Soledad Jarquín Edgar
SemMéxico.- A cada
avance de las mujeres una reacción del patriarcado, esa ha sido y es la tónica
que ha marcado la historia del feminismo y, por ende, la historia del 8 de
marzo.
El afán de esa reacción
es no reflejar los alcances, los logros, la trascendencia de cada acción de las
mujeres en distintas épocas y espacios con métodos diversos por el
reconocimiento de sus derechos, pero sobre todo en su lucha por el poder,
sostienen historiadoras y periodistas.
La historia del 8 de
marzo, registrado por la Organización de las Naciones Unidas como el Día
Internacional de la Mujer en 1975, no tiene un solo origen, detrás están las
luchas por el reconocimiento de los derechos, entre ellos los laborales que
impulsaron las socialistas alemanas y rusas; los años de lucha por el sufragio
en Francia e Inglaterra, además de otras naciones europeas.
Sin embargo, la
emancipación de las mujeres ha quedado en mucho sepultada por el peso de un
incendio en una fábrica textil en Nueva York en 1857. La periodista Ana María
Portugal, en su cronología sobre el 8 de marzo, revela que para “la década de
1970, la historia consagrada del incendio, era mundialmente difundida, pero del
todo inexacta.
En contraparte el
periódico feminista francés Historia d`Elles, en
su número 0 de 1977 dedicado al 8 de marzo, llamó la atención sobre esta
versión, a su juicio errónea, advirtiendo que luego de “largas búsquedas, nada
se encontró, sobre la famosa huelga de Nueva York, de 1857. Pero esta alerta no
tuvo eco”, como refieren las investigadoras Renée Côté y Ana Isabel Álvarez
González, citadas por Portugal, quienes dicen no haber encontrado pruebas
documentales sobre este incendio ni que ese hecho, de haberse producido, fue el
motivo para establecer una jornada internacional de las mujeres.
No obstante, detrás de
esa idea quedaron ocultas las otras luchas y emancipaciones de las mujeres,
iniciadas en el siglo XV, desarrolladas en el XII y avanzadas en el XVIII, en
cambio se difundió con rapidez el acto que las victimizaba, sostiene la
periodista y feminista Sara Lovera López.
Hoy, lo que sabemos es
que las mujeres, además, de reivindicar sus derechos laborales, desde un
principio demandaron su derecho al sufragio, iban pues detrás del poder, como
dice Virginia Vargas, el poder para poder hacer.
En ese sentido, la
historiadora Karen Offen afirma que las reivindicaciones de las mujeres incluía
su participación en organizaciones políticas y religiosas simbolizadas en las
sociedades occidentales en vías de democratización (1845) no solo por el voto,
sino también por el acceso a posiciones de autoridad, esencialmente en cargos
públicos o directivos. Ella escribe en su libro Feminismos Europeos
1700-1950, una investigación documental profusa, revela la actividad de las
mujeres, en la polémica con los filósofos en diarios y revistas; en
acción clara y por sus derechos en las revoluciones sociales y siempre
trabajando por la paz.
El poder 106 años después
En México los
movimientos feministas estarían ligados al sufragismo, este fue uno de sus
reclamos más tempranos e importantes. Tal es el caso de las zacatecanas que
demandaron en 1824 participar en la vida política y pública y de ahí un extenso
recuento que se concretaría paso a paso, durante largo tiempo, debido a las
reacciones de quienes suponían el sufragio de las mujeres a las ordenes del
clero.
La académica Teresa
Hevia Rocha sostiene, en el texto elaborado para el Instituto Nacional
Electoral (INE septiembre 2015), que la lucha de las mujeres por el
reconocimiento de sus derechos humanos, empezando por los civiles y políticos,
puede ubicarse a finales del siglo XIX.
La investigación de Hevia
Rocha revela el avance paulatino de las mujeres que después de acudir a las
urnas por primera vez en 1955 y entre 1970 el número promedio de diputadas
federales no superó el cinco por ciento. En las siguientes tres décadas, apenas
llegó a 10 por ciento. Es hasta 1994, casi 40 años después, que el porcentaje
alcanzó 14.1 por ciento y empezó a ascender de manera más significativa. En las
elecciones de ese mismo año, 12.5 por ciento de los escaños en el Senado fueron
ganados por mujeres.
Pero si los pasos a
nivel federal eran cortos, en los congresos locales lo fueron aún más. De
acuerdo con INEGI, señala la autora de Evolución y establecimiento de cuotas en
México y las implicaciones de la reforma político electoral de 2014, en cuanto
a la aplicación de la paridad de género en el registro de candidaturas para la
integración de la Cámara de Diputados, los datos muestran que para 1998 las
mujeres ocupaban únicamente el 10.9 por ciento de las curules.
Tener poder representa
para las mexicanas un largo camino, que en la evaluación muestra avances
importantes que van perfeccionando las leyes y garantizando su participación
política. Tanto como lograr que entre la elección de 2015 y la inmediata
anterior, el salto porcentual fuera de 5.3 puntos, como señala Hevia.
“Todavía hay un trecho
por recorrer, por un lado, para terminar de afinar las reglas, y por otro, para
‘normalizar’ la presencia de las mujeres en todos los espacios de poder, a partir de
consolidar una nueva cultura política regida por los principios de igualdad y no
discriminación”, dice la académica.
A cada acción hay una
reacción del patriarcado. Para cerrar la pinza de este largo proceso diversas
instituciones públicas trabajan en la formulación de un “Protocolo para atender
la violencia política contra las mujeres”, el cual deberá estar listo en las
próximas semanas para prevenir actos de violencia en el proceso electoral 2016,
como confirmó recientemente la magistrada María del Carmen Alanís Figueroa
frente a un grupo experto de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE), que consultó al Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación (TEPJF) sobre las tareas que México ha desplegado en
torno a la igualdad de género.
“No se trata únicamente
de cubrir una cuota mayor de cargos políticos a favor de las mujeres, sino de
reconocer y respetar, de manera efectiva y en un sentido muy amplio la igualdad
entre hombres y mujeres”, sostuvo en su momento la ex diputada Lidia Aguilar
Gil, entonces vicecoordinadora de la fracción del PT en la cámara baja.
El 8 de marzo, Día
Internacional de la Mujer permite evaluar los avances, tres siglos de historia
de las mujeres, su lucha por alcanzar su humanidad, de cultura feminista, de
leyes constitucionales y también la prevalencia de la violencia contra las
mujeres, el gran pendiente en México y en el mundo, como lo hacen evidente
todas las estadísticas.