¿Yo feminista?
Marta Lamas
Despenalizar el aborto, a la vuelta de la esquina
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Necesitamos transformar el
feminismo, emprender nuevas investigaciones e incluir a los hombres
Soledad JARQUÍN EDGAR
Marta Lamas tenía poco más
de veinte años cuando asistió a una conferencia de la feminista, novelista y ensayista, Susan Sontag. El
feminismo del que habló Sontag resonó en su memoria durante días y se dio
cuenta que su madre era feminista y, mejor aún, que con esas ideas feministas
había sido educada.
Doctora en Antropología por
el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UMAN, Marta Lamas se asume
como feminista desde 1971, pero desde 1967 ya era una activista de izquierda.
Hace 25 años emprendió uno de sus trabajos más apasionantes, la edición de la revista
Debate Feminista, que en octubre próximo publicará el número 50 y con eso
anuncia se cierra un ciclo para ella. A partir del próximo año será una
universidad la responsable de su elaboración, dice con un dejo de nostalgia que
cambia cuando determina que tiene dos obras por concluir y otros sueños que
seguir.
Con parsimonia afirma que
cuando se asume feminista lo único que hizo en 1971 fue dar un giro a su
activismo, al lado de memorables mujeres como Martha Acevedo, quien en aquella
conferencia de Sontag pasó una libreta invitándolas a asistir a un grupo
feminista. Por supuesto que Lamas se anotó.
Esa es una etapa las mujeres
del grupo empiezan a buscar las cosas en las que coincidían, lo que las unía,
sus vivencias como mujeres, independientemente de la clase social y de la edad,
descubren que tienen muchas coincidencias, para luego mirar qué hacer, hacia
donde debían encausar su trabajo, su activismo.
Nació en una familia donde
se privilegió leer y escribir, dos de sus aficiones y de sus pasiones. De ahí
que pasó del activismo de izquierda al activismo feminista y su vocación
intelectual también dio un giro al aplicar sus esfuerzos al feminismo.
En aquellos primeros años
militó en Mujeres en Acción Solidaria con Martha Acevedo, Antonieta Rascón y Lucero González. El grupo se escinde y
formamos el Movimiento de Liberación de la Mujer (MLM) en 1975.
En 1985 tras el terremoto,
Patricia Mercado había formado el segundo MAS, Mujeres en Acción Sindical y
Mujeres Trabajadoras Unidas (Mutuac) en los que también participa Marta Lamas.
En 1989 planteó a Mercado la necesidad de crear una Coordinadora Feminista, un
pequeño grupo compuesto por siete, porque eran siete organizaciones, darían
respuestas más rápidas ante las declaraciones estúpidas de obispos o de algún
funcionario.
Con cierta socarronería
relata la razón de su propuesta: “cada vez que había que responder nos
tardábamos días, pues la dinámica colectiva nos llevaba a interminables
discusiones de tres o cuatro horas para decidir una cosa. A la siguiente sesión
no faltaban que algunas integrantes que no habían asistido a la sesión anterior
preguntaran por qué habíamos decidido tal cosa”.
Lamas agrega que
lamentablemente las otras mujeres no entendieron que se trataba de crear un
grupo operativo, “pensaron que lo que queríamos es ser las jefas y yo dije ¡qué
hueva!”.
Así tras 20 años de
feminismo militante tomó la decisión “de hacer otra cosa, lejos de la dinámica
colectiva”, en 1990 fundó la revista Debate Feminista. En ese año junto con
Patricia Mercado decide formar una organización no gubernamental, “yo voy a ser
la jefa, tú la segunda y vamos a contratar gente”, consideró entonces que así
como era importante el trabajo con las mujeres de base, también era fundamental
trabajar con tomadores de decisiones, así nació el Grupo de Información en
Reproducción Elegida (GIRE), organismo que trabaja por la defensa y promoción
de los derechos reproductivos de las mujeres.
A principios de los noventa formó
la Sociedad Mexicana Pro-Derechos de la Mujer, A.C. (Semillas) que trabaja con
grupos y mujeres líderes, y en 2000 el Instituto de Liderazgo Simone de
Beauvoir cuya misión es contribuir a la construcción de una sociedad democrática
de derechos y libertades.
El triángulo de oro estaba completo:
activismo, funcionarias aliadas en los gobiernos e intelectuales afines a la
causa, dice la autora de Feminismos: transmisiones y retransmisiones.
De sus proyectos, Debate
Feminista y GIRE son sus dos grandes pasiones y a las cuales les ha dedicado
más tiempo. Alguna vez tuvo que retomar Semillas, pero una vez encaminada dio
pasos atrás, “creo que las organizaciones son como los hijos, hay que dejar que
sean autónomo, hay que dar un paso atrás, que hagan sus errores y sus aciertos”.
Despenalizar el aborto, a la vuelta de la esquina
Uno de sus compromisos
profesionales y como feminista es y ha sido la despenalización del aborto. En
marzo de 2007, cuando se aprobó la despenalización de aborto en el Distrito
Federal fue muy feliz y nada perturba sus ideas ni sus objetivos, porque los
avances en política no son lineales, “se avanzan dos pasos y se retrocede uno”,
explica en relación a las modificaciones que se hicieron en diversas entidades
del país con relación al aborto, el más reciente en Guerrero, este año.
Su activismo y trabajo por
el derecho de las mujeres a decidir, le han costado insultos y agresiones,
propinadas por organismos como Provida y otros que no piensan como ella. Le han
impedido participar en ciertas cosas o llegar a ciertos lugares, “es el precio
que pago por haber elegido un tema complicado, no me parece raro caerle gorda a
ciertas gentes”, dice con tranquilidad.
El problema para los otros
es que Marta Lamas se asume como una mujer privilegiada en términos personales
y también económicos, es hija de extranjeros y viene de una familia de ateos
liberales, por tanto, afirma “no tengo conflicto en pelearme con la iglesia, no
tengo arañas”.
Trazó sus caminos y no se
equivocó. Asegura que del lado del feminismo está la tendencia de la
modernidad, “veo a los jóvenes que aunque no sean feministas, aunque no sean de
izquierda, están viviendo un momento en donde la sexualidad es mucho más libre,
saben que existen otras opciones, eso en algún momento va a cuajar”.
Por el otro lado, en México
hay cada vez más gobernantes jóvenes, “que no tienen esas mismas telarañas que
tenían los de antes, creo que es una batalla ganada en términos generales, con
esos asegunes”.
Sin duda, piensa, que a
siete años de la despenalización del aborto en la ciudad de México, a donde llegan
mujeres de todo el país, las cosas han cambiado. Además considera que lo que
hicieron en algunas entidades del país fue un gesto simbólico de reformar la Constitución,
pero no pudieron tocar el código penal.
Frente a eso considera que “a
la vuelta de la esquina la está despenalización del aborto en todo el país,
mientras tanto no podrán eliminar lo que ya existe”.
Señala que el papel de la
iglesia católica está cambiando, “los chavos y chavas ya no están en lo mismo
que nuestras abuelas y nuestras madres, el miedo al diablo, al pecado, al
infierno no es una realidad en estos momentos entre la juventud”. Ello llevará
a este Papa o al siguiente a cambiar su postura, porque ya es demasiado grande la
brecha entre las prácticas de las personas y los mandamientos o los
ordenamientos de la iglesia.
La académica de la UNAM y
del ITAM explica que los cambios culturales son lentos, el problema es que
medimos esos cambios en relación con nuestra vida, pero debemos tener claro que
los cambios culturales van de siglo en siglo, no obstante piensa que en 20 o 30
años el aborto dejará de ser un tema de debate público y en cambio será un
servicio de salud, la calve es no dejar de luchar.
La internet, la globalización
y la facilidad de los métodos abortivos hará que las cosas cambien. “El que
puedas abortar en tu casa con unas pastillas e ir al médico a revisión, cambiará
la situación, muchas mexicanas dejarán de padecer frente a un embarazo no
deseado, terminará la clandestinidad, el uso de la sonda o el té de ruda, habrá
mas información y disposición de las pastillas abortivas.
Lamas considera que los
“enemigos” son el fanatismo religioso y la ignorancia, sin embargo en este
camino ha encontrado panistas ilustrados que están a favor, aunque aclara que del
fundamentalismo religioso no hay un grupo que se salve, como ejemplo cita lo
sucedido en el Estado de Guerrero, donde los perredistas echaron para atrás la
despenalización del aborto. Asunto que por cierto le huele a corrupción: “yo
creo que los compraron”, dice con respecto a los diputados del PRD que votaron
en contra.
A pesar de todo es claro que
el derecho de las mujeres a abortar ya es otra cosa en el imaginario colectivo.
Los avances son grandes
Para la especialista, la
despenalización del aborto en el Distrito Federal es uno de los avances más
importantes que ha visto en los últimos 41 años que tiene de militancia
feminista; como también el que hoy muchas personas, algunas en cuerpo de
hombre, “ya tienen un discurso feminista”, dice en referencia a editorialistas,
figuras políticas y muchos jóvenes que “se desembarazaron de mil prejuicios que
había antes, veo un cambio generacional”.
Los retos también resultan
interesantes y se muestra preocupada porque “las figuras consagradas” no han
establecido canales de diálogo para encausar una relación con las personas más
jóvenes, para dialogar con ellos. Además, la mirada feminista está sesgada al
tema de la violencia hacia las mujeres, “sin darse cuenta que eso es una consecuencia
y no una causa de un sistema político y económico, creo que hay mucha energía
de los grupos, encausada en cuestiones asistencialistas, asistencialismo
feminista, no sólo del gobierno. Hay toda una actitud del apapacho a la
víctima, al regodeo con la víctimas, que impiden una acción más radical, más
critica y más confrontativa”.
Que los hombres entiendan el feminismo
A las mujeres, consideradas
por grupos y según sus necesidades, nos quedan muchas batallas, sostiene Marta
Lamas quien plantea que la mayor es que los hombres entiendan el feminismo y
propone que se le cambie el nombre porque resulta difícil que se vuelvan
“feministos”. Otra gran batalla es el tema de la conciliación y del cuidado.
Se entiende que hay que luchar por el aborto, pero no por
los permisos paternos y se piensa que son para que el papá ayude a la mamá en
la casa o en la crianza, no es para eso. Se trata de que las mujeres tengan un
lugar igual en el mundo del trabajo. Como ejemplo citó el caso de los países
escandinavos donde existen los “cuidados paternos por tres meses y como no es
obligatorio los hombres no tomaban ese permiso. De ahí que optaron por otorgar
incentivos tales como reducir la edad de jubilación. Se trata de que los
patrones contraten por igual a hombres que a mujeres, pues ya saben que en caso
de embarazo tendrán que conceder permisos a ambos y no sólo a las mujeres, lo
que reducía las posibilidades de contratación para ellas.
También aclara que no
debemos hablar de “las mujeres”, así en plural porque se generaliza. Es
necesario especificar a cada grupo, porque cada uno tiene sus propias
necesidades, debemos pensar en las empleadas, en las trabajadoras sexuales, en
las secretarias y en las que pertenecen a tal o cual grupo étnico, clase
social, edad…Solo así sabremos cuántas batallas nos faltan por ganar.
Lo
que resulta evidente es que donde hay más ignorancia y pobreza están peor las
cosas. Mujeres y hombres alimentados por programas televisivos, no leen, no han
ido a la escuela, están en trabajos rutinarios, de ahí que su perspectiva de lo
que tiene que cambiar del país es muy inmediatista: quieren tener más lana,
vivir mejor, pero no están pensando políticamente en términos de la necesidad
de unirse a otros grupos, pero tampoco los podemos criticar, están verdaderamente
en la sobrevivencia.
Pasos firmes, camino claro
Con
el camino claro, madura en edad, reitera se dedicará a escribir libros. Recién
presentó en la ciudad de México el tercer libro de una colección hecha por
Océano y Debate Feminista. Cuerpo, sexo y política (los otros dos son: Misógino
Feminista de Carlos Monsiváis y Ensayos impertinentes de Jean Franco). Este
nuevo libro contiene ensayos sobre la vinculación del cuerpo y el sexo:
Comercio sexual, el aborto, la transexualidad.
Además
está trabajando en otro sobre comercio sexual, ella piensa que “hay mucha
confusión entre comercio sexual y trata (de personas) y entre pensar que todas
las mujeres que están en el comercio sexual son víctimas”. Este libro estará
listo para el año 2015. Lamas es profesora investigadora de la UNAM y del ITAM,
además de dar clases tanto en la licenciatura como a nivel postgrado.
Sostiene
que hay poca investigación, incluso entre las feministas, “después de 30 años a
nadie se le ha ocurrido darle un giro a la investigación sobre la violencia
hacia las mujeres, aunque verdaderamente tendría que surgir un genio para
ofrecernos nuevos hallazgos”, estamos encasilladas, dice un tanto sarcástica.
Se
requiere, insiste, una mirada nueva, sin reducirlo únicamente al feminicidio y
la violencia hacia las mujeres, porque las estadísticas nos muestran que el 97
por ciento de los asesinatos son cometidos en contra de los hombres ¿Por qué no
nos sorprende esa violencia de género? ¿Por qué nos parece normal? ¿Por qué
nadie investiga? Es preocupante la violencia de los hombres hacia los hombres,
una dinámica que alcanza a todo el país.
Marta
Lamas considera que no se cambia por decreto y cree que es necesario volver la
mirada hacia los hombres, que son parte de la condición humana – y si aparte de
hombres hubiera bichos verdes fosforescentes, también tendrían que opinar-. No se
puede plantear un cambio social sin tomarlos en consideración, también hay sexismo
contra los hombres y ellos no pueden protestar, por ser fuertes, porque les
está prohibido quejarse, pero si solo ves mujeres, borramos a la mitad.
Los institutos
necesarios…pero son una monserga
Editorialista
de la revista política Proceso y del periódico El País que se edita en España,
opina que los institutos de la mujer son necesario pero también son una
monserga. Por un lado existen avances y por otro se burocratizan.
Llegará
un momento, agrega, en que tendrán que cambiar a Ministerios de Género, para
trabajar a través de ellos la masculinidad, por lo pronto algunos de estos
institutos están haciendo una labor importante pero están rebasados por la
cantidad de mujeres que requieren atención, lo que les impide hacer una acción
estratégica de largo plazo.
Marta Lamas sabe que sus propuestas no siempre son bien recibidas,
“caen mal mis puntos de vista, no están de acuerdo que vaya al Mañanero con
Brozo, porque dicen que respaldo el sexismo y eso de la mujer objeto, pero voy
porque Carlos Monsiváis me dijo que fuera porque iba a llegar a un público que
no lee y que no va a la universidad”.
Así, contra todas las opiniones lleva cuatro años en el programa de la
empresa Televisa, cada martes cuenta con 10 o 15 minutos para plantear un tema,
“el que me pega la gana” y sabe que han protestado empresarios y gente de la
iglesia, pero me aguantan y mientas no me digan algo ahí seguiré aprovechando
el espacio considerando que la televisión es un espacio al que es difícil
acceder.
Cuando tomé esa decisión no todas estuvieron de acuerdo y hay quienes
incluso marcaron su distancia, sin embargo hay quienes si valoran que mi
presencia en la televisión comercial tiene una eficacia política, como sucedió
con un violador que tenía amigos en la Policía Judicial, cuando lo dije en el
programa, esos amigos desaparecieron y el violador está en la cárcel.
Así, tranquila como aparentemente se ve, sostiene que lamenta que no
les guste a todas las feministas, y advierte que cuando cambie este país y
tengamos más medios, otra cosa será.