Hechos de miedo
Soledad JARQUIN EDGAR
Los siguientes hechos son un ejemplo claro de la barbarie misógina que viven las mujeres en México y de cómo la ignorancia hace que algunas personas confundan la gimnasia con la magnesia. Hechos que muestran, por si fuese poco, que hoy más que nunca ser mujer en México es un riesgo para la vida, y claro, para su libertad. Estos tres hechos, también nos permiten leer cómo los fundamentalismos cobran vigencia y se fortalecen, a veces, desde las instituciones.
Estos son los hechos: a) guardias privados videograban asesinatos cometidos contra mujeres y luego los exhiben como si fueran trofeos; b) Norma Andrade, de la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa fue atacada este viernes en la ciudad de México a pesar de que debería contar con medidas de seguridad, tras sufrir un atentado apenas tres meses atrás en Chihuahua, y c) la diputada Hita Ortiz, del PT, presenta una iniciativa para “protege el Embarazo, Parto y Maternidad en Infancia temprana en el Estado de Oaxaca”, aunque ello no implique, en ningún sentido, el derecho a decidir de las mujeres. ¿Hita Ortiz es la derecha-conservadurismo-yunque puro del Partido del Trabajo?
El planteamiento absolutista de las mujeres como cosas, de las mujeres que no deben interferir en la vida pública, que no deben exigir justicia y de las mujeres-madres, no es, en ningún sentido inocente y en cambio tiene un elevado costo en la vida y el bienestar de más de la mitad de la población.
¿A cuántos pasos del fundamentalismo que aún se practica en el Oriente Medio estamos? Este planteamiento no es descabellado cuando nos enteramos que un grupo de “policías privados”, todos ellos muy jóvenes, asesinan a sus víctimas y las videograban sólo para fanfarronear su sadismo y comparar, entre ellos, el nivel de sus crímenes.
Estos crímenes descubiertos en el Estado de Puebla tienen semejanza con otros que sucedieron en Juárez y que tal vez siguen pasando en otras entidades. Son feminicidios cometidos por imitadores del cine splantter o gore, con actrices que son sacrificadas en escenas terroríficas y muy sangrientas. ¿Quién o quiénes pueden hacer esto?
El ataque perpetrado la mañana de este viernes contra la activista Norma Andrade co-presidenta de la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa, me recordó a Maricela Escobedo Ortiz, asesinada en diciembre de 2010. Ambas mujeres, como otras muchas, vivieron la misma historia: sus hijas fueron asesinadas en la ciudad fronteriza de Juárez y exigieron justicia. A Maricela la asesinaron, mientras Norma ha sufrido varios atentados que han puesto en riesgo su vida.
Y me pregunto ¿dónde está el Estado mexicano? ¿Dónde están los derechos de estas mujeres que no hacen sino exigir justicia y defender los derechos de otras mujeres? ¿Omisos o misóginos? Claro que ya respondió Gobernación y se comprometió –ahora sí- a proteger la vida de Norma Esther Andrade.
La violencia feminicida como el feminicidio son parte de esos fundamentalismos contra los que luchan muchas mujeres, hasta el grado de poner en riesgo sus vidas o, lamentablemente, perder la vida, porque en tanto la actitud omisa, negligente y perversa del sistema patriarcal atraviese los sistemas burocráticos de justicia, las mexicanas o las mujeres que vivimos en México estaremos igual de desprotegidas que las mujeres de los países musulmanes, donde lo único que se valora es su fecundidad.
Fecundidad que por cierto vuelve a ser el objeto que lleva a la diputada Hita Ortiz a plantear una iniciativa que no ve a las mujeres por ser mujeres sino por su condición de madres y presenta una iniciativa con la que pretende, se imagina o cree, resolverá un problema de discriminación contra las mujeres, pero nada más lejos de esa posibilidad.
A la diputada, de “izquierda”-conservadora, una nueva corriente ideológica que vemos con mucha más frecuencia de la que nos podríamos esperar, se ha metido en camisa de once varas y quiere –por segunda ocasión- llevar a las oaxaqueñas a un retroceso peligroso con su propuesta legislativa “que protege el Embarazo, Parto y Maternidad en Infancia temprana”.
Plantea legislar (amorosamente) para que las mujeres tengan un trato digno, no sólo durante el embarazo, sino también en el parto y la lactancia.
Para ello propone el enésimo Comité Oaxaqueño de apoyo a mujeres embarazadas. Una verdadera falta de imaginación, pero sobre todo de información, el planteamiento de Hita Ortiz, quien ni idea tiene del número de mujeres que cada año se embarazan en Oaxaca y a las que “el comité” (que tendría que operar el IMO) habría que orientar. La verdad es que a quién hay que orientar es a Hita Ortiz.
En Oaxaca, desde hace unos 15 o 20 años opera el Comité por una Maternidad sin Riesgos y es precisamente interinstitucional, su principal preocupación es reducir la muerte materna, que por cierto no toca aparentemente por lo que deja ver el boletín de prensa, la iniciativa de la diputada Ortiz. Mucho menos plantea nada sobre el aborto, cuya práctica clandestina es la cuarta causa de muerte materna.
Por otro lado, desde el sexenio de malísimo Ulises Ruiz las mujeres menores de edad tienen derecho al parto gratuito, pero en general, existe la posibilidad de que todas las mujeres reciban atención médica al momento del parto sin ninguna clase de pretexto. El problema es que no hay presupuesto, políticas públicas ni personal médico sensible y lo suficientemente profesional para no cometer eso que se llama “violencia obstétrica” y que todas juntas o por separado abonan a la muerte materna, la misma que omite nombrar la diputada Ortiz. ¿Se habrá enterado que hay una iniciativa “atorada” en el congreso local?
Las mujeres queremos se respete el derecho a decidir, a gozar de libertad y a tomar la ciudadanía desde nuestros cuerpos y antes que madres somos mujeres, personas, individuos.
Por qué a la diputada no se le ocurre algo como mejorar la educación de los varones para que asuman su responsabilidad en la gestación de los hijos e hijas y no sigan recargando a las mujeres esta responsabilidad.
Bueno hubiera sido si la diputada propusiera una modificación sustancial al Artículo 12 constitucional que sobrepone la vida del cigoto sobre la vida de las mujeres. ¿Sabrá eso?
500 MIL PESOS DIARIOS
Para lo que si hay dinero, imaginación e iniciativas es para promover la buena imagen del ejecutivo, léase Gabino Cué. Cada día, entre el 1 de diciembre de 2011 y el 1 de diciembre de 2012, la oficina de Comunicación Social gastó en publicidad la cantidad de 500 mil pesos en promedio por día lo que suma a lo largo de esos primeros 365 días la friolera de 164 millones 462 mil 900 pesos con 58 centavos.
Desafortunadamente no hay manera de comparar estos gastos con los otros gobiernos, pero lo cierto es que es una enorme cantidad de dinero repartida entre 27 diarios que se editan en Oaxaca y en el Distrito Federal; el documento deja ver también la diferencia entre los medios locales y los que se editan fuera, con la aplicación práctica de que conforme el tamaño del sapo es la pedrada y la diferencia se ahonda si se comparan los gastos de los diarios locales (que publican todos los días boletines del gobierno estatal) y la televisora del canal de las estrellas. El periódico mejor pagado recibe poco menos de la mitad de lo que recibió Televisa por unas cuantas entrevista a Gabino Cué, seguramente algunos promocionales con motivo del informe de gobierno y quizá alguna que otra promoción. El documento del Instituto Estatal de Acceso a la Información Pública es digno de mirarse con lupa e investigar los reales alcances de algunos medios de comunicación, su origen y sus intereses y, por si las dudas, saber si realmente existen o como el curioso caso de la empresa Saga de Cupatitzio, cuya sede de operaciones esta nada más ni nada menos que Morelia, Michoacán y a la que se le pagó por “sus servicios” la nada despreciable cantidad de cinco millones de pesos. Así que la investigación apenas empieza.
Lo que si es claro y evidente es que el gobernador de Oaxaca se le entrevista y/o se hace referencia a su gobierno solo porque paga, y muy bien. Y lo que no debemos olvidar es que el gobierno paga para que se publiquen sus boletines, pero que el periodismo es investigación.
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lunes, 6 de febrero de 2012
A Reserva
Estado laico y mea culpa
Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
El término laico se define como aquello que no tiene órdenes de tendencia religiosa especifica. Por consiguiente, el adjetivo laico se refiere a aquello que es independiente de determinar la política pública fuera de la confesionalidad.
La confesionalidad, a su vez, implica un Estado que de cuentas de su actuación frente a los principios y mandatos religiosos.
Es común referir el Estado laico frente al poder clerical católico, en relación al clero que desde el oscurantismo medieval utilizaba a sus canónigos para imponer a la organización social como al Estado, sus creencias y doctrinas a través de las normas morales dictadas por la autoridad religiosa.
La secularización es un proceso social, por el que los diferentes ámbitos y roles históricos en la vida humana dejan de estar determinados por lo religioso. Las creencias religiosas dejan de ser fundamentales en los procesos de la sociedad. El oscurantismo fanático se va transformando en la razón y el conocimiento.
El laicismo es una corriente ideología o movimiento político que defiende y promueve la organización social, independientemente de las órdenes religiosas; el laicismo afirma que el orden social debe depender de la libertad de conciencia y no de la imposición de valores o normas morales que estén vinculadas a una religión o fundamentos filosóficos.
Se ha argumentado que el laicismo es igual al anticlericalismo, por lo que habría que definir lo que es el clericalismo y anticlericalismo, conceptos relacionados con la historia del catolicismo; el clericalismo refiere una casta de clérigos que utilizan su autoridad religiosa como herramienta de presión espiritual para someter a los gobiernos a su voluntad, es decir, la imposición religiosa interviniendo en la vida pública.
Como consecuencia la corriente anticlerical por definición pretende desactivar la influencia e intromisión de lo clerical en los procesos públicos y leyes del estado.
Como se puede desprender de la conceptualización, la laicidad como proceso publico que define al Estado laico, no se suscribe exclusivamente al aspecto clerical; es mucho más amplio, implica desprenderse de cualquier influencia que pretenda dominar confesionalmente la actuación pública del Estado secular, sean expresiones religiosa o fundamentos filosófico preeminentes.
Como preámbulo, habrá que señalar que la única religión hasta ahora, que está contenida en preceptos desde el poder de un estado constituido es la católica, apostólica y romana; el Estado Vaticano se define en la teoría política como Estado-Nación y en la teoría teológica como santa sede, dirigente de conciencias y expansionista de almas.
Sin embargo, la santa sede, el Estado Vaticano en la comunidad de naciones, de 103 convenciones internacionales sobre derechos humanos y protección de las libertades, sólo ha suscrito 10, significa que la santa sede es de los Estados menos comprometidos en todo el mundo en la defensa de los derechos humanos.
Por ejemplo, el Vaticano no ha ratificado las convenciones sobre la supresión de las discriminaciones basadas en la sexualidad, la enseñanza, el empleo y la profesión. Por supuesto tampoco las que se refieren a la protección de los pueblos indígenas, los derechos de los trabajadores, los derechos de las mujeres. Es increíble que quien dice defender la vida no haya firmado las convenciones contra los genocidios, crímenes de guerra y de lesa humanidad. Bueno ni siquiera la convención que se pronuncia por la supresión de la esclavitud y trabajos forzados. Ni las que prohíben la tortura y la pena de muerte.
Es claro que la iglesia católica tiene definidas sus prioridades que implican la intromisión de fundamentalismos en el ámbito público, frente a las conciencias doblegadas de gobernantes que como en México asientan sus ligas de poder, fundiendo se con personajes de alta jerarquía político-económica dentro y fuera del país.
Reconocer la historia, desde ese Medievo oscuro y tirano que nos conquistó, la riqueza inmensa que desde la ignorancia del pueblo fanatizado y dominado lograban mantener y acrecentar en esa lóbrega simbiosis de dictaduras canónicas, que heredamos en las Américas, y que aún ahora pasando por la Reforma de Juárez y la revolución liberal, en México el Estado laico es cada vez más frágil, la tentación de la recompensa inmensa del cielo nos sigue de cerca y la premisa de a más fanatismo y confesionalidad, mayor poder para gobernantes, clero y monopolios.
Es claro el retroceso que implica la intervención de nuestra constitución y leyes secundarias en materia de laicidad, obviando límites en su intervención de la vida pública, disfrazando de libertad y derechos naturales, que procuran estén sesgados por criterios religiosos y referencias de pecado que contractuarán nuestros derechos y libertades ya adquiridas.
Las violaciones a los derechos de las mujeres y de la diversidad sexual tienen como base una transgresión directa al Estado Laico por ser clericales, se basan en considerar "contra-natura", amoral o inmoral a toda acción de libertad sexual y derecho al cuerpo.
El laicismo implica el reconocimiento de la soberanía popular y de la igualdad jurídica de ciudadanas y ciudadanos ante la ley, así como la libertad de conciencia, la libertad de pensamiento, de creencias, de culto, expresión y de asociación. De aquí se desprende la libertad de decisión sobre el propio cuerpo y el derecho a decidir en todas las esferas de la vida privada: el dominio sobre el propio cuerpo es un principio de libertad, sin el cual, son imposibles el ejercicio de la ciudadanía y la democracia.
En concreto la ruptura al Estado laico que pretende la reforma constitucional al artículo 24, pasa sin duda sobre la familia y el matrimonio, contra las mujeres y contra el ejercicio libre de la sexualidad, la planificación y la reproducción, el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, que quebranta el derecho a la interrupción del embarazo y a cualquier práctica de auxilio eutanásico.
Vulnerar el Estado laico implica el control educativo en muchos atendiendo no al derecho de los menores sino al discutible derecho de elección educativa de padres y madres.
Es clara la intención de mantener privilegios de orden socioeconómico y también incluye la violación de los derechos fundamentales de sus propios feligreses que mantienen en un continuo estado de observación, mea culpa y castigo permanente, lo que sucede inminentemente entre las y los vulnerables, como es el caso de las comunidades indígenas y la imposición política de una sola religión.
La influencia de la iglesia católica en un país de tradición religiosa como lo es México, impone sus concepciones sobre el aborto y la contracepción, influyendo en el uso libre de los métodos anticonceptivos, desde el pulpito, contradiciendo las campañas oficiales y culpabilizando a las mujeres o a la juventud que utilizan condones, sin que los organismos públicos tomen medidas frente a esta intromisión.
El asunto de la homofobia tratado y difundido por expresiones religiosas y pararreligiosas, fomenta las ideas racistas, xenófobas. El Papa considera que la homosexualidad es un desorden mental y una degeneración de la persona y sus obispos y curas difunden permanentemente y en medios abiertos de comunicación esta idea, en tanto el Estado lo permite y hasta lo promueve.
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Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
El término laico se define como aquello que no tiene órdenes de tendencia religiosa especifica. Por consiguiente, el adjetivo laico se refiere a aquello que es independiente de determinar la política pública fuera de la confesionalidad.
La confesionalidad, a su vez, implica un Estado que de cuentas de su actuación frente a los principios y mandatos religiosos.
Es común referir el Estado laico frente al poder clerical católico, en relación al clero que desde el oscurantismo medieval utilizaba a sus canónigos para imponer a la organización social como al Estado, sus creencias y doctrinas a través de las normas morales dictadas por la autoridad religiosa.
La secularización es un proceso social, por el que los diferentes ámbitos y roles históricos en la vida humana dejan de estar determinados por lo religioso. Las creencias religiosas dejan de ser fundamentales en los procesos de la sociedad. El oscurantismo fanático se va transformando en la razón y el conocimiento.
El laicismo es una corriente ideología o movimiento político que defiende y promueve la organización social, independientemente de las órdenes religiosas; el laicismo afirma que el orden social debe depender de la libertad de conciencia y no de la imposición de valores o normas morales que estén vinculadas a una religión o fundamentos filosóficos.
Se ha argumentado que el laicismo es igual al anticlericalismo, por lo que habría que definir lo que es el clericalismo y anticlericalismo, conceptos relacionados con la historia del catolicismo; el clericalismo refiere una casta de clérigos que utilizan su autoridad religiosa como herramienta de presión espiritual para someter a los gobiernos a su voluntad, es decir, la imposición religiosa interviniendo en la vida pública.
Como consecuencia la corriente anticlerical por definición pretende desactivar la influencia e intromisión de lo clerical en los procesos públicos y leyes del estado.
Como se puede desprender de la conceptualización, la laicidad como proceso publico que define al Estado laico, no se suscribe exclusivamente al aspecto clerical; es mucho más amplio, implica desprenderse de cualquier influencia que pretenda dominar confesionalmente la actuación pública del Estado secular, sean expresiones religiosa o fundamentos filosófico preeminentes.
Como preámbulo, habrá que señalar que la única religión hasta ahora, que está contenida en preceptos desde el poder de un estado constituido es la católica, apostólica y romana; el Estado Vaticano se define en la teoría política como Estado-Nación y en la teoría teológica como santa sede, dirigente de conciencias y expansionista de almas.
Sin embargo, la santa sede, el Estado Vaticano en la comunidad de naciones, de 103 convenciones internacionales sobre derechos humanos y protección de las libertades, sólo ha suscrito 10, significa que la santa sede es de los Estados menos comprometidos en todo el mundo en la defensa de los derechos humanos.
Por ejemplo, el Vaticano no ha ratificado las convenciones sobre la supresión de las discriminaciones basadas en la sexualidad, la enseñanza, el empleo y la profesión. Por supuesto tampoco las que se refieren a la protección de los pueblos indígenas, los derechos de los trabajadores, los derechos de las mujeres. Es increíble que quien dice defender la vida no haya firmado las convenciones contra los genocidios, crímenes de guerra y de lesa humanidad. Bueno ni siquiera la convención que se pronuncia por la supresión de la esclavitud y trabajos forzados. Ni las que prohíben la tortura y la pena de muerte.
Es claro que la iglesia católica tiene definidas sus prioridades que implican la intromisión de fundamentalismos en el ámbito público, frente a las conciencias doblegadas de gobernantes que como en México asientan sus ligas de poder, fundiendo se con personajes de alta jerarquía político-económica dentro y fuera del país.
Reconocer la historia, desde ese Medievo oscuro y tirano que nos conquistó, la riqueza inmensa que desde la ignorancia del pueblo fanatizado y dominado lograban mantener y acrecentar en esa lóbrega simbiosis de dictaduras canónicas, que heredamos en las Américas, y que aún ahora pasando por la Reforma de Juárez y la revolución liberal, en México el Estado laico es cada vez más frágil, la tentación de la recompensa inmensa del cielo nos sigue de cerca y la premisa de a más fanatismo y confesionalidad, mayor poder para gobernantes, clero y monopolios.
Es claro el retroceso que implica la intervención de nuestra constitución y leyes secundarias en materia de laicidad, obviando límites en su intervención de la vida pública, disfrazando de libertad y derechos naturales, que procuran estén sesgados por criterios religiosos y referencias de pecado que contractuarán nuestros derechos y libertades ya adquiridas.
Las violaciones a los derechos de las mujeres y de la diversidad sexual tienen como base una transgresión directa al Estado Laico por ser clericales, se basan en considerar "contra-natura", amoral o inmoral a toda acción de libertad sexual y derecho al cuerpo.
El laicismo implica el reconocimiento de la soberanía popular y de la igualdad jurídica de ciudadanas y ciudadanos ante la ley, así como la libertad de conciencia, la libertad de pensamiento, de creencias, de culto, expresión y de asociación. De aquí se desprende la libertad de decisión sobre el propio cuerpo y el derecho a decidir en todas las esferas de la vida privada: el dominio sobre el propio cuerpo es un principio de libertad, sin el cual, son imposibles el ejercicio de la ciudadanía y la democracia.
En concreto la ruptura al Estado laico que pretende la reforma constitucional al artículo 24, pasa sin duda sobre la familia y el matrimonio, contra las mujeres y contra el ejercicio libre de la sexualidad, la planificación y la reproducción, el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, que quebranta el derecho a la interrupción del embarazo y a cualquier práctica de auxilio eutanásico.
Vulnerar el Estado laico implica el control educativo en muchos atendiendo no al derecho de los menores sino al discutible derecho de elección educativa de padres y madres.
Es clara la intención de mantener privilegios de orden socioeconómico y también incluye la violación de los derechos fundamentales de sus propios feligreses que mantienen en un continuo estado de observación, mea culpa y castigo permanente, lo que sucede inminentemente entre las y los vulnerables, como es el caso de las comunidades indígenas y la imposición política de una sola religión.
La influencia de la iglesia católica en un país de tradición religiosa como lo es México, impone sus concepciones sobre el aborto y la contracepción, influyendo en el uso libre de los métodos anticonceptivos, desde el pulpito, contradiciendo las campañas oficiales y culpabilizando a las mujeres o a la juventud que utilizan condones, sin que los organismos públicos tomen medidas frente a esta intromisión.
El asunto de la homofobia tratado y difundido por expresiones religiosas y pararreligiosas, fomenta las ideas racistas, xenófobas. El Papa considera que la homosexualidad es un desorden mental y una degeneración de la persona y sus obispos y curas difunden permanentemente y en medios abiertos de comunicación esta idea, en tanto el Estado lo permite y hasta lo promueve.
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