lunes, 30 de mayo de 2011

Mujeres y política. Primaveras trágicas

Soledad JARQUIN EDGAR


¿Nuestras primaveras serán siempre igual? Pregunté en voz alta, sin pensar. La niña pequeña que caminaba conmigo me interrogó ¿qué es la primavera?

La primavera política en Oaxaca siempre es la misma: el caos magisterial. En nuestras memorias se reproducen las mismas escenas década tras década, año tras año, mayo tras mayo, incluida la grotesca intervención policiaca de junio de 2006 que desató a los demonios y los llevó a esa purificación política de convertirlos en líderes o mártires, diputados o funcionarios, lo digo en masculino porque con excepción de una que otra, el resto de los que pasaron esa especie de beatificación eran hombres.

Del profesorado que salió a las calles en los primeros años de la década de los 80 muchos están jubilados. De los manteados de plástico y los cartones para camas, pasamos a la modernización del plantón en casas de campaña que pululan como hongos sobre el adoquín y el asfalto, es el colorido de nuestra primavera.

En las calles hay nuevas generaciones de maestros y maestras. En los ochenta cuando todo empezó, algunos y algunas ni siquiera habían nacido. Incluso en aquel entonces, cuando se decidió tomar la calle para protestar, el hoy gobernador Gabino Cué era un adolescente de secundaria y, como la gran mayoría de quienes hoy toman las calles, son parte de las cinco generaciones de estudiantes que han “egresado” en medio de ese caos que implica la suspensión indefinida de labores. La hierba crece en los campos del abandono.

Y mientras en Oaxaca, año tras año, década tras década, primavera tras primavera sigue pasando lo mismo ¿Qué ha ocurrido en el mundo en los últimos 30 años? Y encontré algunos datos en la red que nos ilustran:

En 2002, en el laboratorio del químico checo Antonin Holy se crea un nuevo medicamento contra la hepatitis B. En 2004, descubren Truvada, el medicamento más eficaz contra el VIH, que suprime al virus, causa mucho menos efectos secundarios y sustituye hasta 13 píldoras diferentes que debían tomar los y las pacientes, también en el laboratorio de Holy.

Memrec es otra maravilla, una computadora que puede ser controlada con la mirada, muy útil para quienes no pueden emplear un ratón por alguna discapacidad física. Este descubrimiento es obra de una institución de educación, lo malo es que está muy lejos de Oaxaca, se trata de la Escuela Superior Técnica de Praga.

Y por si fuera poco, ya podemos disfrutar de la transcripción automática de la palabra hablada, producto checo de la en la Universidad Técnica de Liberec, donde antes habían descubierto una tecnología para tejer la nanofibras, y en otra escuela del mismo país en la Universidad de Palacký presentaron en 2005 la memoria cuántica de luz…en fin, el estudiantado checo de ciencias va años luz adelantado.

También en estos años se descubrió que las endorfinas son las hormonas del bienestar, que liberan del dolor, pero lo mejor es que estas hormonas de la felicidad se producen mediante masajes, caricias, risa y cualquier otra sensación placentera sobre el cuerpo. Sin duda, debemos procurar más abrazos, más risas, más afecto basado en el contacto físico para que mujeres y hombres seamos más felices, en especial los líderes, guías, gobernantes… porque de lo contrario para tratar de sustituir esta felicidad consumirán con drogas perniciosas y menos potentes como la heroína o la codeína. Así de simple. Una lástima que Felipe Calderón no haya descubierto esta fórmula que resulta a todas luces más eficaz para el desuso de drogas y, científicamente, está comprobado no es Jauja ni una utopía.

Los descubrimientos científicos y tecnológicos siempre van delante de las otras aportaciones, como evitar el hambre y la pobreza, porque aún cuando ya saben cómo se acaba la especulación los señores del poder, los dueños del mundo prefieren la marginación.

En estas tres décadas de paros magisteriales perdimos otros valores, los valores humanos de artistas como los universales Rufino Tamayo; Rodolfo Nieto, Rodolfo Morales o Juan Soriano y esta semana, cuando volvió esta primavera trágica a Oaxaca, murió Loenora Carrington; el surrealismo, sus colores nos han abandonado; algunos creen que lo que vivimos en un surrealismo político, porque no tiene razonamiento lógico, cierto, es una pesadilla, porque nos atrapa, nos margina, nos aleja del arte.

En los ochenta también se escribió en castellano El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez; hace 11 años, Mario Vargas Llosa publicó la Fiesta del Chivo; en cambio en México empezamos a extrañar la presencia de Octavio Paz y de Elena Garro y para colmo se nos fue Carlos Monsiváis, nos quedamos en la orfandad literaria por largas horas hasta que descubrimos a otras y otros y nos llenamos de júbilo frente a tantas buenas palabras, mejores frases, que nos hacen soñar, descansar el alma y el cuerpo. Pero las bibliotecas siguen vacías y seguirnos pretextando el alto precio de los libros.

Hoy, sin embargo, habría que decir que estamos leyendo novelas policiacas, novelas de corrupción, novelas que intentan ser una radiografía de la inimaginable realidad mexicana, de lo que vemos todos los días en larguísimos listados de personas asesinadas, cruentamente asesinadas.

Esto es sólo un botón de muestra. Hay mucho que decir en todos los rubros, como el deporte done seguimos sin brillar y donde el futbol es un somnífero perfecto que acompañamos con comida chatarra y bebidas que nos embriagan para olvidar la realidad: bajos sueldos, ninis y violencia.

Yo tengo que decir que no quería escribir del plantón magisterial, de nuestras trágicas primaveras, porque son trágicas. Los resultados en cinco generaciones de estudiantes están a la vista son el futuro que viene y es tan negro que no alcanzo a comprender la raíz del problema, el origen de los intereses, la incapacidad de unos y la necedad de los otros. Los intereses y derechos, no siempre derechos de la minoría (70 mil) sobre los intereses y derechos de la mayoría, que en este momento suman la nada despreciable suma de un millón 300 mil niñas y niños, que cada año escolar se quedan sin clases un promedio de 40 días y que multiplicados por 31 años nos dan la despreciable suma de mil 240 días sin clases, es decir, más de seis años lectivos. Niñez que se sienta frente al televisor para mirar novelas cursis que fomentan estereotipos de mujeres y hombres que nos hacen desiguales.

Sólo aquí, en Oaxaca sucede todo eso, en el mundo la ciencia avanza, a nosotros y nosotras nos toca mirar de lejos lo que los demás alcanzan y seguimos, sin más, en la pobreza intelectual y económica, en la incapacidad total del análisis, con nuestros trofeos grotescos que producen la corrupción y más pobres; más muertes maternas, más embarazos adolescentes, más jóvenes sin trabajo y sin escuelas, que encuentran en la delincuencia organizada su “futuro”; más fraudes en las cajas de ahorro; menos comida o más injusticias, como observar a la niñez en la calle, el feminicidio, el machismo o como se ha descubierto esta semana pasada -en el zócalo, plaza de estas batallas en Oaxaca- la inimaginable, cruel y degradante trata de personas, las operaciones de delincuentes enganchando a mujeres pobres para el comercio sexual, pero que curiosamente nadie advirtió por años. Una casualidad que hoy lo sepamos.

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A reserva. Aquelarre político, coalición frustrada

Bárbara GARCÍA CHÁVEZ


La coalición de partidos que obtuvo el triunfo electoral en Oaxaca y que ahora gobierna la entidad, así como la mayoría de sus municipios, ha resultado un desencanto para quienes esperaron que la simple alternancia arrebatara viejas prácticas propias del cacicazgo, la corrupción y la impunidad; todo fue una ilusión, ni paz ni progreso.

Sin llegar a grados impropios de pesimismo y acudiendo a la reflexión ecuánime, habría que desentrañar el origen del hasta ahora casi fracaso del gobierno de la alternancia y la transición. El que se autonombra “gobierno democrático”, igual que el gobierno de la ciudad de México, insisten en ser lo mismo aunque de origen diferente. Oaxaca, se suscribe y patrocina desde la derecha y el gobierno ebradista va por la izquierda –eso dice el jefe de gobierno del DF-.

La situación casi insostenible, por el desaliento y hartazgo de la gente, obliga a darnos una explicación que pasa por el endeble origen de las alianzas partidarias y con algunos grupos de la “sociedad civil”. Aún si aceptamos el pragmatismo como eje rector que anula la ideología y principios ético-políticos, para justificar la unión electoral de partidos opuestos, sería difícil que llegásemos a confundir la contradicción con la concertación.

Paso a paso. El punto medular de esta fórmula en principio aberrante que pretende explicar la alianza derecha-izquierda, es la necesidad apremiante de enfrentar a un gobierno tirano, per se autoritario, para instalar un gobierno alterno de transición democrática; eso está muy bien, es fácil entenderlo y compartir el objetivo.

Sin embargo, la idea de “democracia” no empata con la de exterminar cualquiera otra opción, es decir, unir fuerzas sin importar cómo ni qué suceda con la alternancia, pues el objetivo fundamental es aniquilar una expresión política: el PRI, porque ahora es tiempo del cambio, ahora les toca disfrutar las mieles del poder. Eso no es alternancia, eso es tan sólo reemplazo.

Las derrotas políticas de antaño se han vuelto las revanchas del presente: la transición democrática sólo es hoy el protagonismo populista. No hay claridad práctica porque no la hay conceptual, ¿Gabino Cué pretende cogobernar o gobernar con aliados? Al parecer sólo sigue ocurrencias de sus muy cercanos, estrategias que lo llevan a cometer error tras error.

La concertación parece agotada, desde que la coalición para la paz y el progreso, se fincó en los atributos de un candidato y la descalificación contundente y revanchista por los que ahora se muestran como puros, aunque alguna vez fueron compañeros y hasta cómplices de los que ahora se pretende aniquilar, no como discrepantes sino como enemigos; faltan propuestas, acciones que demuestren que no son iguales, que no es más de lo mismo. Se les agota el tiempo.

Es importante señalar la falta de criterios teóricos de que adolece la coalición por la paz y el progreso desde su conformación, ya que si bien es cierto que no existe un marco conceptual rígido, pudo considerar que una alianza política requiere un programa común de gobierno, creíble por el electorado, aceptable para los partidos que la integran y con un claro beneficio social; igualmente, la alianza exige que se comparta la responsabilidad gubernamental en la cual las distintas fuerzas políticas contribuyan a objetivos administrativos y políticos que vayan más allá de la coyuntura, alcanzar el bienestar general.

Las coaliciones en este sentido, deben permitir crear gobierno mediante negociaciones en las cuales se unen en un proyecto político y los cargos en la administración solo sean un componente de criterio confiable. Sin embargo, la garantía de cumplimiento de los objetivos planteados no puede descansar en estos cargos, que se vuelven cuotas de poder y que en caso de no satisfacer las expectativas de los partidos políticos y grupos diversos, en cualquier momento se puede romper la alianza y generar una crisis de gobierno que lo haga caer.

En los sistemas presidencialistas con periodos fijos de gobierno, como México, las alianzas y coaliciones son más frágiles y riesgosas, aún más cuando los partidos que la conforman no son afines.

La transición en Oaxaca se encuentra en grave riesgo, se quedó empantanada en el proceso electoral y la gloria del triunfo. El éxtasis de algunos personajes que permanecen aun en el letargo de la embriaguez y el embrujo del poder adquirido, opacan el camino que no pueden recorrer; se detuvieron en la primera fase: la coalición electoral. En los dos estadios más importantes –el ejecutivo y el legislativo- no se consolida la coalición hacia una verdadera transición democrática. Ese debería ser el eje sobre el cual se funden las alianzas políticas. El triunfo electoral sólo es coyuntural.

Si se pierde este objetivo –la transición democrática- se genera la percepción de que los partidos coaligados únicamente buscan el poder por el poder mismo, con un sentido patrimonialista de los cargos en beneficio propio, generado desaliento y decepción.

La incompatibilidad de intereses entre los propios partidos políticos aliancistas, entre el gobierno y algunas fuerzas sociales de gran poder factico (caso sección 22 del SENTE), desestiman la participación directa de la sociedad en el gobierno, porque encuentran que su poder y ámbito de decisión está acotado por un discurso diferente o contrario a los acuerdos a que hubieren llegado antes. De ser aliados electorales, pasan a ser antagónicos, conflictuando la gobernabilidad aún más por su capacidad de presión y movilización, que incluso se alimenta desde algunos de los grupos políticos que inciden en el gobierno de coalición, ya sea por convicción o por intereses específicos en la búsqueda de ampliar sus espacios de poder.

El gobierno de la paz y el progreso que encabeza Gabino Cué ha formado en tan sólo seis meses una nueva red de poder burocrático, que podríamos denominar stratum político, sin coherencia estructural, absolutamente disfuncional, contradictoria en el contexto territorial y temporal, al que no le interesa considerar la opinión de quien piensa diferente, pues están seguros de reunir al interior todas las expresiones de la pluralidad democrática, en un proceso paradójico que permite la cercanía con los sectores económicamente dominantes y, a la vez, argumentar retóricamente la inserción de las clases populares en las entrañas del gobierno.

De alguna manera, los procesos de plebeyización y profesionalización de los políticos se ve plasmado en los nombramientos de funcionarios y funcionarias, que por un lado, se dice provienen de los estratos socioeconómicos más desprotegidos (siempre aludiendo a Benito Juárez) y, por otro lado, se les exige grado académico, como demostración de estatus elitista.

La coalición electoral por la paz y el progreso, logró acceder a los poderes del gobierno gracias al voto de castigo, resultado del hastío, del miedo y la indignación del pueblo oaxaqueño frente a la camarilla priista que lo mantuvo sometido y violentado por decenas de años. Fue la opción que despertó la quimera de un cambio con rumbo, hacia la oportunidad de transición consistente y verdadera.

El gobierno democrático de Cué ha resultado una farsa, producto de malos acuerdos y poco compromiso; Oaxaca no va esperar veintitantos años sin ver resultados, se percibe la ofuscación y la desesperanza; el actual gobierno es responsable de sus acciones y omisiones. Hay inconformidades que se transforman en resistencia, los agravios se suman y se tornan en movimientos que a la larga no se detienen; volteemos al continente vecino, Gabino Cué echa las barbas a remojar.

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