lunes, 25 de marzo de 2013

A Reserva: verborrea demagógica frente a la verticalidad juarista




A Reserva
La verborrea demagógica frente a la verticalidad juarista

Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
La conmemoración del aniversario del natalicio del prócer oaxaqueño Benito Juárez García es el acontecimiento medular con que se miden a sí mismos los gobernantes en sus tres niveles y, claro, los tres poderes republicanos frente a la ciudadanía, pronunciando sendos discursos en clara competencia auto-elusiva de su “congruencia con los postulados juaristas”, resultando la francachela más impúdica y demagógica de las arengas políticas. En esta fiesta de adhesión juarista los oaxaqueños se llevan el oro, con arrogancia se asumen sus emisarios directos, casi reencarnación de su paisano, convirtiendo este año electoral el eje de sus campañas.

El juarismo se ha presentado como un objeto multiforme y esquívo, pero en especial cargado de prejuicios, mitos y de posiciones ideológicas, políticas que se acomodan convenientemente a los discursos de gobernantes de toda la geometría política –incluso la derecha- que pretenden reivindicar acciones públicas en el contexto del contenido de frases y postulados del insigne Benemérito de las Américas.

Este fenómeno –el juarismo- ha significado históricamente en la clase política el compromiso de objetivación de conductas simétricas, como absolutamente necesarias para la legitimación de su quehacer público. Es el juarismo, entonces el símbolo de lo que debe ser un buen gobierno, pero fundamentalmente lo tendrá que esperarse de un buen gobernante; frases hay muchas, que son replicables desfachatadamente en las retóricas, en estrados y barandillas “republicanas”.

El mérito de la asunción juarista en la historia narrativa de “Don Benito Juárez García” se consolida con una imagen construida más con argumentos románticos, creando una identidad desde la niñez escolarizada, que potencia el sentimiento de millones de mexicanas y mexicanos inmersos en las persistentes condiciones de pobreza y marginalidad, y refuerza la esperanza en un estado actuante en los postulados del prócer Juárez.

Benito Juárez se enseña desde la primaria, es un caso extraordinario en la historia de bronce, zapoteca nacido en el seno de una etnia de la sierra de Oaxaca y de humildes orígenes, huérfano desde pequeño, con tenacidad fue capaz de forjarse una sólida y ascendente carrera que lo llevaría a ser presidente de la República, seguramente el único presidente de origen indígena, abogado excelso, capaz de leer latín, inglés y francés, verdadero estadista liberal congruente con sus convicciones.

Fue gobernador del Estado de Oaxaca y después presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, nombrado en consecuencia Presidente de la República, reelecto varias veces; durante uno de sus mandatos enfrentó la invasión de Francia, en algún momento tuvo que llevar el gobierno al norte del país por la llegada de Maximiliano, a quien finalmente ejecutó. Son atribuibles a su política dos importantes periodos históricos: la Reforma y el Estado Laico, así como la República Restaurada. Su quehacer público está determinado por grandes acciones definidas en profundos enunciados que marcan los anhelos políticos actuales; tal vez su frase más reconocida es “entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz”.

El 21 de marzo pasado se  celebraron 207 años del natalicio de Benito Juárez García y no hubo un solo espacio político nacional que no diera cuenta de ello, desde el presidente EPN quien había arribado apenas de Roma donde acudió en “visita de Estado” a la salutación diplomática con el recién electo papa Francisco I, jefe del Estado Vaticano, a quien invitó por cierto a visitar México, aprovechando su ya confirmada visita a Brasil, y al parecer no le dio tiempo de preparar mensaje alguno, silencio que después pretendió resolver con dos tuitazos: "Hoy conmemoramos el natalicio de Benito Juárez, defensor de las instituciones y del imperio de la ley" y "A 207 años de su nacimiento, su ejemplo de perseverancia y trabajo en favor del Estado de Derecho sigue inspirando a millones de mexicanos", ¿será que empieza la decadencia del juarismo o solo es que en esta ocasión se priorizó el carabaneo diplomático al líder de la iglesia católica? Bueno, hay que rescatar la afirmación de EPN frente al papa de que México es un Estado Laico.

En cambio el gobernador de Oaxaca, tierra de Juárez, en sendo y accidentado acto conmemorativo, al que asistió confiado de que podría asumirse como buen gobernante juarista, en su proemio arreglado por su más radical asesor –Víctor Raúl Martínez Vásquez– no lo pudo hacer por la irrupción del magisterio oaxaqueño que a gritos y sombrerazos anularon toda capacidad de sonido.

Así, tuvo que regresar a su espacio de confort con todo y comitiva para preponderar sus acciones en un evento público casi privado donde la Secretaría de Desarrollo Social del Estado -Gerardo Albino González y el propio Martínez Vásquez- presentó el libro “Benito Juárez por Benito Juárez”, presentación que dio oportunidad a Cué Monteagudo de referir algunas citas de Juárez propicias al estatus político de su gobierno, afirmando con vehemencia: “El Juarismo irrumpe en nuestro tiempo para orientar el rumbo que todos debemos seguir para continuar construyendo la grandeza de Oaxaca”.

Repitió aquella frase juarista tan aplaudida el día de su toma de protesta en 2010: “El tiempo de Oaxaca es el tiempo de la legalidad, del diálogo y los consensos; nunca más de la represión y el autoritarismo”, y exhortó a la sociedad a que “prevalezcan las enseñanzas de Igualdad y Justicia, pues sólo así será posible cerrar los márgenes de desigualdad que aún lastiman al Pueblo y para hacer del Estado de Derecho el basamento de la sociedad, así como el entorno donde impere el respeto a los derechos de la colectividad”. ¿Qué tal? Se le olvidó el “orden público” que Juárez refería como el límite de los atropellos de intolerantes que violentan la paz social.

Desde la capital oaxaqueña en el acto de conmemoración oficial se escuchó el airado discurso del presidente municipal, Luis Ugartechea Begué, quien aprovechó el momento para subirse al rin y pelear el round con dos banderas: la de “una ciudad sin bloqueos” y su parcial política “contra el ambulantaje”, pretendiendo justificar el desalojo más reciente, ahora de comerciantes establecidos que como acción de resistencia ante el creciente número de vendedores ambulantes, sacaron su mercancía fuera de sus negocios.

Así, frente al monumento a Juárez en el Llano, el alcalde expresó con jiribilla: "Benito Juárez fue el artífice y conductor de grandes victorias colectivas que lo hicieron proclamar el triunfo del Derecho frente a la arbitrariedad; la dignidad de la razón sobre la intolerancia y la primacía de los derechos y las libertades de las mayorías sobre cualquier interés de grupo o facción”, y concluyó: “Benito Juárez impulsó la reforma de las estructuras coloniales y sentó los cimientos del nuevo Estado Mexicano, como la soberanía, independencia, el respeto a los derechos de todas y todos, la inclusión social y la construcción de la paz”. Argumentos que no tienen sentido cuando su actuación pública ha sido suscrita en un ámbito procaz de simulación constante.

Por supuesto cada vez menos citan dos frases celebres de Juárez que a final de cuentas serían las más apropiadas, no para el discurso sino y sobre todo para ceñirse a sus postulados: “Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos, no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad. No pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala”.  Y “Libre, y para mi sagrado, es el derecho de pensar... La educación es fundamental para la felicidad social; es el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”.
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