viernes, 7 de octubre de 2011

Puntos de encuentro del feminismo. Las feministas desentonamos en torno a las sinfonías patriarcales


Marcela LAGARDE*

Dice María Zambrano:

Si hubiera que definir la democracia podría hacerse diciendo que es esa sociedad en que no sólo es permitido sino exigido ser persona.

Qué sociedad es esa que nos puede permitir ser personas a la manera feminista, colmadas de derechos y no sólo de responsabilidades, respetadas en nuestra integridad, consideradas en nuestra dignidad, relevadas por nues

tras libertades y desde luego una sociedad que pueda brindar seguridad humana para las mujeres y para los hombres, esa es la sociedad a la que aspiramos las feministas y que construimos cada día en el mundo.

Para hacerlo nos convocamos, ejercemos anfritrionía, somos locales, nacionales y también globales, y lo somos por el feminismo no por la globalización depredadora, por la globalización solidaria y democrática que tratamos de construir todos los días.

Nos convocamos a varias cosas: una es a hacer sinergia, quiere decir, cooperación. Dice María Moliner -en sus usos del castellano- que es una acción coordinada de cosas o persona que colaboran, se coordinan, para realizar determinada función o tarea complementándose o potenciándose unas a otras, comprometerse, potenciarse para lograr alguna cosa.

También nos convocamos para articularnos, acción de articular, unión de dos cosas y piezas de un utensilio u organismo que permite el movimiento relativo a ellas, se trata solo de juntarnos sino para complementarnos y permitir no obstaculizar nuestro movimiento, movernos con creatividad.

Y nos convoca también buscar entre nosotras y con los otros, vamos tratando de sintonizar en un mundo en el que desentonamos en torno a las sinfonías patriarcales y buscamos crear una sintonía sinfónica entre nosotras y con los otros. Sintonía viene de sin y tono, es el buen entendimiento. Ese encuentro de sintonías me parece que es la chispa que mueve la causa feminista.

¿Para qué más? Para el contenido de nuestro encuentro, es simple y complejo, dificilísimo, pero también sencillo de enfrentar si lo hacemos con esa articulación, sintonía y sinergia, lo que buscamos en la actualidad es todo…nos interesan todos los temas de esta tierra, del ambiente, de la innovación, de la tecnología, del desarrollo, de todo aquello que pueda contribuir a satisfacer las necesidades de las personas. Terminar con la sed, el hambre, la enfermedad, buscar el desarrollo con bienestar.

Buscar, además, consenso social, buscar cómo, con quiénes, a través de qué lenguajes podemos encontrar, hacer un hibrido lenguaje a través de nuestro lenguaje feminista que es todo un idioma y el lenguaje que hablan los que todavía hablan los que están en la prehistoria. Tenemos que buscar ese lenguaje traducirlo, a un ramillete, no es más que eso, un ramillete de derechos humanos de las mujeres y de los hombres, son unos cuantos derechos que pueden trastocar esos derechos si son vigentes, si se garantizan si son exigibles y además si son judiciales.

En una democracia necesitamos tener normas y nosotras hemos emprendido el largo camino del convencimiento, de la argumentación, del diálogo, de la norma consensuada que sea ley para todas y todos, y sea respetada en la sociedad y desde luego en los Estados que tenemos que reformar, porque ya no dan más. Parte de la reforma de los Estados contemporáneos está en eso que llamábamos la agenda feminista. Si los estados no se reforman en ese sentido, las crisis múltiples de este mundo sólo se agudizarán.

El feminismo ha construido alternativas, ha planteado nuevas formas de economía, ha dicho cómo es posible convivir con equidad, ha propuesto cómo prevenir la violencia social, también cómo prevenir los conflictos internacionales, cómo lograr la paz en medio de conflictos terribles de devastación, de miseria y cantidad de feministas han engrosado las filas del pacifismo y del ecologismo para dejar de violentar una relación que debiera ser entrañable entre los seres humanos y la naturaleza pero que con el patriarcalismo, el imperialismo, los colonialismos, la economía neoliberal capitalista salvaje está siendo destruida.

El feminismo ha planteado cómo a renovar las fuentes de energía, cómo hacer las ciudades más seguras, tenemos plataformas internacionales sobre la seguridad urbana, rural, en las costas y para lograr la seguridad por grupos de edad, por generaciones, por condición de capacidad o discapacidad, por todas las condiciones que nos constituyen, está en las culturas indígenas contemporáneas.

Hay, también, propuestas feministas para erradicar todos los tipos y modalidades de violencia contra las mujeres, ha sido una contribución del feminismo identificar la violencia contra las mujeres, ponerle nombre, describirla, especificar a qué se debe esa violencia, y ha sido clarísimo, la violencia contra las mujeres se basa en la desigualdad. Es un mecanismo político para controlar, replegar, atemorizar y dañar a las mujeres. El feminismo también ha nombrado el peor de los crímenes: el feminicidio y ha recorrido esa palabrita el mundo entero para nombrar los crímenes de odio contra las mujeres, crímenes misóginos decimos. Hemos dicho cómo es posible desmontar, erradicar la violencia contra las mujeres.

Estamos a 32 años de la CEDAW y a otros tantos de Belén Do Pará y de ello deberíamos estar enormemente orgullosas, porque fue la conferencia en el marco de la OEA, en que un puñado de feministas nombraron, definieron las violencias contra las mujeres, dijeron que los Estados son actores en la violencia contra las mujeres porque omiten, son negligentes, no actúan, son corruptos, se coluden o están reivindicando esa violencia cuando no actúan para enfrentarla, crean impunidad.

Tenemos una tarea enorme, el Estado es un asunto que nos compete, no podemos obviarlo necesitamos transformarlo, se dijo que nos interesaban las políticas públicas, nos interesa transformar los Estados, construir Estados democráticos que estén articulados sobre la igualdad. Construir realmente la igualdad como el principio fundante de los Estados que reconozcan la equivalencia humana, porque ese es el principio ético feminista, en el que está basada la propuesta más radical del feminismo que es la igualdad. El principio ético es la equivalencia humana, desde esta filosofía política, desde esta ética feminista, somos equivalentes.

Es decir, tenemos igual valor, con toda la construcción de nuestros cuerpos somos equivalentes, y vino a decir que sí políticamente se han construido las desigualdades también es políticamente como debemos desmontarlas, la política es una clave profunda para el feminismo. No la política tradicional patriarcal, no la colonial, imperial, supremacista. La política democrática basada en la participación, en el diálogo, en la reflexión dialógica, en los acuerdos consensuados y desde luego en una normatividad que nos permita conducirnos como sociedades hacia el establecimiento de un Estado normal de igualdad.

Tenemos que hacer política desde estas claves, en un mundo en que la política es corporativa, es excluyente, un monopolio, una profesión. Había de darnos vergüenza que la política es un negocio y la venta de fantasías, ideas irrealizables porque no es el espacio donde dirimamos qué es lo que vamos a hacer, cómo, cuándo, por qué y para qué eliminar ese problema, para avanzar. La política tiene que ser el espacio de encuentro para realizar pactos, pactos sociales. El pacto, como dicen las teóricas feministas, un nuevo contrato social de género, de clase, étnico, entre los y las diferentes, respetando la diversidad.

Busqué qué quería decir pacto, es como lo conocemos y estamos ya acostumbradas a pactos que tienen que ver con esta definición arcaica del diccionario: pacto es el consentimiento o convenio que se supone hecho con el demonio para obrar por medio de él cosas extrañas, embustes y sortilegios. Definición histórica de pacto que recoge la gran investigadora filóloga del Castellano María Moliner.

También lo encontré como Pacto de no agresión. Son los hombres aguerridos y patriarcales, son los hombres de Celia Amorós que hacen pactos juramentados de caballeros, juramentados. Pacto quiere decir también: “convenio temporal entre dos o más estados de respetarse mutuamente sin apelar a las armas”, vuelve la violencia en la definición del pacto como materia prima. Celia Amorós (dice) que los caballeros han pactado muchas cosas, pero lo que pactan en primer lugar es a las mujeres, nosotras somos el objeto no el sujeto de pactante, objeto al que se controla a través del cuerpo, la sexualidad, la subjetividad, las ideologías, la afectividad, el erotismo, la poseía, todo se controla.

Y, finalmente, la última acepción del término pacto es “renunciar al pacto, apartarse al que se supone hecho con el demonio”, pero como ya dijimos, nosotras no habíamos hecho pacto alguno con demonio alguno. Aunque cientos de miles de mujeres en Europa y tierras de América fueron acusadas de pactar con el demonio y fueron aniquiladas en uno de los feminicidios más extraordinarios de la historia.

(Nosotra) hablamos de otros pactos feministas, (de) pactos entre nosotras porque nos auto conferimos la calidad de pactantes, de sujetas de derecho, del deseo, de la palabra, de la economía, de la sociedad, de la historia, del arte, de la política, de la ciudadanía. Es auto conferido porque no se acepta a plenitud que seamos todo eso, se regatea el porcentaje de nuestra ciudadanía, lograda por nuestra osadía y porque nos lo creemos.

Las feministas del tercer milenio debemos ser amplias, generosas y además aprovechadas. Aprovechar la sabiduría de todos los feminismos y tenemos que abrevar de esos maravillosos ríos para saciar la sed y seguir caminando.

Debemos estar muy orgullosas de estar aquí y además de haber contribuido con todas las otras a mejorar las condiciones de vida de millones de mujeres en el mundo y decirle al mundo que nosotras estamos en lo público gracias al feminismo, si no estaríamos guardadas en el último cuarto de nuestras casas. Si no hubiese habido feminismo ninguna habría ido a la escuela, ninguna habría salido, estaría en cautiverio.

Hay una clave del feminismo que tiene que ver con la igualdad, con los derechos humanos y es que nosotras no estamos satisfechas ni contentas mientras lo que hemos conseguido para unas no sea para todas. Eso es una necedad de todos los feminismos que me parece que tenemos que vindicar todos los días, la universalidad de derechos, de acceso a los recursos, a tener bienes, a decidir sobre nuestro mundo y sobre nuestros cuerpos, el único territorio para vivir aposentadas en un cuerpo que nos pertenece que no es de nadie; el que las mujeres podamos recuperar nuestros cuerpos, mentalidades, sexualidades expropiadas es la base para ser libres sexualmente, económicamente y políticamente, para tener libertad de pensamiento tenemos que tener la propiedad sobre nuestros cuerpos, esa propiedad se garantiza con derechos y eso lo ha planteado el feminismo y lo sigue planteando y lo vindica en tiempo de elecciones y de no elecciones, nosotras tenemos un tiempo continuo.

Es fundamental apoyar y sostener nuestras acciones políticas, ser solidarias con aquellas que hacen propuestas y las avanzan; es importantísimo, desde el punto de vista ético-político tener capacidad de hacer colectivamente, pero empoderadas unas en relación a las otras, necesitamos vindicar y construir la igualdad como principio y práctica de relación, como valor y cómo derecho, no sólo frente y ante los hombres, entre mujeres y hombres sino también entre mujeres.

Pactar implica reconocer nuestra igualdad y ponerla en práctica, también que nuestros esfuerzos sumen sinérgicamente, se articulen y que cada vez seamos capaces de convocar a más y más mujeres y hombres que puedan asumir el feminismo como una filosofía para la vida cotidiana, como una paradigma para la organización social en el mundo.

Necesitamos vernos en el espejo de la intolerancia y no aceptarlo, en el espejo de la pobreza y no aceptarlo. En el espejo de la violencia y asumir que nos toca, en el espejo del oprobio y no reproducirlo, y ser reconocidas porque nos encantan los derechos humanos.

El feminismo ha enriquecido al mundo en que vivimos y por ser feministas hemos dado un sentido peculiar a nuestras vidas para mejorarlas, hemos hecho un gran viaje interior y exterior, hemos recorrido muchos caminos, hemos enfrentado avatares de la vida con lucidez, creatividad, y desde luego, hemos aprendido a vivir, y ese es un gran aprendizaje feminista, a favor de nosotras mismas y a favor de la vida.

*Resumen de la conferencia magistral de la antropóloga y feminista Marcela Lagarde y de los Ríos, a propósito del XX aniversario de la organización Puntos de Encuentro de Nicaragua.