domingo, 23 de septiembre de 2012

Mujeres y Política, Pemex intocable


Mujeres y Política
Pemex intocable

Soledad JARQUÍN EDGAR
El 11 de agosto de 2012 el hundimiento de la monoboya número 3 de Petróleos Mexicanos (Pemex) ocasionó el derrame de unos mil litros de hidrocarburos provocando daños en 20 playas de los municipios istmeños de Salina Cruz, Tehuantepec y Santiago Astata. Las funestas consecuencias se notan en la flora y fauna, con efectos colaterales también para la especie humana que depende de la riqueza del mar, en especial para aquellos que trabajan aislados, sin membretes ni organizaciones y a quienes por lo general se les deja fuera de cualquier indemnización, si es que la hubiera.

Apenas 40 días después, una explosión en la planta de Reynosa, Tamaulipas, vuelve a evidenciar que algo está pasando, sólo que en esta ocasión el daño tiene un alto costo, la pérdida de 30 vidas humanas y lesiones en otras 42.

En ambos casos ha prevalecido el silencio de la paraestatal. Los actores políticos hacen presencia, para bien, para empujar soluciones o respuestas y otros para al menos salir en la foto, sin embargo, el poder político se decolora frente a la potencia gigantesca de Pemex que hace lo que quiere, dice lo que le conviene y propone soluciones a su modo.

En estos desastres Pemex tiene comparsa. La verdad es que debería ardernos la cara de vergüenza, porque es cierto que los accidentes pasan, pero también es verdad que hay factores como el descuido, la falta de mantenimiento, la corrupción y otros de tipo humano que “ayudan” a generar esos desastres que pueden provocar toda clase de daños, como las declaraciones de Carlos Romero Deschamps quien pide no “maximizar” el problema frente al supuesto de una atentado ¿y los muertos? Cinismo del dirigente sindical petrolero que debería asumir otra posición.

Desde el derrame de petróleo en las playas del Istmo oaxaqueño han pasado poco más de 40 días y el intocable Pemex sigue como si nada frente a la exigencia “suave” del ejecutivo local y la perseverancia de algunas legisladoras, en específico de Aleida Serrano Toledo, presidenta de la Comisión de Ecología que muy en su papel ha dado varias vueltas a la zona afectada y ha tocado varias puertas, y los llamados y multas que le lograron aplicar en PROFEPA y SEMARNAT.

Cuando una revisa cómo han sucedido las cosas desde el 11 de agosto pasado y frente al tamaño del desastre ecológico, lo que se encuentra es un largo y angustiante silencio de Pemex, a veces incluso forzado por las circunstancias. Vemos por ejemplo que el primer boletín informativo lo emitió ocho días después. Gabino Cué hizo público que había solicitado a la paraestatal los trabajos de limpieza también 12 días después de ocurridos los hechos, cuando se le preguntó en una audiencia pública y expresó: “nos ocupamos de la situación y solicitamos a PEMEX que se dé a la tarea de mitigar los riesgos por el derrame". Fue todo.

Esta semana conversé del tema con la diputada Aleida Serrano Rosado, quien le ha dado seguimiento puntual a esto que, sin duda, es un ecocidio que cada día fue afectando a más y más playas del Istmo, y ha escuchado lo que plantean quienes viven de la pesca o prestan otro tipo de servicios en las playas de Oaxaca. Su insistencia, provocó que se movieran otras instancias federales, como el legislativo en las cámaras de senadores y diputados, para que “el intocable Pemex” respondiera, actuara, se responsabilizara.

No es para menos, la presidenta de la Comisión de Ecología del congreso local apunta que el problema con Pemex es su falta absoluta de respuesta a pesar de la multiplicidad de voces ciudadanas e institucionales que le han solicitado que rinda un informe cuantificado de los daños. La próxima semana subirá un punto de acuerdo para nuevamente hacerle ese llamado a la paraestatal. Lo que si ya se logró a través de la Legislatura federal y a insistencia de la diputada local es que en breve el director de Pemex visite la zona afectada, misma que de acuerdo con un comunicado de la empresa está totalmente limpia ¿será? El problema es que nadie le devolverá la vida a las tortugas golfinas, gaviotas y otras muchas especies marinas que no soportaron la presencia del petróleo en su hábitat, como nadie lo soportaría.

Quienes más riesgo tienen en este momento, son los pescadores que pertenecen o no a alguna organización y cuya vida personal, familiar y comunitaria dependen estrictamente del océano y de sus posibilidades personales de salir adelante ante la ausencia clara de la falta de eso que pomposamente llaman políticas públicas para la explotación racional de nuestros mares.

Sin embargo, hay algo más en la voz de Serrano Rosado que debe tomarse en cuenta y es la advertencia de lo que podría pasar si nadie hace una intervención para inspeccionar las instalaciones de Pemex, en especial en el puerto y ciudad de Salina Cruz, donde de suceder una catástrofe los daños serían incalculables en vidas humanas y lo sucedido en Reynosa, Tamaulipas, quedaría prácticamente como una caricatura.

Serrano Rosado coincidió en lo que anteriormente han señalado expertos  en la materia y su advertencia no debe echarse en saco roto, para evitar daños mayores que lamentar tanto en vidas humanas como en afectaciones graves a la naturaleza, debido entre otras cosas al rezago en el mantenimiento de sus instalaciones provocando fugas y derrames con afectaciones prioritariamente a entidades como Veracruz, Tabasco, Tamaulipas, Chiapas, Quintana Roo, Campeche y ahora también Oaxaca.

Pero hay otros problemas con Pemex y las poblaciones mexicanas, la contaminación del agua que casi nunca se conoce, los ductos de gas o petróleo en mal estado atravesando ciudades y carreteras y que favorecen la peligrosísima actividad del robo de combustible, como señala la diputada, que de cuando en cuando se ha de sentir impotente frente al poder del intocable de Pemex, mientras a su memoria vienen los rostros de los pescadores que en sus muy recientes y frecuentes visitas han clamado  ayuda. A pesar de su juventud, tiene conocimiento de la explosión del pozo petrolero Ixtoc I, desastre considerado el segundo más importante a nivel mundial por la cantidad de petróleo derramado al mar o los muchos otros ocurridos en los estados antes señalados y se aterroriza, con justificada razón, por lo ocurrido en Tamaulipas.

Me llama la atención, sin duda alguna que en estos incansables llamados estén sumadas también las diputadas del PRI: Delfina Prieto, Carolina Aparicio, Rosa Nidia Villalobos y Mercedes Saldaña; y que asumen su responsabilidad la Delegada de PROFEPA, Laura Aguilar Chagoya, y la titular del Instituto Estatal de Ecología y Desarrollo Sustentable, Helena Iturribarría Rojas. Sin duda, sólo coincidencias.

Focos amarillos, muy amarillos
Esta semana, en El Imparcial, Samuel Gómez y Carlos Alberto Hernández, nos ofrecieron un panorama de la situación grave de la entidad y de la complejidad de sus problemas, que nos revelan, además lo que ya se dice a gritos, que hay imposibilidad en muchos servidores públicos para resolver los asuntos delicados o no, y por el otro lado, la cada vez más creciente ocurrencia de grupos que toman las calles violentando el derecho de terceros.

En este trabajo periodístico opinaron 11 personas, en su mayoría hombres, recuento con motivo del Día Internacional de la Paz, y que se volvió numérico y explicativo. No me sorprende, pero entre las cifras negras que se dan a conocer en este bien realizado trabajo periodístico, destaca el hecho de que en lo que va del año, es decir, poco menos de nueve meses han ocurrido 800 protestas, la mitad con bloqueo de calles, dato de la Secretaría General de Gobierno, según se cita.

Mejor imposible, podría ser el título para el libro de la memoria de la resistencia social oaxaqueña, que en muchos casos, tal vez la mayoría de los casos es justa por la inoperancia y la falta de respuestas, pero resultan una pesadilla para las personas que son afectadas en su libre tránsito y en el desempeño de sus actividades y, por otro lado, para nadie es un secreto que hay demasiados líderes con intensiones particulares, que abusan de la necesidad de la gente para lograr sus siempre nefastos fines y, claro está, enriquecerse o vivir a costillas de otros con el permiso de las instituciones. También es evidente que frente a la problemática que parece un barril sin fondo, hay incapacidad de algunos servidores públicos, intereses personales de otros y la siempre “viva” injerencia de los partidos políticos y sus “políticos”.

En esta “viña del señor” no faltan los bloqueos y paros de actividades que organiza el gobierno estatal, como la no operación de las oficinas del DIF estatal por la visita de la presidenta honoraria de ese sistema en el país el pasado martes, con esas actitudes, podría aplicar la frase preferida de una querida amiga: “estamos todos ustedes jodidos”.

En ninguna otra parte del país, estoy segura, la problemática social es tan reveladora de la falta de posibilidades para encontrar las puertas correctas.

Debido a que muchos de ellos tienen años y años de ocurrir, no porque sea imposible su solución sino porque es más práctica la corrupción lo que implica a servidores públicos ambiciosos y rapaces. Mala combinación que ha dejado por años a Oaxaca en la lona y cuyas consecuencias pagamos quienes aquí vivimos.

Por lo pronto, una rápida revisión es obligada. Si son 800 paros en nueve meses, quiere decir que cada día hubo poco más de tres y un bloqueo de calles cada tercer día. Las pérdidas financieras de esos paros resultan incuantificables y eso nos explica ¿por qué estamos cómo estamos quienes no somos ni políticos voraces ni dirigentes corruptos que so pretexto de “hacer presión” siguen chantajeando a Oaxaca, aún cuando digan que sus organizaciones son democráticas, cristianas, ateas, sociales, civiles o ciudadanas, de todos modos son iguales o muy parecidas y utilizan todo clase de conflictos, programas y recursos para seguir barajeando el mazo de la necesidad de las otras y de los otros. 

Pero todo es permitido gracias a la inoperancia institucional, las alianzas mal planeadas, el pago de cuotas y de la voracidad de los dirigentes, insisto, que siguen  jugando con la necesidad ajena, porque piensan que mostrando el músculo son buenos políticos y se olvidan de hacer valer la política que nada tiene que ver con el chantaje y la manipulación de las personas. ¿o no? Pero no todo es para siempre, me queda claro.
@jarquinedgar



Palabra de Antígona, La ley laboral


Palabra de Antígona
La Ley Laboral: legalizar lo indecente

Sara LOVERA
En 1964 se inauguró en México la empresa maquiladora, hoy llamada empresa de productos para la  exportación. Este tipo de empresas que no pagan  aranceles,  y fueron construidas fuera de la ley,  crecieron y se multiplicaron de la frontera norte de México a todo el país.

Hace casi 50 años estas empresas fueron diseñadas con   un régimen laboral “especial”, violando la Ley Federal del Trabajo de 1931. Empresas que principalmente contratan mano de obra femenina –hubo épocas en que era hasta de 90 por ciento sólo de mujeres- y al margen de cualquier control del Estado.

Aparecieron en la frontera norte tras la suspensión del Programa Bracero como parte del Programa Nacional Fronterizo. Entonces su  objetivo, dijeron el gobierno y empresarios, era  dar empleo permanente a los trabajadores temporales (braceros) que cruzaban la frontera para trabajar en los campos agrícolas de Estados Unidos. Hoy se nos dice que la propuesta de nueva ley laboral es para crear empleos.

En 1982, al finalizar el gobierno de López Portillo existían 585 maquiladoras en México. El modelo creció, se  instaló en decenas de ciudades, zonas francas y fronterizas de América Latina, su característica es abrir y cerrar a su antojo y al ritmo del mercado, nunca procuraron el bienestar de quienes ahí laboraban.

Se las llamó empresas "golondrinas" y combatieron sistemáticamente la formación de verdaderos sindicatos. Nadie jamás ha conseguido buenas condiciones laborales en tales empresas. Crecieron al amparo y con la complicidad de las centrales obreras.

Hoy es este el modelo laboral, que con la probable aceptación de la iniciativa de Felipe Calderón para reformar la Ley que tutela los derechos laborales de la clase obrera mexicana, pero que eterniza un modelo autoritario en los sindicatos. Estamos ya en el momento en que se instalará el prototipo que es funcional a la avaricia empresarial, sin nadie que se le oponga con fuerza y determinación.

A la fecha, 3 mil 430 maquilas son informales y 3 mil 750 son formales, la mayor parte de éstas últimas se concentra en los estados fronterizos de México. ¿Qué quiere decir esto? que al amparo de su origen y con el pretexto de crear empleos, así sean totalmente precarios, sin respetar los derechos fundamentales, surgen negocios, cadenas productivas, por todo México sin que haya régimen que se los impida. Formales son fábricas con determinada reglamentación, informales las que nacen y desparecen al ritmo del mercado. Una explotación fenomenal de mano de obra, sólo comparable con el régimen establecido en  China y a veces peor.

Fue en este tipo de empresas donde se ensayó el modelo laboral que ahora Felipe Calderón y el PRI tratan de legalizar, contra toda inteligencia. Hay historias tremendas, sobre todo de efectos en la salud de las y los trabajadores de la maquila por uso de toda clase de sustancias químicas y ritmos laborales extenuantes, que hace más de 20 años habían originado una generación de criaturas, hijas o hijos de las obreras, con daños irreversibles a su salud.

El domingo 23 de septiembre,  por la noche, Manlio Fabio Beltrones, representante de Enrique Peña Nieto en la Cámara de Diputados, aseguró que antes de que termine esta semana estará aprobada en esa cámara la Ley Laboral, que finalmente ha sido diseñada para esta  etapa capitalista del país, de cara a la debilidad sindical .

Un dato aterrador es que sólo 12 por ciento de más de 40 millones de personas laborando -en toda clase de sistemas- está sindicalizado. Así que ahora se puede,  no hay dique ni siquiera demagógico para actuar. Hay que tomar en cuenta a  los octa y nonagenarios dirigentes de las otrora centrales sindicales socias del PRI. También los dueños del poder están  aprovechando la dispersión y el cansancio de las y los trabajadores, que durante décadas han intentado  que la Ley de 1931 se cumpla. De la legítima visión de que la ley debe cambiar, pero no para peor.

Es decir, se legalizará el modelo laboral que ha sido ensayado por los empresarios mexicanos y extranjeros durante casi 50 años, por encima de la ley, con reglamentaciones secundarias que han dejado correr todas las desgracias:  trabajo sin seguridad social -80 por ciento de las mujeres que laboran no tienen esta seguridad-, sin horarios o con horarios compactados, con pago por horas. Porque no se resolvió, a pesar de toda la parafernalia, el tema de las responsabilidades familiares centradas en las mujeres, ni se valoró el empleo femenino, siempre complementario, insustancial, como prolongación del trabajo doméstico.

Nos invaden los empleos precarios, los contratos colectivos abatidos  a partir de 1983 cuando llegó Miguel de la Madrid a la Presidencia de la República; también los líderes a quienes se les ha consentido, sistemáticamente,  esos que promueven los contratos llamados de "protección" que sirven de mascarada y que se hacen para evitar la verdadera sindicalización. Es como firmar un documento que no ampara a nadie, y contratar a las y los trabajadores con  los mínimos en salario, prestaciones y muchas veces sin seguridad social.

El conocido como movimiento obrero independiente, fue también lentamente aplastado por el impulso de los capitales, el dinero y las Juntas de Conciliación y Arbitraje, dirigidas por el gobierno, los patrones y los sindicatos que conocemos como" vendidos o charros", con represiones cíclicas, la ayuda de los testaferros de los monopolios televisivos, situación profundizada  por  las crisis recurrentes que impidieron la defensa laboral.

Las empresas así construidas, invadieron los segundos y terceros pisos del centro de la ciudad de México, con talleres de costura, donde las mujeres eran castigadas, reprimidas, obligadas a romper la jornada laboral oficial de 8 horas, para trabajar 14 y hasta más, situación que no ha cambiado; lo mismo se hizo en las plantas manufactureras que vieron crecer los capitales de industrias paralelas para la minería, la siderurgia, el vidrio, la fabricación de aditivos para la electricidad, las partes automotrices, todo, absolutamente todo.

En las décadas de los 80 y 90 los llamados grandes sindicatos de telefonistas, petroleros, mineros, acereros, azucareros, de las industrias llantera y automotriz, vieron disminuir sus contratos y fueron invadidos por empresas llamadas terceristas, fuera de contrato colectivo de trabajo, fuera de los acuerdos, que emplean a personas sin derechos y no gozan de los beneficios de un buen contrato.

La debacle surgió de la mano de  nuevas tecnologías de la producción y lo que el capitalismo mundial llamó restructuración productiva. Poco a poco desaparecieron los llamados Contratos Ley y se derribaron también los derechos laborales en la burocracia.

Hoy, cientos de instituciones contratan a terceros para no pagar derechos, impedir que acumulen antigüedad o ascensos. Ello sucede en todas las dependencias públicas, al amparo de la necesidad y ejerciendo cínicamente el abuso.

Miles, millones de trabajadores y trabajadoras en México laboran por contrato, sin derechos, estos contratos se renuevan  cada 3 meses,  quienes los firman como empleados,  no pueden acceder a los derechos de vivienda, seguro, huelga, sindicato, ni nada. La precarización es inimaginable, las jornadas laborales cuyo límite son 8 horas, son un viejo recuerdo en la práctica. Esa jornada por la que se conmemora el sacrificio de los mártires  de Chicago, que se recuerdan el 1 de mayo, glamoroso día del trabajo, simplemente no existe. Hay trabajo infantil, por horas. A pesar de todo, nuestros flamantes nuevos diputados priistas están a punto de firmar esta estulticia.

La carnada son las mujeres, la tan traída y llevada perspectiva de género, el hostigamiento sexual en el trabajo, el trabajo femenino, la maternidad y no sé cuantas cosas más. Afortunadamente, esa mentira perversa ya ha sido desmantelada por las mujeres organizadas, en redes de trabajadoras y feministas, pero son las menos y ahora nada parece indicar que podrá detenerse el cambio hacia la legalidad de la ilegalidad tantos años ensayada y puesta en marcha.

Lo más cruel es que quienes pactaron esta iniciativa, que se acordará rápidamente, saben que no habrá oposición, dejarán a los líderes venales con todos su privilegios y no, no se meterán en sus finanzas, ni le arrancarán la ominosa cláusula de exclusión, esta forma de despido, sin responsabilidad, para que en conjunto, los señores del dinero, dispongan de nuestros brazos y nuestras almas, por un tiempo indeterminado. Parar, significaría deshacerse de la parafernalia, de la compartimentación de nuestros derechos, deseos, necesidades. Dejar atrás el tema de los derechos individuales y volver a la clase.

Es increíble pensar que a 167 años de distancia,  poco más de siglo y medio, las similitudes entre la clase obrera de la Inglaterra de 1845 y la mexicana en el año 2012 sean tantas. Hoy, la industria maquiladora como la manufacturera en 1845, centralizan la propiedad en manos de pocos, utilizan a los trabajadores como piezas del capital y los explotan en las condiciones más adversas.

saraloveralopez@gmail.com