotskistas, en participar en marchas demandando la libertad de los
presos políticos, la presentación con vida de los desaparecidos, así como colaborando
en procesos de educación popular con la propuesta metodológica de Paulo Freire.
Mi formación ideológica fue en
la izquierda, donde desafortunadamente nuestras demandas como mujeres no tenían
cabida, pero lo más importante fue que en el proceso las mujeres ya nos
habíamos encontrado, estudiantes de psicología, filosofía, historia, trabajo
social, pedagogía, nos reconocimos desde una ideología política pero además con
inquietudes derivadas de nuestra propia condición de ser mujeres. Considero que
la revista Fem fue para nosotras una oportunidad de ponerle nombre a un andar
por la vida, en aquellos tiempos promover la revista nos permitió acercarnos a
otras compañeras e ir formando en nuestras facultades los grupos de
autoconciencia, fue a los 21 o 22 años que asumí, por vez primera, mi posición
como feminista.
Vivir de otra manera: El cuerpo, la sexualidad y las
decisiones
Mi encuentro con el feminismo empieza con mirarme desde otra perspectiva redescubro mi cuerpo, como un territorio nuevo lleno de posibilidades para ejercer mi sexualidad de manera placentera, libre de miedos y tabúes, primero conmigo
Mi encuentro con el feminismo empieza con
mirarme desde otra perspectiva redescubro mi cuerpo, como un territorio nuevo
lleno de posibilidades para ejercer mi sexualidad de manera
placentera, libre de miedos y tabúes, primero conmigo, para después tomar
decisiones de con quién y cuándo compartirlo. Decidir además sobre mi
militancia y empeñar mis esfuerzos en las causas en las que creo, transformaron
mi forma de ver la vida. El amor romántico, el matrimonio y la maternidad dejan
de ser mis aspiraciones, pues representan imposiciones culturales de dominación
y control, lo que me lleva a tomar decisiones encaminadas a vivir de otra
manera.
Feminismo y Derechos
Humanos
En Monterrey me formé en espacios
universitarios, desarrollé actividades en colonias urbano populares, pero en
1984 tuve una inmersión total en comunidades indígenas de Chiapas, Oaxaca y
Tabasco, pues al terminar la carrera de psicología me invitan a participar en
la coordinación regional de la Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto en los
Hogares. Esta experiencia fue un aprendizaje que me da una nueva mirada a la
vida de las mujeres.
En 1985, cuando terminó la ENIGH, decidimos
no regresar a Monterrey, fue así que mi compañero y yo establecimos residencia
en Oaxaca. En aquellos años el Teatro Juan Rulfo promovía actividades
culturales en el centro de la ciudad y fue en los Foros de la Mujer donde
conocí a Guadalupe Musalem y Esperanza Aguilar, con quienes inicié una relación
de amistad y me motivaron a participar con algunos temas como conferencista,
fueron ellas las que me invitaron a conocer a las compañeras que años después
abrirían la Casa de la Mujer “Rosario Castellanos”, un poco antes ya brindábamos
asesoría y acompañamiento a mujeres que nos conocían en las conferencias, yo
participaba en la Red de Psicología que coordinaba mi amiga Ximena Avellaneda.
Mientras colaboraba en el COBAO como
orientadora educativa siempre busqué oportunidades para formarme, fui a cursos
y congresos presentando ponencias relacionados con el impacto del Género en la
educación, participé en Cuba, en Puerto Rico y en 1994 obtuve una beca para
realizar un Magister en Cooperación Internacional para el Desarrollo por la
Universidad Complutense de Madrid. Ahora entiendo que tuve muchos privilegios
mientras me mantuve estrictamente en la academia, pues de ser una psicóloga
altamente valorada en la institución, pasé a ser despedida cuando solicité que
se hicieran investigaciones y se fijara una postura institucional frente a las
denuncias de acoso sexual en contra de maestros por parte de algunas
alumnas.
Así que mi llegada a la Limeddh fue a
partir de una experiencia personal, pues ante un despido injustificado, empecé
un proceso para mi restitución, pero sobre todo quise que fuera una experiencia
para mis alumnas y alumnos, sobre la importancia de defender sus derechos. Sin
embargo durante ese andar recorriendo instancias gubernamentales, fui
conociendo infinidad de casos de personas buscando justicia, casos
verdaderamente graves que me hicieron reflexionar sobre la vulnerabilidad de
dar la lucha de manera aislada, razón por la cual pensé en abrir un espacio de
defensa de los derechos humanos, sin imaginar los retos ante los que me
enfrentaría.
La Limeddh fue el espacio que me permitió abordar los dos temas que han definido mi vida, los derechos de las mujeres y acompañar los movimientos sociales, además hacerlo desde mi condición de feminista, psicóloga y activista.
La Limeddh fue el espacio que me permitió
abordar los dos temas que han definido mi vida, los derechos de las mujeres y
acompañar los movimientos sociales, además hacerlo desde mi condición de
feminista, psicóloga y activista, le daba un sello característico, pues todos
los casos que defendimos lo hacíamos de manera integral, no solo desde el
aspecto jurídico, sino desde la sensibilización social, incluso a veces de
manera provocadora, para colocar los temas en la discusión pública.
Fueron años en los que abordar los temas de
las mujeres asesinadas, hoy feminicidios, las cárceles clandestinas, la tortura,
los desaparecidos políticos, la denuncia de funcionarios públicos por acoso
sexual o por violación, la denuncia por acciones o por omisiones de las
instituciones gubernamentales de derechos humanos, fueron solo algunos de los
casos que colocaron a la Limeddh como un espacio de reconocimiento social…Pero
también como objeto de campañas de desprestigio, de intimidación y de una larga
cadena de allanamientos a nuestras oficinas, delitos que a la fecha permanecen
en la impunidad.
Miedos,
desafíos y aprendizajes
La Limeddh surgió como un espacio que se
planteo al “puro estilo trasnochado de los setenta un espacio del pueblo y para
el pueblo”, de manera que quiénes colaboramos ahí lo hacíamos desde la
militancia, desde el activismo por los derechos humanos, aportábamos nuestro
trabajo, mientras otras personas colaboraban para pagar los gastos básicos de
renta, luz y teléfono. Recuerdo con profundo agradecimiento a la Red de
reconocidas personalidades que apoyaban moral y económicamente a la Casa de la
Limeddh, porque en los momentos más difíciles de perseguimiento hacia la
organización, se quedaron a nuestro lado porque conocieron desde adentro
nuestras convicciones y nuestro quehacer social.
Especialmente reconozco a mis compañeras
del Grupo de Estudios sobre la Mujer “Rosario Castellanos”, ya que mientras
coordinaba la Limeddh, me abrieron un espacio para colaborar en importantes
proyectos como facilitadora de talleres de Equidad de Género, de Salud Sexual y
Reproductiva, de prevención y atención a la violencia, de salud materna, pues
en esos espacios renovaba mi energía.
Al mirar hacia atrás y recordar la primera
vez que las mujeres de Loxicha llegaron
a nuestra organización no puedo evitar
llorar de impotencia. Recordarlas con sus pequeños cuerpos, sus caras
escondidas tras los rebozos con los que lo mismo se secaban las lágrimas que
cargaban a sus criaturas, hablando en su zapoteco entre ellas y traduciendo
para nosotras de manera atropellada lo que pedían, porque solo lográbamos
comprender en español palabras como
ejército, presos, guerrilleros, aquellas palabras sin traducción al zapoteco.
Ahora pienso que en su momento no se valoró la resistencia de esas mujeres, pues la guerra que le declararon a los pueblos de Loxicha, quiénes la enfrentaron en realidad fueron ellas, mujeres descalzas, con hambre, sin saber leer e incluso sin hablar el español, cargadas de hijos e hijas, con miedo en la mirada pero con una fuerza que hasta la fecha me desconcierta.
Tomar la decisión de acompañarlas no tenía
discusión, ya después conoceríamos a sus esposos, hijos, padres, quienes fueron
declarados presos políticos de Loxicha, pero de inicio esas mujeres no estarían
solas. Al principio llegaron una treintena, pero a medida que pasaban los días
llegaron a ser más de cien, con sus hijos e hijas.
Y digo que ellas enfrentaron la guerra
porque fueron quienes sostuvieron por casi cinco años un “plantón” desde el
cual se organizaron para luchar por la libertad de los presos políticos, la
presentación con vida de los desaparecidos y
justicia para sus muertos. En torno a su movimiento estuvo el apoyo jurídico
y otras organizaciones civiles además de nosotras, pero la parte de dar voz y
vida a su lucha la dieron las mujeres de Loxicha.
Loxicha y su presunta vinculación con el
EPR nos colocó en el escenario nacional e incluso internacional, pero también
en una situación de riesgo cuya dimensión fuimos enfrentando, desde los
allanamientos, las amenazas de muerte, los golpes y el tener un arma apuntando
a mi cabeza más de una vez. En un primer momento no sentía miedo sino coraje,
el miedo viene mucho después, cuando tomo conciencia de lo que “hubiera
pasado”, pienso que tener convicciones era lo que me daba fuerza, saber que en
la vida lo que da sentido es hacer lo que considero que es correcto y asumir
que el costo puede ser alto.
Sin embargo en la Limeddh acompañamos
muchos otros casos, recuerdo especialmente un grupo de siete familias cuyas
hijas o madres habían sido asesinadas y demandaban justicia, en ese entonces
nos reuníamos mes con mes con el Procurador de Justicia para ejercer presión,
pero cada vez llegaban menos familias, algunas abandonaron por cansancio. Recuerdo
a una de las madres que llegó llorando a la organización para decirme que se
retiraba, policías judiciales la seguían para intimidarla, en una ocasión la
abordaron para decirle que pensara en sus otras hijas, en la que asistía a la
secundaria y en la de iba en primaria,
porque su otra hija ya estaba muerta y al “gobierno” le estaba cansando verla a
cada rato en la “Procu” ¿qué se podía hacer, garantizarle la vida de sus hijas?
Imposible, son esos casos en los que tienes que entender que la decisión última
es de ellas y la nuestra acompañarlas asumiendo los riesgos, porque nunca se
dio un caso en que nosotras abandonáramos por miedo.
Finalmente el único caso que llegó hasta la
conclusión, dejaron libre al hombre que asesinó a la mujer “por un error”
legal, porque declaró que había arrojado el cuerpo en el río salado y el cuerpo
había sido encontrado en otro río.
Lidiar con la impunidad es difícil, enfrentar
la represión también lo es, personalmente lo que me mantiene con fuerza es
haber acompañado a muchos casos en los que declaramos victoria, tal vez no
fueron de gran cobertura mediática, pero hoy no se les hace firmar a las
estudiantes de las normales que tienen que abandonar sus estudios por embarazo,
mujeres indígenas acusadas injustamente obtuvieron su libertad, aparecieron con
vida muchos desaparecidos políticos, además de casos de violencia grave que
llevaron a la cárcel a los responsables.
La imeddh fue un semillero de defensoras de
derechos humanos, mujeres que van construyendo sus espacios, tomando decisiones
sobre sus vidas, incluso de quienes fueron las niñas de Loxicha hoy son mujeres
que lograron salir adelante, algunas ya terminaron carreras universitarias,
solteras o emparejadas, algunas con
hijos otras no, pero finalmente la vida les dio una oportunidad y ellas
la tomaron.
Termina
un ciclo
Tomar la decisión de dejar la Limeddh fue
muy difícil, desde el principio la propuesta era que fuera un espacio de
formación, que diera cabida a la generación de nuevos liderazgos, pero
intercambiando con otras posiciones de menor perfil, esa era mi responsabilidad
pero en la práctica no funcionó, así que fue necesaria mi salida para abrir el
espacio, porque respeto mucho a quienes dedican su vida a una organización,
pero personalmente yo sentía que ya no aportaba a la organización la energía
del inicio.
Recuerdo que la siguiente vez que me
invitaron a ir a Washington a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
en el 2005, decliné, ofreciendo una lista de cuatro defensoras de derechos
humanos jóvenes, mencioné a Aline Castellanos, Yésica Sánchez Maya, Erika Lilí
Díaz Cruz y Y´aha Sandoval, al hacer la lista me di cuenta que la Limeddh si
había sido un buen semillero y quizá no había que abandonar esos foros, sino
abrirlos para que otras vivieran la experiencia y ser partícipe de los cambios
generacionales.
El Grupo de la Mujer Rosario Castellanos
Mi relación con las compañeras del Ges
mujer es lo más permanente que hay en mi vida, casi 20 años de socia en la
organización me hacen decir que es donde he crecido como mujer y como
feminista. Me siento muy orgullosa de ser parte de un proyecto pionero en
Oaxaca que supo colocar los temas que hoy dan vida a muchas otras
organizaciones y colectivos, ha sido lugar de confluencia, de reuniones desde
donde se han impulsado infinidad de iniciativas. A nivel personal me han
permitido participar en proyectos que me llevaron a las comunidades más lejanas
de Oaxaca, donde he aprendido de la sabiduría de las mujeres, que después de
participar en procesos de formación, saben decir de manera sencilla lo que años
de teoría feminista han construido.
Además con el proyecto “Paso a paso cuida
el embarazo”, proyecto de salud materna dirigido a mujeres indígenas migrantes,
fue que conocí esa cara otra de la migración, desde las zonas de expulsión de
los municipios más pobres de Oaxaca, como Coicoyán de las Flores y San Martín
Peras en la mixteca, hasta su llegada a San Quintín, Maneadero y Tijuana en
Baja California.
Volver
a sembrar
Baja California es el quinto estado en el
que vivo, para mi sorpresa cuando creí
que a mi edad, no me volvería a “enamorar” descubrí un lugar donde se
concentran tantas y tan diferentes culturas, una de ellas la oaxaqueña, fue así
que me re encontré con mi esencia migrante, de “mujer camino”. He desarrollado
varios proyectos con mujeres indígenas de Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Michoacán
y nativas Kumiai. Actualmente estoy acompañando a un grupo de 10 mujeres
indígenas, nueve oaxaqueñas y una guerrerense, quienes acaban de abrir La casa
de la mujer indígena en Tijuana, mi labor es asesorarlas para que sean
defensoras de derechos humanos y brinden atención con enfoque de género e
intercultural a las mujeres indígenas, migrantes, residentes y nativas. Es
cierto que es como volver a empezar, pero quizá eso es lo estimulante, sembrar
semilla para después ver la cosecha.
De la paridad al ejercicio del poder: avances y retos
De la paridad al ejercicio del poder:
avances y retos
"Los hombres y las mujeres deben educarse,
en gran medida, a través de las opiniones y costumbres de la sociedad en la que
viven. En cada época ha habido una corriente de opinión popular que ha
sobresalido y ha dado al siglo, por expresarlo de algún modo, un carácter
familiar. Por tanto, puede extraerse
debidamente la conclusión de que, mientras la sociedad no se constituya
de modo diferente, no es posible esperar mucho de la educación".
Mary Wollstonecraft en "Vindicación de los
derechos de la mujer" (1792)
Luisa Rebeca GARZA LÓPEZ
Con la reforma electoral de 2014 se elevó a
rango constitucional la garantía de la paridad entre hombres y mujeres en la
candidaturas al Congreso de la Unión (Diputaciones y Senadurías) y de los
Congresos Locales lo que constituyó uno de los más grandes avances en materia
de acciones para garantizar condiciones de representación política con igualdad
de oportunidades iniciadas a partir del año 1996 con la reforma al entonces
Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) cuando se
estableció la cuota de género (60-40) como acción afirmativa para reducir la
brecha entre los géneros.
La reforma al artículo 41 de constitucional
dice actualmente que: "los partidos políticos tienen como fin promover
la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración
de los órganos de representación política y como organizaciones de ciudadanos,
hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con
los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal
, libre, secreto y directo, así como las reglas para garantizar la paridad
entre los géneros, en candidaturas a legisladores federales y locales".
Lo anterior, representa dos grandes avances:
por fin la paridad (50-50) a las candidaturas al Congreso de la Unión; y, la
inclusión de esta paridad a todos los Congresos Locales.
En este tenor, la actual Ley General de
Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE), incorpora las siguientes
reglas que servirán como marco legal para fortalecer las condiciones hacia la
igualdad sustantiva:
Durante el procedimiento de registro de
candidaturas señala que:
· Los partidos políticos y las coaliciones tienen
la obligación de promover y garantizar la paridad entre los géneros, en la
postulación de candidaturas a los cargos de elección popular para la
integración del Congreso de la Unión, los Congresos de los Estados y la
Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
· La obligación de candidaturas paritarias aplica
tanto para los cargos de mayoría relativa como de representación proporcional.
· Cada fórmula de candidatura deberá estar
integrada por una figura propietaria y suplente será de un mismo género.
· Las listas de representación proporcional,
además de estar integradas por una fórmula de una persona propietaria y
suplente del mismo género, se tendrán que alternar por fórmulas de distintos
género para garantizar la paridad hasta agotar la lista (Fórmula Hombres -
Fórmulas Mujeres o Fórmulas Mujeres - Fórmulas Hombres).
El INE y los Organismos
Públicos Locales (OPL), cada quien en sus ámbitos, ahora ya tienen facultades
para rechazar las candidaturas del género que exceda la paridad bajo el
siguiente procedimiento:
ü A partir del cierre de registro de
candidaturas, se les dará un plazo de 48 horas para que realicen las
sustituciones necesarias.
ü Transcurrido este plazo, en caso de que el
partido o la coalición no realice las sustituciones, se le hará una
amonestación pública y nuevamente se le dará un plazo de 48 horas para que haga
dichas correcciones.
ü En caso de una tercera negativa, se le negará
el registro de las candidaturas correspondientes.
Los anteriores artículos de la LGIPE tendrán
que ser analizados y ejecutados a la luz de la nueva Ley General de Partidos
Políticos (LGPP) que también contiene reglas que seguramente serán nuevas
herramientas para asegurar el tránsito de la igualdad jurídica a la igualdad
sustantiva, como las siguientes:
· Los partidos deben promover los valores cívicos
y la cultura democrática entre niñas, niños y adolescentes. Quizás uno de los
retos a trabajar en los siguientes años será impulsar la transparencia y la
rendición de cuentas sobre los recursos asignados a cumplir esta actividad a
través de la creación de un reglamento como el de la fiscalización que obliga a
los partidos a transparentar el 2% del presupuesto destinado a fortalecer el
liderazgo de las mujeres.
· Deben buscar la participación efectiva de ambos
géneros en la integración de sus órganos y en la postulación de sus
candidaturas, esto último es una obligación. El reto será extender esta
obligatoriedad justamente a la integración de todos los órganos del partido
político.
· Cada partido político tiene la obligación de
determinar los criterios que utilizará para garantizar la paridad de género a
las candidaturas a las legislaturas locales y federales.
· Estos criterios deberán tener las siguientes
características: ser públicos, ser objetivos y asegurar condiciones de igualdad
entre los géneros.
· En ningún caso, se admitirán criterios que
tengan como resultado que a alguno de los géneros le sean asignados
exclusivamente aquellos distritos donde el partido hubiera obtenido porcentajes
de votación más bajos en el proceso electoral anterior.
Este análisis se pudiera hacer comparando qué
distritos ganó y qué distritos perdió el partido en el proceso anterior y
cruzarlo con el género de las personas candidatas que se plantean registrar. Si
estos porcentajes no tienden a ser paritarios, el partido tendrá que explicar
sus criterios y si no son públicos, objetivos ni garantizan condiciones de igualdad seguramente se
tendrán, entre otros, elementos para solicitar un Juicio para la protección
de los Derechos Político-Electorales ante el Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación (TEPJF).
La misma LGPP establece que los partidos políticos aplicarán los recursos destinados a la capacitación, promoción y el desarrollo del liderazgo político de las mujeres...
La misma LGPP establece que los partidos
políticos aplicarán los recursos destinados a la capacitación, promoción y el
desarrollo del liderazgo político de las mujeres:
· Investigaciones que informen sobre evolución,
desarrollo, avances y cualquier tema de interés relacionado con el liderazgo
político de las mujeres.
· Publicaciones como libros, revistas, folletos,
entre otros, con temas de interés relacionados con la paridad de género.
· Actividades como mesas de trabajo,
conferencias, talleres, eventos y
proyecciones que permitan difundir temas relacionados con el desarrollo de las
mujeres en la vida política, entre otros.
El reto al respecto será dar seguimiento al
Acuerdo del INE donde se determinaron los montos de cada partido político a
destinar para la capacitación, promoción y el desarrollo del liderazgo político
de las mujeres así como los plazos para la presentación de los programas de
gasto para el desarrollo de estas actividades específicas para 2014 donde se le
destinaron a todos los partidos $76,215,721.89 para estas actividades.
Desde la militancia y desde la sociedad civil
organizada, puesto que hablamos de financiamiento público, se tendrá que exigir
conocer el programa de gasto que están obligados a elaborar y verificar que
verdaderamente se capaciten, promocionen y desarrollen liderazgos políticos
hacia y para todas las mujeres, incluyendo a las mujeres rurales, indígenas, de
las periferias de los centros políticos y económicos de los estados y
municipios, jóvenes, adultas mayores, con discapacidad, analfabetas, lesbianas,
transexuales, entre otras formas de ser mujer lejos de la intersección
privilegiada de mujer-blanca-heterosexual-cisexual-de clase media o alta.
Inclusive, será interesante conocer cuántas de
las futuras candidatas a cargos de elección popular impulsaron, construyeron,
participaron y/o se formaron a través de estos proyectos de formación de
liderazgos políticos. ¿Se podrá constatar una relación directa entre los
recursos ejercidos en estos proyectos, las mujeres que participaron en su
proceso de formación de liderazgos políticos y las futuras candidatas a cargos
de elección popular para 2015 o las mujeres que integran los órganos del
partido? Indudablemente, el éxito de estos proyectos tendrá que medirse a
partir de las mujeres candidatas que surjan o mujeres que ocupen cargos en los
órganos de su partido y no de los recursos erogados.
Si bien, el que existan candidaturas paritarias
para los cargos de elección de las legislaturas federal y locales es un avance
no debemos perder de vista que el gran logro será que la conformación de la
Cámara de Diputados, de la Cámara de Senadores y de cada Congreso local se
acerque a la paridad.
Y aun así, tampoco habrá que perder de vista
que la paridad como acción afirmativa sigue siendo un medio para algo más
relevante: la toma de decisiones de forma igualitaria en los órganos
legislativos.
Al analizar la integración por género de cada
una de las comisiones ordinarias de la
LXII Legislatura de la Cámara de Diputados al 23 de junio de 2013
encontré que[1]
el 77% de las presidencias de dichas
comisiones correspondían a hombres y el 23% a mujeres, cuando la
integración de la Cámara era de 62.6% de hombres y 37.4% de mujeres.
Más aún, las 16 comisiones integradas con más
de 30 personas son comisiones donde
gravita el poder de las decisiones políticas y económicas como Hacienda y Crédito Público, Presupuesto
y Cuenta Pública, Desarrollo Rural, Economía, Salud, Transportes, Turismo,
Educación Pública y Servicios Educativos, Puntos Constitucionales, Vigilancia
de la Auditoría Superior de la Federación, Comunicaciones, Energía,
Gobernación, Infraestructura, Relaciones Exteriores y Vivienda. Y ninguna de
estas comisiones la presidía alguna mujer.
Las comisiones presididas por mujeres parecen
ser una extensión de los estereotipos de mujeres que educan y que cuidan a
otras personas como las comisiones de Igualdad de Género, Derechos de la Niñez,
Atención a Grupos Vulnerables, y Cultura y Cinematografía, todas ellas
presididas por mujeres y que estaban sobrerrepresentadas por mujeres (60%), a
excepción de la comisión de Seguridad Social (presidida por un hombre).
Por lo tanto, como lo anticipó Mary
Wollstonecraft hace más de 200 años, el trabajo de reconstruir una sociedad más
igualitaria, incluyente y justa va más
allá de normas jurídicas y programas educativos y de formación. Este trabajo de
reconfiguración de las relaciones de poder político entre los géneros tiene que
transitar por todos los espacios, primordialmente dentro de la vida interna e
integración de los órganos de los partidos políticos y a través de la
conformación de las comisiones de trabajo y los grupos parlamentarios donde
hombres y mujeres formemos parte del centro donde se toman las decisiones
políticas y económicas que nos afectan a todas y a todos.
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