lunes, 14 de marzo de 2016

¿Yo feminista? Áurea Ceja Albanés, leer para conocer a la otra mitad



·      El feminismo ha permitido avances para las mujeres
·      En Oaxaca hay desarticulación feminista, necesaria una agenda

Soledad JARQUÍN EDGAR
Leer a las mujeres debería ser una necesidad, ya que desconocer las ideas de la mitad de la humanidad nos hace ignorantes, señala la filósofa feminista española Celia Amorós.
La idea hizo que Áurea Ceja Albanés empezara a germinar una semilla que se concretó en poco tiempo, junto con otras mujeres formaron el Circulo de Lectura Por Nosotras Mismas.
La intención es leer y compartir textos escritos por mujeres, para recuperar y visibilizar el pensamiento de las mujeres, que como afirma Celia Amorós, somos la mitad de la humanidad y necesitamos conocer.
Áurea Ceja Albanés asume con naturalidad el feminismo y entiende sobre la desigualdad que generan los privilegios de unos sobre las otras, gracias a la educación y el ejemplo de su madre y de su abuela.
Sostiene que las posibilidades de decidir sobre nuestras vidas las tenemos gracias a la lucha feminista, pero el camino hacia la igualdad es largo y difícil.
Es psicóloga social, sexóloga educadora y terapeuta feminista que encuentra en la lectura de las autoras un punto de cohesión con otras mujeres y al mismo tiempo un lugar para diversificar el pensamiento.
Leer la hace feliz, le divierte, le entusiasma, todo se le nota, mientras a su memoria vienen uno detrás de los otros los títulos de los textos y los nombres de sus autoras, lo que de ellos aprendió y las anécdotas sobre cómo se encuentran con esas mujeres en el pequeño grupo feminista de lectura.
Lectura que aprendió muy pronto. Me gustaba mucho que mi mamá -Áurea Salomé Albanés Santana, pedagoga- me leyera pero ella tenía que estudiar, hacer tareas y trabajar cuando y no podía dedicarme el tiempo que yo quería, así que me enseñó a leer cuando tenía cuatro años; desde entonces tengo pasión por la lectura.
Ceja Albanés pertenece a una joven generación de feministas oaxaqueñas, formada entre mujeres que rompieron el modelo de la mujer tradicional, lo que de alguna forma le facilitó el camino.
Tenía 11 años cuando sus padres decidieron vivir en la ciudad de Oaxaca, aquí pasó su pubertad, su adolescencia y ahora su vida adulta. “Aquí me enamoré y me desenamoré muchas veces, conocí a mi actual pareja, de aquí son la mayoría de mis amistades, aquí he trabajado y formado a varias generaciones de jóvenes. He vivido en Oaxaca más que en ningún otro lado y quiero tanto esta tierra que me considero oaxaqueña”.
Su padre médico y su madre pedagoga, una abuela que ella califica como “feminista empírica”, María Cecilia Santana, y dos hermanas Ceja Albanés, Alejandra, que es ingeniera ambiental, y María del Ángel, que es arqueóloga, fue la mayor de las hijas y la conejillo de indias de su mamá.
María Cecilia Santana, su abuela, siempre hablaba la desigualdad en el trato entre las mujeres y varones de su familia y de las dificultades por las que atravesó para defenderse de las injusticias: golpes, abusos de poder. Ella trabajó toda su vida así que nos inculcó tanto el valor del trabajo como la idea de “no dejarnos de nadie”.
Aunque junto con mi abuelo, Antonio Albanés García, le enseñaron a sus hijos a trabajar en la casa, a cocinar y hacer los quehaceres domésticos, el machismo no se erradicó en la generación de mis tíos pero estas prácticas de mi abuela permitieron un diálogo intergeneracional y la posibilidad de cuestionar los patrones establecidos, dice Áurea Ceja.
“Aún recuerdo que uno de mis tíos, cuando se acercaba del Día del niño (y de la niña), nos decía medio en serio y medio en broma que el festejo no era para nosotras, que era para los niños, así que no había que ponernos contentas por la fecha. Con este acto algo cruel me puso a pensar desde muy pequeña sobre la invisibilidad de las mujeres en el lenguaje”.
A pesar de los buenos ejemplos, descarta que haya crecido libre de estereotipos o restricciones por ser mujer, pero me permitió cuestionar las diferencias en el trato, la libertad, así como las diferentes posibilidades y oportunidades que teníamos las mujeres en comparación con las que veía en mis compañeros varones durante la adolescencia”.
De no haber sido así, no sé si ahora sería tan consciente de las desigualdades de género, plantea esta Psicóloga Social por la UAM Iztapalapa, con Maestría en Sexología Educativa, Sensibilización y Manejo de grupos enfocado hacia la sexualidad con enfoque humanista Gestalt, interesada y estudiosa de la Psicología Comunitaria, del género y del feminismo.
Con poco más de 35 años de edad, Áurea Ceja se asume feminista desde hace muchos años, al percatarse de la desigualdad en la que nos encontramos las mujeres, que es diferente según el contexto en el que vivimos pero está presente en todos los lugares y en todos los ámbitos.
Con la desigualdad bien clara, siendo casi una niña cuestionó a su papá por no contribuir a los quehaceres de la casa, pues mientras su mamá lavaba trastes, el miraba la televisión.
Soy feminista porque en todos los espacios en los que me encuentro busco visibilizar esta desigualdad y promover la reflexión, así como transformar lo que esté en mis manos.
Por ejemplo, cita que en actualmente trabaja con adolescentes e toda la entidad, y se ha percatado que la violencia es una de las principales problemáticas que enfrentamos las mujeres, de ahí que se ha dado a la tarea de concientizar a tanto con personal directivo y docente como con las y los adolescentes.
Asumirse como feminista
Cuenta que fue su maestra Conchita Núñez (Concepción Núñez Miranda), quien en 2002 la invitó a participar en el Grupo de Estudios sobre la Mujer Rosario Castellanos y al presentarla mencionó que era feminista; lejos de incomodarme, el término me pareció bastante adecuado, fue como una revelación, pues finalmente lograba dar nombre a lo que sentía y deseaba, y eso me permitió definirme e incluso comprometerme de manera más consciente con las mujeres.
Aunque se desenvuelve dentro del ámbito académico, se considera una “activista de banqueta” y asume el feminismo desde su vida cotidiana.
Durante un tiempo participé con las becarias del Fondo Guadalupe Musalem de Grupo de Estudios sobre la Mujer, dando talleres de sexualidad y género, en 2006 también colaboró con el espacio civil con iniciativas como los Diálogos por Oaxaca, y ha participado en otras organizaciones.
En el ámbito académico, he sido docente a nivel superior y medio superior, impartiendo asignaturas de educación de la sexualidad y género, e incorporando la perspectiva de género en licenciaturas como Psicología, Pedagogía, Intervención Educativa, e incluso Ciencias Políticas y Administración Pública. La experiencia más reciente la tuve al colaborar en el diseño de la licenciatura en Economía Social y Desarrollo Local de la UABJO, que todavía no abre la convocatoria para el ingreso.
Áurea Ceja Albanés es parte de la Red de Mujeres Tejiendo Saberes, que surge de la primera generación del Diplomado en Estudios sobre las Mujeres, Feminismos y Descolonización que se realizó en la Facultad de Derecho de la UABJO y que ha realizado pequeñas acciones hasta ahora, principalmente de solidaridad con otras causas de las mujeres.
Su mayor satisfacción la encuentra en el Círculo de Lectura “Por nosotras mismas”, en el grupo nos reunimos a leer y comentar textos escritos por mujeres con la intención de aprender juntas a partir de sus ideas, buscamos que la lectura no se quede a nivel de datos o que se reduzca a un ejercicio racional intelectual, tratamos de que atraviese nuestro sentir y nuestro ser, revisando diferencias y coincidencias con sus historias, haciendo visibles y dando nombre a nuestras propias opresiones.
Por Nosotras Mismas, también promueven el intercambio con las autoras, hacemos sesiones abiertas de lectura, damos talleres y realizamos acciones que permitan que se conozca a las mujeres que escriben y que las personas se acerquen a sus textos.
“Es bien fuerte porque hay más mujeres que hombres en el mundo que leen literatura, sin embargo, las editoriales dan más oportunidades para publicar a los hombres que a las mujeres que escriben, y seguimos consumiendo esos textos”.
Los avances son feministas
Para esta joven feministas los avances existen pero no han sido a la “velocidad que quisiéramos y la realidad nos rebasa a cada tanto”, apunta con cierta preocupación. No obstante, considera que la situación de las mujeres en este momento no se parece en nada a la realidad de nuestras abuelas.
Optimista sostiene que el pensamiento feminista se ha arraigado en la mayoría de las mujeres jóvenes, “yo escucho a las adolescentes de bachillerato hablar sobre su sexualidad y sus aspiraciones de vida y me doy cuenta de que hay más conciencia sobre su condición de mujeres piden que se les trate con respeto y equidad”.
Reconoce los avances legislativos impulsados por las feministas, como Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia o la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, digamos que por lo menos en el papel los derechos de las mujeres se han reconocido.
“Eso no es cosa menor porque nos da puntos de partida para transformar la realidad”, apunta y sostiene que esto porque es importante reconocer lo que sí tenemos, lo que sí se ha logrado, aunque apenas estamos viendo el tamaño del monstruo que tenemos enfrente, la Hydra, como le dicen los y las zapatistas.
“Nos encontramos en un momento sumamente complejo en el que los grupos de poder capitalista, patriarcal, ecocida, racista…están despojando a los pueblos de sus territorios y de sus conocimientos utilizando estrategias cada vez más complejas y violentas, y esto definitivamente impacta sobre la vida y el cuerpo de las mujeres”.
La impunidad y la corrupción de la clase política también ha impactado en todos los niveles de gobierno, lo que nos hace sentir indefensas frente a la violencia hacia nosotras. Es impresionante que ya llevemos más de 18 feminicidios en Oaxaca en lo que va del año y sigue sin haber voluntad para esclarecerlos y menos para prevenirlos.
En conclusión, yo defiendo firmemente que las posibilidades de decidir sobre nuestras vidas las tenemos gracias a la lucha feminista, pero el camino hacia la igualdad es largo y difícil.
Las retorcidas formas del machismo
Sin embargo, reconoce que esas jóvenes que hoy pueden hablar de su sexualidad y de sus aspiraciones se encuentran todavía en contextos opresivos en los que se requiere seguir incidiendo, y que esa conciencia que ya alcanzó a muchas mujeres aún no llega hasta los varones.
El machismo tiene privilegios que los hombres no quieren dejar, así que toma formas cada vez más retorcidas, se disfraza y utiliza argumentos muy sutiles que a partir del amor romántico, el amor a la familia y la lealtad a la comunidad hacen que las mujeres se mantengan en condiciones desfavorables.
Desarticulación feminista
A diferencia de otros tiempos, Áurea Ceja Albanés piensa que el feminismo es más visible y que hay una mayor posibilidad de asumirse como feminista o por lo menos como defensora de los derechos humanos de las mujeres, “hay más simpatía con el movimiento”, somos más y hay muchas jóvenes, una nueva generación de feministas que no necesariamente militan en organizaciones pero que han sido formadas tanto por estas organizaciones como por otras feministas.
Pienso en las becarias del Fondo Musalem, por ejemplo, y en muchas mujeres que han sido nuestras alumnas, nuestras compañeras de escuela o de trabajo, o que han sido beneficiarias de diferentes programas de formación, que han abrazado la lucha en sus espacios cotidianos, aunque no se asuman parte de una organización o red feminista. Creo que lo que veremos en los próximos años será realmente interesante en este sentido.
Pero también reconoce que aunque son más las simpatizantes, el movimiento esta desarticulado, “perseguimos diferentes causas y hay tantas injusticias y necesidades que nos hemos fraccionado. La mayoría de las feministas que conozco reconocen la importancia de crear pactos entre nosotras pero no aún no sabemos cómo hacerlo”.
“Necesitamos más espacios de encuentro para poder articularnos. Estamos en tiempos electorales y será interesante observar cómo se tejen estas alianzas en este terreno en específico, y es muy complicado porque todos los partidos políticos y todas las administraciones estatales y locales nos han quedado a deber a las mujeres.
Por ello, la Psicóloga Social sostiene que el reto es articular el movimiento, reapropiarnos de la agenda de las mujeres, pues ésta se ha venido construyendo con mucha claridad a lo largo de los años y es tiempo de que todas la asumamos y aportemos a ella.
Sus maestras de la vida
Sus primeros talleres sobre feminismo y género fueron en la universidad y después se volvió autodidacta, y tuvo que prepararse porque como docente tenía la exigencia de incorporar el género en sus materias.
Sin que se lo propusieran realmente, se convirtió en la discípula de Concepción Núñez Miranda y sus estudios más serios y más completos fueron en el Diplomado en Estudios de las Mujeres, Feminismos y Descolonización de la UABJO, “pues me ayudaron a sistematizar todo lo que ya sabía y aprendí muchísimo más”.
Fue en el diplomado, de donde surgió toda la fundamentación teórica y metodológica del círculo de lectura Por nosotras mismas.
Como feminista reconoce el valor de todas las ancestras, como Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft. Pero su “primera maestra universal” fue Simone de Beauvoir, pues leer El segundo Sexo “es una experiencia que cambia la vida, no pude volver a ver el mundo de la misma manera después de haberla leído, ella me puso mis gafas violetas”.
“En el círculo de lectura hemos leído también algo de su narrativa y es extraordinaria la manera en que pone en sus personajes muchos de los elementos de la realidad que analiza en sus ensayos”.
Entre las contemporáneas a Marcela Lagarde, a quien le reconozco la manera extraordinaria de poner en palabras la vida de las mujeres. Tuve la oportunidad de tomar con ella, además de clases, un taller vivencial que me ayudó a comprender la relación con mi madre y en general la construcción de la relación entre mujeres a partir de este vínculo fundante.
Francesca Gargallo ha sido fundamental también para entender la ética feminista como una ética para la vida. A Julieta Paredes, a Mercedes Olivera y a Sylvia Marcos les debo una mirada del feminismo más centrada en la realidad de las mujeres de las comunidades, un feminismo más incluyente, y ambas me han acercado mucho más a las dos experiencias más concretas de otro mundo posible que conozco: la de Bolivia y la del EZLN. 
Recientemente me invitaron a participar en la presentación de un libro de Rita Laura Segato y ella me ayudó también a comprender la dimensión de la guerra contra las mujeres.
Entre las mujeres locales hay muchísimas que merecen mi respeto y admiración, de quienes he aprendido gran parte de lo que sé: Conchita Núñez, quien me ha adoptado en diferentes momentos y a quien le debo el asumirme feminista, Susana Chía, Érika Lili y Jessica Díaz Cruz, Ana María Hernández, Roselia Gutiérrez…Y también entre las mujeres de mi generación hay muchas que admiro, con quienes me gusta trabajar, de quienes aprendo cotidianamente y con quienes sé que cuento en múltiples espacios: Raquel Chávez, Yamille Hernández, Anel Flores, Edith Matías, Laura Escobar, Iliana Amoroz, Nallely Tello, Nashieeli Valencia, en fin, sé que algunas se me quedarán en el tintero.
Mirar con gafas violeta
Desde que me puse las gafas violetas no puedo ver el mundo de otro modo; soy solidaria con las mujeres y también empática con los hombres que veo que no la pasan bien con los mandatos de género. He buscado integrar la perspectiva de género en todos los trabajos que he tenido y en todos los ámbitos posibles.
Retomando una idea de Ángeles Mastretta, gracias al feminismo sé que puedo ir al paraíso del amor y sus desfalcos, y volver dueña de mí. Elegí como pareja a un hombre con quien puedo dialogar, que me respeta, con quien comparto el sostén de nuestro hogar tanto como las tareas domésticas, en donde ambos reconocemos que queremos estar juntos por deseo y que eso no implica que nos pertenecemos; hemos logrado deshacernos de las ideas sobre el amor romántico que tanto oprimen y generan culpas a las mujeres. Esto es algo que trato de compartir con las adolescentes con quienes trabajo a través de diversas estrategias. 
El feminismo ha sido y seguirá siendo en mi vida lo que me mantiene viva, lo que me ayuda a imaginar la utopía que sirve para caminar.