viernes, 27 de mayo de 2011

Adiós a Leonora, bienvenida Basilia

Soledad JARQUIN EDGAR

El adiós es para Leonora Carrington esa mujer del arte que partió a ese mundo de fantasías donde quizá se encuentre con sus fantasmas y concilie con ellos sus sueños, incluyendo su rebeldía contra el patriarcado. Partió pronto, a pesar de sus 94 años. Nos dejó su obra para disfrutarla, para gozar sus fantasmas y sus animalitos de cuento, la fantasía de su vida. El adiós es para ella y el hasta la eternidad es para la obra de esta gran artista.

No quise dejar de mencionar a Leonora Carrington, porque en la vida terrenal muchas mujeres no viven sus fantasías, muchas mujeres viven pesadillas vueltas reales, una de ellas es Basilia Ucán Nah, que este martes 24 de mayo finalmente despertó de ese mal sueño, el que produce la injusticia. Sabíamos que tarde o temprano eso sucedería, porque manteníamos la esperanza en que la justicia llega, nos alegra, nos felicitamos como humanidad algo nos queda.

Después de tres años y dos meses de permanecer en prisión, Basilia Ucán Nah volvió a su vida. En todos esos días, mil 155 larguísimos días, Basilia fue víctima de la injusticia mexicana derivada de la carencia de las mínimas garantías procesales, como señala el Centro Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.

Una acusación falsa, a la que abonaron en negativo, su condición de mujer, su condición de mujer indígena y su condición de mujer pobre; la triple marginación, como se nombra a esos hechos dentro del feminismo, le quitaron su libertad desde el 18 de marzo de 2008 hasta esta semana, en que a la justicia se le cayó la venda de los ojos y finalmente pudo ver bien la realidad.

Retomo sus palabras, palabras sabias de indígena maya, que muestran su esperanza cuando dijo en una conferencia de prensa celebrada en Cancún y que se reproducen en un boletín del Centro Pro:

“Estoy muy contenta porque por fin estoy con mi familia. Se demostró lo que yo siempre había dicho, que mi conciencia está limpia. Espero que mi salida de la cárcel sirva para que otros inocentes salgan libres”.

Absuelta, Basilia Ucán Nah vuelve a su casa, con su familia, a ese lugar de donde no debió ser arrebatada nunca. Basilia es la prueba de que en México la justicia es además de ciega, coja, muy coja, derivado de la falta de la aplicación de técnicas para realizar de manera correcta una investigación.

Es lamentable pero cierto, en nuestro país hay muchas Basilias Ucán purgando penas severas por delitos que no cometieron. En Baja California este mismo mes, las autoridades del Tribunal Superior de Justicia, liberaron a Leslie Karina Díaz condenada a 23 años de prisión acusada de homicidio agravado por parentesco”, tras sufrir un aborto espontáneo.

En Oaxaca, hace una semana también fue liberada, por orden de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la profesora Magdalena García, porque tampoco hubo pruebas de su culpabilidad en la violación de un menor.

Y en esta última entidad recuerdo el caso de Isabel Almaraz en 2008, indígena de la zona de Loxicha detenida por más de seis años, acusada de participar en un secuestro. Decían que ella conducía el automóvil de los delincuentes, pero Isabel ni siquiera sabía manejar. Falsedad que la privó estar cerca de su niño recién nacido durante todo ese tiempo.

Los casos son diferentes, pero en todos hubo procesos de investigación mal hechos. En ellas encontraron lo que en este país se llaman chivos expiatorios para justificar el salario de los supuestos investigadores. En todos, las mujeres sufrieron tortura psicológica, sin duda física y me atrevo a decir, incluso hasta amenazas de violación y de atentados contra sus hijas e hijos y, seguramente, les hicieron firmar, bajo esa presión, confesiones de hechos que nunca cometieron.

Los investigadores de las procuradurías de justicia actúan como verdaderos delincuentes. Torturan de muchas formas. Se inventa delitos y también culpables. Muestra conocida es el largometraje Presunto Culpable, como me decía una amiga ayer mismo y nos preguntábamos: y a todas estas mujeres, Basilia, Leslie, Magdalena e Isabel, sin olvidar a Jacinta Francisco Marcial, detenida en el Estado de México por el supuesto secuestro de agentes federales de investigación, quién les repondrá los días, los meses, los larguísimos años que permanecieron privadas de su libertad, angustiadas, vejadas ¿quién les pagará el daño moral y el daño social que sufrieron y seguirán pasando por el resto de sus vidas?

Nadie, seguramente nadie. Ni las procuradurías que las acusaron ni las autoridades que las condenaron, basados en investigaciones mal hechas. Lo grave es que este tipo de actos se cometen todos los días, lamentable la corrupción corroe todas las estructuras institucionales que dicen procurar justicia de la misma forma en que han corroído las policiacas, para llenar las cárceles de personas inocentes.

Y en medio de este caos que vivimos, celebramos, sí, el despertar de Basilia Ucán de este mal sueño, pero insistiremos en que fue víctima de un sistema de justicia corrupto e inaceptable, que como hemos visto sigue aprisionando la libertad de las mujeres, mujeres indígenas, mujeres pobres.