martes, 19 de octubre de 2010

Sara Brena Torres

Soledad JARQUÍN EDGAR

Este domingo 17 de octubre, las mexicanas conmemoramos el 57 aniversario desde que se aprobó la reforma al artículo 34 de la Carta Magna promulgada por Adolfo Ruiz Cortines, reconociendo la ciudadanía de las mujeres y con ello el derecho al sufragio federal.El recuento no ha sido del todo positivo, las estadísticas no mienten; pero no voy a hablar de eso, así que aprovechando el aniversario 57 de la reforma a la Constitución mexicana recordaré a la primera concejala del Cabildo de Oaxaca de Juárez: Sara Artemisa Brena Torres, quien asumió ese cargo el 1 de enero de 1950, cuando todavía las mexicanas no podían elegir a los gobernantes estatales, federales de los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Esto fue posible gracias a una reforma legislativa del 8 de noviembre de 1948 cuando la XL Legislatura local modificó el Artículo 98 de la Constitución Política estatal, concediendo la participación de las mujeres en las Elecciones de Concejales de los Ayuntamientos en igualdad de condición que los varones por decreto número 82.
Así por primera vez en la historia de la ciudad de Oaxaca, en el proceso electoral del domingo 7 diciembre de 1950, apareció el nombre de Sara Brena Torres como integrante de la planilla del Partido Revolucionario Institucional y fue electa como la primera regidora que tendría el Cabildo de Oaxaca de Juárez para el periodo 1951-1952.
Sara Brena Torres –nació un 20 de octubre de 1913- fue la tercera hija de María de los Ángeles Torres y de Enrique Brena, una familia acomodada procedente de Ejutla de Crespo. Sus dos hermanos mayores fueron Mario y Rodolfo, el segundo llegaría a ser gobernador de Oaxaca en 1962, 12 años después de que Sarita había sido regidora. El resto de la familia estaba compuesta por Margarita, Enrique, María de Lourdes, Julio, Alfredo y Alicia.
Cuando Sarita tenía tres años, su padre había emprendido la defensa de Oaxaca contra los Carrancistas en 1916 para detener el avance de la División Veintiuno, dirigiendo a uno de los grupos de los Cuerudos. Enrique Brena fue diputado de la XXII Legislatura local (1913-1915) y aspiró a ser gobernador de Oaxaca, lo que no consiguió debido a que estalló la rebelión Vigilista. Su abuelo paterno, Pascual Brena había sido jefe político del Distrito de Ejutla. Le apodaban el “manco” Brena luego de que perdiera un brazo cuando junto con Porfirio Díaz combatió a los franceses en1866.
Sin duda, en la casa de la familia Brena las conversaciones giraban en torno a los acontecimientos políticos de la época, primero a través de quienes visitaban a su padre y después por las actividades que como estudiantes realizaban sus hermanos mayores, quienes eran aficionados a la oratoria y aspiraban a formar un partido político estudiantil. Sara fue testiga de aquellas conversaciones, un privilegio si consideramos que entonces las mujeres no opinaban sobre el tema, ella sí.
A Sara Brena Torres se le recuerda todavía como una mujer bella, afable y muy querida entre la población, no sólo de Oaxaca de Juárez sino en otras localidades de la entidad, los registros bibliográficos hablan sobre su participación en los concursos estudiantiles que entonces se realizaban, así como en aquel malogrado certamen de belleza que se organizó para conmemorar el IV Centenario de la elevación al rango de ciudad de la capital oaxaqueña. Actividades que en 1932 buscaban levantar el ánimo de la gente por aquel terrible terremoto de 1931 y que terminó con la renuncia de las dos finalistas Consuelo Ruiz y Sara Brena, luego de que el ferrocarrilero Luis Escárraga perdió la vida abatido a tiros por un partidario de una de las candidatas; así que la Señorita Oaxaca, quien presidió las fiestas del IV Centenario fue Margarita Santaella.
Señalo aquí que otro de los motivos para celebrar aquellas fiestas fue el descubrimiento de las Joyas de la Tumba Siete de Monte Albán, el 9 de enero de 1932 por Alfonso Caso y su equipo de colaboradores y colaboradoras, entre ellas María Lombardo.
No sé si fue su belleza siempre reconocida o la muerte prematura de Sara Brena, ocurrida un 13 de octubre de 1956, cuando tenía apenas 43 años de edad, lo que llevó a muchas y muchos a olvidar que fue ella la primera mujer regidora de Oaxaca de Juárez, un camino que 57 años después resulta inequitativo para las mujeres, aún no hay paridad en este sentido y ninguna mujer ha sido electa presidenta municipal en la capital del Estado.

Este camino de invisibilización que se ha hecho de Sara Brena empezó, habría que decirlo, cuando los medios impresos, los únicos que había entonces, ignoraron la noticia de que por primera vez una mujer sería regidora, las actas de cabildo dan cuenta sin embargo de aquel acontecimiento:
A las 11:05 de la mañana del lunes primero de enero de 1951 inició la sesión de Cabildo. El todavía presidente Dr. Manuel Robles Gris dio la aprobación para iniciar el acto al que asistieron: el gobernador Manuel Mayoral Heredia, los representantes de la Legislatura local, el H. Tribunal Superior de Justicia del Estado, la Comandancia de la XXVIII Zona Militar y otros invitados.
Entre los concejales electos figuraba el doctor Lorenzo Mayoral Lemus, quien por escrutinio secreto obtuvo la mayoría absoluta de votos para el cargo de presidente municipal constitucional, además, Juan Ortiz Sumano y Pedro Martínez Villanueva fueron designados síndicos primero y segundo, respectivamente. Luego se procedió a la numeración de concejales; Sara Brena Torres fue designada como concejal número uno; dos, Antonio García Flores; tres, Manuel Robles Gris; cuatro, Jorge Pérez Guerrero; cinco, Alfonso Jarquín Pérez; seis, Cirino Alonso; siete, José Guadalupe Luna; ocho, Andrés López Ruiz.
De este acontecimiento da cuenta “Provincia”, Diario de Oaxaca, del 2 de enero de 1951, en el centro de la primera plana del periódico se lee: “Es electo presidente municipal de la Ciudad el Dr. Lorenzo Mayoral Lemus”, en la página dos donde sigue la nota periodística se menciona que también se realizó la enumeración de concejales entrantes “los números siguientes: Uno, señorita Sara Brena Torres”.
En entrevista, Alicia Brena, hermana de Sarita, me contaba que efectivamente fue un hecho sobresaliente el que su hermana Sara fuera designada como regidora convirtiéndose “en la primera mujer en ocupar un cargo de esa naturaleza, porque entonces las mujeres no figuraban para nada”, aunque considera que los elementos
fundamentales fueron sin duda alguna su carisma y personalidad, aunado a provenir de una familia conocida, “porque entonces en Oaxaca todos nos conocíamos, era una ciudad muy chica”.
En la segunda sesión de Cabildo del 2 de enero de 1951, fueron designadas las comisiones. Sara Brena Torres se hace cargo de la regiduría de Educación, Beneficencia y Publicidad. De acuerdo a lo que se puede leer en las actas de cabildo, Sara Brena tuvo una asistencia irregular a las sesiones, esto debido a que padecía de nacimiento de una afección cardiaca que la llevó a retirarse en diversas ocasiones de su tarea como regidora.
Aunque fueron pocas sus intervenciones, algunas de ellas tuvieron especial relevancia, como sucedió el viernes 7 de marzo de 1952 cuando llevó a la sesión de Cabildo el caso de “abuso” cometido contra un grupo de presas por parte del Alcaide de las Cárceles Púbicas, David Reyes Domínguez y pide su consignación.
Como responsable de Beneficencia, Brena mostró su permanente preocupación por las condiciones de las personas que se encontraban en el Asilo Municipal y propuso en más de una ocasión la compra de ropa y mejoras en la alimentación. También fue solidaria con las y los empleados municipales, como sucedió en la sesión de Cabildo del martes 16 de diciembre de 1952, cuando cedió los cinco días de aguinaldo que les correspondían a las y los empleados de mayor antigüedad, acción que no secunda ninguno de los regidores.
Tres días más tarde, en sesión de Cabildo se discutió de nueva cuenta qué cantidad se daría como aguinaldo al personal del Ayuntamiento, la propuesta de Sara Brena fue aceptada y finalmente se pagaron 10 días de sueldo como aguinaldo.
El gobierno municipal concluyó su gestión el jueves primero de enero de 1953 cuando fue electo un nuevo gobierno municipal, esta vez encabezado por Rogelio R. Santaella como presidente municipal, por segunda ocasión una mujer fue designada como regidora, la profesora Teresa Luna Vargas a quien se le asignó la comisión especial de Educación y Beneficencia.
Sara fue entonces la primera mujer regidora en el gobierno municipal de Oaxaca y pudo haber sido la primera diputada federal por el estado, si su madre María de los Ángeles Torres Barriga hubiera aceptado la propuesta del entonces gobernador Manuel Cabrera Carrasquedo, quien solicitó permiso para que su hija fuera diputada federal, así se estilaba entonces. Se trataba del primer proceso electoral en el que las mujeres podían participar luego de haber conseguido el sufragio universal, según decreto publicado en el Diario Oficial el 17 de octubre de 1953, que por primera vez llevaba a las urnas y a ser electas más allá del ámbito municipal a las mujeres en 1954.
Sara Artemisa Brena Torres murió en la ciudad de México tras someterse a una operación del corazón. El periódico El Imparcial, fundado el 26 de noviembre de 1951, dio cuenta de sus exequias durante los días 14 y 16 de octubre, que se convirtieron en multitudinarios actos que encabezaba la familia Brena Torres y el entonces gobernador el General de Brigada José Pacheco Iturribarría.
Desde que Sara Brena fue regidora han pasado 22 trienios, sólo otras 64 mujeres han sido regidoras en la capital mexicana y repito ninguna mujer ha sido electa para ocupar la primera concejalía. Para alcanzar la equidad falta mucho todavía.

jarquínedgar@gmail.com

http://caracolasfem.blogspot.com

La Querella de las Mujeres de Octubre

Por Sara Lovera

Las próximas semanas en México arreciará la conmemoración del centenario de la Revolución Mexicana, aquella que perfiló lo que podría ser nuestra identidad nacional; la revuelta que ofreció a mexicanas y mexicanos la posibilidad de vivir en una nación íntegra, capaz de construir una sociedad justa y digna, en igualdad.

La Revolución, cuyo estallido se fechó un 20 de noviembre, es hoy una quimera. Ni paz ni justicia para todas y todos. Menos igualdad. En la que la querella de las mujeres ha sido una constante.

En 1917, se obviaron nuestros derechos políticos reclamados, según dato histórico, desde 1811 en la ciudad de Zacatecas, querella que duró 142 años hasta que un 17 de octubre de 1953, finalmente, se decretó que las mujeres podríamos participar como ciudadanas completas, reconocidas para contribuir en la cosa pública.

Así, todos los octubres y no por las lunas llenas, hermosas y románticas, se convirtió en una fecha significativa. Nuestras madres y nuestras abuelas, nosotras mismas, pensamos que depositar nuestro voto podría resolver las demandas y necesidades propias, voto para contribuir a hacer patente el sueño que un día tuvieron Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin, rusa y alemana, respectivamente, a favor de un mundo democrático y pacífico.

Hoy, sabemos, en un país de más de 30 mil ejecuciones en cuatro años ha dejado 50 mil huérfanos, muestra el atraso en que vivimos y la quimera que parece inalcanzable.

El derecho ciudadano, donde el instante de votar y elegir, se muestra como un espejo opaco, apetecible, pero insuficiente y fugaz y eso obligó a quedarnos en la algarabía exclusiva del memorial. Pero es indiscutible que somos herederas de un nutrido litigio por los derechos femeninos, un constante vaivén de avances y retrocesos. Una permanente posposición de lo que deseamos como democracia genérica, es decir aquella donde desaparezca de la vida cotidiana cualquier indicio de exclusión y discriminación por sexo.

SEÑORA CARNE, SEÑORA DUAL

Este 2010, sin embargo, tenemos mucho que celebrar. El día 20 de octubre será entregada a 26 mujeres, todas con suficientes méritos y capacidades, la Medalla Omecihuatl que desde hace ocho años otorga el Gobierno del Distrito Federal para reconocer la contribución cultural, científica, política y artística. Pero, de manera particular, la feminista; único galardón de esta naturaleza en el país.

Entre ellas las muy destacas universitarias maestras Martha Teresita de Barbieri García y María Gabriela Delgado Ballesteros, ésta última ex directora del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal y aquella maestra de varias generaciones de mujeres, universitarias, periodistas e investigadoras feministas de inclinación socialista y comprometida.

Llama la atención que una de las galardonadas será Leticia López Margalli, una de las dos guionistas de ``Las Aparicio'', una serie televisiva producida por Argos Comunicación. Una puesta en escena que rompió todos los estereotipos de las mexicanas.

A través de 120 capítulos llevó a la pantalla chica los temas más debatidos que sobre la vida y la libertad de las mujeres, se logró difundir en forma sencilla, directa, masiva y apasionante. Las Aparicio fue una producción extraordinaria que entre abril y octubre, tocó de manera profunda, llana y didáctica asuntos como el derecho al placer, el lesbianismo, la trasgresión, la trata, el amor no dependiente, la paternidad responsable y la construcción femenina en nuestros tiempos. Dejó en claro que el encuentro amoroso no puede ser marcado por el control y el autoritarismo.

Las Aparicio mostró la vida de tres generaciones de mujeres contemporáneas, urbanas, decididas a tomar las riendas de su vida. La ficción/realidad se construyó alrededor de la viudez femenina y mostró cómo estas viudas comprendieron que para sobrevivir no necesitaron a esos hombres comunes ni a la tradicional familia mexicana, por el contrario, al concluir el 15 de octubre pasado, Las Aparicio se reconciliaron con sus hombres, esos que escogieron y amarán sin renunciar a sí mismas. Algo todavía difícil para la mayoría de las mujeres. Amores maternos y de pareja, sin sacrificio ni entrega, sino en libertad.

Me he detenido Las Aparicio, trasmitida por Cadena 3 (canal 28), porque prácticamente la totalidad de las galardonadas este octubre, alrededor del memorial del voto para las mujeres le apostaron al feminismo como la contribución a liberarse a personalmente y contribuir con su obra y su pensamiento a desarrollar forma de relaciones entre los hombres y las mujeres. A muchas de ellas las conozco y me he beneficiado de sus genialidades.

La serie mostró también cómo es posible otra forma de comunicación y difusión de modelos de mujeres reales que seguramente beneficiadas por el voto, las leyes y este intrincado proceso por hacer entender al mundo que las mujeres debieran ser reconocidas como íntegras, dignas y humanas, es un paso necesario para la democracia y el bien vivir urgente en México.

La medalla Omecihuatl reconoce el aporte, trabajo y la trayectoria tanto de aquellas mujeres que han trabajado por el reconocimiento de los derechos de otras abriendo caminos.

Omecihuatl representa la parte femenina del Dios dual de la creación del Universo, mujer dos, señora de la dualidad, diosa que representa la esencia femenina de la creación en la religión mexica. Entidad que es retomada como un referente para la igualdad entre mujeres y hombres.

Las galardonadas, además de las maestras de Teresita de Barbieri, Gabriela Delgado Ballesteros y Leticia López Margalli, son: Elena Azaola Garrido, María Isabel Belausteguigoitia Rius, Elena Cepeda de León, Alejandra Moreno Toscano, Ana Lourdes Elías Paullada, Paola Milagros Espinosa Sánchez, Julieta Fierro Gossman y Magdalena García Hernández.

Así cómo Marisa Iglesias Aveleyra, Eugenia León Vega, Adela Micha Zaga, Rosa María Mendoza Enciso, Alejandra Moreno Toscano, Regina Orozco Mora, Alondra de la Parra, Martha Patricia Patino Fierro, María Julia Pérez Cervera y Lucia Pérez Fragoso.

Además de María Eugenia Romero Contreras, María Cristina Safa Barraza, Karla Michel Salas Ramírez, María del Pilar Sánchez Rivera, Cecilia Talamante Díaz y María de Lourdes Valenzuela y Gómez Gallardo. Una nota positiva en medio de tanta barbarie.

Esta medalla fue creada por el Instituto de las Mujeres del Distrito Federal y se otorga en el marco del aniversario del Sufragio Femenino en México, que este año cumple 57 años a partir del reconocimiento del derecho al voto de las mujeres.

saralovera@yahoo.com.mx

Con la ley en la mano

Bárbara GARCÍA CHÁVEZ


A partir del 28 de septiembre pasado, entró en vigor la normatividad que permite a las oaxaqueñas abortar en caso de que su embarazo sea producto de una violación sexual. Esto es, sin duda alguna, un triunfo de las mujeres, que tras décadas finalmente ven concretizado el anhelo de no ser doblemente violentadas por las autoridades, que ahora sí, sin menoscabar sus derechos deberán respetar la decisión de la mujer a decidir sobre sus cuerpos cuando el embarazo, retiró, sea producto de violación.

Esto a pesar de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ratificó en mayo pasado, por 10 votos a favor, la constitucionalidad de la Norma Oficial Mexicana Violencia Familiar, Sexual y contra las Mujeres. Criterios para la Prevención y Atención (NOM-046) que establece:

“En caso de embarazo por violación, y previa autorización de la autoridad competente, en los términos de la legislación aplicable, las Instituciones públicas prestadoras de servicios de atención médica deberán prestar servicios de aborto médico a solicitud de la víctima interesada, en caso de ser menor de edad a solicitud de su padre y/o su madre, o a falta de estos de su tutor o conforme a las disposiciones jurídicas aplicables”.

La violación sexual contra mujeres de todas las edades, representa el 37 por ciento de los delitos; el otro porcentaje, es decir el 63 por ciento de las denuncias están relacionadas con la violencia de género contra mujeres, datos que dio a conocer la Fiscalía para la Atención de Delitos por Violencia de Género contra la Mujer.

Hasta antes de que se estableciera la normatividad para la práctica de aborto, según lo establece el Artículo 316 del código penal local, las mujeres de todas las clases sociales, con recursos o sin recursos, con preparación académica o sin ella, ponían en riesgo sus vidas orilladas por la falta de reglamentación a esta tan importante disposición legal.

La clandestinidad de la práctica de aborto, sin duda, es una de las razones que terminaron con la vida de muchas mujeres. Las estadísticas muestran que el aborto es la cuarta causa de muerte entre las mujeres en edad reproductiva, situación que se concentra en la población más desposeída, agravada por la falta de información y los estigmas religiosos que impactan a niñas, jóvenes y adultas. La propia Secretaría de Salud en Oaxaca reconoce que en la entidad se registran cuatro mil abortos, sin embargo, la misma dependencia estima que por cada aborto registrado, ocurren cuatro más, esto significa que al menos al año ocurren unos 15 mil abortos, la gravedad del problema estriba en la falta de oportunidades para las mujeres que toman la decisión de no continuar sus embarazos, que sin opción sanitaria son asistidas en lugares inapropiados provocando daños físicos muchas veces discapacitantes, lesiones y la muerte.

Como se ha dicho, los riesgos de embarazo en las adolescentes, el agotamiento por embarazos muy seguidos, las cargas de trabajo físico intenso, el riesgo del parto antes de los 18 y después de los 40 años, la multiparidad, el alto índice de abortos en condiciones de riesgo y sin asistencia médica, son condiciones asociadas directamente con la dificultad que tienen las mujeres de tomar decisiones con respecto a su sexualidad y reproducción, falta de acceso a la información y a servicios de anticoncepción, nulo acceso a los avances tecnológicos y, por supuesto, el marco legal que tipifica la interrupción del embarazo como un delito, excepto las causales muy limitadas que contiene el Código Penal.

Por estas razones la interrupción del embarazo en condiciones de riesgo, constituye un problema de salud pública y de injusticia social con las mujeres, ya que contribuye a la mortalidad materna y a la morbilidad femenina. Sin duda, la reglamentación para que las mujeres puedan abortar cuando es producto de una violación es un avance importante, ahora –y sin ser pesimista- se tendrán que saltar las dificultades de la burocracia que autorizará un aborto (ministerios públicos) y el personal médico que deberá practicar el aborto.