domingo, 11 de mayo de 2014

Mujeres y Política ¡Rehenes!








Mujeres y Política
¡Rehenes!


Soledad JARQUÍN EDGAR


En Oaxaca somos rehenes permanentes de unos y de otros. Cuándo a unos se les da la gana o cuándo a otros se les ocurre, cada día una protesta, esto quiere decir un asunto mal atendido o un tema ignorado. Somos rehenes de los transportistas de materiales, del transporte público concesionado o piratas de las poblaciones de los 570 municipios de la entidad, de los mototaxistas de las colonias de la zona suburbana y municipios del área metropolitana, cuyos líderes los utilizan para negociar mientras ellos presionan, muestran el músculo en busca de prebendas, canonjías, dinero…sin que a nadie le importe en lo más mínimo cuántas desgracias, desasosiegos, caos, dolores de cabeza, retrasos, despidos o molestias puedan ocasionar, con sus interminables bloqueos en avenidas principales, en los accesos más importantes o instalaciones públicas. Se violenta el derecho de tránsito del resto de las personas pero ese resto, está visto, a nadie le interesa.
Somos rehenes del transporte público, ataúdes rodantes, cafres asesinos que manejan sin instrucción o capacitación alguna, camiones chatarra que de acuerdo a la ley deberían estar fuera de circulación porque ya cumplieron su cometido, resultan obsoletos, además, por su tamaño de ocho a 10 metros, en Oaxaca de Juárez, la ciudad colonial que tanto presumimos ya no son confiables.
Somos rehenes de taxistas voraces que cobran una tarifa de 50 pesos para arriba para viajar 10 o 20 minutos, según el tráfico, unas cuantas cuadras o de cualquier colonia al centro, autos a los que solo les dieron una manita de gato por fuera a una buena parte de ellos, aunque por dentro tienen desgastados asientos y desvencijadas las manijas de las ventanillas…¿nos merecemos esto?
Es cuando nos preguntamos ¿para qué sirve una Secretaría de Transporte y Vialidad? Bajo la dirección de un priista de cepa como lo es José Antonio Estefán Garfias, quien nada puede hacer para resolver el grave problema, excepto disfrutar las mieles de la beca que recibe cada mes.
Los bloqueos que nos paralizan, que violentan los derechos humanos de quienes vivimos o transitamos por la capital oaxaqueña son la muestra fehaciente de la ausencia de gobierno y vuelvo a preguntar ¿quién está al frente de este barco que parece hundirse cada día? ¿Para quién gobierna Gabino Cué Monteagudo?
En las calles de buena parte del centro de la capital oaxaqueña también somos rehenes de otros truhanes de la política, como Hugo Jarquín, que como los antes mencionados por la fuerza buscan retener el poder. Así que somos rehenes de las calles, cuyas banquetas antes destinadas a caminar hoy son intransitables y hasta peligrosas porque han formado interminables callejones con productos de segunda y de tercera ¿nos merecemos eso?
Porque no es la única desgracia que nos ocurre. Las oaxaqueñas somos rehenes de la violencia de género: 285 feminicidios en los poco más de tres años agonizantes que tenemos, 31 en este 2014, según el recuento hemerográfico de Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad de Oaxaca. La cifra más alta de los últimos sexenios o quizá de todos los sexenios, porque el fenómeno de la violencia contra las mujeres en su expresión inaudita de asesinar ha estado presente siempre, y aunque hoy lo entendemos y hay herramientas para hacer algo, en Oaxaca el IMO pasa de noche en su tarea de forjar políticas públicas eficientes pero sobre todo eficaces,  de seguir bregando en la tarea diaria de sensibilizar y capacitar a los tomadores de decisiones, en cambio es hoy una especie de fuente de empleo para las amigas que son parte de la cuota.
Al menos en cuatro casos, las políticas oaxaqueñas han tenido que llegar a los tribunales electorales para demostrar su legítimo derecho a gobernar tras ser electas, luego de que la misoginia de algunos seudo-políticos las desechan porque para ellos las mujeres no deben estar en la parte pública. Ya vimos la forma de responder del dirigente del Frente Amplio de Lucha Popular, Gervasio García Martínez, quien se opone a que –en Tlacolula de Matamoros- la síndica  Elizabeth Sánchez Martínez tome su lugar, como primero lo mandataron quienes la eligieron y después el Tribunal Estatal Electoral. Gervasio, rudo y machín, en su impotencia de hombre arremete contra quienes escriben del tema, como sucedió con la reportera Citlalli López y otros compañeros. Y de nueva cuenta vemos la revelación de una falta de capacidad gubernamental para que las cosas funcionen.
Y qué decir de la violencia permanente institucional que se vive en los hospitales del sistema de salud pública de Oaxaca, donde todo indica que las eses fecales empiezan a llegar hasta el cuello de tanta corrupción y esa infinita ineficiencia que cobran vidas inocentes. Y, donde claro está, Germán Tenorio Vasconcelos, Secretario de Salud y amigo personal de Gabino Cué, no se despeina ni con un ventarrón, menos existe la posibilidad de darle las gracias por “los servicios prestados”.
Recién me escribieron usuarias de los servicios de salud, luego lo hicieron otras personas, la información tiene tanta fuerza como agua en un río tras una intensa lluvia y por tanto sueno. Las denunciantes pidieron no revelar sus nombres, porque aseguran, incluso, temen por sus vidas.
Resulta que hay mugre y pudrición en el Programa de Cáncer de Mama, que a través del Seguro Popular cobraba, hasta hace apenas dos años, la cantidad de 350 pesos por una mastografía, la interpretación, la entrega de resultados en menos de un mes y en caso necesario un ultrasonido y el tratamiento, hoy cuesta casi 500 pesos más. No es para menos, los audaces mercenarios de la medicina vieron pronto que había un lindo negocio. Favorecieron a un médico radiólogo que fue contratado y guardaron los dos magníficos mastógrafos con los que se operaba hasta hace dos años este sistema de salud. Uno de los aparatos fue adquirido a través del Seguro Popular y el otro por los Servicios de Salud de Oaxaca. Ahora están guardados o vaya usted a saber si no están funcionando en alguna clínica particular, así el médico particular contratado, Daniel Méndez, pone su propio equipo y cobrar por el servicio la cantidad de 828 pesos. Es decir, 478 pesos más de los que se cobraban hace dos años en el mismo sistema de salud pública, ganancias que se reparten de forma alegre entre quienes contrataron al médico particular y el “profesionista”.
Pero, además, este cobro dejó fuera la atención de la paciente si era necesario y dilatan la entrega de los resultados durante meses, contrario a lo que indica la Norma Oficial Mexicana sobre el tema. Peor aún, hace más de seis meses que no se ha hecho una sola mastografía en la región del Istmo de Tehuantepec, una especie de venganza entre istmeños y vallistas, cosas de la política pueblerina que se práctica en Oaxaca donde las mujeres somos sus rehenes principales. Como tampoco han hecho nada por las mujeres de la Mixteca. Se olvidan que el Istmo como la cuenca del Papaloapan son las dos regiones de más alta incidencia de cáncer de mama en Oaxaca, según las personas que denunciaron.
Pero eso no es todo. Tal parece que el negocio es redondo. Aunque se reportan cifras que cualquiera pensaría que son eficaces en la atención a las oaxaqueñas, resulta que hay una “ligera” forma de inflarlas hasta casi el 50 por ciento con nombres ficticios, mujeres que no existen y que por tanto no reciben ninguna atención pero que alguien cobra.
Esta negligencia médica, de la que es responsable el Secretario de Salud, por el cargo que ocupa, nos revela dos posibilidades: O no le interesa el tema o él es parte del reparto de utilidades.
Pero no es todo. Esta semana dos nuevos casos de presunta negligencia médica se reportaron en el Hospital General de Tuxtepec, donde una mujer murió a consecuencia de un parto, seguramente por mala atención y el segundo caso lo sufrió una bebé que tras su nacimiento presentó fracturas en sus manos. Los médicos señalan que la niña así nació el pasado lunes, pero hay mucho más, sería hasta ayer sábado cuando finalmente la ocultaría un especialista en traumatología. Cinco días después de nacer y de presentar el problema. ¿No es esto negligencia médica? El personal médico sólo les informa que la niña nació así, con fractura. ¿Desde cuando un bebé se fractura en el vientre de su madre?
¿Somos o no somos rehenes de los malos servicios públicos en Oaxaca, de las pésimas prácticas políticas, de las componendas que llevaron al poder a Gabino Cué hace poco más de tres años, decisión ciudadana que buscaba un cambio social, político y económico?
¿Qué mensaje está mandando Gabino Cué a la ciudadanía que tiene su hartazgo sostenido en el último grado de tolerancia que nos queda? ¿Qué es lo que quiere Gabino Cué de su pueblo? Y no me refiero a los cientos de dirigentes de organizaciones que aprovechan la condición de un gobernante famélico, aburrido y cansado que deja que una gavilla de amigos sean sus cuatreros y manejen a la población como reses, al grado tal de mantenernos atrapados en los corrales de la capital oaxaqueña.
Ojalá que el mandatario oaxaqueño se quitara el desgano -me dijo recientemente una amiga común-. Porque tal parece que sus “actos” de gobierno empiezan a perturbar hasta sus mejores y leales adeptos y seguidoras.
Recién he estado estudiando historia de Oaxaca, la de hace unos cincuenta años y la verdad es que los gobernantes de entonces tenían otros planes, entusiasmaban a la gente, se la echaban a la bolsa, la atendían de verdad, daban la cara y respuestas, casi nadie que haya vivido esa época habla mal por ejemplo de un Alfonso Pérez Gasga y de un Rodolfo Brena Torres, luego vendrían años difíciles, ni duda cabe, hasta llegar a la condición de autoritarismo e ingobernabilidad con José Murat y Ulises Ruiz que siguen buscando estar detrás del escenario, pero con Gabino Cué hay una percepción de flojera, por llamarla de manera decente y el juego es de resistencia hasta dónde alcance la cuerda. Todo está claro, como me decía una entrevistada, hasta que surjan verdaderos liderazgos, amantes de Oaxaca, para poder pasar el bache en el que estamos hoy.
Mientras tanto, seguiremos siendo, las mujeres, las rehenes de los malos servicios de salud ¡y Gabinón como si nada!; la niñez de las ambiciones políticas de un sindicato de maestros que busca imponer sus propio juego y lo consigue, ¡y Gabinón como si nada!; los jóvenes de la falta de oportunidades reales para su desarrollo, para cubrir sus aspiraciones humanas y profesionales ¡y Gabinón como si nada! y los hombres de la manipulación de dirigentes voraces ¡y Gabinón como si nada!
Y el propio gobernador rehén de todas sus malas jugadas, de las malas decisiones y de todos sus ambiciosos colaboradores que ven en Oaxaca un negocio perfecto, como el mismo seguramente lo concibe.
@jarquinedgar