lunes, 28 de marzo de 2016

Mujeres y Política México, el país de la impunidad



Soledad JARQUIN EDGAR
SemMéxico. 28 marzo 2016.- El principal problema de la violencia en general, pero en específico de género contra las mujeres, es la impunidad. Ese es el principal enemigo.
En febrero pasado, se dio a conocer el Índice Global de Impunidad México, elaborado por la Universidad de las Américas Puebla y el Centro de Estudios sobre Impunidad y Justicia, que revela que solo el uno por ciento de los delitos en México son castigados.
“La impunidad, dice el estudio, es la inexistencia de hecho o de derecho, de responsabilidad penal por parte de los autores de violaciones, así como de responsabilidad civil, administrativa o disciplinaria, porque escapan a toda investigación con miras a su inculpación, detención, procesamiento y, en caso de ser reconocidos los culpables, condena a penas apropiadas, incluso a la indemnización del daño causado a sus víctimas”, dice el estudio.
Cito el dato más interesante y hasta vergonzoso que revela esta medición IGI 2015 (Índice Global de Impunidad), México ocupa  el lugar 58 de 59 países con más altos índices de impunidad, solo superado por Filipinas. La cifra es de 75.7, muy similar al caso Colombia.
¿Qué relación tiene con la violencia de género contra las mujeres? Toda la relación. No solo porque vivimos en una sociedad que cree fervorosamente que la violencia contra las mujeres es normal, más aún lo es para las autoridades que procuran y para las que imparten justicia.
En 2015, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio exigía la declaratoria de Alerta de  Violencia de Género en entidades como Oaxaca, Guanajuato, Estado de México, Nuevo León, Hidalgo, Morelos, Chiapas, Colima, Michoacán y Baja California. Este año el llamado se hizo para otras entidades, en Veracruz hay una investigación en curso que de no quieren que salga. También es un hecho en el Estado de México, Morelos y Jalisco.
Si consideramos la violencia contra las mujeres y vemos el índice de impunidad, observaremos que existe una relación directa que nos da elementos para confirmar la preocupación de las feministas que demandan atención real y efectiva al fenómeno de la violencia contra la mujeres y, específicamente, el feminicidio. Un llamado que se extiende por todo el país y que hacen desde hace varios años organizaciones diversas. Un movimiento amplio de mujeres y feministas.
El estudio de referencia divide en cinco categorías  “el gado de impunidad”: bajo, medio, alto, muy alta y atípica. El índice de impunidad en las entidades de México varia entre el 47.22 que tiene Campeche, es el más bajo, y el 76.61, el más alto, que posee Quintana Roo.
Con la pertinente aclaración que hacen quienes hicieron la investigación al considerar que en Michoacán la impunidad es atípica, ya que “considerando la situación de violencia, delincuencia organizada y restructuración que ha sufrido los últimos años, el indicador obtenido no refleja suficientes niveles de confianza con la realidad del estado, lo cual se explica en parte porque el IGI-MEX no incluye variables que capturen la problemática de inseguridad pública y corrupción que se han puesto al descubierto últimamente. De igual forma, la situación de esta entidad puede variar significativamente al incorporar la dimensión de los derechos humanos”.
En el grado de impunidad muy alta, cuyo índice es superior a 70 puntos, abarca para desgracia de nuestro país, al mayor número de entidades: Quintana Roo es el más alto con 76.61, ubicado en el lugar 31 de la lista (recordemos que Michoacán está fuera de ese conteo).
En el lugar 30 está el Estado de México con 76.48; en el 29 se ubicó a Baja California con 74.22; en el 28, Durango con 73.97; en el 27 sigue Tamaulipas con 73.38; el lugar 26 está ocupado por Guerrero, con un índice  de 73.19; luego en el 25, Coahuila con 72.93; Yucatán, 27.80; Veracruz 72.38; Querétaro 72.24; Nuevo León, 71. 63; le sigue en el lugar 20, está Oaxaca, con 71.63 y, el último de este grupo es Baja California Sur con 70.74.
Es decir, si recordamos la lista de entidades en las que se exigió la alerta de violencia de género vemos que se repiten Baja California, Guerrero, Veracruz, Nuevo León y Oaxaca. La mitad de los que están en esa clasificación del índice de impunidad estatal muy alta.
El resto está entre las entidades con un alto grado, que oscila entre el 65.15 y 69.37, las cuales son del más alto al más bajo: Morelos, Sinaloa, Puebla, Tabasco, Aguascalientes, Hidalgo, Tlaxcala, Jalisco, Colima, Zacatecas y Guanajuato. Entonces sí hay una relación directa entre la impunidad y lo que parece imparable fenómeno de la violencia de género.
Las entidades en las cuales el índice estatal de impunidad oscila entre media y baja, son: Chiapas, Chihuahua, Sonora, Distrito Federal, San Luis Potosí (que rebasan los 50 puntos) seguido de Nayarit y Campeche.
Eso explica resultados como 1) que en México siete de cada 10 crímenes contra mujeres permanecen no son castigados sus responsables, según datos del Observatorio Nacional del Feminicidio; 2) que en el Estado de México a pesar de la Alerta de Violencia de Género la cifra de feminicidios siga a la alza dramáticamente y que el castigo a los responsables sea una mera ilusión y,  3) que un padre tenga que demandar justicia y que en las redes se haga lo mismo para una joven violada sexualmente por cuatro muchachos protegidos por el poder político y económico en Veracruz, como pasa con el caso de la banda de Los Porkys. ¿Y Duarte?
Un caso emblemático pero que tiene episodios semejantes en otras entidades, como Oaxaca, donde hace algunos años una joven fue brutalmente violada por un grupo de “juniors” que la amenazaron de muerte, por lo que ella y su familia optaron por no denunciar los hechos. En la banda de estos “porkys oaxaqueños”, como en Veracruz hay hijos de políticos y “empresarios”. La misma historia solo que revolcada.
Esa impunidad es la que provoca que miles de delitos contra mujeres no sean denunciados y esa es la impunidad que tiene a México en ese nada honorable lugar 58 de 59 países según el estudio de la Universidad de las Américas Puebla y el Centro de Estudios sobre Impunidad y Justicia.
La sospechosa disputa
Resulta por demás curioso ver cómo pretenden repartirse el pastel en la capital oaxaqueña. José Antonio Hernández Fraguas quiere ser el bueno para la presidencia municipal por el PRI. El Partido del Trabajo empleando eso que llamaría humor negro en política, busca “horadar” al PRI llevando a un candidato priista como Martín Matus Alonso (por eso digo que es puro humor negro llevado a la política), que nadie sabe a quién o quiénes puede representar como para “horadar” al PRI. Hernández Fraguas quien fue presidente municipal hace seis años quiere repetir y para que todo quede entre cuates también iría su ex tesorero, Matus Alonso, solo que en el PT. Esto es lo que yo llamo cinismo.
Nada, solo sospechosismo puro. Todo quedaría entre amigos. Pero para eso claro está el cómplice mayor será el Partido del Trabajo.
Ahora que resulta que Hernández Fraguas es el nuevo Chavelo por aquello de que siempre lleva a sus cuates.

@jarquínedgar






domingo, 20 de marzo de 2016

Mujeres y Política: Oaxaca, Puebla y Tlaxcala

Ana Teresa Aranda, Roxana Luna y Blanca Alcalá candidatas en Puebla
Lorena Cuéllar, Adriana Dávila y Martha Palafox candidatas en Tlaxacala


Soledad Jarquín Edgar
Siguen las grandes definiciones políticas. Los hombres asumieron como suya la posibilidad de ser los candidatos de los distintos partidos al gobierno de Oaxaca. Para muchos llegar a ser candidatos fue un largo proceso de cinco años de subir y bajar, para otros fue montar y entrar, como dicen los varones, en caballo de hacienda y listo.
La disputa real apenas empieza. Nada para nadie y desde ahora sostienen que hay un triple empate. Las mediciones futuristas del sin mañana, porque hay quienes todavía no acaban de pasar por la cuerda floja.
Pese a todo, lo que viene es conocido. La oferta será más grande que la demanda. Difícil de creer, pero es cierto. Nos bajarán el cielo y las estrellas, nos prometerán amor eterno y, tendremos de palabra, la solución a todos nuestros problemas porque ahora sí auguran un cambio y este, nos dirán, es el bueno. Los acostumbrados ases de la manga que después se pierden en el mar de la demagogia que se verterá en los siguientes meses.
Serán días de promesas que juegan con la esperanza de la gente, porque todavía hay quien les cree…al final lo que se vislumbra es la poca importancia que para la mayoría de la población tiene el acudir a las urnas el próximo 5 de junio. Eso pese a todo el derroche de dinero que se haga desde la institucionalidad para favorecer el voto. Sin duda, el enemigo a vencer es, otra vez, el abstencionismo.
No es para menos. Oaxaca no es diferente al resto del país. Faltan empleos y sueldos dignos, la pobreza es cada vez más agobiante, la carestía se ve y se siente, hay una creciente inseguridad con repercusiones funestas en la libertad y la vida de las mujeres y a lo largo de los últimos años es cada vez más evidente la corrupción con un reflejo directo en la población. Ejemplos claros son la pésima atención en las clínicas y hospitales, la falta de medicamentos, el no poder realizar una cirugía o una cesárea porque no hay anestésicos, donde de nueva cuenta las mujeres se llevan la peor parte y, por el otro lado, la construcción de obras suntuosas e inútiles como un estadio de futbol o un polideportivo. Eso sin contar el costo de la violencia machista que suma 558 víctimas de feminicidio en lo que va del sexenio de Gabino Cué Monteagudo.
Un panorama nada halagador contra el que tendrán que luchar quienes buscan la gubernatura de Oaxaca y donde se cerraron las filas para no dejar rendija posible para que una mujer pudiera colarse. ¡Primero muertos!
En Puebla las cosas no son distintas, la diferencia es que serán tres mujeres en busca de la gubernatura. ¿En dónde le encuentro el pero? Me cuesta escribirlo pero es una verdad concreta.
Los tres partidos “dejarían” la competencia entre mujeres porque se trata de una minigubernatura, como le llaman a la gestión que será apenas de un año y ocho meses.
Es decir, la misoginia en política tiene distintas caras. Y ellas con todo su derecho harán su mejor esfuerzo. Así es y está bien. Me pregunto ¿cuántas mujeres veremos en la contienda por los próximos seis años en 2018?
Las precandidatas poblanas son Roxana Luna Porquillo por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), quien fue impugnada por Nueva Izquierda y Foro Nuevo Sol, pese a eso, la diputada federal plurinominal con licencia asegura en los medios que seguirá adelante.
Otra aspirante, pero por la vía ciudadana es Ana Teresa Aranda Orozco, quien renunció a más de 25 años de militancia en el Partido Acción Nacional. Ocupó varios cargos federales durante el sexenio de Vicente Fox.
Y la tercera  aspirante es Blanca Alcalá Ruiz, Senadora del Partido Revolucionario Institucional con licencia. Alcalá Ruiz fue presidenta municipal de la capital poblana y entre los otros muchos cargos que ha ocupado está el de haber sido titular del Instituto Poblano de la Mujer.
Bueno, las tres precandidatas harán historia, de eso no hay ninguna duda, de lo que siempre tendré duda es de la autenticidad de la democracia de género que practican en Puebla.
Un hecho contrario sucede en Tlaxcala, donde como en la elección gubernamental de hace seis años, de nueva cuenta tres mujeres buscan la gubernatura. La pregunta es ¿esta vez lo lograrán?
Tlaxcala tiene su propia historia con las mujeres en el poder. Tal es el caso de María de la Luz Rebeca Torres Ortega, la primera presidenta municipal de la capital, Tlaxcala de Xicoténcatl, quien asumió el cargo el 1 de enero de 1956, hace justo 60 años. Para entonces, en todo el país  apenas tres mujeres antes que ella habían ocupado el mismo cargo de elección popular. Rebeca Torres, tomó posesión el mismo día que Orfelinda Villarreal González realizaba el mismo proceso en Higueras, Nuevo León. En aquella primera mitad del siglo XX, apenas cinco mujeres habían accedido a ese primer nivel del poder gubernamental.
Volvió a suceder 31 años después, los ojos de México se posaron sobre Beatriz Paredes, quien en 1987 se convirtió en la primera gobernadora de esa entidad, la segunda en la historia de México,
Hay que poner los ojos en Tlaxcala, algo sucede en esa tierra, nuevamente tres mujeres quieren gobernar, se trata de Adriana Dávila Fernández del PAN;  Lorena Cuéllar Cisneros por el PRD y Martha Palafox Gutiérrez por Morena.
En Oaxaca la capital existen muchas posibilidades de que sean mujeres quienes encabecen algunas de las planillas por distintos partidos políticos en la pretensión de ser la primera presidenta municipal de Oaxaca de Juárez. Esto sí sería histórico considerando que sucedería exactamente 70 años después de se reconociera la ciudadanía de las mujeres en los comicios municipales.
No es para menos, si estamos ante la paridad, como un instrumento de igualdad democrática, así tendría que ser, luego de que los señores del poder se quedaran con el pastel más grande y suculento.
Todo puede suceder en este 2016, será una elección paritaria en 153 municipios de la entidad y en el Congreso local, lo que nos lleva a no perder de vista las sinrazones de la misoginia política, demonios desatados que intentan detener lo imposible a costa de la dignidad de las mujeres. Ya lo veremos.
@jarquinedgar


lunes, 14 de marzo de 2016

PORTADA LAS CARACOLAS 501

Fotografía de JUAN CARLOS REYES

La vindicación de las mujeres oculta por el victimismo · A más de cien años, se perfeccionan leyes y se normaliza su presencia en el poder


Soledad Jarquín Edgar
SemMéxico.- A cada avance de las mujeres una reacción del patriarcado, esa ha sido y es la tónica que ha marcado la historia del feminismo y, por ende, la historia del 8 de marzo.
El afán de esa reacción es no reflejar los alcances, los logros, la trascendencia de cada acción de las mujeres en distintas épocas y espacios con métodos diversos por el reconocimiento de sus derechos, pero sobre todo en su lucha por el poder, sostienen historiadoras y periodistas.
La historia del 8 de marzo, registrado por la Organización de las Naciones Unidas como el Día Internacional de la Mujer en 1975, no tiene un solo origen, detrás están las luchas por el reconocimiento de los derechos, entre ellos los laborales que impulsaron las socialistas alemanas y rusas; los años de lucha por el sufragio en Francia e Inglaterra, además de otras naciones europeas.
Sin embargo, la emancipación de las mujeres ha quedado en mucho sepultada por el peso de un incendio en una fábrica textil en Nueva York en 1857. La periodista Ana María Portugal, en su cronología sobre el 8 de marzo, revela que para “la década de 1970, la historia consagrada del incendio, era mundialmente difundida, pero del todo inexacta.
En contraparte el periódico feminista francés Historia d`Elles, en su número 0 de 1977 dedicado al 8 de marzo, llamó la atención sobre esta versión, a su juicio errónea, advirtiendo que luego de “largas búsquedas, nada se encontró, sobre la famosa huelga de Nueva York, de 1857. Pero esta alerta no tuvo eco”, como refieren las investigadoras Renée Côté y Ana Isabel Álvarez González, citadas por Portugal, quienes dicen no haber encontrado pruebas documentales sobre este incendio ni que ese hecho, de haberse producido, fue el motivo para establecer una jornada internacional de las mujeres.
No obstante, detrás de esa idea quedaron ocultas las otras luchas y emancipaciones de las mujeres, iniciadas en el siglo XV, desarrolladas en el XII y avanzadas en el XVIII, en cambio se difundió con rapidez el acto que las victimizaba, sostiene la periodista y feminista Sara Lovera López.
Hoy, lo que sabemos es que las mujeres, además, de reivindicar sus derechos laborales, desde un principio demandaron su derecho al sufragio, iban pues detrás del poder, como dice Virginia Vargas, el poder para poder hacer.
En ese sentido, la historiadora Karen Offen afirma que las reivindicaciones de las mujeres incluía su participación en organizaciones políticas y religiosas simbolizadas en las sociedades occidentales en vías de democratización (1845) no solo por el voto, sino también por el acceso a posiciones de autoridad, esencialmente en cargos públicos o directivos. Ella escribe en su libro  Feminismos Europeos 1700-1950, una investigación documental profusa, revela la actividad de las mujeres, en la polémica con los filósofos en diarios  y revistas; en acción clara y por sus derechos en las revoluciones sociales y siempre trabajando por la paz.
El poder 106 años después
En México los movimientos feministas estarían ligados al sufragismo, este fue uno de sus reclamos más tempranos e importantes. Tal es el caso de las zacatecanas que demandaron en 1824 participar en la vida política y pública y de ahí un extenso recuento que se concretaría paso a paso, durante largo tiempo, debido a las reacciones de quienes suponían el sufragio de las mujeres a las ordenes del clero.
La académica Teresa Hevia Rocha sostiene, en el texto elaborado para el Instituto Nacional Electoral (INE septiembre 2015), que la lucha de las mujeres por el reconocimiento de sus derechos humanos, empezando por los civiles y políticos, puede ubicarse a finales del siglo XIX.
La investigación de Hevia Rocha revela el avance paulatino de las mujeres que después de acudir a las urnas por primera vez en 1955 y entre 1970 el número promedio de diputadas federales no superó el cinco por ciento. En las siguientes tres décadas, apenas llegó a 10 por ciento. Es hasta 1994, casi 40 años después, que el porcentaje alcanzó 14.1 por ciento y empezó a ascender de manera más significativa. En las elecciones de ese mismo año, 12.5 por ciento de los escaños en el Senado fueron ganados por mujeres.
Pero si los pasos a nivel federal eran cortos, en los congresos locales lo fueron aún más. De acuerdo con INEGI, señala la autora de Evolución y establecimiento de cuotas en México y las implicaciones de la reforma político electoral de 2014, en cuanto a la aplicación de la paridad de género en el registro de candidaturas para la integración de la Cámara de Diputados, los datos muestran que para 1998 las mujeres ocupaban únicamente el 10.9 por ciento de las curules.
Tener poder representa para las mexicanas un largo camino, que en la evaluación  muestra avances importantes que van perfeccionando las leyes y garantizando su participación política. Tanto como lograr que entre la elección de 2015 y la inmediata anterior, el salto porcentual fuera de 5.3 puntos, como señala Hevia.
“Todavía hay un trecho por recorrer, por un lado, para terminar de afinar las reglas, y por otro, para ‘normalizar’ la presencia de las mujeres en todos los espacios de poder, a partir de consolidar una nueva cultura política regida por los principios de igualdad y no discriminación”, dice la académica.
A cada acción hay una reacción del patriarcado. Para cerrar la pinza de este largo proceso diversas instituciones públicas trabajan en la formulación de un “Protocolo para atender la violencia política contra las mujeres”, el cual deberá estar listo en las próximas semanas para prevenir actos de violencia en el proceso electoral 2016, como confirmó recientemente la magistrada María del Carmen Alanís Figueroa frente a un grupo experto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que consultó al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) sobre las tareas que México ha desplegado en torno a la igualdad de género.
“No se trata únicamente de cubrir una cuota mayor de cargos políticos a favor de las mujeres, sino de reconocer y respetar, de manera efectiva y en un sentido muy amplio la igualdad entre hombres y mujeres”, sostuvo en su momento la ex diputada Lidia Aguilar Gil, entonces vicecoordinadora de la fracción del PT en la cámara baja.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer permite evaluar los avances, tres siglos de historia de las mujeres, su lucha por alcanzar su humanidad, de cultura feminista, de leyes constitucionales y también la prevalencia de la violencia contra las mujeres, el gran pendiente en México y en el mundo, como lo hacen evidente todas las estadísticas.