viernes, 30 de septiembre de 2011

Destapar las pantallas


La Habana, agosto. (SEMlac) La representación televisiva de escenas eróticas entre personas de un mismo sexo va ganando aceptación entre las audiencias. No obstante, todavía hay rechazo a este tipo de propuestas, según pudo evaluar SEMlac a partir de un sondeo periodístico online.
Con la pregunta ¿Aceptaría que la televisión transmita escenas eróticas entre personas de un mismo sexo?, que permaneció en el sitio Género y Comunicación (http://comunicacion.redsemlac-cuba.net/) entre los meses de junio y julio, se pretendió abrir el debate acerca de uno de los tópicos más polémicos de los dramatizados contemporáneos.
El 79 por ciento del público inquirido se mostró favorable a la presencia de sexo entre lesbianas, homosexuales y personas trans en la pequeña pantalla, un resultado esperado teniendo en cuenta que las y los lectores de SEMlac pueden tener interés y sensibilidad hacia los temas de género y diversidad sexual. No obstante, cinco personas contestaron negativamente, de ellas dos varones, uno cubano y otro extranjero.
La Cara Oculta de la Luna, una telenovela que presentó el conflicto de la bisexualidad dentro del matrimonio.
Entre las mujeres predominó la respuesta positiva, y de las que estuvieron en desacuerdo ninguna era cubana. La única opción negativa proveniente de la isla fue la de un varón. Mayor diversidad encontramos en quienes no provienen de Cuba.
La interrogante gana especial interés para la isla, pues actualmente se transmite una telenovela en la que una mujer lesbiana, salida de la prisión, intenta rehacer su vida, pero debe enfrentarse a la discriminación de sus familiares y conocidos. Si bien Bajo el mismo sol, escrita por Freddy Domínguez, no es la primera obra
televisiva que refleja conflictos de mujeres no heterosexuales, viene aportando un interesante acercamiento a la unión erótica lésbica.
A finales de los noventa del siglo XX, una serie del realizador cubano Rudy Mora presentó el conflicto de un hombre abandonado por su esposa debido a que ella se enamoraba de otra mujer. Sin embargo, las amantes perecieron en un accidente de tránsito en el capítulo siguiente, por lo que no se profundizó en este tipo de relaciones.
Fue en 2006, con la telenovela La cara oculta de la Luna, también escrita por Domínguez, que el tema tomó fuerza en la televisión de la isla. Una de las historias sobre personas con VIH/sida que contaba la trama de un hombre bisexual que contrajo el virus al tener relaciones con otro hombre.
La cara oculta de la luna registró 78 por ciento de teleaudiencia, entre 87 y 96 por ciento de preferencia y despertó más interés entre mujeres y jóvenes, según investigaciones de la televisión cubana. Por su parte, un estudio del Centro Nacional de Prevención de ITS/ VIH/sida (CNP) arrojó que la obra tuvo mayor aceptación entre audiencias jóvenes, mientras los más adultos ofrecieron resistencia, casi siempre aludiendo a valoraciones morales.
Lo recogido por el CNP demostró el camino que aún debe recorrerse en la isla a favor del respeto a la libre orientación sexual. Las poblaciones adultas respondieron que mostrar la bisexualidad podría "incitar la práctica de esta conducta en los jóvenes" o que "la novela da licencia a la homosexualidad".
Según el guionista, el impacto de la serie estuvo determinado porque no se había tratado antes en un espacio de ese tipo el tema de la bisexualidad y la homosexualidad.
Sin embargo, con Bajo el mismo sol, actualmente en pantalla, se ha observado más tolerancia, aunque no aceptación. "Se trata de un paso que considero importante, sobre todo porque el cubano puede convivir puerta con puerta con un homosexual (hombre o mujer) y hasta llevarse bien con él, del mismo modo que acepta este tema en un dramatizado extranjero, pero cuando lo ve en una producción cubana es como si le pusieran el dedo en la llaga", opinó Domínguez en una entrevista concedida a la revista digital La Jiribilla.
En 2010, otra telenovela, Aquí estamos, tuvo entre las principales subtramas la relación entre dos mujeres, si bien fue criticada por el tratamiento superficial y estereotipado de los personajes, además de que al final una de las muchachas termina enamorándose de un hombre.
Un reciente debate del espacio mensual Mirar desde la sospecha, que coordina el Proyecto Género y Cultura del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero en la sede nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), se acercó al tema desde la interrogante: Diversidad sexual en la TV, ¿hasta dónde el cambio?
La periodista Lirians Gordillo, una de las panelistas, expresó allí que, si bien estos acercamientos pueden considerarse algo favorable, la manera de abordar la diversidad sexual en la mayoría de los casos no ha sido feliz. "Seguimos mostrando a las personas que no son heterosexuales desde una representación muy sexualizada y las debilitamos cuando las caracterizamos en pantalla inseguras y llenas de dudas", explicó.
Por su parte, el crítico de arte y dramaturgo Norge Espinosa resaltó la necesidad de enfrentar con talento e inteligencia los guiones, pues en la construcción dramática y sicológica de los personajes es donde se encuentran las principales debilidades de las obras cubanas que abordan estos temas.
"Hay que encontrar ese claroscuro, ese punto intermedio en el cual el propio personaje se sorprenda en una situación que nos ayude a entenderlo, a identificarnos más allá de la barrera de lo sexual, que en Cuba es una barrera muy alta y difícil de cruzar. Todo tiene que ver con políticas de representación: cómo nos entendemos, cómo nos representamos y cómo, desde el punto más primario de la vida, se nos está diciendo que determinadas cosas son correctas o incorrectas", analizó.

"Debemos crear una contracultura feminista", opina Isabel Moya



La Habana, agosto. (SEMlac). Los medios de comunicación en las sociedades contemporáneas se han convertido en aliados por excelencia del patriarcado. La naturalización de estereotipos y prejuicios por cuestiones de género, a través de lo que hoy legitiman los discursos mediáticos, hace pensar en la urgencia de encontrar nuevos enfoques para el periodismo y la comunicación.
A profundizar en los nexos entre los estudios de género y los comunicológicos ha dedicado gran parte de su labor profesional la periodista y académica cubana Isabel Moya Richard, directora de la Editorial de la Mujer de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
En sus recientes libros El sexo de los ángeles (Publicaciones Acuario, La Habana, 2010) y Sin contraseña (Ameco, Madrid, 2010), la investigadora devela la manera en que, desde la prensa, la publicidad, internet y la industria del entretenimiento, entre otros soportes, se perpetúa el poder hegemónico androcéntrico.
En diálogo con SEMlac, la también profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Habana advirtió que entre los mecanismos tradicionales del patriarcado ha estado el control del cuerpo de las mujeres, una realidad vigente, que se acentúa desde los medios.
"Incluso en este momento, en que el movimiento de mujeres ha logrado crear determinada masa crítica que presiona muchas veces a los gobiernos para dictar políticas públicas con perspectiva de género, se sigue utilizando el control del cuerpo para mantener no solo la dominación y la opresión, como señalaban las feministas de la segunda ola, sino de crear en ellas una dependencia de la apariencia física, de las maneras en que su cuerpo debe ser modificado para insertarse en determinado mercado laboral o ambiente", remarcó.
"Como nunca antes el cuerpo es un territorio de presión social para hombres y mujeres, no solo viéndolo por las medidas, o por la imposición de un determinado tipo de belleza, aunque continúa pasando. Ahora se suman otros elementos más complejos, como el de la juventud eterna, pues se trata de invisibilizar la presencia de las mujeres de más de 40 años, algo que sufren desde las divas de Hollywood hasta una ejecutiva o una trabajadora de una maquila", acotó.
Otra táctica, en este sentido, resulta la constante alusión en la prensa a lo considerado pertinente dentro del universo femenino, incluso de mujeres empoderadas en quienes se ensalza la forma de proyectar la feminidad desde lo externo; se alude al vestuario o se hace hincapié en que no son feministas.
"Si analizamos el tratamiento de la campaña presidencial de Dilma Rouseff, de Brasil, todo el tiempo se le mencionaba como la protegida de Lula, obviando su tremenda trayectoria de lucha", resaltó.
"Pareciera que, aunque ella tiene los mismos ideales políticos, no hubiera llegado al poder sin la protección del hombre", ilustró.
Formar audiencias críticas
Los medios cubanos, con un diseño y concepción diferente al de países capitalistas, mantienen sin embargo imágenes femeninas sesgadas. Se trata de una situación paradójica, según la entrevistada, pues existe una voluntad explícita de cambio por parte de las autoridades gubernamentales, una legislación avanzada en términos de igualdad e incluso, en las líneas editoriales de los medios se orienta el abordaje de estos temas.
"Hoy aparecen mensajes muy contradictorios sobre la mujer, el hombre y las relaciones entre ambos, que se desplazan desde una apología acrítica de la participación femenina en la construcción de la sociedad socialista, hasta la reproducción de lo peor del mercado global", afirmó.
Recientemente la académica fue invitada para disertar sobre la imagen de la mujer que reproducen la música y los videos clips en Cuba frente a la Comisión de Atención a la Juventud, la Niñez y la Igualdad de la Mujer en el último período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Se encontraban allí también representantes de los medios y de disqueras importantes de la isla.
"Las reacciones al respecto son variadas. Hay quien piensa que no podemos aislarnos del mercado y que no es posible articularse en él si no seguimos esas reglas, mientras otros invocan a la libertad de creación individual", dice.
"Respeto ambas posturas, pero pienso que Cuba es un proyecto totalmente alternativo, y no tiene por qué tratar de insertarse en el mercado siguiendo las líneas clásicas si en todo lo demás rompe estereotipos. Además, fuera de Cuba el mercado de la música tampoco es homogéneo", añade.
"En el caso de la creatividad individual, es cierto que hay que considerarla, pero una televisión pública en el mundo entero tiene determinadas normas. Es muy difícil que pase un video apologético al nazifascismo, pero cuando se trata de una apología al sexismo se ve menos político, aunque esta es una forma de discriminación que hay que combatir con la misma fuerza", asevera.
Como alternativa, Moya propone implementar reglas que regulen lo que se transmite y, de la misma manera, capacitar y sensibilizar a creadores y a quienes toman decisiones en los medios.
"Para Cuba eso hoy es urgente porque, en la misma medida en que estamos insertos en un mundo más globalizado, en que la propia televisión exhibe productos comunicativos de todas partes del mundo, hay que crear audiencias críticas", acotó la especialista.
En su criterio, se debe jerarquizar y enseñarle a la gente cuáles son los productos de calidad, debatir en el propio medio de comunicación estos videos. Además, la escuela tendrá que asumir de una manera más activa el diálogo con los medios.
Así como se enseña literatura, hay que instruir sobre discurso audiovisual, aprender a deconstruir sus recursos, por cuanto hoy marca a la civilización humana lo mismo que antes sucedió con la llegada de la imprenta, sugirió.
"Una asignatura como educación cívica incluye el tema de la igualdad, pero muchas veces se obvia o se aborda de una manera tan fría que no cumple su función. También los programas de enseñanza de Historia de Cuba tienen hoy como objetivo reivindicar el papel de las mujeres, pero si eso se hace desde la rutina, repitiendo nombres y fechas sin entender el aporte femenino a la formación de la nación, no hemos logrado nada", indicó.
Un periodismo profundo
A juicio de la profesora, existe preocupación en la sociedad cubana por estos temas y en los últimos tiempos se aprecia cierta apertura para hablar de género. "Han contribuido a esto las tesis realizadas en la universidad, los espacios de debate que se han ido abriendo en diferentes instituciones y, por otra parte, una especie de conciencia de que los medios son hoy un elemento socializador por excelencia, al tiempo que las audiencias son menos cautivas debido a la multiplicidad de soportes para obtener información", explicó.
"La cuestión radica en que las personas establezcan un discurso problematizador con esos productos comunicativos sexistas", enfatizó la también presidenta de la Cátedra de Género y Comunicación Mirta Aguirre del Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Más esta no es solo responsabilidad de los medios.
El trabajo en la comunidad de organizaciones como la FMC tiene que incluir el debate de la cotidianidad y de cómo sus urgencias siguen anclando determinadas responsabilidades en las mujeres. Lo mismo sucede con la prensa.
"Aunque cuando se habla de los medios, el diagnóstico suele quedarse en los temas más espectaculares como el video clip, el periodismo tiene que problematizar la realidad de las cubanas", señaló.
Añadió: "Estamos llamados a mirar la manera en que viven hombres y mujeres, las relaciones que establecen entre ellos, la manera en que funcionan las familias y cómo están diseñadas las estructuras sociales. Cuando digo problematizar, digo dialogar con la gente. Hay mucho camino que recorrer en temas como la baja natalidad, la presencia femenina en cargos de toma de decisión y en sectores no tradicionales".
"La realidad hay que verla con más matices y develarlos a las personas. Las cifras son espectaculares, pero el dilema está en ir más allá, ver a los seres humanos y detenernos en los procesos que hay detrás de esas cifras para poder dar el salto cualitativo que necesitamos. Porque aunque el salto cuantitativo es innegable, las mujeres están estresadas, sienten culpa por las disfuncionalidades de la familia, están sobrecargadas", aseveró.
"Cuando la sociedad y el socialismo cubanos se están repensando, se requiere entender que no es posible perfeccionar nada si no logramos relaciones más justas entre hombres y mujeres", anotó.
El género requiere especialización
Usual es encontrar programas televisivos y radiales o comentarios de prensa dedicados a la mujer que, sin embargo, reproducen prejuicios sobre lo femenino o banalizan las relaciones de género. Para la especialista, todo parte de la necesidad de especialización, porque no se puede hablar de estos temas desde la sola vivencia.
"Un riesgo para los medios de comunicación es la improvisación, la falta de intencionalidad, el no estudiar los sectores y enfoques desde los que se trabaja. No por ser una mujer se puede hacer un programa con
perspectiva de género. Deben existir políticas intencionadas, buscar colectivos de primera, asesoramiento, como sucede cuando se hace un programa sobre medicina o economía", prosiguió.
Si bien el campo de la comunicación no ha sido de los más investigados desde el género, Moya asegura que cada vez van tomando más fuerza estos estudios en tanto se comprende el impacto que tienen los medios en la creación de imaginarios y representaciones sociales.
En la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana está pronta a crearse una asignatura llamada "Periodismo de inclusión social", que en su temario contiene el género. No obstante, la comunicadora no lo cree suficiente, pues aspira a que en la isla, como sucede en otras universidades del mundo, no se pueda graduar ningún estudiante de periodismo o de comunicación sin haber recibido un módulo de género y medios.
"Debería ser nuestro objetivo estratégico en tanto hoy no podemos acercarnos a la realidad sin tener en cuenta que está formada por seres sexuados que marcan toda su vida a partir de cómo ha sido socializada esa sexualidad", declaró.
En los últimos años se han realizado varios talleres de sensibilización para periodistas, en su mayoría coordinados por Moya, y esto ha contribuido a ir colocando el tema de género en la prensa cubana. Asimismo, en mayo de 2012 se celebrará en La Habana el Décimo Encuentro Latinoamericano de Género y Comunicación, mantenido de manera ininterrumpida durante 20 años.
Todos estos esfuerzos contribuyen a repensar la comunicación desde el género, un llamado estratégico de Moya Richard.
"Debemos crear una contracultura feminista en los medios, que no quiere decir poner a las mujeres sobre los hombres o negar la pluralidad, sino todo lo contrario: proponer la pluralidad y la diversidad centrándonos en los seres humanos, con miradas menos prejuiciadas y estereotipadas", concluyó.