Igualdad y
no discriminación hacia las mujeres
Hacer una
ley, no es nada, si la ley hecha no rehace,
de manera
virtuosa, a la sociedad en sus fracturas y omisiones,
en su diversidad
miserablemente creada por acción y
omisión.
Mtra.
Laura Susana CHÍA PÉREZ*
En estos días el INE ha contratado en Oaxaca a Supervisores(as)
y Capacitadores(as) Electorales para realizar actividades en la instalación del
proceso electoral del 2015, privilegiando la contratación de hombres sobre la
de mujeres, de igual manera, las evaluaciones, examen y entrevistas se
elaboraron desde una política globalizadora (fuerza externa) de impulso homogeneizador,
como si no fuera suficiente, para las mujeres, el impulso fundamentalista (fuerza
interna) que opera -en sentido opuesto- en regiones y localidades que siguen
articulando su vida en relación al pasado y aplastando los derechos humanos
esenciales. Fuerzas que no se contraponen, sino todo lo contrario, se
complementan para fortalecer el musculo del patriarcado neoliberal y la
superioridad de occidente que impone sus valores al resto del mundo. ¿Qué no?
¿Quién dice que no?
¿Cuántas veces, las mujeres, no hemos sentido el maltrato y sentimiento discriminatorio viniendo de las instituciones de un gobierno o de cualquier grupo que se erige como autoridad simbólica social investida de valores hegemónicos y patriarcales?
¿Cuántas veces, las mujeres, no hemos sentido el
maltrato y sentimiento discriminatorio viniendo de las instituciones de un
gobierno o de cualquier grupo que se erige como autoridad simbólica social
investida de valores hegemónicos y patriarcales? Todos los días se nos diluye
el juicio ciudadano frente a la autoridad que discrimina por cuestiones de
sexos, nos retraemos y en la mente cobra voz, la del tirano que llevamos con
nosotros, entablamos una batalla a solas y en solitario entre desprecios
privados y voces que salpican nuestra identidad y nuestro ser: “por mi culpa” “hablo mal el español” “no venía arreglada” “el tenía razón en reprobarme” “no le caí
bien” “por no saber manejar” “por no tener licencia de conductor” “ellas sabían más que yo” “no entendí muchas
preguntas” “es que levanté la voz demasiado”, etc. Las políticas hetero-patriarcales
su multiculturalidad homogeneizada –no
la vemos pero vivimos con grandes dosis de culpabilidad- suelen ser
indiscriminadamente agresivas hacia las mujeres, claro, pero no para cualquier persona
en su condición de mujer, para unas son más depredadora que para otras.
Desde el feminismo no podemos desentendernos del
paradigma de la igualdad ni actuar en un “dejar
ser” “dejar pasar”, tenemos que
hacer un grande muy grande esfuerzo para romper los pactos -institucionales, políticos,
electorales, laborales, etc.- en los que se vuelve a pactar una y otra vez desde
el patriarcado la posición social, económica, política, cultural y existencial de
las mujeres, reproduciendo en ese actuar una pedagogía de la desigualdad y la
idea de que ella es parte de “la”
condición humana, algo “natural” inherente
a la existencia humana, para con ello continuar perpetuando los estereotipos
que en nada favorecen a las mujeres.
La diversidad poblacional que por acción y omisión se
ha configurado en el planeta en beneficio y privilegio de procesos geo-políticos
y de una desmedida explotación económica con cada vez más elaborados mecanismos
de discriminación y desigualdad, no la hemos desarmado desde esas razones
patriarcales y de un mercado liberado “libre mercado” que siguen avanzando y en
su avance han ido aplastando a las mujeres reales y sus concretas condiciones
de vida, agregándose pasadas, presentes y nuevas formas de discriminación,
múltiples, acumuladas y sutiles, que se organizan y mantienen –históricamente- gracias
a esos centros simbólicos sociales reconocidos y cargados de “valores” y “privilegios patriarcales” como por ejemplo los partidos políticos, los
gobiernos y sus instituciones, sean municipales, locales o federales, la
iglesia, etc., una prueba de ello ha sido la actuación que ha tenido el INE frente
a 2 poblaciones de mujeres que participan de diferente manera en el actual
proceso electoral 2015, una población como es el caso de las concursantes a
Supervisora Electoral y/o a Capacitadora Electoral quienes han recibido un
tratamiento laboral a partir de ser consideradas como una identidad femenina
actuante disociada de la idea de TRABAJO, justo porque esta categoría
corresponde a la figura del varón “trabajador” “ilustrado” “de corbata” y/o a mujeres que actúan desde una serie de valores
asignados a una masculinidad, mujeres “ilustradas” “ejecutivas” con códigos y
personalidad cuyo imaginario social corresponde al trabajo en tanto figura del
individuo varón, resulta inimaginable pensar, que el INE hubiera establecido para
las mujeres medidas compensatorias al respecto, en un afán de lograr la
igualdad y la equidad entre hombres y mujeres participantes en la oferta
laboral que la institución puso a concurso. Una explicación que me dan es “es porque no vino explicitado este punto,
el de “la equidad”, en el Manual de Contratación de SE y CAES, se nos pasó”.
¿Cómo? ¿Y la CPEUM, y la LEGIPE Y
Tratados Internacionales firmados por México?
El examen que elaboró en el INE y fue aprobado por el
Consejo General para su aplicación en todo el país no consideró las diferencias
socio-económicas, culturales, educativas e históricas de la población de
mexicanas que se esperaba participarían en el mismo, por igual se aplicó a
hombres que a mujeres, desde Baja California hasta Quintana Roo, por igual se
aplicó y evaluó a una mujer de la zona Mixe que a una habitante de San Pedro
Garza García en Nuevo León o a un varón habitante de Santa Fe en la Ciudad de
México.
Por otra parte, está la otra población de mujeres que
participarán en el proceso electoral 2015, las candidatas a diputadas, quienes han
recibido –en comparación con el grupo anterior- diferente tratamiento por parte
del INE en relación a la igualdad de oportunidades y equidad en la contienda
respecto de los hombres, por alguna razón, a ellas sí se les ha garantizado el
derecho a la equidad y la igualdad de oportunidades políticas, al establecer el
INE como norma -de observancia obligatoria- para todos los partidos políticos la
de igualar en las listas de candidatos(as) el número de aspirantes hombres y aspirantes
mujeres a una diputación federal, aunque dicho sea de paso, ello no garantiza
la igualdad ni la equidad a la hora del resultado final posterior a la jornada
electoral, a la hora de conformar el Congreso. Hace falta, en política, el
reconocimiento pleno a las capacidades y competencias de las mujeres, legislar
sobre su permanencia para romper con la intercambiabilidad que en cada proceso
electoral se da, sube una mujer baja otra, participa hoy en un proceso
electoral y para el siguiente ella baja y sube otra mujer, pareciera que solo se
trata de no desdibujar el imaginario social de un gobierno en “democracia” , además no hay que olvidar que
las mujeres están en política porque han sido cooptadas por los partidos
políticos, por varones y sus muy puntuales intereses y ante este panorama su
actuar se ve limitado, temporal y reproduciendo un triste estereotipo masculino
el del “político” ¿acaso hay rol femenino de política? no, dependemos de esos grupos
de poder y de sus intereses que nada tienen que ver con los derechos de las
mujeres ni con una consolidación de ellas en ese poder. Qué difícil es que una
mujer jale a otras a ese espacio de androcéntrico patriarcal.
Tenemos políticas públicas
de igualdad pero no la consolidación de derechos, el modelo de democracia de
estos tiempos ha ido legitimando, paso a paso la desigualdad cotidiana por
motivo de los sexos. Ya no hay tiempo para esperar a que nos caiga “el maná”
del cielo, los derechos se construyen a través de las instituciones, el “habitus”, la ocurrencia, permanencia y
continuidad de las mujeres en política
debe darse a través de políticas que vinculen obligadamente la vida de las
personas (mujeres), conocer sus contextos y promover los apoyos (medidas
compensatorias) para cumplir a cabalidad con dichas políticas. En el caso del INE
este debe actuar con un compromiso cívico –sin primar otro interés por encima
de este- en cada acto de aproximación con la ciudadanía, responder frente a la
responsabilidad que se ha echado a cuestas con la transparencia, la democracia,
la legitimidad, la legalidad, la objetividad y la AUTONOMÍA.
Nada va cambiar de lugar si no actuamos ahora desde el
feminismo, comprometidas con una democracia real, preguntarnos si las transformaciones
que nos vienen desde la “globalización” van en la dirección de fortalecer a las
mujeres o a debilitarlas aún más. Preguntarnos si la agenda política en el tema
de igualdad y no discriminación ha derivado o no en política pública o si
dichas políticas públicas no aplicadas solo han debilitado (desactivado) el
músculo de la lucha por la igualdad de las mujeres.
Es preciso llegar a comprender la importancia que
tiene colocar la lucha discriminatoria en la política pública del estado porque
no esta en ella ni ha estado en sus distintos momentos y no es a la fecha, una
de las preocupaciones.
Para emprender nuevos caminos es necesario adoptar una
nueva ética guiada por el principio de responsabilidad por el que somos
responsables por lo que le ocurre a todo ser humano(a), en mi espacio, en mi
compromiso como ciudadana, desde del INE, en mi compromiso como feminista en la
función pública, preguntarnos quienes son responsables del incumplimiento de
los derechos humanos de las mujeres en nuestro hacer institucional comenzando
por nosotros(as) mismos ahora.
Esta opinión es personal y no representa la voz de
ninguna institución y/o persona alguna.
*Consejera Local Electoral, INE-OAXACA