jueves, 16 de febrero de 2012
ENTREVISTA ¿Yo feminista?
Josefina Aranda Bezaury
En busca de la excelencia académica
Soledad JARQUIN EDGAR
Josefina Aranda Bezaury es doctora en Antropología Social y feminista, “feminista, pero de las buenas, no de las que se avergüenzan y ahora dicen que son del género”.
Saboreando cada sorbo de café de las muchas tazas que se toma cada mañana, Josefina Aranda, seria aspirante a ocupar el cargo de rectora de la UABJO, es Directora de Planes y Programas Estratégicos para la institución en una oficina del edificio de rectoría.
Su trabajo desde hace casi 30 años está ligado a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, donde ha sido académica, investigadora y funcionaria, y también a las comunidades cafetaleras en las intrincadas sierras de la entidad donde siempre tiene “corazón y cerebro” para capacitar mujeres sobre todos sus derechos e impulsar con ellas proyectos productivos autónomos cuyos frutos recogen hoy.
Su rostro se muestra amable y tranquilo a pesar de que ve venir el temporal; está menos seria que en otros tiempos, denota en sus palabras pasión por lo que ha hecho en la vida y por lo que hace para alcanzar sus objetivos, su historia está constituida por elementos como la paciencia, la disciplina, la constancia y metas.
Josefina Aranda Bezaury se descubrió feminista cuando apenas tenías unos 20 años y era estudiante de Antropología Social. Pasó del “primario” feminismo que protestaba por canciones como El Rey de José Alfredo Jiménez, a los grupos de lectura y reflexión entre académicas “que ya desde entonces hablaban del género entendida como la desigualdad y la condición social de las mujeres”.
Leyó a todas las feministas de la mano de sus maestras Teresita de Barbieri y Lourdes Arispe, con quienes después desarrollaría trabajos de investigación y también con un grupo de académicas interesadas en ese tema como Esperanza Tuñón, Sara Lava, Gisela Espinosa, entre otras muchas y más tarde con las feministas socialistas de Puerto Rico entendería “cómo la desigualdad basada en el género se construye socialmente y cómo nuestra fuerza como feministas está en construir otra sociedad que no esté basada en las relaciones desiguales de género”.
Finalizaba entonces la década de los setenta, el auge de “la tercera ola del feminismo” en la que surge el concepto del patriarcado “para significar el orden sociomoral y político que mantenía y perpetuaba la jerarquía masculina”, (que)“supuso el fin de la mística de la feminidad”, como señala Amelia Varcárcel.
Saborea cada sorbo de café, cuyo aroma y cuerpo le hablan de su activismo feminista que la llevan a recordar la defensa de una adolescente violada por su padrastro y su trabajo en el movimiento urbano popular de la ciudad México para reivindicar el derecho de las mujeres a la propiedad hasta llegar a las montañas oaxaqueñas. “Jamás voy a negar que soy feminista”, dice satisfecha.
A principios de los años ochenta, con otras y otros profesionistas fundó el Centro de Apoyo al Movimiento Popular Oaxaqueño (Campo) y casi de manera simultánea la Coordinadora Estatal de Productores de Café de Oaxaca (CEPCO), “el gran reto que es llevar el feminismo, o como digo, la conciencia de esta la desigualdad y el conocimiento de los derechos humanos que tenemos las mujeres” y ahí estuvo por más de 10 años.
Eran los años de la crisis cafetalera, pero Josefina Aranda sostiene que las crisis son momentos de oportunidad y buscó que las mujeres decidieran qué hacer y optaron por producir “platitas de café”, porque las mujeres en su reflexión decían “ahora el café no vale pero luego va a valer señora Chepa”.
Eran tiempos difíciles no solo para el café, también para introducir el tema de los derechos humanos pero logró vencer las dificultades, al final ellas tuvieron su propia palabra, dieron sus puntos de vista, empezaron a ser escuchadas y respetadas, a trabajar junto con los hombres y eso hizo diferente a la organización campesina, en tiempos en los que no se promovía la participación de las mujeres.
Sembrar “plantitas de café” dio resultados, se desdobló en proyectos de alfabetización en lengua mazateca, programas productivos y servicios para las comunidades. Hoy es una organización campesina que funda empresas para hacer sostenible su trabajo, la autoconstrucción como movimiento campesino y para sacar adelante su propia producción, vende servicios para no depender del Estado y evitar ser cooptada.
Hoy es mayoritaria la participación de mujeres en CEPCO debido, entre otras cosas, a la migración de los hombres, ellas cambiaron sus vidas personales pero también la comunitaria, empezaron a incorporarse a las estructuras municipales y en otras organizaciones, “fue un trabajo de reflexión, de capacitación, de ir y venir, de vencer obstáculos…”
Josefina Aranda recuerda que las donatarias norteamericanas pedían que las mujeres estuvieran en la dirigencia y ella les respondía que llegar a eso no era acto de magia, que era un proceso a través del cual los hombres debían sensibilizarse y que ellas tendrían los elementos para ser dirigentes y no ser solo monigotes.
“Ya puedo decir con gusto que se logró”, apunta al referirse a Leonor Fernández Allende, una de las cafetaleras que dirigió el Consejo, pero también “fue una construcción dura, difícil, con contradicciones y muy sufrida, como cuando asesinaron a la compañera Estela Abrosio Luna, en la zona Loxicha, “sentí una amargura tremenda, llegue a pensar que debía retirarme a escribir mis libros, puros, duros y verdaderos”, sostiene cuando recuerda que la pérdida de Estela la confrontó porque había colaborado para que ella fuera una defensora de los derechos de las mujeres.
Educación para transformar
Josefina Aranda que combinó la academia con la realidad social de las mujeres afirma que la educación es realmente el elemento que permite transformar la inequidad, injusticia e impunidad y la Universidad es una plataforma importante para lograrlo.
Seria aspirante a la rectoría de la UABJO, no se amedrenta ante “los golpes bajos” que ya empezaron, porque dice que es más importante concluir un proyecto educativo para la UABJO que inició el ex rector Francisco Martínez Neri y que se continúo el actual rector Rafael Torres. “Lo prioritario es la formación y la investigación, y que los estudiantes tengan la posibilidad de convertirse en los mejores de Oaxaca.
Sin embargo, reconoce que será una lucha dura de intereses personales y familiares por seguir controlando la máxima casa de estudios, por ello exigió a sus posibles contrincantes “juego limpio” y que compitan sí con proyectos educativos, democráticos y de participación equitativa, “que no se extralimiten en la tentación de ocupar fuerzas externas en la contienda, porque yo no lo voy hacer”.
Criticada por no haber nacido en Oaxaca y llamada despectivamente “defeña”, Josefina Aranda sostiene que la vida le dio la oportunidad de desarrollarse como persona y como profesionista en Oaxaca, tanto así que ha sido reconocida como Ciudadana Distinguida por el H. Ayuntamiento de Oaxaca y mejor aún, apunta, no haber nacido en esta entidad no representa ningún impedimento en la Ley Orgánica ni en el reglamento universitario.
También descarta ser en lugar de Josefina, “la delfina” del actual rector porque asegura que Torres ha mostrado preferencia por más de uno.
De lo que se trata es de fortalecer y concluir el proyecto académico cuya posibilidad es tener la Universidad que Oaxaca se merece, dice con un aire de satisfacción porque ha sido parte de la pasada y de esta administración.
Y en tanto para los otros el que sea mujer, consideran un punto vulnerable, ella asegura que ser mujer es un área de oportunidad, el problema es que algunos hombres piensan que no dejarán que una mujer mande.
Tanto así que elaboraron un panfleto –afirma- donde pretenden descalificarla llamándola “vieja”, vieja por la edad y vieja por ser mujer, a lo que responde que la edad da sabiduría, experiencia que para un cargo tan importante como la rectoría y, por otro lado, señala en tono chusco que “viejos los cerros y reverdecen y vieja la luna y volvemos a verla”.
Sin ningún temor y mucho profesionalismo, Josefina Aranda construye un proyecto académico participativo, como base fundamental de su éxito y plantea dar una lucha fuerte, clara y contundente en contra de todos los problemas de desigualdad que hay en la universidad en todos los niveles, resolviendo asuntos que hasta ahora no han sido atendidos como el hostigamiento sexual y otras violencias contra las mujeres, siguiendo para ello el modelo probado que aplica la directora general del Instituto Politécnico Nacional, Yoloxóchitl Bustamante.
Por lo pronto, Josefina Aranda sigue su marcha en busca del cargo más importante en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, sería apenas la segunda mujer en dirigir la institución fundada en 1827, sólo que esta vez se incluirá la visión sobre la condición social de las mujeres y, sin duda alguna, dará respuestas en ese sentido.
Artículo de Fondo
El Divorcio y su camino
Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
Cuando se habla del divorcio, es frecuente que se discuta sobre el papel que juega la mujer como víctima de una situación no deseada o cuando menos incomoda social y económicamente. El divorcio visto como afrenta a las mujeres es resultado de la condición socio-cultural, que reduce el valor de ellas a su condición de esposas-madres.
Desde otro perspectiva el divorcio se traduce en una verdadera posibilidad de liberación cuando las causales son genéricas e iguales para ambos cónyuges y la unilateralidad estrictamente confesional desaparece del ámbito jurídico, permitiendo a las mujeres solicitar el divorcio en circunstancia ventajosas para ellas y sus hijas e hijos; ajustando sus intereses a sus derechos individuales.
Ahora nos toca a las mujeres desechar de raíz las culpas y supuestas responsabilidades sobre la perpetuidad del matrimonio y la familia como espacio per se de la felicidad femenina.
Las mujeres comenzaron a articular sus luchas con el resto del mundo, el período de la revolución y postrevolucionario contempló en su haber las demandas y propuestas de las mujeres para mejorar su condición de vida, así encontramos en 1914 la promulgación de la Ley Del Divorcio por el Primer Gobierno Constitucionalista.
El significado etimológico de divorcio –divotium- es punto de intersección de dos caminos que se alejan en dirección opuesta.
Concepto doctrinal de divorcio.- Es el procedimiento legal que disuelve un matrimonio. Dicha disolución del vínculo matrimonial es resuelta por la autoridad competente, basándose en las causas específicas señaladas por la ley, lo cual permite a los cónyuges contraer otro matrimonio jurídicamente legítimo.
En México este derecho que la ley otorga tanto a mujeres como a hombres para separarse definitivamente de su pareja ha experimentado diversas modificaciones a lo largo de la historia.
El divorcio jurídicamente refiere al vínculo matrimonial que se define como un acuerdo de convivencia, formalizado por la ley, según el cual la pareja está obliga a respetar determinados derechos y a cumplir con diversos deberes. La disolución de este vínculo es el divorcio.
Desde 1827, hace 185 años, cuando surge el primer Código Civil en el estado de Oaxaca, hasta 1870 en México sólo se permitía que la pareja se separara como lo estipulaba el derecho canónico, se remitía a un tribunal eclesiástico y en cualquier caso, solo se autorizaba la separación de los cónyuges y por supuesto el matrimonio se consideraba único y para toda la vida.
No obstante, las reformas juaristas permitieron que en el nuevo Código Civil se establecieran siete causales para el divorcio: adulterio de alguno de los cónyuges; propuesta del esposo para prostituir a la esposa e incitación o violencia hacia alguno de los cónyuges para que éste cometiera un delito, la corrupción o tolerancia de ésta hacia los hijos; el abandono sin causa del domicilio conyugal por más de dos años; la crueldad y la acusación falsa hecha por un cónyuge contra el otro.
Es importante resaltar que de acuerdo con el Código Civil de 1870, el adulterio infringido por la esposa siempre era motivo de divorcio; mientras que el que efectuaba el hombre sólo era válido si lo cometía en la casa común o cuando hubiera concubinato.
Asimismo, la mujer sólo podía argumentar el adulterio como causal de divorcio si su esposo la insultaba públicamente o si la otra mujer la había maltratado. Además, el divorcio no podía pedirse antes de dos años de matrimonio, y en ningún caso admite ser vincular y por tanto restringe la posibilidad de un nuevo matrimonio.
Fue hasta el 29 de diciembre de 1914 cuando Venustiano Carranza decretó la Ley del Divorcio, pues antes de esta ley la separación legal de los cónyuges sólo suspendía algunas de sus obligaciones. Con esta disposición legal se establece por primera vez en nuestro país la disolución vincular del matrimonio.
Hace 103 años entró en vigor la primera disposición legal que decretó que el matrimonio como vínculo podría disolverse, por el mutuo y libre consentimiento de los cónyuges cuando tuviera más de tres años de celebrado o en cualquier tiempo por causas que hicieran imposible o indebida su realización. Permitiendo a los cónyuges contraer una nueva unión.
El decreto de la Ley de Divorcio fue publicado el 2 de enero de 1915 en El Constitucionalista, periódico oficial de la federación que se editaba en el estado de Veracruz.
La Ley del Divorcio retomaba los principios laicistas del siglo XVIII de rescatar para el Estado y para la sociedad todas las instituciones que la Iglesia Católica había absorbido dentro de su jurisdicción eclesiástica, afirmaban que el matrimonio no es más que un contrato civil y que por tanto siendo un contrato civil, puede terminarse por voluntad de quienes lo contrajeron.
Parecía entonces un triunfo de la revolución mexicana, sin embargo, en 1917 al decretarse la Ley de Relaciones Familiares, los alcances de la Ley del Divorcio se restringieron. En 1928 el Código Civil Distrital la absorbe estableciéndose la igualdad ante la ley del marido y esposa. Las causales son las mismas para ambos cónyuges.
México se adjudica el carácter jurídico divorcista, es decir contempla en sus leyes y reglamentarias el divorcio en sus tres expresiones –remedio, sanción y por mutuo consentimiento-. El divorcio es de competencia jurisdiccional local y se regula por tanto en los códigos civiles estatales; todos contemplan el divorcio judicial y solo algunos el administrativo.
El divorcio es una figura jurídica existente en todas las legislaciones civiles del mundo, su finalidad es rescindir el contrato del matrimonio fundamentado en el consentimiento que no es otra cosa que la libre voluntad de los contrayentes, que para efecto de disolverlo, solo debería bastar en principio con la voluntad de las partes o de una de ellas; la judicialización en el divorcio solo debería restringirse a el litigio en razón de las y los hijos y el patrimonio.
En el año 2002, se realizo una reforma en materia de divorcio, en la que inusitadamente se explico porque no al divorcio administrativo, para concluir la adición del “divorcio sumario” con las especificidades del divorcio administrativo pero judicializado, con una sola junta de avenencia y sin plazos ni para la audiencia y menos para la resolución, o sea que no resolvió nada de fondo.
Habría que hacer las adecuaciones legislativas pertinentes para instaurar el divorcio administrativo y el judicial exprés por voluntad de las partes o considerar la voluntad unilateral, como suficiente para resolver el divorcio.
Oaxaca ces de los pocos estados de la república mexicana que no contempla en sus leyes civiles el divorcio administrativo como la posibilidad administrativa registral de rescindir el contrato matrimonial de manera económica y expedita, sin litigio, en condiciones claras y expresando libremente la voluntad de disolver el vinculo matrimonial ante la propia autoridad que formalizó el matrimonio.
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