miércoles, 9 de diciembre de 2015

Violeta


Violeta
Elizabeth CASTRO 

Después de mucho pensar, decidí que la mejor manera de hacerles saber lo que opino acerca de la violencia contra la mujer era a través de Violeta.
Violeta nace como un ejercicio de catarsis, como un grito de indignación, Violeta nace de la necesidad de expresar una realidad que día a día azota a miles de mujeres en el mundo, Violeta expresa, cuenta, cala, denuncia, narra, duele.
Se llama así, Violeta, porque es el tono que la piel arroja días después. Violeta, porque es un sustantivo femenino. Violeta, porque denota una condición, un acontecimiento, una realidad, un algo que desafortunadamente parece inherente a la condición de ser mujer.
Violeta me duele todos los días, pero en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, me atormenta de manera especial, hoy las cifras nos hablan de todas las violetas del mundo y no puedo escribir aquí las cifras, porque me indignan, porque me hacen pensar en los pretextos, en los nunca más, en las promesas y en los juramentos.
Hoy no tengo palabras, hoy me duelen todos los tonos violeta que habitan en la piel de las mujeres, hoy me indignan los gritos ahogados, hoy me escuecen las lágrimas derramadas, hoy me enfurece la complicidad de las autoridades, hoy el silencio me cala. Hoy me duelen los gritos, los golpes, los asesinatos.
Y si, sé que la violencia se manifiesta en diversas formas, pero también sé, que la violencia física trastoca, que no es lo mismo escuchar a una mujer contarte el maltrato psicológico del que ha sido víctima que verle la cara así, violeta.
Violeta.

El reloj da las doce.
Y yo tiemblo.
El reloj anuncia el primer minuto.
Y yo tiemblo.

El reloj no se detiene.
Y yo me sostengo.

Uno, dos, uno más debajo de mis ansias.
Tres, cuatro, uno más en mi cara.
El reloj avanza.

Y no lloro, me mantengo.
Uno más, porque tú mandas.
Dos, tal vez, tres, mejor cuatro, uno más en la espalda.
Diez minutos y mi corazón se calla.
Aquí, en mi boca, porque es canalla.
Aquí, en el costado, porque es resistente y no mata.
Tic, toc… y aún no acabas.
El reloj avanza.

Y no grito y no gimo y no finjo y siento nada.
Estoy tan acostumbrada.

Uno más, por quedarme callada.
Dos, tres, y mi corazón calla.
Aquí, en el piso, así me quieres.
Doblegada.

Te cansas.
Respiras.
Y me sostengo, me pongo de pie y me sostengo.
Me jalas.
Un minuto más.
Ya casi acabas.

Aquí, en mi ombligo, porque soy puta, porque soy fulana.
Aquí, en la costilla, porque te la debo, porque soy nada.
Aquí, en la entrepierna, porque ahí disfruto, porque ahí me gusta.
Arrastrada.

Otro más en la barbilla, porque no soy santa.
Me sostengo, no te miro y te enfadas.
Al final una bofetada.
Te vas.
Me sostengo.

Regresas y me abrazas.
Nunca más, prometes.
Y mi corazón calla.
Tal vez a las doce, tal vez mañana.

Mis ojos vidriosos y llega la calma.
Tal vez al rato, tal vez la próxima semana.
Mi llanto silencioso y tus manos que me callan.


*creo que para algunas personas los términos empleados pueden resultar ofensivos, sin embargo, hago hincapié en el hecho de que son sólo algunos de los adjetivos que acompañan un acto de este tipo, quienes nos golpean buscan siempre denostar nuestra sexualidad y nuestra persona.

Para todas las Violetas del mundo en Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, esperando que algún día la justicia las alcance, nos alcance.


@lyzpc


Aprenden mujeres a vivir con la violencia en la escuela


·       Cada segundo una mujer en México sufre algún tipo de agresión
·       46 % han sufrido violencia al menos una vez en su vida

Sophia D’VERDI
SemMéxico. D.F.- La cifra se dice fácil, 46 por ciento de las mujeres han sufrido, al menos una vez, algún hecho violento a lo largo de su vida, pero la cifra es equivalente a decir que cada cinco segundos en México una mujer sufre algún tipo de violencia.
La violencia que viven las mujeres en la edad adulta, inicia en edades tempranas, señala Nashely Ramírez, coordinadora general de Ririki Intervención Social.
La especialista en Investigación Educativa y Ejercicio de la Docencia, aseguró que las mujeres comienzan a vivir la violencia en sus casas y en las escuelas aprenden a vivir con la violencia.
“Las niñas aprenden desde el principio, en muchas ocasiones en sus casas la violencia, ellas ven la violencia ejercida hacia las madres y de las madres hacia ellas, y tienes un espacio, el de la escuela, que en lugar de contrarrestar esos mensajes los fortalece”, señala Ramírez.
De acuerdo con el Informe Nacional sobre Violencia de Género en la Educación Básica, la única investigación que ha realizado la Secretaría de Educación Pública en el 2009, la escuela es el espacio donde se aprenden y reproducen las relaciones sociales entre los géneros y la violencia de género se reproduce porque se establecen relaciones de desigualdad entre niñas y niños.
El Informe revela que las niñas son víctimas de distintos tipos de agresiones físicas: 29 por ciento de las niñas de primaria y el 22 por ciento de secundaria, refieren que les han jalado el cabello; que 4.4 por ciento de las niñas de primaria y el 3.4 por ciento de secundaria, han recibido puñetazos; el 15 por ciento de las niñas de primaria y el 9.4 por ciento de secundaria, les han dado de patadas.
A la par, cientos de videos circulan a diario por las redes sociales son testigos claros de la forma cómo se reproducen los hechos violentos y las relaciones desiguales entre el estudiantado, y agravan la violencia ejercida y vivida, señala Ramírez.
Mientras que las políticas, acciones y programas dirigidos a mejorar la convivencia escolar han demostrado ser un fracaso total.
“Son acciones que no logran disminuir la violencia en las escuelas, no solo entre las y los alumnos, sino de las personas adultas hacia las y los alumnos; y hay que señalar que en el caso de las niñas, lo que ha aumentado es la intensidad en que se extiende la violencia usando las redes sociales.
“Se tiene el acoso sicológico, afectaciones, agresiones y discriminación en el espacio escolar, y encima se hace público muy rápidamente lo que tiene un impacto mayor en las víctimas, sobre todo, en las niñas”, expresó.
Nancy M. no fue protagonista de un video, pero sí de un acoso constante no solo entre sus compañeras, sino entre sus compañeros de escuela.
Hoy estudia el cuarto semestre de sicología en la UNAM, es una activista convencida de que la educación en las escuelas debe cambiar, y cuenta a SemMéxico su historia, la cual inició en el sexto de primaria, último año que no sólo fue una pesadilla sino donde aprendió a ser víctima de la violencia.
“Todo empezó con insultos, me decían gorda, panzona, fea, sobre todo las niñas, pero luego comenzaron los niños a insultarme, y cuando pasaba por los pasillos me levantaban la falda.
“Me decía, vea sus grandes nalgas; un día incluso me detuvieron entre varios compañeros y me alzaron la falda en el salón, y las niñas solo se reían”.
Después de los insultos, comenzaron por esconderle sus cosas y los maestros no intervenían.
“Cuando mi mamá fue a reclamar, fue peor, porque recuerdo que la maestra me paró frente al salón y preguntó a todos mis compañeros, quienes eran los que me estaban molestando y les dijo que mi mamá estaba muy molesta, que a no quería oír ningún otro reclamo”, relata Nancy.
Cuenta que pasaron como dos semanas sin que nadie la molestara, pero un día en el recreo, el cual pasaba la mayor parte del tiempo sola, se le acercaron dos niñas y dos niños y le preguntaron si su mamá seguía molesta.
“Como no les contesté, pues me paralizaba el miedo, me comenzaron a dar de cachetadas, primero las niñas y luego ellos, una me jaló del cabelló y me pidió que le pidiera perdón.
“Les pedí perdón de rodillas”, relata.
Faltó mucho a la escuela, todas las semanas tenía una enfermedad o un pretexto para no ir; a veces cuenta Nancy, llegaba hasta la puerta de la escuela y no entraba, salía corriendo al parque, otras veces se quedaba con la señora de la tienda frente a la escuela ubicada en el centro de la ciudad de México.
Así sorteó Nancy la primaria; en secundaria fue mudo testigo de la realidad; difícilmente hablaba, casi no participaba en las actividades deportivas, ni de grupo, era una niña solitaria; lo mismo que en el bachillerato, donde conoció a Ramiro.
“De verdad que estaba enamorada, pues fue el único que me apoyaba, incluso me defendía de los demás, mi vida de verdad cambió, por un tiempo, porque después él comenzó con los insultos, los gritos, las bofetadas y las patadas.
“Terminé en el hospital, adolorida con dos costillas y la nariz rotas porque le reclamé que estaba coqueteando con una de mis compañeras”.
Nancy es una víctima recuperada de las garras de la violencia, como ella dice, después del hospital su mamá la llevó a un grupo de ayuda sicológico.
“Recobré mi fuerza interior, mi autoestima, aprendí a relacionarme como igual con los demás, y no desde mi condición de mujer maltratada, porque se convierte en un síndrome”, explica.
Dice que en su casa nunca vio a su madre ni a su padre golpearse o insultarse, la violencia la aprendió en la escuela.
“En la escuela aprendí y padecía a personas que agreden, que maltratan, que son violentas, que ofenden, que golpean, aprendí que era mejor quedarme callada porque nunca me salieron las fuerzas para defenderme, y cuando me enamoré me relacioné de la misma manera”, añade.
Las cifras de diversas encuestas muestran que conforme avanzan en edad el porcentaje de mujeres que experimenta agresiones físicas aumenta.
En las Encuestas Nacionales sobre Exclusión, Violencia e Intolerancia en las Escuelas de Educación Media Superior, el 27.9 por ciento de las mujeres reportan haber sufrido agresiones físicas en la escuela.
Además aumenta. En la misma Encuesta aplicada en el 2013, revela que las estudiantes de bachillerato que señalan haber sido insultadas en la escuela aumentó del 22.8 por ciento en el 2007 al 26.8 por ciento; que las mujeres jóvenes que refieren haber sido golpeadas pasó del 6.7 al 7.5 en los años de referencia.
La Encuesta más reciente, la del 2013, refiere que el 25.3 por ciento de las mujeres ha sido rechazada por sus compañeros, el 34.9 por ciento ha sido ignorada; y frente a cualquier hecho de violencia entre los estudiantes, 40.9 por ciento de las alumnas refieren que sus profesores nunca o casi nunca intervienen y el 28 por ciento ignoran cualquier hecho de violencia entre los estudiantes.
Durante el noviazgo, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Violencia en las Relaciones de Noviazgo, el 15 por ciento de las jóvenes revela que ha sido víctima de la violencia física; el 76 por ciento de la violencia sicológica y el 16.5 por ciento, vivió violencia sexual.
“En las escuelas se establecen las primeras relaciones de noviazgo y se perpetúan las dinámicas de convivencia centradas en la violencia”, dijo.
Ramírez lamentó que los datos sobre la violencia en las escuelas no estén actualizados y las encuestas que se han realizado no se vuelvan a replicar, salvo las de educación media superior, la cual dejó de hacerse en el 2013.


Estereotipos sexistas refuerzan violencia de género en la escuela



·      * Los estereotipos sexistas, homofóbicos y racistas pueden entrecruzarse en la violencia escolar

Lirians Gordillo Piña 

SemMéxico/SEMlac. La Habana, Cuba, diciembre 2015.- Detrás de la expresión “violencia escolar” se esconden diversas manifestaciones de maltrato y agresiones que se aprenden y socializan desde edades tempranas y no pocas veces cursan como naturales o propias de una etapa de la vida.
Sin embargo, las violencias múltiples que transcurren en el espacio escolar casi siempre revelan modelos, conductas y estereotipos patriarcales que pueden seguir produciendo más violencia.
La pedagoga Yohanka Rodney, de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, investiga el bullying escolar y alerta que la cultura patriarcal refuerza la violencia de género entre estudiantes.
Los estereotipos sexistas, homofóbicos y racistas pueden entrecruzarse en la violencia escolar, aunque muchas veces se minimiza y se define como “un problema entre niños y niñas”. Rodney llama a romper el silencio y trabajar de manera integrada.
¿Cómo se manifiesta la violencia de género en las escuelas?
En nuestros libros de texto y en la práctica educativa existen estereotipos de género que justifican la violencia hacia las niñas, adolescentes y jóvenes.
Por ejemplo, una niña puede ser violentada por múltiples variables y estereotipos: si es gorda, negra, por tener una orientación sexual homosexual, por no ser delicada, jugar a las casitas, etc. Pero estas y otras muchas variables pueden recaer en una misma persona.
¿Imaginas cuánto sufrimiento recae sobre un niño o niña durante ocho horas? Sin contar que esta situación puede repetirse una vez, tres, muchas veces más a la semana.
Hay que saber identificar cuándo se trata de un juego de manos que terminó en pelea o cuándo estamos ante un maltrato sistemático que el niño o niña víctima no sabe cómo resolver.
Recién acabamos un pilotaje sobre 
bullying homofóbico en las escuelas, con 150 estudiantes del nivel primerio hasta el preuniversitario. Estamos analizando los resultados y hemos encontrado casos que quizá se consideren mínimos; pero si analizamos que cuatro, 10, 15 menores de un nivel de enseñanza reconocen sufrir violencia por su orientación sexual en una muestra tan pequeñita, ¿qué sucedería si ampliáramos el estudio?
Lo que estamos buscando es sensibilizar a los decisores del sistema educativo mediante estos estudios y sus resultados, para tomar medidas de cara al futuro. Yo creo que lo vamos a lograr porque existe voluntad política para prevenir la violencia en las instituciones educativas.
¿Qué recomendaciones haría?
Sabemos que nuestros libros de texto reproducen estereotipos sexistas, pero la situación económica del país impide por el momento sustituir esta base material de estudio. Debemos entonces incidir en la formación y en la sensibilización del profesorado. Necesitamos un profesorado que sea crítico y deconstruya esos estereotipos machistas. Además de que su práctica educativa no sea violenta.
Estamos hablando de incidir en la cultura escolar. Son pasos para desaprender una práctica educativa que está instaurada y que legitimó que las niñas son las que tienen que recoger el aula y hablan bajito, mientras los varones botan la basura y son los más inteligentes para Matemáticas. Por solo poner un ejemplo de estereotipos comunes.
Hay que apelar al reglamento escolar, que sanciona la violencia de palabra y física, aunque todavía no estamos complacidos, tiene que aparecer cómo vamos a trabajar con la niña o el niño que sufre maltrato y quien maltrata. Además de establecer el trabajo con la familia, con las niñas y niños que son testigos de la violencia.
¿Cómo llegamos? Con una campaña de sensibilización y con un trabajo sistemático, coherente e interdisciplinar. Porque no son solo el profesorado y el sistema educativo los que influyen en la formación de niños y niñas.


Mujeralia de la violencia


Durante noviembre de este año, distintas organizaciones e instituciones dieron a conocer las cifras de la violencia contra las mujeres y las niñas.

Las cifras globales[1]

1 de cada 3 mujeres ha experimentado violencia física o sexual en algún momento de su vida
 Menos del 40 % de las víctimas rompe el silencio


Las niñas

388 mil 831 niños y niñas (3 % de la población infantil de México), entre los 12 y los 17 años, están casados o viven en unión libre[2].

6.8 millones de mexicanas se casaron antes de cumplir los 18 años.

Una de cada cinco mujeres se unió siendo niñas.

120 millones de niñas de todo el mundo, han sido víctimas de relaciones sexuales forzadas y otras agresiones sexuales[3]

70 millones de niñas de 15 a 19 años del mundo sufrió alguna forma de violencia física.


Feminicidio

Mil 678 mujeres fueron asesinadas en 2014, en América Latina y el Caribe[4].

223 víctimas de feminicidio en Argentina en los últimos 10 meses[5]. En 2014, el reporte fue de 225.

621 asesinadas en Guatemala en lo que va de 2015[6]

Cada 13 días una mujer es víctima de la violencia machista en Paraguay.

Cada nueve días se asesina a una mujer en Chile.

83 feminicidios se cometieron en Perú el año pasado.

75 ejecuciones extrajudiciales contra de trabajadoras sexuales en AL y el Caribe[7] entre 2013 y octubre de 2015

Chihuahua:
Un feminicidio cada 15 días en 1993.
Un feminicidio cada 13 horas en 2010.
Un feminicidio cada tres días en 2015[8].

Estado de México:
933 feminicidios entre 2005 y 2014[9]

Jalisco:
131 feminicidios en 2015

Yucatán
68 feminicidios entre 2008 y 2015

Oaxaca
459 feminicidios en la actual administración de gobierno.[10]
77 feminicidios en 2015

Veracruz
Más de 90 feminicidios este año

Puebla
60 feminicidios en lo que va de 2015

Guanajuato
80 asesinatos este año

Las tasas más altas de asesinatos contra mujeres se ubicaron en 2013 en los estados de Guerrero, Chihuahua, Coahuila, Zacatecas, Morelos y Durango[11].

México, el miedo

23 mil mujeres fueron asesinadas en México desde el año 2000[12]

Entre los 30 y 39 años de edad las mujeres más expuestas a la violencia con el 68 %

80 % de mujeres de entre 30 y 39 años de edad de Chihuahua reportan algún episodio de violencia o abuso

78 % en el Estado de México.

Delitos sexuales

32 % de mujeres han padecido violencia sexual

Estado de México:
26 mil 79 denuncias de violación
13 mil 866 de otros delitos sexuales, entre 2005 y 2014

Oaxaca:
2 mil 941 delitos sexuales denunciados

Michoacán
2 mil 823 denuncias por violencia sexual contra mujeres de entre 11 y 20 años de edad, entre 2011 y 2014.

Las migrantes

40% de los dos millones de migrantes atendidos en un consulado, son mujeres que sufrieron violencia de género[13]

45 mil centroamericanas ingresan sin documentos a México
70% de ellas sufre algún tipo de violencia sexual[14]

La ignominia

La Estrella de Puebla costó 400 millones de pesos, el gobierno destina 15 millones de pesos al Instituto Poblano de la Mujer.[15]



[1] Comisión Interamericana de Mujeres
[2] Red por los Derechos de la Infancia en México
[3] UNICEF
[4] CEPAL
[5] SemMéxico/SEMlac
[6] EFE
[7] Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex)
[8] Centro de Derechos Humanos de las Mujeres, A.C.        
[9] Grupo Multidisciplinario e Interinstitucional (PGR, SEDESOL,SS, CONAPRED, INMUJERES y CONAVIM)
[10] Fiscalía General del Estado de Oaxaca
[11] INEGI
[12] SemMéxico.org
[13] Secretaría de Relaciones Exteriores
[14] Amnistía Internacional
[15] SemMéxico.org

Oaxaca, tierra de impunidad y de omisiones para las mujeres


·      * No hay recursos, hay una separación de las organizaciones y el gobierno
Soledad JARQUÍN EDGAR
En tanto en el centro de la capital oaxaqueña la Fiscalía de Justicia de Oaxaca, a través de la Vicefiscalía para la Atención de delitos Cometidos por Razón de Género, conmemora el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer con una Cuarta Carrera Atlética, los expedientes de las mujeres en demanda de justicia siguen amontonados en algún rincón de esa y otras dependencias gubernamentales donde lo que reina es la burocracia y se favorece la impunidad y, por si fuera poco, un feminicidio más se reportaba en Jalapa del Marqués.
Los testimonios de la falta de acceso a la justicia para las mujeres víctimas están a flor de piel. Minerva cuenta su historia, por “María” una menor habla un familiar, por Dafne e Ivón hablan sus madres.
En Oaxaca las cifras de la violencia son aterradoras para la sociedad, pero el gobierno sigue ajeno a dar respuestas efectivas y correctas, está alejada de la gran mayoría de las organizaciones civiles, no hay acuerdos concretos, señalan expertas.
Los casos
En 2013 y 2014, la Procuraduría de Justicia de Yucatán solicitó a la Fiscalía de Justicia de Oaxaca su colaboración para que pudieran cerciorarse de la integridad física y emocional de una menor que había sido sustraída por su padre tras la separación de su esposa.
Sin embargo, no hubo respuesta, pese a que la madre de la menor aseguraba en su denuncia, presentada en Yucatán, la probabilidad de abuso sexual por parte del padre, un médico de profesión que se radicó en la población mixteca de Tlaxiaco.
Ante la falta de respuesta, la madre de “María” se desistió de las demandas presentadas en Yucatán en abril de 2014, y con tal de ver a su hija aceptó la conciliación del juzgado mixto de Tlaxiaco. En agosto cuando le tocaba llevarse a la niña de vacaciones el padre no cumplió, por lo que presentó una nueva denuncia en la vicefiscalía para la Atención de delitos Cometidos por Razón de Género, con sede en esa población, de esta forma se solicitan los oficios de colaboración de Yucatán, y fue posible hasta entonces presentar a la menor pese a la resistencia de su padre.
La menor acompañada de su abuela paterna, fue sometida a una revisión médica con la que se confirmó que la niña había sido abusada sexualmente y en dicho de la niña había sido su papá quien la había violado.
A raíz de ello se giró una orden de recuperación de la menor y se invirtió la guarda y custodia de la menor. En tanto que el médico de nombre José Luis González Jiménez, padre de la niña fue detenido, lo que ocurrió hasta agosto de 2014.
Sin embargo, las omisiones de la Fiscalía de Oaxaca al no hacer caso de los oficios de colaboración solicitados por el Estado de Yucatán favorecieron la tortura sexual a la que fue sometida la niña, por lo que se interpuso una queja ante la Defensoría de Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, sin que ningún funcionario haya sido castigado, ya que cambió el funcionariado de esa dependencia estatal.
Burocracia y más burocracia
Minerva Rosas Cruz fue agredida por su ex pareja luego de que ella denunció su caso de manera anónima en un programa en la radio comunitaria de Mitla. Los hechos ocurrieron un sábado.
Ella afirma que llamó a la policía municipal, la respuesta que recibió es que no atendían casos por teléfono que debía presentarse ante la comandancia. Pese a tener el rostro ensangrentado y otros golpes en el cuerpo, le informaron que debía ir a la clínica de salud para que certificaran las lesiones, pero como era sábado no había médico y el domingo tampoco hubo quien la atendiera. Ese mismo día acudió a Tlacolula, municipio cercano a la Villa de Mitla, pero tampoco había personal para atenderla.
Fue hasta el lunes cuando le dieron un certificado, pero en la comandancia le dijeron que no podían hacer nada porque las lesiones ya no se le veían y que debía presentarse ante la Fiscalía de Justicia del Estado de Oaxaca, ubicada en el complejo administrativo denominado Ciudad Judicial en la agencia de Reyes Mantecón, municipio de San Bartolo Coyotepec, donde finalmente la atendieron hasta el siguiente jueves ya que “había mucha gente poniendo denuncias”.
Ahí se encontró con la respuesta del médico legista quien apuntó que no podían hacer nada porque ya que sus lesiones sanarían en menos de 15 días.
Pero Minerva Rosas Cruz no quitó el dedo del renglón y logró que finalmente se levantara la denuncia. Dos meses después, agentes ministeriales se presentaron en su casa y le solicitaron dos mil pesos para ejecutar la orden de aprehensión que ya llevaban en la mano. Ella se negó a dar el dinero, primero porque consideró que era incorrecto y segundo porque afirma no tenía esa cantidad. Después, compañeros de trabajo de su ex pareja, Rogelio Hernández Sosa, se enteró que los mismos agentes sí recibieron dinero de este y por tanto no ejecutaron la orden de aprehensión. Durante un tiempo Hernández Sosa vivió amparado.
Al cumplirse un año de su denuncia, le pidieron nuevamente presentarse ante la Fiscalía, la revisó un médico quien apuntó que no había cicatrices de la agresión y por tanto no había más que hacer.
La revictimización siguió cuando ella solicitó el divorcio y pensión alimenticia para sus cuatro hijos. Gran sorpresa se llevó, dice cuando le negaron ambos, por lo que incluso le quitaron una pensión provisional de mil 900 pesos que mensualmente le otorgaban, así como también los bienes familiares.
El divorcio lo obtuvo cuando fue Rogelio Hernández Sosa quien solicitó la separación legal,  hecho que se consumó en agosto pasado, ahora, después de casi cuatro años sigue peleando la pensión alimenticia para sus dos hijas menores. Tuvo que emprender un nuevo negocio para mantener a su familia ya que él se quedó con todo, gracias a las autoridades, dice con enfado, tras denunciar la burocracia, la falta de sensibilidad y los muchos engaños que ha sufrido tanto en la búsqueda de procuración de justicia como por las determinaciones de los jueces del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca.
Dafne, Ivón y todas las demás
Las madres de Dafne Carreño Bengoechea y de Ivón Jiménez Camacho siguen esperando justicia para sus hijas, ambas asesinadas por sus ex novios en 2013 en fechas distintas. En el caso de Dafne, Alejandro Enrique Rivera López, fue detenido, pero no ha sido sentenciado; en tanto que el victimario de Ivón, de nombre Kevin Gonzalo Rojo Martínez, sigue prófugo.
 Dafne, Ivón y todas las demás 
Zoila Bengoechea refiere que desde el asesinato de su hija Dafne Carreño Bengoechea no tiene paz, ella como lo fue su hija en abril de 2013, es hoy víctima de la burocracia que imparte justicia en Oaxaca. El caso no se ha movido desde entonces.
Alejandro Enrique Rivera López, quien asesinó a su hija a puñaladas el 9 de abril de 2013 no ha sido sentenciado, primero lo quisieron hacer pasar como homicidio calificado y no como un feminicidio, con lo que buscaban reducir la pena, pese a que fue encontrado con el cuchillo con el que mató a Dafne en el departamento de ella.
Defne tenía 24 años, Alejandro fue detenido pero a decir de la madre de la víctima, el feminicida goza de muchos privilegios en la cárcel, gracias a que proviene de una familia pudiente en Oaxaca. Aunque ha hablado con el gobernador Gabino Cué Monteagudo y el caso fue tomado por las organizaciones de la sociedad civil, las cosas siguen igual desde el 9 de abril de 2013, detenido pero sin sentencia.
Por otra parte, Elvira Camacho, tiene como Zoila Bengoechea, la tristeza en todo el cuerpo, se refleja en su voz apenas audible. Dice que no debe perder las esperanza en que su hija Ivón, asesinada el 4 de agosto de 2013, presuntamente por su ex novio Kevin Gonzalo Rojo Martínez, finalmente reciba justicia.
Las pruebas son claras, todo apunta a que fue ese muchacho, con quien su hija se fue la mañana de aquel domingo, cuando salió de misa en la iglesia del ex Marquesado, un popular barrio de la capital oaxaqueña.
Hace dos meses, dice Elvira Camacho, Kevin fue visto acompañado de su madre, Alma Alicia Martínez Morales, empleada del Poder Judicial del Estado de Oaxaca. En dos ocasiones el presunto homicida de Ivón llegó a la comunidad religiosa católica que se reúne en el templo de La Merced.
Cuando le preguntaron qué había pasado con el caso de la hermanita Ivón, la madre de Kevin apuntó que su hijo no era responsable del feminicidio y que la prueba más fehaciente es que podía andar libre. Después de las dos ocasiones en que se le vio no se volvió a saber de él.
Sin embargo, dice Elvira Camacho, sus dichos son contradictorios, pues en junio pasado, Alma Alicia Martínez Morales, madre de Kevin pidió entrevistarse con ella y en esa reunión le suplicó que le otorgara el perdón a su hijo. “Si su hijo no hubiera sido el responsable del asesinato de mi hija, ella no me habría pedido que le otorgara el perdón”, apunta la entrevistada.
Elvira Camacho como Zoila Bengoechea siguen a la espera de la justicia y que las autoridades hagan su trabajo, entre tanto van y vienen entre juzgados y despachos de abogados, pero sobre todo, apuntan por separado, siguen sufriendo la ausencia de sus dos jóvenes hijas.
Desde que inició la gestión gubernamental de gobierno de Gabino Cué Monteagudo, el 1 de diciembre de 2010 a la fecha, en Oaxaca han ocurrido un total de 459 feminicidios, 77 de ellos este año de 2015, porque el domingo 29 de noviembre fue encontrado el cuerpo de la profesora Marjori Solís Meléndez, de 36 años, originaria de Santa María Jalapa del Marqués y quien se encontraba desaparecida desde el pasado 27 de noviembre. Todo ello ocurría en tanto 10 mil policías federales resguardaban “la seguridad” de una prueba de evaluación a los mentores oaxaqueños.
Opinan las feministas jóvenes
Anel Flores Cruz, integrante de la Red Mujeres Tejiendo Saberes y del Círculo de Lectura por Nosotras Mismas, apuntó que el problema fundamental está en que ni las instituciones de gobierno pueden entender la violencia contra las mujeres y que esta tiene su raíz en la desigualdad, porque no hay acciones que caminen buscando cerrar esa brecha.
En entrevista para SemMéxico, la joven feminista apuntó que es preocupante que ante la realidad que viven las mujeres en Oaxaca no se invierta en acciones que reduzcan la desigualdad y en cambio, dijo, se hagan acciones superfluas sin sentido como la carrera atlética celebrada este domingo o los cortes de pelo, en referencia a “los servicios” que ofreció el Centro de Justicia para Mujeres en el marco de las actividades a favor de la no violencia.
Lo que si están haciendo esas instituciones que deben procurar justicia a las mujeres víctimas de la violencia machista es “tomarnos el pelo”.
Aunado a ello, agregó que en ninguna de las instancias que trabajan a favor de las mujeres, lo que incluye al Instituto de la Mujer Oaxaqueña, hay acciones a largo plazo y generalmente, cuando “trabajan” con la sociedad civil siempre son las mismas organizaciones, las amigas y las incondicionales. No hay un consenso sobre el problema con el resto de las asociaciones o colectivos, se trata de improvisar, tampoco existe continuidad en los programas, “tal vez sea por soberbia o por ignorancia”.
El problema es que la violencia sigue y cada vez es más grave, puntualizó la entrevistada.
Por su parte, Yamile Gómez, integrante de la Colectiva Lilias y consultora independiente, consideró que es necesario un programa estatal, con el consenso de la sociedad civil, que trabaje la violencia desde la perspectiva de los derechos humanos de las mujeres.
Por otro lado, recalcó que es grave que se omita, de alguna manera, desde el ámbito social y el político la violencia del exterminio de las mujeres y las niñas, así como la violencia sexual de niñas y niños y adolescentes.
No se quiere hablar de esa violencia, como tampoco se habla de la interrupción legal del embarazo, de la falta de servicios adecuados en materia de salud sexual y salud reproductiva ni de los feminicidios, este último tema que pareciera asunto exclusivo de un grupo.
Para la también comunicadora, lo que hay es una omisión tanto en el ámbito social, como en el político, aunado a la cada vez mayor sexualización del cuerpo de las mujeres en los medios, redes sociales,  otro tipo de violencia de la que no se habla, pero en cambio se permite y se refuerza.
Por otro lado, indicó que existe una pulverización de los esfuerzos contra la violencia de género tanto del lado institucional como de parte de la sociedad civil organizada, aunado al escaso presupuesto que se asigna a la promoción de los derechos humanos de las mujeres y a su derecho a vivir libres de violencia, porque programas hay lo que no hay es dinero que alcance, de ahí que los esfuerzos se reduzcan a la creación de una agenda de trabajo sin mas.
En mucho ayudaría, opina Yamile Gómez, si el gobierno tuviera un acercamiento con las organizaciones de la sociedad civil, con todas. Estas organizaciones tienen experiencia, trabajan con las mujeres, tienen trabajo de campo, entonces eso enriquece el trabajo, sin embargo, reiteró hace falta reconocimiento de uno y de otro lado.
Las cifras
En tanto las cifras oficiales siguen creciendo, entre 2010 y 2014, se reportaron casi 200 denuncias por trata de personas; más de siete mil denuncias por violencia familiar y casi tres mil denuncia por violencia sexual. Detrás de cada una inicia el peregrinar de las víctimas. (SemMéxico)