jueves, 12 de febrero de 2015

El cuerpo de las mujeres en el Estado-nación


El cuerpo de las mujeres en el Estado-nación

Noemí DOMÍNGUEZ GASPAR* 
Históricamente dentro de la conformación de los Estado-nación, se han establecido mecanismos de control que desmovilizan a las personas, particularmente a la mujeres; parto de que dichas formas de control imponen limites se pueden leer en el cuerpo y en la sexualidad, incidiendo en la vida privada y colectiva, y estas a su vez tienen expresiones de regulación pero también de una fuerte represión, derivada principalmente de la instauración de la violencia, el miedo, la desesperanza.
Cuerpo y Estado-nación
Como toda estructura social, la organización genérica define un orden de relaciones y delimita un territorio; es en ésta donde cada sujeto actúa las potencialidades que realmente posee, en donde ejerce o padece los dominios que su ubicación en la pirámide social le exige o le permite, en donde sobrevive o perece.

El cuerpo construido desde la hegemonía, requiere de un cierto número de características que le son aplicables de acuerdo a un estándar de valores asignados socialmente a partir de un control, promovido en gran medida por los medios de comunicación de masas, particularmente sobre los cuerpos de las mujeres.

El cuerpo construido desde la hegemonía, requiere de un cierto número de características que le son aplicables de acuerdo a un estándar de valores asignados socialmente a partir de un control, promovido en gran medida por los medios de comunicación de masas, particularmente sobre los cuerpos de las mujeres.
El ejercicio que implica reconocer al cuerpo como territorio político para ejercer nuestra autonomía, implica un acto transgresor al orden establecido, pues el poder biopolítico, que moldea y da pauta a las personas, deja marcas en nuestros cuerpos. Transgredir dicho poder opresivo sería una entonces una acción afirmativa hacia la libertad.
Por otra parte, la sexualidad femenina puede ser vivida y experimentada de formas distintas, dependiendo de las distintas situaciones vitales de las mujeres.
Tal como operan en cada sociedad, el sistema sexo-género es resultado de significaciones específicas adjudicadas históricamente a los sexos: conforman complejas síntesis simbólicas concretadas en estructuras biosocioculturales que definen modos de vida, identidades y subjetividades.
Algunas consideraciones
Cada sociedad posee su propia organización de los cuerpos, y en este caso hemos revisado que en nuestras sociedades opera, en primer termino la división genérica (Al hablar aquí de organización genérica de la sociedad, se hace referencia específica a la dimensión propiamente social del género. Es decir, a aquélla en que se observa la estructuración práctica de las interacciones y de las relaciones cotidianas. El desiderátum develado es la referencia interpretativa, las acciones concretas constituyen el núcleo analítico. Esta situación es aún más complicada porque en el entramado de la red organizativa genérico-etaria, se entretejen los otros órdenes de organización de la cultura y de la sociedad. Cada sujeto tiene también un lugar social asignado por su origen de clase y,  las contradicciones del modo de producción forman parte fundamental de la organización genérica. Sucede algo semejante con las concepciones religiosas en que se basan otros preceptos organizativos como las identidades étnicas y nacionales.)
Los principios estructurales de ésta operan de forma articulada y conforman un todo con los otros principios de la organización social (nacional, clasista, racista, etaria, política, religiosa) con los que se conjuga de manera inextricable.
El conocimiento del cuerpo es una actividad estrictamente negadora. Es un conocimiento en tercera persona. En torno al cuerpo de las mujeres (vinculado indudablemente a la naturaleza, enmarcada en la dicotomía naturaleza-cultura) ha reinado durante mucho tiempo, una atmósfera de incertidumbre cierta; el esquema parece ser éste: una lenta construcción de mi yo, en tanto que cuerpo en el interior de un mundo espacial y temporal.
La forma de habitar el cuerpo no ha podido ser a priori un acto primigenio y “natural”, así como tampoco lo podría ser la vindicación de autonomía para con nuestros cuerpos, cuya defensa surge a partir de diversos procesos de reflexión y autoconciencia que pretenden generar autonomía y poder sobre nuestros propios territorios (el cuerpo) y luego a nivel colectivo sobre los territorios del espacio.
Muchos de estos colectivos de mujeres son feministas, si no es que todos ¿Usted, en dónde se encuentra? (*Antropóloga feminista)

Referencias bibliográficas:
Anderson, Benedict.
      2005   Comunidades imaginadas: Reflexiones sobre el origen y la difusión del        nacionalismo. México, FCE.
Butler, Judith.
      2006   Deshacer el género, Barcelona, Paidós.
Federici, Silvia.
       2013  Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria., México, Pez en el árbol.
Latour, Bruno
         2007         Nunca fuimos moderno, ensayo de antropología simétrica México, Siglo XXI
Van Dijk, Teun A.
         2003         Ideología y discurso, una introducción multidisciplinaria, Barcelona, Ariel.