domingo, 6 de julio de 2014

Mujeres y Política De opacidad, omisión y machismo



Mujeres y Política
De opacidad, omisión y machismo

Soledad JARQUÍN EDGAR
Problemas que se ha hecho comunes en México son sin duda la omisión y la impunidad en la gran mayoría de los delitos que se cometen, pero uno que lacera profundamente es la desaparición de las personas, atravesada por la táctica “institucional” de no escuchar a menos que detrás de todo exista algún tipo de poder. Otro aspecto son las cifras inexactas, el regateo de las instituciones a la sociedad.
La percepción ciudadana es clara en este sentido, en cambio, es oscura la ingeniería de la imaginación en la procuración de justicia rebasada desde hace mucho tiempo por la delincuencia o ¿cómo explicamos la situación de inseguridad que se vive en México? ¿Qué país pacífico, sin guerra aparente, puede tener las negras cifras que tiene el nuestro?
Estadísticas demoledoras, aunque no sean exactas por el hábito institucional de maquillar, ocultar, disimular y minimizar un problema grave. Lo que sí hay es una danza de números que hacen parecer inexacta e increíble la protesta ciudadana, en específico de las familias de quienes han sido víctimas, cifras que no son concretas y que varían incluso en boca de la misma persona o institución. Así hemos ido de 27 mil casos durante la gestión de Felipe Calderón, en boca de Peña Nieto, a unas 13 mil en voz del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio. La CNDH, por su lado, plantea que son 24 mil 800 las personas desparecidas y, por otro lado, se tiene una cifra de ocho mil en la administración peñista, como reportan la revista Proceso y el portal Sinembargo.mx, tras la denuncia de opacidad que existe en el gobierno federal al respecto por parte de activistas.
Esta opacidad, esta omisión y está acción proclive institucional a la impunidad, por ese baño de burbujas de corrupción y de complicidad, ha favorecido vivir en estado de shock en México, porque aunque se presume paz, tranquilidad y hasta progreso, lo cierto es que la ciudadanía, yo como usted, nos hemos ido adaptando a las circunstancias de inseguridad a sabiendas de lo que puede pasar con nuestras vidas.
En Oaxaca, también hay desapariciones forzadas, secuestros y un clima de inseguridad inocultable y que se puede ver en los medios de comunicación todos los días, amen de las condiciones severas y que se antojan color gris, matizado por el folclor de la guelaguetza en el mes de julio, de protesta social continúa, permanente a la que, como en el caso de la inseguridad, nos hemos ido adaptando, a veces sin resultado alguno.
En algunas entidades del país, la delincuencia organizada ha sentado sus reales; en Oaxaca hay delincuencia organizada, por supuesto que sí, y también hay problemas sociales-políticos que derivan en actos delincuenciales todos los días alguien nos roba la tranquilidad y el libre tránsito o casos extremos de violencia, los más recientes sucedieron en San Juan Cotzocón y de forma endémica los hemos visto en la zona habitada por el pueblo Triqui.
Por eso empecé hablando de la desaparición de personas, la experiencia dolorosa de la incertidumbre en la que viven o tratan de vivir las familias de las víctimas que esperan respuestas concretas y contundentes, pero solo obtienen el silencio que provoca la omisión de la responsabilidad institucional de ofrecer a la ciudadanía seguridad pública.
Es el caso de la familia Ortiz Ramírez, a quienes les fueron desaparecidas dos de sus integrantes: Virginia y Daniela, el 5 de julio de 2007, por tanto se cumplieron este viernes siete años desde que ambas jóvenes se “perdieran” en las montañas de la mixteca oaxaqueña.
El delito cometido contra las dos jóvenes triquis no importa a las autoridades, al menos así lo han demostrado. Los hechos sucedieron al siguiente año de la revuelta que sacudió a Oaxaca pero no a Ulises Ruiz, el entonces gobernador, y cuyo procurador en turno, Evencio Nicolás Martínez Ramírez conoció de este hecho y quien frente a la familia de las víctimas, simple y sencillamente, se declaró incompetente por temor a que algo le pasara a sus muchachos si los enviaba a investigar sobre el paradero de Virginia y Daniela a la zona habitada por el pueblo Triqui. Virginia y Daniela que en ese entonces tenían 20 y 14 años de edad, respectivamente.
Con el tiempo surgió un nuevo testigo de los hechos ocurrido entre la población de Rastrojo y Juxtlahuaca trayecto que recorrían las dos jóvenes que la mañana del jueves 5 de julio de 2007 salieron de su casa para atender un asunto de trabajo. Un testigo, reitero, afirmó haber visto que ambas jóvenes eran llevadas amordazadas y encañonadas por varios hombres a bordo de una camioneta.
Dos de los presuntos responsables del delito de secuestro y, luego desaparición forzada, fueron detenidos hasta ya iniciada la administración de Gabino Cué, en enero 2011. Ese acción “contundente”, que llamó fuertemente la atención de los medios de comunicación, no pasó de eso. Hasta ahora, los presuntos responsables detenidos en el penal de Santa María Ixcotel no niegan ni afirman ni nada haber participado en los hechos y menos aún declaran dónde están las dos jóvenes triquis.
Así, en ese pantano de olvidos ha estado inmerso el caso de  Virginia y Daniela Ortiz Ramírez, que ilustra la opacidad como lo llaman quienes han puesto su mirada crítica en la falta de quehacer responsable de las autoridades mexicana para el caso de personas desaparecidas, cuya cifra nos debería no sólo indignar, sino exigir respuestas.
Pero también el caso de desaparición de Virginia y Daniela nos ilustran sobre cómo funciona la discriminación en México. Hemos sido testigos de cómo el poder económico o poder político sirven para hacer eficiente a las corporaciones policiacas, incluso para movilizar a la “inteligencia” y la más destacada tecnología para rescatar a las víctimas o al menos detener a los presuntos responsables.
Lo que no sucedió con las hermanas Ortiz Ramírez, que siete años después están desaparecidas y hasta el momento ninguna partida de policías investigadores ha pisado la zona geográfica de la mixteca donde desaparecieron. Nadie sabe nada de ellas. La autoridad no investiga y persiste, ya no la sensación, sino la certeza de que en Oaxaca hay impunidad.
Brutalidad machista
Esta semana también se han denunciado varios hechos de machismo, misoginia, sexismo, discriminación y homofobia realmente preocupantes y que me recuerdan que hoy más que nunca la ciudadanía debe hacer vigentes los derechos humanos y en específico de las mujeres.
No son retrocesos, claro que no. Hay personas o grupos que prefieren no darse por enterados sobre los avances que la humanidad intenta hacer y ahora gracias a la velocidad de la comunicación mundial, a través de los medios electrónicos y de las redes sociales, podemos darnos cuenta que falta mucha tarea por delante y que las instituciones de gobierno como los organismos públicos descentralizados y la sociedad en general no podemos aflojar el paso ni darnos por satisfechos.
Amén de los casos de violencia contra las mujeres que se han vuelto frecuentes en la administración del gobierno de Gabino Cué, a través del aparato burocrático, así como la violencia política que hemos observado en los gobiernos municipales de al menos una docena de Ayuntamientos y en los principales partidos políticos, en el ámbito global esta semana ha sido simplemente desastrosa.
Cuando  leemos a uno de esos “ídolos” hechizos surgidos de la fabrica la publicidad más que por sus “hazañas deportivas”, como es el caso del piloto Sergio Pérez, opinar en relación a la participación de Susie Wolff, en el Gran Premio de Gran Bretaña, la verdad es para asustarse: “No esperamos grandes cosas de ella…imagínate donde te gane una mujer ahí sí es el colmo, mejor que se vaya a la cocina”. En lo particular, como es el caso de muchas otras mujeres, vemos con tristeza cómo el machismo y la misoginia, siguen perpetuados en la mente de los varones jóvenes.
A “Checo” Pérez con su dicho, del que luego se retracto, se le salió el macho cabrío que lleva adentro y que le taladra el cerebro diciéndole que las mujeres valen menos que los hombres, de ahí su expresión “…es el colmo…”, además de mostrar que sigue creyendo la vieja y fastidiosa historia de que las mujeres no deben participar en ciertas áreas. El muchacho, todo tecnología, tuvo una regresión de más de cien años en la historia de la humanidad y bueno, pues no es sino ignorancia pura, habría que decirle que hoy por hoy las mujeres están en todos los ámbitos de la vida a pesar de hombres como él.
México fue noticia internacional en Brasil, no porque pasara a los cuartos de final, como habría sido lo esperado si consideramos las toneladas de ánimo y dinero que se tiran en el entretenimiento más grande del pueblo. No, lamentablemente México fue noticia gracias a la actitud sexista, machista y misógina e igualmente retrógrada de Sergio Eguren y Rafael Medina, ambos miembros “distinguidos” del Partido Acción Nacional y ahora ex funcionarios de la Delegación Benito Juárez en el Distrito Federal, quienes se desdoblaron y manifestaron su verdadera personalidad, ofendieron a una brasileña, con un evidente abuso sexual, y no conformes agredieron físicamente a su esposo David Chaves, quien al defender a su pareja resultó seriamente lastimado.
Gracias a otros mexicanos, de actitud menos bruta, se logró detener la paliza que le propiciaron los panistas, incluso, aún cuando se hallaba desmayado. Energúmenos y cobardes. A las amigas y novias o esposas, madres y hermanas de estos dos furiosos mexicanos que ponen en evidencia al país, les decimos que tengan cuidado, porque no son personas de fiar, creen que las mujeres son objetos para tocar y hacer con ellas lo que les plazca. No se fíen de ellos, ni aún cuando los manden a terapia, difícil será ver buenos resultados.
Y por increíble que parezca, la familia de ambos panistas, despedidos por faltar a su trabajo luego de que terminó su periodo vacacional y no por su mala actitud en un país extraño, advierten que el proceso judicial contra Medina y Eguren está viciado por parte de las autoridades brasileñas y que además sufren un linchamiento político del que “muchos se tendrán que retractar”.
En fin, nos queda claro que quienes cobran cada quincena por velar por los derechos humanos de las mujeres en México, eso que llaman la burocracia del género, tendrán que hacer algo más para accionar las conciencias y provocar los cambios necesarios y pasar de los dichos a los hechos. Sería bueno que de algo sirviera el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, que sus dientes mordieran un poco, y sancionaran la misoginia, el machismo, el sexismo y la discriminación, que ya vimos puede ser tan violenta como el lamentable feminicidio. No es cosa de juego es un problema serio. Por cierto, Gabino Cué ¿estará enterado que van 302 mujeres asesinadas en Oaxaca desde que es gobernador?

@jarquínedgar