viernes, 15 de agosto de 2014

Del acompañamiento y sororidad entre mujeres



Del acompañamiento y sororidad entre mujeres

Noemí Domínguez Gaspar*
El interés por abordar las diversas problemáticas que surgen en los círculos feministas, tiene como objetivo promover la autocrítica al interior de nuestros muy diversos grupos, generar nuevas dinámicas haciendo uso desmedido de la creatividad e innovación, facilitarnos otros mundos posibles, claro está, en la medida de nuestras posibilidades, atrevernos no sólo a enunciar y a vivir nuestras utopías, exponer nuestro traspiés, “talones de Aquiles”, pero no parte de la pretensión de hacer escarnio de nadie, no se trata de una nueva modalidad de quema de “brujas”, planteo que, al tener conciencia clara sobre nuestras problemáticas podríamos en lo individual y lo colectivo, poner en práctica lo aprendido, pues, como compartió en alguna ocasión la feminista colega Mercedes Olivera
- “Sí, tenemos que aprender, el trabajo colectivo es muy difícil pues aunque sumamos fuerzas y capacidades no todas vivimos igual la experiencia ni estamos en circunstancias iguales.  Es una pena, pero es la realidad, tendríamos que hablar de estos problemas para aprender y para no sentir el dolor en la forma en que nos llega, la conclusión que yo he sacado es que de uno o una y de la otra parte han habido callados desencuentros que van creciendo hasta explotar y no nos hemos dado el tiempo para hablarlos con toda sinceridad y profundidad, a su tiempo. 
“Asumir que lo que hace una lo hace por y para todas no es fácil, por los ritmos, las diferentes ocupaciones y responsabilidades algunas compañeras dejan que la otra haga las cosas y después se sienten desplazadas por quien si ha podido y tenido tiempo y oportunidad de hacerlas. Creo que tendríamos que hacer un seminario sobre cómo respetar las individualidades dentro de los colectivos y como establecer formas de comunicación profundas, con el corazón y la mente para no dejar que los resentimientos y las violencias se acumulen”. (Mercedes Olivera, diálogo e intercambio de experiencias en Abril de 2014).
Este breve escrito no devela el hilo negro en cuanto al tema de las prácticas éticas y solidarias entre mujeres, otras compañeras, maestras de la vida, nos han precedido en este quehacer, mujeres en  todo el mundo, desde Occidente hasta nuestra América, han tenido a bien abordar los diferentes mecanismos que han generado las mujeres a partir de sus experiencia emancipadoras, transgresoras e innovadoras desde el feminismo.
Este no es más que un pequeño ejercicio que intenta sumarse a los nuevos pactos de sororidad y acompañamiento entre mujeres, práctica que en mi experiencia personal, es viable, ardua, compleja, que cuando hay disposición, puede ser una realidad posible, en un mundo donde la competencia, la deslealtad, la sobrevivencia del “más fuerte” se han vuelto valores incuestionables hasta dentro del interior de movimientos humanísticos de vanguardia como el feminismo.
Crear colectivos de mujeres unidas por una o varias causas en común va más allá de la voluntad y hasta de la conciencia política, algunas compañeras indígenas dirían hay que “corazonar” los acuerdos uno a uno, sopesando todos sus significados y dándonos espacios para hablarlos.
¿Cómo y por qué se llega al feminismo?
En mi experiencia personal, mis primeros acercamientos al feminismo fueron en espacios llamados “académicos”, espacios que a pesar de las críticas que pueda tener (como otros espacios), para muchas mujeres ha sido la puerta de entrada para vivir y reproducir cambios de gran trascendencia en nuestra vida, tanto en ámbitos individuales y sociales. Seguramente antes, en la vida cotidiana tuve otras experiencias que marcaron mi vida sin tener “conciencia plena” de la desconstrucción de las jerarquías opresoras dentro del patriarcado capitalista en el que vivimos, mis primera gran maestra fue mi madre, después mis maestras de la escuela, quienes se convirtieron en amigas, referentes reales de la propuesta transgresora del feminismo, “las mujeres somos humanas”.
Llegar al feminismo produce dudas, sustentadas en los prejuicios, yo misma me decía que quería saber que era “eso”, no odiaba ni odio a ningún hombre, tampoco idealizaba a “la mujer” como sujeta social, no creía en los esencialismo que me recordaban al viejo indigenismo paternalista, no tenía ninguna certeza pero sí muchas dudas, las dudas, preguntas, las crisis que nos llevan a buscar caminos, a generar cambios, o crearnos nuevas prácticas.
En los espacios feministas, he encontrado muchas coincidencias, divergencias, amistades y acompañamiento durante el recorrido de la vida, la metáfora de las “gafas violetas” detalla claramente el nuevo sentido que se adquiere con nuevos marcos epistemológicos, éticos y humanísticos desde el feminismo con todo lo que se pueda sumar. Pero el ser feminista puede llevarnos a trampas puestas por el sistema patriarcal en sus múltiples expresiones, a veces a manera de órganos gubernamentales, de asociaciones civiles, de subsidio, en la misma academia o desde la autonomía, aparecen como fantasmas, problemas que parecieran ser del pasado, pues como dijera nuestra querida Sylvia Marcos:
“Estos embates a las relaciones intra-genéricas para poner una diversidad de trampas a través de subsidios y otras prebendas que enemistan y confrontan a las compañeras de manera profunda y crean disensiones muy dolorosas. Yo las he vivido y hay que sobrevivir para derrotar a esos sistemas que tratan de dividirnos y destruir nuestra colectividad” (Sylvia Marcos, dialogo e intercambio de experiencias en Abril de 2014).
No es suficiente declararse a favor de las mujeres, por conveniencia, para ganar un dinerito, un subsidio, feminista de “dientes pa´fuera”, tampoco quiero decir que haya un feministometro, sin embargo, si hay propuestas para vivir una cultura feminista, de no violencia, no opresión, de poderes vitales para crearnos nuestras propias realidades alternas ante las imposiciones violentas; no es una tarea fácil, la colega Marcela Lagarde, nos compartiría en alguna ocasión que:
-“Convertirnos en feministas, implica un arduo camino de extirpación personal de los contenidos patriarcales del mundo alcanzable, sino, sobre todo, de nosotras mismas. Una cosa es coincidir con aspectos de lo que a lo largo de tres siglos hemos planteado las feministas y  convertido en concepción del mundo, en filosofía y, sobre todo, en ética política,  y otra cosa es irlo asumiendo como un cambio de piel y más aún de entrañas. Y, en cuanto a la sororidad, se trata de una política explícita para lograr entre mujeres y, de manera prioritaria entre feministas. Un ramito de principios éticos que concretan lo ya dicho entre nosotras y transforman nuestras relaciones. La sororidad es una delicia, hay que probar sus mieles…” (Marcela Lagarde, dialogo e intercambio de experiencias en Marzo de 2014).
Probar nuevas formas de ser, otras posibilidades, invitación que también nos hizo  Rosario Castellanos en su obra Meditación en el umbral, es un compromiso serio, que se hace con valor y conciencia, donde  tendremos que espejearnos en las otras, en las niñas, jóvenes, ancianas, en las lesbianas, las activistas, las académicas, somos diferentes, la diferencia no debería ser sinónimo de rivalidad ni fragmentación, una idea difícil de poner en práctica sobre todo en una sociedad con poca tolerancia a la diversidad y a la democracia como lo es nuestro México lindo y querido, sin embargo, el camino se hace al andar, como nos canta Joan Manuel Serrat.
Les propongo, comencemos por renovar, reconstruir nuestras relaciones entre feministas (principalmente mujeres, no dejando de lado a hombres), yo tengo como meta personal, reconocer las habilidades, liderazgos o virtudes en otras compañeras, nunca tratar de colocarme en una posición de juez, ni de poder opresor, trataré de realizar ejercicios críticos de diálogo con otras compañeras, nunca desde la imposición. ¿Tú, qué podrías proponer?
Dichos cambios no vendrán por arte de magia, por generación espontánea, no tengamos falsas esperanzas en las otras, hagamos pequeñas acciones, no generemos expectativas fuera de nuestra individualidad.
Continuaremos con esté “diálogo de saberes”, cierro brevemente este apartado con una cita de quien reconozco como una de mis maestras:
“Falta mucho por recorrer. No ayuda idealizar a las otras, pero sobre todo a nosotras mismas, tampoco a los procesos y las instituciones. Nosotras avanzamos por fisuras, a cada paso hay una reacción contraria y nosotras, de vuelta a sostener lo creado para que no se derrumbe y debamos recomenzar de más atrás y con daños. Ser feministas nos fortalece; pensar y sentir feminista nos va edificando y nos permite sintonizar con lo mejor que vamos siendo, con las demás, con los hombres y con el mundo. (Marcela Lagarde, dialogo e intercambio de experiencias en Marzo de 2014).

*Antropóloga y feminista, egresada de la licenciatura en Etnología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, colaboró como ayudante de investigación en el programa de Investigación Feminista con el Dr. Daniel Cazés en el CEIICH- UNAM.
naomimiza@gmail.com





El lado más oscuro del feminicidio



El lado más oscuro del feminicidio
* 60% de asesinatos a manos de desconocidos

Soledad JARQUÍN EDGAR
En los tres años y ocho meses de la administración gubernamental que encabeza Gabino Cué, un total de 306 mujeres han sido asesinadas y en lo que va de este 2014 suman 53 las que han perdido la vida, 60 por ciento de ellas a manos de desconocidos.
De acuerdo al recuento ciudadano realizado por la organización no gubernamental Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad de Oaxaca, la estadística señala que 32 de 53 crímenes contra mujeres registrados en lo que va del 2014, fueron cometidos por personas desconocidas, lo que implica una revisión profunda de lo que está pasando en la entidad ya que pueden estar vinculados al crimen organizado, señaló la consultora en políticas públicas de igualdad, Norma Reyes Terán.
Estamos ante un caso serio, porque muchas veces estos feminicidios están vinculados con lo que se denomina la esclavitud del siglo XXI, es decir, la trata de personas, el crimen organizado y la impunidad que conlleva, apuntó en entrevista.
Reyes Terán, ex directora del Instituto de la Mujer Oaxaqueña, añadió que tal pareciera que de estos hechos solo se percatan las feministas o las especialistas, ya que la tipificación del delito autónomo de feminicidio, está englobado como en la mayoría del país, en asesinatos de mujeres por personas con las que ellas pudieran tener o haber tenido una relación de pareja o una relación íntima.
Pero el hecho concreto de un mayor número de feminicidios a manos de personas no identificadas o desconocidas es un fenómeno nuevo que no se está atendiendo de manera adecuada, desde esa visión más amplia, más allá de la tipificación del delito, “le toca a las autoridades de Oaxaca decir con qué se están vinculados esos crímenes”.
Norma Reyes Terán expuso que por otra parte las estadísticas de Consorcio Oaxaca revelan que el Estado no cumple con la salvaguarda de la protección de las mujeres, por eso decimos que estamos rumbo al Estado fallido, porque no han sido capaz el gobierno de brindar seguridad a las mujeres por una serie de prejuicios y de revictimización de las propias mujeres.
La asesora en temas de igualdad expuso que el Estado mexicano, específicamente los gobiernos, como es el caso de Oaxaca, deben asumir su responsabilidad y tener voluntad política para armonizar los instrumentos internacionales, que desde el 2011, cuando se reformó el artículo Primero Constitucional ya no tienen escusa, los instrumentos y recomendaciones internacionales deben ser tomadas en cuenta.
Esta determinación constitucional, añadió, alcanza a todas las autoridades, las federales, estatales y municipales, por lo que es primordial y urgente incorporar a la legislación dichos instrumentos y actuar en consecuencia y eso falta por hacer en el gobierno de Oaxaca.
Advirtió que de nada sirve el delito de feminicidio de forma aislada si no se tipifican penalmente los diversos tipos, ámbitos y expresiones de la violencia y, por otro lado, no hay políticas públicas que desarticulen en tres niveles, por lo menos, la violencia de género:
Una, en el ámbito sociocultural a población abierta.
Dos en las instituciones que favorecen la violencia contra las mujeres, donde no están haciendo nada,  porque no está tipificada la violencia institucional, no sólo la obstétrica, no sólo en la Secretaría de Salud, sino en todas las dependencias.
Y tres desarticular la violencia de manera personal, a través de una diversidad de campañas específicas y también a través de las propias mujeres víctimas de violencia, además de los victimarios.
Se requiere, apunta con seriedad, a crear una política integral que el Estado mexicano no tiene, tanto que el tema del feminicidio no forma parte de los asuntos que debe atender el Consejo Nacional de Seguridad Pública, como un tema fundamental.
Aunado a ello, agrega Reyes Terán, el Estado tampoco tienen una política federalizada, es decir, “que haya un presupuesto para políticas de igualdad y combatir la violencia de género pero federalizada, no una pichicata como la que hasta ahora se distribuye a los institutos estales de la mujer en todo el país”.
En tanto eso no exista, de manera formal y articulada dentro del propio presupuesto federal, que es el que llega a los estados, y no se modifique la de coordinación fiscal, los gobernadores no le van a poner dinero a la violencia contra las mujeres y en específico al feminicidio que se sigue considerando como un asunto que tiene que ver con la relación de pareja pero que las estadísticas muestran que la mayoría de las veces no es así.
“Yo digo que es escaso lo que se ha hecho, nada sirve si no hay una armonización de las leyes en todos los niveles de gobierno, así como sanciones específicas a los violentadores, pero también a los servidores públicos, como los legisladores, que no son sancionados por no legislar, por no hacer posible la armonización de las leyes, porque entonces no sirve de nada una ley general sobre violencia feminicida y feminicidio.
Con datos del Informe Ciudadano, Realidad que indigna y duele, Violencia Feminicida y Feminicidio en Oaxaca, que analiza el primer trienio del gobierno de Gabino Cué es posible deducir que el actual gobierno es altamente inseguro para las mujeres y que los Valles Centrales, que abarca la mayor concentración poblacional de la entidad, es la región más peligrosa para las mujeres.


Insuficientes acciones para erradicar la violencia contra las mujeres



Insuficientes acciones para erradicar
la violencia contra las mujeres
Entre 2006 y 2012 los feminicidios en México aumentaron 40%. En estados como Chihuahua, el número de asesinatos contra mujeres es 15 veces más alto que el promedio mundial. En el país, se cometen 6.4 asesinatos de mujeres por día y de ellos, el 95% quedan impunes según la Organización de Naciones Unidas.
Por otra parte, en la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2011, en México, el 63% de las mujeres de 15 años y más han padecido algún incidente de violencia por parte de su pareja o de cualquier otra persona.
El 47% de las mujeres en ese rango de edad, que han tenido alguna relación de pareja, matrimonio o noviazgo, han sido agredidas por su pareja actual o más reciente.
Respecto al ámbito laboral, 21% de las mujeres asalariadas durante 2010 enfrentaron actos de discriminación laboral por parte de sus empleadores. A 14.9% de las mujeres que alguna vez han trabajado, les han solicitado prueba de embarazo como condicionante para ingreso o permanencia.
El Gobierno de México ha adoptado medidas con la finalidad de contribuir a la prevención, atención, sanción y erradicación de la violencia en los tres órdenes de gobierno.
En 2007 se promulgó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y para 2013, todas las entidades federativas cuentan con el equivalente y 30 de ellas han promulgado su Reglamento.
También desde 2007 opera el Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres, que está integrado por dependencias del Gobierno Federal y los Mecanismos para el Adelanto de las Mujeres (MAM) en las entidades federativas. Para 2013 los 32 estados operan su propio sistema y 26 tienen normatividad para su funcionamiento. Sin embargo, hay que recordar que este Sistema se ha negado a declarar la Alerta de Género en entidades como Colima, Estado de México, Hidalgo,  Morelos y recientemente Guanajuato.
Respecto al tema de igualdad, se cuenta con la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, así como con 30 leyes equivalentes en las entidades federativas y siete reglamentos.
De igual forma, se han llevado a cabo reformas y adiciones al Código Penal Federal, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y su Reglamento, la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal y la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República (PGR), como la tipificación del delito de feminicidio a nivel federal (2012). En 31 entidades federativas se tipificó también este delito.
También se promulgó la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de estos Delitos (2012) y 24 entidades federativas publicaron su equivalente. Se publicó la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación y 21 estados cuentan con la normatividad relativa.
Para atender violencia contra las mujeres y trata de personas desde la procuración de justicia a nivel federal, se creó una Fiscalía Especial que opera un Centro de Atención Ciudadana para interponer denuncias y atender de manera integral a las víctimas con servicios psicológicos, trabajo social, apoyo jurídico, antropología cultural, social, etnología y protección. Opera también el Refugio Especializado de Atención Integral y Protección de Víctimas de Trata y Violencia Extrema de Género, y cuenta con el Directorio Nacional de Centros de Atención a Víctimas de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas que permite ubicar en toda la República Mexicana unidades de apoyo a víctimas, tanto en el ámbito público como en el privado, para la canalización.
Sin embargo, pese a estos esfuerzos, los índices de violencia contra las mujeres  no se han reducido y muchas de las víctimas no se acercan a las propias autoridades a denunciar por miedo a ser revictimizadas o por falta de credibilidad.

¿Yo feminista? Rosario Villalobos Rueda


¿Yo feminista?
Rosario Villalobos Rueda:
Entre la proposición y la confrontación
·      “Nació” en la izquierda mexicana, un día la arrolló el tren del feminismo

Soledad JARQUÍN EDGAR
Soy feminista porque me gusta. Responde tajante Rosario Villanueva Rueda, para luego añadir que el feminismo la hace
propositiva, irreverente, le da energía para estar siempre a la búsqueda del cambio, del movimiento, pensando, revolucionada, con los nervios de punta, pero también la confronta, la hace sufrir, llorar y quedarse sola.
Su historia es una larga trayectoria de luchas. Nació poco después de que su padre, el ferrocarrilero Longinos Villalobos Rueda, decidiera cambiar el lugar de residencia de Ixtepec a la capital del país, para seguir a Demetrio Vallejo en su lucha por mejorar las condiciones salariales de los trabajadores.
Una idea de revolución siempre le dio vueltas en su cabeza y siendo adolescente se enroló en las filas del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), en la búsqueda y demanda de justicia para las familias de las y los desaparecidos de la guerra sucia siguiendo a Rosario Ibarra, hasta tocar con la realidad de las mujeres que para su gusto chocaba con la teoría aprendida, entonces sintió como la arrolló el tren del feminismo.
Es la cuarta de los siete hijos de Leonila Rueda García, nació en el Distrito Federal al final de los años cincuenta y siendo una adolescente de 17 años se enroló en el PRT. Era estudiante de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Ixtacala (UNAM), ahí se formó como socialista, cuando los partidos de izquierda, como el Comunista Mexicano, el Mexicano de los Trabajadores y el propio PRT, así como las ligas comunistas y socialistas hacían que sus militantes estudiaran, lo que ya no sucede, dice.
Se aprendió el ABC de comunismo y del socialismo, conoció a Carlos Marx a través de los folletos que le daban para estudiar y no a través de El Capital, “el PRT era el único partido que se asumía como socialista, feminista e internacionalista”, conceptos que la atraparon.
Estudió a Rosa de Luxemburgo, Alexandra Kollontai y a Flora Tristán, una trilogía de socialistas-comunistas, revolucionarias y, claro, feministas que le dieron el principio de lo que la vida le enseñaría en carne viva, la cotidianidad de las mujeres que se empeñó en entender y a veces hasta resolver.
Formó parte de la sección mexicana de la IV Internacional, lo que le permitió el privilegio, como ella califica, de conocer a Ernest Mandel, economista belga; a feministas socialistas de Europa y América del sur, refiere con cierto tono en su voz que denota alegría por los buenos recuerdos y señala que el aprendizaje le hizo tener una mirada analítica y ser capaz de debatir con sus compañeros y compañeras, algo que también hoy extraña.
Pero si está orgullosa de las feministas de otras latitudes, sin duda lo está más de sus compañeras de quienes aprendió, entre ellas recuerda a Heather Dashner, Josefina Chávez, Patricia Mercado, Susana Vidales, Flor Cervantes, Lesli Serna y otras muchas, mujeres que le dieron importantes lecciones en los años de militancia en el PRT entre 1979 y 1990.
El trabajo en el partido no sólo eran lecciones, conferencias o debates, debían actuar, eso la llevó a crear células en la zona del Bajío entre León, Aguascalientes y Querétaro, esta última ciudad donde incluso se metió a una fábrica de turbo reactores, no sin antes tomar un curso en el Conalep donde obtuvo un certificado como Técnica en Metal-Mecánica, ella y otra compañera llamada Maru, fueron las primera mujeres en aquella fábrica de reactores para aviones donde organizaron una huelga para exigir mejores salarios para los obreros que estaban altamente calificados en contraste con el sueldo que recibían.
De regreso a la ciudad de México en los ochenta, asume la tarea de acompañar a una joven que decidió someterse a un aborto en una clínica ubicada en Naucalpan, Estado de México. Salieron del lugar junto con otras 20 mujeres que no se conocían entre sí pero que habían acudido con el mismo objetivo. Unas, las más, se subieron a sus automóviles particulares, Rosario Villalobos y otras siete mujeres a una pesera, una combi azul y banca. Habían avanzado unas cuantas cuadras cuando el vehículo se detuvo, sacaron a los hombres y las ocho mujeres fueron sometidas, obligadas a agacharse. Las órdenes eran dadas por policías que las amagaron con sus armas y leperadas.
Entonces, dice entre risas, no había derechos humanos y “los policías eran unos hijos de la manteca”, sin salir de la desagradable sorpresa y temblando de miedo alzó la vista para ver a dónde las llevaban, cuando lo supo tembló aún más porque conocía por Rosario Ibarra de las cárceles clandestinas que había en el D.F. Su temor fue confirmado cuando una voz masculina ordenó al chofer que se bajara en Tlaxcuaque.
Ahí estuvo detenida durante 24 horas acuda de abortar, ella explicó que no, que sólo acompañaba a una mujer, como otras dos de las ocho detenidas de manera arbitraria. Todas permanecieron horas sin tomar sus medicamentos ni agua, forzadas a declarar el nombre el médico y a decir que habían abortado, sometidas a golpes y gritos.
Finalmente fue liberada, las otras mujeres no corrieron la misma suerte en ese mismo momento. Piensa que revisaron su libreta y pensaron que tal vez trabajaba para alguien importante. Era de noche, corrió cuanto pudo para llegar directo a la casa de Lesli Serna, le contó lo que había pasado.
Al día siguiente Rosario Ibarra solicitó una entrevista con Ignacio Morales Lechuga, procurador del Distrito Federal. Le exigió la desaparición de las cárceles clandestinas, el funcionario negó la existencia de ellas. Ibarra le respondió que sí existían y que Rosario Villalobos, quien estaba ahí sentada escucnado, era una testigo.
Este hecho, del que la periodista Sara Lovera hizo una crónica para el suplemento Doblejornada, abrió la discusión sobre el derecho a decidir de las mujeres e hizo que las feministas cerraran filas y exigieran la no criminalización del aborto.
En tanto que para Rosario Villalobos, las 24 horas en una prisión clandestina en el corazón de la capital mexicana, le hicieron entender que existía una brecha entre el discurso de la igualdad, la libertad y la realidad de las mujeres.
“Me vuelvo criticona, rebelde y le decía Heatler, quien estaba al frente de la Comisión de la Mujer en el PRT, que era una pequeña burguesa, que debía ir con las mujeres, a las colonias, con las mujeres de carne y hueso, las amas de casa, las estudiantes, las trabajadoras”, dice mientras acepta que así salió de la burbuja en la que estaba para pisar la realidad.
Rosario Villalobos recuerda que a Rosario Ibarra la conoció en el PRT, con ella estuvo en su campaña en 1982 cuando fue designada candidata presidencial, era de la avanzada, recorrió gran parte del país en la unidad móvil, donde llevaban desde el mimiógrafo y la máquina de escribir hasta las brochas y la pintura; lo mismo organizaban una conferencia de prensa que pintaban las bardas, así era entonces.
Con Ibarra tiene entrañables momentos, días aciagos, en plantones, marchas, la toma del Senado o del Campo Militar 1, como parte del trabajo desarrollado por la dirigente del Comité ¡Eureka! así como días en convivencia con su familia, todavía guarda las muchas fotografías que Carlos Piedra Ibarra le tomó durante las marchas y plantones.
Fuera del PRT, por decisión propia, inicia su capacitación en feminismo, conoce a Martha Lamas en el movimiento feminista; pero también se alía a otras luchas como el movimiento lésbico y por la diversidad sexual.
Durante años, afirma, su familia fue el PRT, cuando deja el partido va en busca de su pasado, viaja a Ciudad Ixtepec, pero también empieza a construir su futuro, ahí conoce al padre de sus hijos, Félix Serrano, una relación intermitente porque ella sigue viviendo en la ciudad de México y él, miembro de la COCEI, no deja Ixtepec. Tras un tiempo se establecen como pareja en la ciudad istmeña.
En esa ciudad forma un primer grupo llamado Mujeres Paradas sobre la Tierra, entre talleres de bordado, clases de regularización para los hijos de las asistentes y una curiosa actividad de la que ella misma era la instructora: tarjetería española, les enseña sobre feminismo, sexualidad, salud reproductiva y va más allá de la casa prestada que durante casi cuatro años ocuparon las ixtepecanas para transformar sus vidas, se mete a las escuelas y en el internado Santos Degollado les habla sobre prevención de abuso sexual infantil.
Un tanto adelantada, Mujeres Paradas sobre la Tierra enviaron una carta al Congreso, cuya copia aún conserva, en ella pedían que se instalara la comisión de equidad y género, la respuesta vendría algunos años después y ella, otra vez, sería protagonista fundamental.
En la región del istmo, Rosario Villalobos no era bien vista por ser feminista, las mujeres de la COCEI, algunas de ellas hoy connotadas defensoras de los derechos humanos de las mujeres, recibían incluso instrucciones de que no entablaran ninguna relación con la recién llegada y su familia política apenas la aceptaba, pero nada la incomodó estaba lo suficientemente curtida para rendirse a las primeras de cambio.
Si las críticas no la hicieron doblegarse, tuvo que salir del istmo para enfrentar un desafío de la vida. Su pequeña hija, Rosario había nacido con el síndrome de Arnold Chiari, tipo 2. Emprendió una nueva batalla que con el tiempo ha visto ganada contra muchos pronósticos. Pasó meses entre consultorios y pasillos del Hospital Federico Gómez en la ciudad de México y a mediados de los noventa decide vivir definitivamente en Oaxaca, para entonces su compañero, el padre de sus hijos ya no estaba con ella.
Trabaja en el DIF en los tiempos “de la gobernadora”, dice con una leve sonrisa en la boca, se refiere a Clara Sherer Castillo quien daría una visión diferente a las políticas públicas con equidad de género. Por primera vez tomó un curso formal sobre género siguiendo la propuesta metodológica de Martha Lamas, de igual forma asiste a un seminario impartido por Teresita de Barbieri, ambos promovidos por la titular del DIF Oaxaca.
En aquellos días, se gestó el Comité Estatal de Mujeres, entre sus integrantes recuerda a Flor Cervantes y Guadalupe Carmona, ambas de GAEM; Angélica Ayala y Aline Castellanos, de la LIMEDDH; Pilar Monterrubio y Martha Castañeda y otras.
Cuando José Murat ya era gobernador, Rosario Villalobos se destaca por desarrollar un liderazgo que llevó a la realización del Movimiento Amplio de Mujeres. Trabajó como asesora en de la diputada María de las Nieves García Fernández, en la LVII Legislatura, entre los logros destaca la creación de la Comisión Permanente de Equidad y Género, misma que como “especial” se había conformado desde la anterior legislatura.
En 2003, formó la asociación civil Mujeres Unidas en torno al Género, la Equidad y la Reivindicación (MUGER), organismo que desarrolló en 2009 un programa piloto de un modelo de refugio para mujeres violentadas.
Ese mismo año, es una de las mujeres que dirige la creación del Pacto para la Equidad y la Participación Política de las Mujeres, creado en torno al cincuentenario del voto de la mujer mexicana. Y al año siguiente, contra todo lo que se esperaba, acepta la Subsecretaría de Derechos Humanos del Gobierno del Estado, cargo que concluyó en 2010.
En esa instancia, dice con orgullo, impulsamos que el Legislativo elevara a rango constitucional la no discriminación, junto con el movimiento gay se estableció el Día Estatal de Lucha contra la Homofobia (17 de mayo) y promovió la entonces Comisión Estatal de Derechos Humanos, la no prescripción del abuso sexual infantil.
Pero la decisión de Rosario Villalobos fue la confrontación más difícil que ha tenido. “No era la primera feminista que aceptaba trabajar para un gobierno, otras lo habían hecho para gobiernos emanados del PAN en el ámbito federal y otras estaban en el gobierno del D.F., pero para el resto de las feministas de Oaxaca resultó imposible entender mi decisión, les pareció antinatural por venir de la izquierda, por tener un liderazgo en el movimiento feminista.
Aceptar el cargo en la Subsecretaría de Derechos Humanos “me costó mucho llanto, horas dolorosas, pero ahora lo entiendo, para las otras fue como si una de ellas se hubiera pasado al bando contrario, lo catalogaron como una traición”.
“Entonces perdí amigas, conocidas, simpatías que al tiempo recuperas pero el daño queda. Fue muy triste para mi”. En contraparte se cuestionó muchas veces ¿Acaso no queremos el poder? ¡Rayos! Fue doloroso, ya no lo es.
La verdad es que sí queremos el poder y lo tenemos que ir construyendo. No hay que olvidar que muchas han pasado y hacen buen trabajo, ese es el caso de Norma Reyes Terán en el IMO.
Seria y pensativa, reflexiona sobre su quehacer feminista, sobre el espacio que te tocó vivir, en cómo el feminismo la lleva a cuestionar su propia vida, la forma en que fue educada, en la forma en cómo cambiar las cosas que no le gustan y cómo remontar las que le son adversas…piensa en cómo no repetir ciertos aprendizajes con su hija y su hijo. En suma, dice, si eres feminista no puedes dejar de cuestionar, le caes mal a las otras personas, te vuelves antipática, pero vives todo con pasión y a veces te gana la tripa.
Los días difíciles parecen estar muy lejos. Los años le han dado respuestas y armas para enfrentar las adversidades, ha aprendido mucho, su tenacidad y esfuerzo son una demostración permanente, recién concluyó la licenciatura en Derecho, en octubre próximo podría titularse por promedio,  tiene en mente litigar desde la perspectiva feminista, no le costará trabajo, a través de MUGER lleva años haciendo que algunos juzgados tengan una visión distinta del ser mujer.