martes, 14 de julio de 2015

La paridad es paridad


La paridad es paridad
* Dos más dos es igual a cuatro

Soledad JARQUIN EDGAR
Si sumamos dos más dos por supuesto que el resultado es cuatro. Pero si usted suma dos más dos y obtiene tres, pero usted ve cuatro, tendré que imaginar que algo está mal. Sospecharé insistentemente en que tiene serios problemas de comprensión. Me inconformaré. Perderé la cordura ante la evidencia científica de que las matemáticas son exactas hasta el infinito.
Lo mismo pasa con la paridad. Pero, ¿qué es la paridad? ¿La entiende? ¿La entendemos? O la interpretamos y obtenemos de ella el resultado que nos de la gana. Como sumar dos más dos y obtener tres.
La jurisprudencia 7/2015 refiere:
Paridad de Género. Dimensiones de su contenido en el orden municipal.-La interpretación sistemática y funcional del derecho a la participación política en condiciones de igualdad, a la luz de la orientación trazada por los artículos 1, 2, 4, 41, base I, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el contexto de los artículos 2, 3, 25, 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 1, 23, 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 1, 2, 3 y 7 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; I, II y III, de la Convención de los Derechos Políticos de la Mujer; 4, inciso j); y 5 de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer; permite afirmar que los partidos y las autoridades electorales deben garantizar la paridad de género en la postulación de candidaturas municipales desde una doble dimensión. Por una parte, deben asegurar la paridad vertical, para lo cual están llamados a postular candidatos de un mismo ayuntamiento para presidente, regidores y síndicos municipales en igual proporción de género; y por otra, desde de un enfoque horizontal deben asegurar la paridad en el registro de esas candidaturas, entre los diferentes ayuntamientos que forman parte de un determinado Estado. A través de esa perspectiva dual, se alcanza un efecto útil y material del principio de paridad de género, lo que posibilita velar de manera efectiva e integral por el cumplimiento de las obligaciones de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de las mujeres.
Entonces ¿por qué las legisladoras y legisladores oaxaqueños siguen sumando dos más dos y siguen obteniendo tres como resultado final?
¿Por qué suponen, los y las diputadas, notables funcionarias, “las y los expertos”, sesudos académicos y académicas, las organizaciones –desde ambientalistas hasta católicas- que la paridad debe ser negada en aquellos municipios que se rigen bajo los sistemas normativos internos? Que ahí la cosa es calmada, dicen. Que no se les imponga, apuntan.
Palabras de peso que se venden al mejor postor, que declaran, que hacen tremendos análisis, se deslizan con recursos públicos para mover a las masas y que llegan a la conclusión brillante de que dos más dos suman tres al aprobar, al autorizar, al avalar, al consentir y por supuesto al aplaudir la reforma al Artículo 113, la reforma del pasado 30 de junio, la que provocó eso que llamaron desbordado griterio de feministas.
La suma:
(2) “Cada Municipio será gobernado por un Ayuntamiento de elección popular directa, integrado por una Presidencia Municipal y el número de Regidurías y Sindicaturas que la ley determine, se garantizaran la paridad y alternancia de género en el registro de las planillas para hacer efectivo el principio constitucional de paridad de género”.
(+)
(2) “En los municipios indígenas, además de lo establecido en los incisos anteriores, se requerirá haber cumplido con las obligaciones comunitarias establecidas en sus sistemas normativos.
“Las ciudadanas y ciudadanos comprendidos en los supuestos de los incisos d) y e), podrán ser miembros del ayuntamiento, siempre y cuando se separen del servicio activo o de sus cargos, con setenta días naturales de anticipación a la fecha de la elección”.
(=) ¿Es paridad cuando suman 3 y no 4?
No, no es paridad dejar fuera a las ciudadanas que viven en 417 municipios que se rigen por sistemas normativos internos y que parece una condición normal para quienes tienen claro que las mujeres de esos municipios son ciudadanas que no merecen gobernar o para que nos quede claro son menos ciudadanas.
Mujeres a las que el cuidado de la familia, las tareas comunitarias “domésticas” en las fiestas patronales, el barrido de calles como indican algunos programas, la asistencia a juntas escolares, a pláticas médicas, al tequio elaborando la comida, no suman puntos en ese escalafón de servicios o cargos que plantea la norma. Esto resultado de eso que los estudios de género y el feminismo han conceptualizado como el origen de la desigualdad: la construcción de una sociedad que asigna y “obliga” a las mujeres a ser responsables de las tareas privadas, las de la casa, lo doméstico, el cuidado; en tanto a los hombres les asignó lo público, el poder.
No es paridad la reforma al 113, aunque la titular del IMO, crea que esta reforma es “perfectible”, ¿cuándo? ¿eso sí quien sabe? o que de acuerdo a sus declaraciones podamos presumir que poco o nada importa si las mujeres votan o no, porque está conforme al asegurar que la mayoría de la población se concentra en los otros municipios, es decir, en los 153 municipios donde la “democracia” es partidista. Mal de muchas consuelo de tonta.
En fin, quien sabe restar estará totalmente de acuerdo en que dos menos dos nos da como resultado cero y que si sumas dos más dos tendremos cuatro. Pero esta lógica matemática no se puede entender entre quienes pretenden hacer creer, mediante un despliegue mediático y seguramente dinero público, que hay paridad cuando no la hay y no la hay porque se excluye reglamentariamente a las mujeres que habitan en 417 municipios de la entidad.
Mujeres en su mayoría indígenas, a las que –ni duda hay- este patriarcado en cuerpo de mujeres y de hombres considera como ciudadanas de segunda, porque al final de lo que trata es de seguir tutelando la vida de las otras, las menores, las que se rinden  a la emoción y no racionalizan el pensamiento, las que por ser mujeres no pueden tomar decisiones, porque eso es en el fondo lo que piensan quienes plantean  insistentemente “que la participación política de las mujeres tiene que ser un proceso que evite vulnerar los derechos las mismas, sin que se les impongan cargos en ausencia de su consentimiento”.
Sí, es el caso de Alejandra García Morlan, diputada del PAN, quien convencida reitera en una publicación que “Para ser parte del Cabildo primero se debe cumplir una serie de requisitos, participar en el sistema de cargos y servicios es el primer escalafón. Y es precisamente aquí donde estos pueblos están logrando ya una mayor apertura y las mujeres están participando a solicitud de las propias comunidades. No como resultado de una imposición, sino como resultado de un gradual cambio de cultura”.
A qué se refiere la diputada García Morlan cuando dice que “hay mayor apertura”, porque en Oaxaca, como en el resto del país, los gobiernos municipales han tenido un real pero lento, muy lento crecimiento, y se ha comprobado que las presidentas municipales, las síndicas y regidoras sufren toda clase de actos violentos.
Para contrarrestar la opinión de las integrantes del Pacto de Mujeres por la Paridad rumbo al 2016, se armó una especie de campaña mediática con la opinión de algunas organizaciones despistadas, de pocas mujeres y sí muchos patriarcas, utilizando gran parte del texto que la diputada local publicó el pasado domingo y claro son publicaciones que se pagan con dinero público.
No tengo duda y estoy convencida que las mujeres participarán en la vida política de sus comunidades no como imposición, sino por gusto, por deseo, por gozar de su derecho, por ser ciudadanas, de la misma forma en que seguramente lo hace García Morlan, quien se benefició de las luchas feministas y se impuso gracias a los logros del feminismo para ser diputada. ¿Entonces las otras por qué no? Hay quienes piensan que la puerta grande de las libertades no es para todas las mujeres, menos para las indígenas, como lo deja patente la diputada panista.
No hay más ciega que la que no quiera ver. Porque la paridad sin paridad no es paridad.



Rebeca Garza: Largo tránsito hacia la aceptación personal, social y política



·      Discriminación, marginación y segregación algunos de los muchos riesgos en su vida

Luisa Rebeca Garza López es simplemente mujer, pero es una mujer que ha luchado para ser reconocida social y legalmente como tal. Nació niño pero desde siempre supo que era una niña, si jugaba con sus hermanos (todos varones) ella quería ser la mamá. Más tarde recibió recomendaciones sobre su forma de hablar y expresarse y ella no entendía por qué ni supo nunca como cambiar. Era ella y punto.
Si la homosexualidad estuvo patologizada hasta el 2009, la identidad trans sigue clasificada como una enfermedad mental. Eso ha provocado que el proceso legal de rectificación sexo-genérica sea un tortuoso camino, que en algunos casos puede llevar años, en otros meses e increíblemente semanas, pero nunca nada es de un día para otro.
Rebeca Garza da su propia definición y dice que las personas trans son aquellas cuya identidad de género no esta alineada a su identidad socialmente asignada. Trans, añade, etimológicamente significa del otro lado, del otro lado de tu género socialmente asignado.
Las otras y los otros se consideran “normales”, pero apunta que cuando alguien nombra la diferencia generalmente es para generar una superioridad con respecto de un grupo. De ahí que “las otras personas”, llamadas cisgénero o cisexuales,  consideren que ser diferentes es estar enfermo o ser inferior, porque el sistema cultural producto de un sistema patriarcal ubica a reconoce solamente entre hombre o mujer y no da cabida a nada más, un sistema binario muy criticado.
La transexualidad es no sólo un asunto de identidad sexual, también es una identidad política. Tenemos la certeza de ser hombres o mujeres porque así nos percibimos y como cada grupo de personas tenemos necesidades específicas como grupo como las tienen las campesinas, las indígenas…y también compartimos coincidencias entre todas porque somos mujeres, no pertenecemos a otro grupo.
Rebeca Garza confía en que la integración de las mujeres trans como grupo de mujeres sea menos difícil en el futuro ya que habrá una nueva generación que van a crecer con mujeres y hombres trans desde la infancia, como sucede ahora con los gays y lesbianas. Es generacional, apunta y pone como ejemplo el hijo trans de los afamados actores Angelina Jolie y Brad Pitt.
Aunque para muchas mujeres, Garza ha “gozado de los privilegios del patriarcado por haber nacido hombre”, lo cierto es que no ha sido así, señala quien a lo largo de la entrevista muestras los diversos momentos y situaciones de discriminación, marginación, hostigamiento y rechazo que ha sufrido por sentirse diferente, por ser reconocida social y legalmente como una mujer más.
Su padre, médico de profesión, supo que algo hacía diferente a su hijo. Entonces le contó la forma en que son discriminados los gays, porque asumía que su hijo era gay. No tenía ni 10 años cuando encontró en un libro de endocrinología la palabra transexualidad y al leer la breve descripción supo que era la suya. Entendió por qué sus referentes eran figuras femeninas, como Sor Juana Inés de la Cruz o Alfonsina Storni, dice Garza quien transitó a lo largo de su vida entre personalidades de apariencia gay, andróginas y trans.
Recuerda divertida que alguna vez, en un momento de su proceso de transición, las personas pensaron que ella era mujer y que pretendía ser hombre. Lo que sí tuvo claro un día era que no quería borrar su historia ni a la persona que fue antes de asumirse legal y socialmente como Rebeca, nombre que obtuvo de un maestro que la nombró como tal en honor a una de las hijas de Rita Hayworht. Esa, dice, es la verdadera transición, mas allá de las hormonas y cirugías, lo más importante es la autoaceptación y el reconocimiento.
Fue a los 26 años cuando conoció la página web mexicana denominada Disforia de Género, término con el que se patologiza la identidad trans, así conoció la historia de otras mujeres y hombres trans que ya habían demandado al Registro Civil para rectificar sus actas de nacimiento, lo cual implicaba términos costosos y la gran mayoría humillantes por parte de jueces y juezas. Semanas más tarde, conoció al psicoterapeuta sexual David Barrios quien le daría acompañamiento a su proceso de transición.
Lograr el cambio de nombre y sexo en su acta de nacimiento requería de un perito que determinara que la persona tenía disforia de género, en otros países todavía se solicita y en algunos estados de México es un trámite imposible, es decir, se considera que si pides una reasignación sexo es necesario que un “experto diga que estás loquita y como no le podemos arreglar el cerebro, aceptamos que se modifique el cuerpo”.
Hoy, todavía es más común obtener estrógenos que andrógenos en una farmacia, lo cual, apunta está directamente relacionado con lo que la teórica feminista Beatriz Preciado llama el biopoder, el establecimiento de barreras o guardias que impiden el acceso a las terapias de reemplazo hormonal, a las cirugías, pero también que pretenden el control de las mujeres desde sus cuerpos.
Su habitación propia, como sostiene Virginia Woolf, la tuvo cuando entró a trabajar al IFE, lo cual logró mediante un concurso donde ni siquiera la habían visto lo cual le evitó ser discriminada de nueva cuenta al momento de pedir trabajo como ya le había sucedido antes. Además fue ese el escenario de su transición, cuenta como un Consejero Electoral la identificó como mujer siquiera necesidad de mayores explicaciones pero sí hubo necesidad de establecer dentro de la institución un protocolo de transición que se aprobó en 2010, sin duda, apunta que el IFE abrió brecha, porque hay trámites que se deben hacer desde las instituciones sin que tengan que pasar por las legislaturas, pero eso implicaría derrumbar miedos, temores y pisar callos. Lo cierto es que hay una inclusión y la gente entiende.
El cambio físico en su vida insiste es parte de la transición pero lo mas importante es asumir la nueva identidad, no es como lo asume la gente, “ya eres mujer u hombre porque ya te operaste”, pero hay quienes dicen que aunque te operes tus cromosomas son XX o XY, pero lo que no sabe la mayoría de la gente es que hay otras variantes genéticas y muchas podrían llevarse sorpresas si se hicieran estudios sobre sus cromosomas, dice Rebeca Garza. La razón de todo esto es porque determinamos a las mujeres y a los hombres  por sus características físicas, su expresión sexo-genérica y roles que desempeñan en la sociedad, nunca estamos verificando las entre piernas o los cromosomas para hacer estas identificaciones.
“Ese afán chingativo se llama cisexismo” y puede ir desde expresiones como las antes descritas o hasta prohibirte entrar al baño de mujeres o de hombres, según el caso; el cisexismo llega a ser tan grave como el hecho de castigar a una mujer trans recluyéndola en una cárcel de varones y también existen casos de transfeminicidio, cuyos asesinatos suelen ser mucho más violentos y que por lo general se clasifican como crímenes pasionales y no forman parte de alguna estadística sumando a esto la violencia de invisibilización.
En suma, apunta, aquí es donde entran las coincidencias con el feminismo, porque sufrimos la misógina, el cisexismo que equivale al sexismo pero de una forma que se considera falsa o artificial la identidad trans, la mal-generización que es decir “el transexual” a una mujer transexual por ejemplo, la hipersexualidad, la objetivación. Recuerda a otra teórica, Julia Serano, quien plantea que la identidad trans “pareciera que les da derecho a hablar de nuestros genitales”, un tema que se les pregunta a otras personas. Un ejemplo, apunta es cuando les hacen entrevistas y las tomas de video o las fotografías “fundamentales” se realizan cuando se maquillan, voluntaria o involuntariamente lo que quieren mostrar es “cómo tu género es artificial y te construyes a partir del maquillaje, la ropa…”.
El feminismo en su vida ha tenido mucho significado porque apunta que es gracias a esta postura política que se han abierto espacios que les permiten insertarse y generar políticas públicas que les garanticen las mismas oportunidades, como el reconocimiento a la identidad.
El tortuoso camino de los documentos
Luego de que Rebeca Garza obtuvo una sentencia judicial a su favor (expediente 677/11) en el juicio especial de levantamiento de acta por reasignación para la concordancia, sexo-genérica, es decir, que el Estado mexicano la reconocía como mujer de nombre Luisa Rebeca Garza López, inició el tortuoso camino de rectificación de sus documentos al enfrentarse a lo que ella considera eran verdaderos guardianes del patriarcado.
No tuvo mayor problema para la actualización de datos de la Cédula Única de Población ni tampoco con el Registro Federal de Contribuyentes, porque claro paga impuestos, porque la sentencia ordenaba la rectificación tanto del acta de nacimiento como estos dos documentos y los subsecuentes. Incluso su tarjeta de crédito también fue cambiada sin perder su historial crediticio, lo cual ocurrió en tres meses.
Sin embargo, su acta de nacimiento correcta la obtuvo dos años después, puesto que la primera versión no estaba bien ejecutada, y tras una larga aventura en su natal Veracruz, cuando ella residía en Mexicali, Baja California. La sentencia señalaba que la nueva acta debía ser sin anotación al margen y con un nuevo folio. Pero el Registro Civil de Veracruz no lo hizo de esa manera. Ella pensó que no habría problema.
Cuando trató de obtener la renovación del pasaporte con su nueva identidad sexogenérica se enfrentó a “un aparato burocrático cuadrado en la Secretaría de Relaciones Exteriores”. El titular de la delegación de Mexicali tenía como adorno en su oficina una enorme Virgen de Guadalupe y muy poca disposición. Por supuesto le dijeron que no se podía porque tenía anotación al margen y no tenía un nuevo folio.
 Rebeca puso una queja ante la Comisión de Derechos Humanos de Baja California, quienes año y medio después le avisaron que la Secretaría de Relaciones Exteriores tenía razón, sin considerar que en ese periodo estuvo imposibilitada de salir del país, negándole su derecho al tránsito. Pero  le enviaron el expediente a la Contraloría veracruzana que en diciembre de 2013 le respondía vía telefónica que le darían seguimiento a su caso. Una sorpresa, dice Rebeca a quien le empezaba a cansar el papeleo y la insensibilidad del funcionariado.
La Contraloría ordenó al Registro Civil acatar la sentencia tal y cómo debía ser sino la jueza sería sancionada, en poco tiempo Luisa Rebeca tenía tras dos años su acta de nacimiento en las manos, enviada por el propio aparato gubernamental veracruzano.
Para enero de 2014, ya residía en Oaxaca, por lo que tramitó su pasaporte en las oficinas de la SRE con su nueva acta. Sin embargo, aunque esperaba que se la otorgaran como al resto de las personas el mismo día, su pasaporte fue entregado cuatro meses después, se trata –explica- de la criminalización de la identidad, pues consideraban necesario analizar mi trámite a pesar de llevar todos los documentos que se le habían originalmente solicitado.
Su acta llegó en enero de 2014 y finalmente el pasaporte lo tramitó en Oaxaca y la respuesta no fue la misma que al resto de la gente, que logra su pasaporte el mismo día que lo solicita.
El pasaporte de Luisa Rebeca fue entregado cuatro meses después. Sin duda, explica es una forma de criminalizar a quienes viven una  su reasignación sexo-genérica, “me dijeron que tenían que analizarlo porque si no después cualquiera que quisiera huir de la justicia se cambiaría de sexo, como si eso fuera pintarme el pelo”.
Finalmente, desde hace año y medio empezó uno de los trámites más importantes, el cambio de nombre y sexo en su título profesional como licenciada en Administración por la Universidad Nacional Autónoma de Nuevo León. Ella se convertiría en la segunda persona en logarlo en el país, aparentemente.
Debo ser paciente, aunque a veces pienso en lo tortuoso que ha sido todo esto, apunta la entrevistada, quien sostiene que su mayor anhelo es lograr el cambio de sus documentos para demostrar que sí es posible así como sensibilizar a las autoridades.
La reasignación sexo-género de Luisa Rebeca Garza López es sin duda un largo proceso que inició por su aceptación, que enfrentó la empatía humana, pero sufrió en carne propia la segregación, las sanciones sociales, el chiste fácil, la burla, el que se hable a sus espaldas, las calificaciones malgenéricas, la invisibilización y todo cuanto en México todavía representa ser diferente.



El junio de las 1,100 mujeres víctimas de feminicidio en Oaxaca


Nallely Tello*
Suele ser frívola pero necesaria la tarea de contabilizar, de revisar todos los días los periódicos y enfrentarnos con una de las muchas realidades que nos hiere como sociedad: el feminicidio.
Más allá de las cifras que, organizaciones como Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad Oaxaca AC tienen documentadas: 39 feminicidios de enero a junio de 2015, 390 en lo que va del gobierno de Gabino Cué, 1,100 mujeres asesinadas durante los sexenios de José Murat, Ulises Ruiz y Gabino Cué, vale la pena preguntarse qué se expresa a través de ellas.
Evidentemente se trasluce el menosprecio a la vida de las mujeres, que se conjuga con otra serie de delitos y circunstancias. Por ejemplo, si se considera que, según datos del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, OCNF (2014), el 50 por ciento de los asesinatos de mujeres cometidos en Oaxaca son con arma de fuego, deberíamos preguntarnos por qué existe un alto porcentaje de posesión ilegal de estas armas en nuestro estado.
Si se parte de que existe un incremento en el número de feminicidios en Oaxaca -durante el gobierno de Ulises Ruiz se cometieron 283 mientras que aun faltando año y medio para concluir el gobierno de Cué van 390-, se evidencia que no basta la voluntad política o la creación de leyes para frenar este fenómeno pues, vale la pena recordar que el tipo penal de feminicidio entró en vigor en este último sexenio y que no ha contenido ni el asesinato de las mujeres ni ha garantizado justicia.
Rita Segato, estudiosa de este tema, señala en su libro Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres (2014) que en contextos en los que hay una violencia creciente, los feminicidios no son daños colaterales si no el mensaje de poder que entre grupos del crimen organizado se envían a través de la crueldad inscrita en el cuerpo de las mujeres. Es necesario apuntar que aun en el marco de la violencia que hoy vivimos en México, los feminicidios no son monocausales, por ejemplo, en Oaxaca el 46.4% de las asesinadas son amas de casa de acuerdo con el OCNF.
En Las estructuras elementales de la violencia (2003), Segato señala que las leyes no cambian de facto los afectos y las formas de relación y que no obstante son necesarias para nombrar lo deseable. Al respecto, creo que también habría que reflexionar y diferenciar entre “lo ideal y lo real”.
A todas luces se ha hecho evidente la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad de la población, y ello es más claro en el caso de las mujeres. Por lo tanto, no es de sorprender que por más que salgan notas en la prensa exigiendo que responda y señalando la necesidad de que dicte justicia, esto no se verá pronto –si es que algún día pasa- pues no por nada el 98 por ciento de los delitos en este país permanecen en la impunidad.
Sin embargo, éstos –por sus características- no deberían ser los tiempos de la descalificación. Para quienes quieran seguir exigiéndole al Estado su efectividad en la impartición de justicia, en la creación de leyes, etc., el camino aun es largo como lo es para quienes prefieren motivar la autodefensa como forma de resistir y defender la vida. Recordemos que si algo salvó a Yakiri de su agresor fue justamente defenderse a sí misma y si algo la sacó de la cárcel posteriormente fue la solidaridad y la indignación que su caso generó en la opinión pública.
Se dice que somos una sociedad adormecida, que ve pasar los hechos violentos, las muertes de las mujeres, sin tener la suficiente fuerza para levantarse de su sopor y organizarse. Cuando el Estado no puede garantizar el derecho a la vida y a la justicia -por citar algunos-, voltear a mirar nuestras formas de organización, dignificarnos como interlocutoras desde la posición política que tengamos, se vuelve primordial pues gran parte de la labor de prevención y de defensa de la vida, tendrá que estar a cargo de las mujeres y hombres solidarios de a pie. Ante la crisis del “Estado de Derecho”, que el conjunto de movimientos sociales hacen tambalear, las feministas no deberíamos olvidar que el Estado es patriarcal y el Derecho, coercitivo y que, por lo tanto, no deberíamos perder nuestra capacidad de soñar más allá de la legislación. 
La solidaridad no es tampoco univoca, gracias a eso expresiones de indignación ante los feminicidios, no dejan de aparecer: marchas, conferencias de prensa, stenciles, carteles, perfomances, etc., que generalmente vienen luego de la muerte de otra mujer, si bien evidencian la impunidad, misoginia, machismo, etc., que permean en los feminicidios, deben ser acompañadas de otras acciones que no solo pertenezcan a la reacción sino que fortalezcan la construcción de nuevas formas de relación, de nuevas maneras de manejar las emociones, de abatir la pobreza, de combatir la impunidad, etc., es decir, de atacar las causas y no sólo los efectos de los asesinatos de las mujeres. Estas tareas por supuesto no les corresponden a ningún sector específico sino son parte de una construcción colectiva y social que pasa por la revalorización de la vida misma.
Si el todo es la suma de sus partes y en cada parte se encuentra el todo, entonces el asesinato de una mujer es por sí solo una tragedia.
Es junio, el junio de las 1,100 mujeres asesinadas a lo largo de tres sexenios en Oaxaca, es el junio que se expresa en la mirada de cada uno los familiares y amigos de las víctimas de feminicidio. Es junio y la tragedia no tiene fin.
*Integrante de Consorcio-Oaxaca.

¿Yo feminista? Ana Raquel Chávez Solano



El feminismo un acto de libertad
*Me siento orgullosa de esa mujeres que trasgredieron las reglas

Soledad JARQUÍN EDGAR
Ana Raquel Chávez Solano tiene apenas poco más de treinta años de edad, la mitad de los cuales ha pasado como una feminista por convicción y acción, lectora del pensamiento-teórico feminista y creyente de la libertad que encuentra a través del feminismo, porque el feminismo es un acto de libertad.
Pero sobre todo “Raquelita”, como la llaman entre las feministas, tuvo un ejemplo fundamental en su madre Ana María Chávez Solano, luchadora incansable por sus derechos y los derechos de las otras mujeres, imágenes que hoy se siguen repitiendo en su memoria y son, ni duda hay, piedra angular de su formación humana.
En la cadena de sucesos reivindica la tarea de su abuela y de su madre, de sus primas y tías. Pero también la de su padre adoptivo y su abuelo, un maestro rural que tenía claro que las mujeres, todas las mujeres debían ir a la escuela, prepararse, “que las niñas no tendrían por qué vivírsela en la cocina o en los quehaceres de la casa, él decía que las niñas deberían jugar, estudiar, vivir de otra manera”.  Por eso, esta niña preguntona que continuamente metía en callejones sin salida a su madre, aprendió sobre todo con el ejemplo de quienes la educaron, aunque no abrazó el ejemplo de su abuela conservadora y católica, subordinada a la vida, como la gran mayoría de las mujeres de esa generación.
“¡Hola a todos y a todas! Es el grito con el que Raquel Chávez abrazó la vida o al menos así lo imagina, porque si algo tiene esta joven es una sonrisa para cada instante de la vida y pronto se convirtió “en el sabor del caldo de la familia”.
Una de las sensaciones que le quedaron claras desde la infancia fue el hecho de que para las niñas había límites y hasta condicionamientos para relacionarse con los niños, lo que no tenía en su ambiente familiar “yo tenía total libertad de elegir cómo vestir, podía jugar con muñecas, que generalmente terminaban en una caja de cartón, para sacar las pelotas, canicas, cuerdas, dinosaurios, subirme a los árboles, a las argollas que estaban en el parque del Paseo Juárez El llano”.
Su mamá empezó un largo trámite que duró ocho años para obtener una vivienda de interés social, para ello tenían que acudir cada semana a las sesiones de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado; luego tocaron puertas “y ventanas” para lograr la tan preciada vivienda, incluso una mañana su mamá le anunció que por la tarde irían a ver al gobernador. La niña preguntó ¿para qué vamos a ver al gobernador?, ¿si nos va a atender?. La respuesta fue: “no lo sé, pero estaremos ahí las veces que sean necesarias hasta que lo logremos”, le advirtió su mamá.
Así fue, pasaron muchas tardes hasta que en una de tantas prácticamente interceptaron al gobernador (Heladio Ramírez López), le entregó un oficio y éste ordenó a su secretario particular que atendiera la solicitud de crédito de vivienda de acuerdo al salario. Así se abría una ventana de esperanza para esta familia compuesta por tres mujeres: la abuela, la madre y la hija, que pronto volvieron a la nada cuando en los días siguientes el hombre de confianza del gobernador fallecía en un accidente aéreo. 
Ocho años después de haber iniciado el trámite finalmente su madre obtuvo una vivienda. De esa lección Raquel Chávez aprendió que existía una zanja de desigualdad.
Raquel estudió la primaria es una escuela cercana al trabajo de su mamá. Solo que con el inconveniente de que las aulas eran de lámina y carrizo y no, dice, no estaba en una comunidad lejana a la capital oaxaqueña sino en una agencia del municipio de Oaxaca.
Cerca de la escuela había una barranca de donde salían culebras y cuando iba en sexto grado supo del caso de una chica que fue arrojada en ese lugar, su cuerpo desnudo mostraba señas de haber sufrido violencia sexual. Ese hecho la llenó de miedo y al mismo tiempo se preguntó ¿Por qué la gente no hacía algo al respecto? Y solo recibieron recomendaciones para cuidarse al salir de la escuela.
En esa escuela, vio a su mamá trabajar como parte de un comité constituido por una numerosa mayoría de mujeres, quienes se dieron a la tarea de investigar un fraude cometido contra la escuela y recuperar materiales de construcción y dinero para la edificación de las aulas.
En esa escuela, dice Raquel Chávez Solano, vio y vivió de manera cotidiana las profundas desigualdades sociales en que vivimos, por un lado, mi madre contaba con un trabajo que le permitía darme la continuidad de mis estudios, tenía lo necesario para vivir. Por otro lado, en las familias de otras niñas y niños estaba presente la desnutrición, pero ausentes los servicios de salud y, sobre todo, muy lejos la posibilidad de continuar con sus estudios.
El cambio a la secundaria fue radical. Era una escuela en forma, cuyos alumnos y alumnas tenían madres y padres profesionistas, pero la desigualdad de género y origen estaban presentes, incluso un profesor “se ensañaba con las hijas de madres solteras, haciéndoles reportes de mala conducta y otras acciones que obligaron que mi papá adoptivo lo enfrentara y le advirtiera que no le iba a permitir más desplantes discriminatorios.
En esa época, siendo adolescente, Raquel se cuestionó y preguntó a otras mujeres por qué era necesaria la presencia masculina cerca de ella para que los otros la respetaran.
El feminismo como movimiento histórico
En el bachillerato, antes de cumplir los 15 años, se enteró del feminismo como movimiento histórico, pero fue hasta la licenciatura en Sociología que el feminismo “entró en mi vida con más fuerza, conocí más textos feministas, encontré respuestas, me sentí identificada con lo que estaba leyendo, quise conocer más acerca de estas mujeres que nos antecedieron.
Ahí encontró sus primeras lecturas y supo quienes fueron: Olimpia de Gouges, Simone de Beauvoir, Carmen Serdán y Marcela Lagarde, más tarde tuve oportunidad de escuchar a Marta Lamas. Mujeres que habían labrado el camino para que las nuevas generaciones nos reconociéramos como sujetas de derecho, para gozar de nuestros cuerpos, de nuestra libertades, que podría ser doloroso  pero que si no lo intentamos no avanzamos en la construcción de condiciones de igualdad entre nosotras y con los otros.
“Sin el feminismo, no podría haber entendido el origen de las relaciones de poder desiguales en todos los  ámbitos de nuestras vidas. Saber que la historia, la vida de las mujeres se ha construido desde este sistema patriarcal que ha costado la vida de muchas de ellas, como la vida de la chica que fue encontrada en la barranca cercana a la escuela”.
“Soy una feminista que mantiene la sonrisa sincera aun en momentos difíciles a nivel personal, profesional y de acompañamiento, llora, siente y comparte la alegría y dolor de sus compañeras y compañeros, que aún confía en las causas  libertarias. Decidí serlo, porque no habría encontrado otra manera de ver el mundo que me hiciera sentirme libre de decidir”.
La egresada de la UABJO apunta que se siente orgullosa de esas mujeres que transgredieron las reglas de subordinación familiar. Ahora acompaño en su caminar en nuevos retos a las mujeres de mi familia.
Y es que desde muy joven, con 15 años de edad fue invitada a un taller de Prevención y Sensibilización del VIH/SIDA impartido por el equipo de COESIDA Oaxaca, ahí conoció a un grupo de jóvenes de diferentes edades y perfiles. 
Ellas y ellos formaron un grupo de jóvenes, que colaboraban de forma voluntaria par la Casa de la Mujer Rosario Castellanos, y la invitaron a emprender esa tarea de dar información en temas relacionados a la sexualidad, prevención del VIH/SIDA y la de la violencia en el noviazgo. “Mi familia pensaban que esto iba a ser algo temporal”, apunta con aire socarrón.
El grupo se llamó Conciencia Juvenil, el primero en Oaxaca formado por jóvenes y para jóvenes, grupo que incluso ganó un Premio Nacional de Juventud, bajo la asesoría de la psicóloga  Beatriz Casas.
Después de cinco años de trabajo el grupo se disolvió. Hubo entonces un sentimiento de dolor porque los amigos y amigas habían decidido emprender nuevos proyectos por separado, pero esta nueva organización le permitió conocer a otras mujeres como  Edita Alavés Ruiz, Zoila Ríos Coca y Angélica Ayala Ortiz.
Raquel “emigró” al grupo de Católicas por el Derecho a Decidir que conformaron la Red Nacional Católica de Jóvenes por el Derecho a Decidir, participó en diversos encuentros nacionales y, casualmente, la agenda estaba basada en los Derechos Sexuales y Reproductivos y el Derecho a Decidir de las mujeres, desde una visión católica progresista y los derechos Humanos. En esta red recibió una continua capacitación en teología de la liberación, derechos sexuales y reproductivos y su marco normativo, medios de comunicación, advocaci, entre otros, además de emprender campañas, foros, talleres, vídeos debates en escuelas públicas de nivel medio superior y superior, y acompañamos a mujeres que han vivido algún tipo de violencia.
Al principio la Red en Oaxaca solo estaba conformada por tres jóvenes, con el tiempo se sumaron más, pero entonces no importó si eran pocas o muchas pues estaban convencidas de su trabajo. Una de sus acciones fue unirse a otras feministas para protestar por el caso de María en la Cámara de Diputados, entonces ubicada frente al Llano. Ese fue un momento clave, porque la Red se convirtió en un referente clave frente a la opinión publica en los casos de violencia sexual y embarazo por violación, como era el caso de María que demandaba su derecho a la interrupción legal del embarazo y también cuando en el proceso comicial de 2004 llevaron la agenda de las mujeres a cada uno de los candidatos al gobierno de Oaxaca.
Raquel Chávez Solano y otras integrantes de la Red se convirtieron en los rostros jóvenes del movimiento feminista en Oaxaca al finalizar el siglo XX, condición que la llevó a reflexionar sobre el trabajo que durante años habían hecho las otras mujeres, sus antecesoras.
Por supuesto, en 2006 el año en que “Oaxaca vivió esa histórica convulsión social, decidí dejar la red, para crecer en otros sentidos, apoyar otras tareas. Así fue como me integré a la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos, durante tres años. Fue una experiencia intensa a nivel personal y como activista”.  
La figura menuda de Raquel Chávez Solano se impuso con el tiempo, cuando se convirtió en maestras de Sociología de la Salud, en la escuela de Enfermería y Obstetricia de la UABJO, donde posicionó temas como derechos de las mujeres y la salud como un derecho humano, en colaboración con algunas amigas impartió talleres de identificación y prevención de la violencia sexual y obstétrica.
Más adelante, con otras mujeres, realizó talleres dirigidos a estudiantes de preparatorias de la ciudad de Oaxaca y en algunas comunidades de la Sierra Juárez.

Retos y retrocesos
Hoy, plantea, el panorama es complejo en el avance de las propuestas feministas, por un lado en el Distrito Federal se ha conseguido legislar a favor de la interrupción legal del embarazo (ILE), pero en el resto del país hay graves retrocesos, por ejemplo, en relación a la ILE y otras causales tipificadas en los códigos penales de los estados, ahora las mujeres están siendo criminalizadas por su derecho a decidir respecto a sus vidas.
Por otro lado, apunta que aún no se tienen los resultados que se esperaban para que las mujeres acceden a puestos importantes en la toma de decisiones  en la política estatal, menos en el ámbito legislativo y no se ve claridad alguna en el tema de la paridad en autoridades locales, tal como recientemente sucedió en las reforma al Articulo 113 de la Constitución Política por parte de integrantes de la LXII Legislatura de Oaxaca.
Por otro lado, apunta que en la entidad, no logra ver cambios sustanciales en las propuestas feministas, “desde hace algunos años veo un movimiento desarticulado y poco fortalecido, veo un movimiento aislado, en donde cada quien ha encontrado nuevos lugares para trabajar con otras mujeres, no sabemos que están haciendo las compañeras, como les va, como se sienten”.
Al final, pienso que si es posible construir un nuevo feminismo. Muchas feministas están apostando a la formación e investigación académica, círculos de lectura, otras desde la expresión de las artes, escuelas de formación feminista, otras más desde la reflexión de las mujeres en las comunidades indígenas. Pero lo que es cierto es que “necesitamos aprender realmente a escucharnos, reconocer, respetar las nuevas formas de participación, para fortalecernos, hay  jóvenes que se han formado en el feminismo pero no las vemos, pero es por algo que precisamente  no nos estamos encontrando en el camino, tenemos que abrir el paso a las mujeres que ahora se están sintiendo identificadas con estas luchas, renovar las energías”.
 Y puntualiza que en Oaxaca, al menos, el feminismo tiene que revitalizarse, volverse atractivo, generador de cambio, sino será un movimiento aburrido, cansado.