martes, 14 de julio de 2015

La paridad es paridad


La paridad es paridad
* Dos más dos es igual a cuatro

Soledad JARQUIN EDGAR
Si sumamos dos más dos por supuesto que el resultado es cuatro. Pero si usted suma dos más dos y obtiene tres, pero usted ve cuatro, tendré que imaginar que algo está mal. Sospecharé insistentemente en que tiene serios problemas de comprensión. Me inconformaré. Perderé la cordura ante la evidencia científica de que las matemáticas son exactas hasta el infinito.
Lo mismo pasa con la paridad. Pero, ¿qué es la paridad? ¿La entiende? ¿La entendemos? O la interpretamos y obtenemos de ella el resultado que nos de la gana. Como sumar dos más dos y obtener tres.
La jurisprudencia 7/2015 refiere:
Paridad de Género. Dimensiones de su contenido en el orden municipal.-La interpretación sistemática y funcional del derecho a la participación política en condiciones de igualdad, a la luz de la orientación trazada por los artículos 1, 2, 4, 41, base I, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el contexto de los artículos 2, 3, 25, 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 1, 23, 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 1, 2, 3 y 7 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; I, II y III, de la Convención de los Derechos Políticos de la Mujer; 4, inciso j); y 5 de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer; permite afirmar que los partidos y las autoridades electorales deben garantizar la paridad de género en la postulación de candidaturas municipales desde una doble dimensión. Por una parte, deben asegurar la paridad vertical, para lo cual están llamados a postular candidatos de un mismo ayuntamiento para presidente, regidores y síndicos municipales en igual proporción de género; y por otra, desde de un enfoque horizontal deben asegurar la paridad en el registro de esas candidaturas, entre los diferentes ayuntamientos que forman parte de un determinado Estado. A través de esa perspectiva dual, se alcanza un efecto útil y material del principio de paridad de género, lo que posibilita velar de manera efectiva e integral por el cumplimiento de las obligaciones de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de las mujeres.
Entonces ¿por qué las legisladoras y legisladores oaxaqueños siguen sumando dos más dos y siguen obteniendo tres como resultado final?
¿Por qué suponen, los y las diputadas, notables funcionarias, “las y los expertos”, sesudos académicos y académicas, las organizaciones –desde ambientalistas hasta católicas- que la paridad debe ser negada en aquellos municipios que se rigen bajo los sistemas normativos internos? Que ahí la cosa es calmada, dicen. Que no se les imponga, apuntan.
Palabras de peso que se venden al mejor postor, que declaran, que hacen tremendos análisis, se deslizan con recursos públicos para mover a las masas y que llegan a la conclusión brillante de que dos más dos suman tres al aprobar, al autorizar, al avalar, al consentir y por supuesto al aplaudir la reforma al Artículo 113, la reforma del pasado 30 de junio, la que provocó eso que llamaron desbordado griterio de feministas.
La suma:
(2) “Cada Municipio será gobernado por un Ayuntamiento de elección popular directa, integrado por una Presidencia Municipal y el número de Regidurías y Sindicaturas que la ley determine, se garantizaran la paridad y alternancia de género en el registro de las planillas para hacer efectivo el principio constitucional de paridad de género”.
(+)
(2) “En los municipios indígenas, además de lo establecido en los incisos anteriores, se requerirá haber cumplido con las obligaciones comunitarias establecidas en sus sistemas normativos.
“Las ciudadanas y ciudadanos comprendidos en los supuestos de los incisos d) y e), podrán ser miembros del ayuntamiento, siempre y cuando se separen del servicio activo o de sus cargos, con setenta días naturales de anticipación a la fecha de la elección”.
(=) ¿Es paridad cuando suman 3 y no 4?
No, no es paridad dejar fuera a las ciudadanas que viven en 417 municipios que se rigen por sistemas normativos internos y que parece una condición normal para quienes tienen claro que las mujeres de esos municipios son ciudadanas que no merecen gobernar o para que nos quede claro son menos ciudadanas.
Mujeres a las que el cuidado de la familia, las tareas comunitarias “domésticas” en las fiestas patronales, el barrido de calles como indican algunos programas, la asistencia a juntas escolares, a pláticas médicas, al tequio elaborando la comida, no suman puntos en ese escalafón de servicios o cargos que plantea la norma. Esto resultado de eso que los estudios de género y el feminismo han conceptualizado como el origen de la desigualdad: la construcción de una sociedad que asigna y “obliga” a las mujeres a ser responsables de las tareas privadas, las de la casa, lo doméstico, el cuidado; en tanto a los hombres les asignó lo público, el poder.
No es paridad la reforma al 113, aunque la titular del IMO, crea que esta reforma es “perfectible”, ¿cuándo? ¿eso sí quien sabe? o que de acuerdo a sus declaraciones podamos presumir que poco o nada importa si las mujeres votan o no, porque está conforme al asegurar que la mayoría de la población se concentra en los otros municipios, es decir, en los 153 municipios donde la “democracia” es partidista. Mal de muchas consuelo de tonta.
En fin, quien sabe restar estará totalmente de acuerdo en que dos menos dos nos da como resultado cero y que si sumas dos más dos tendremos cuatro. Pero esta lógica matemática no se puede entender entre quienes pretenden hacer creer, mediante un despliegue mediático y seguramente dinero público, que hay paridad cuando no la hay y no la hay porque se excluye reglamentariamente a las mujeres que habitan en 417 municipios de la entidad.
Mujeres en su mayoría indígenas, a las que –ni duda hay- este patriarcado en cuerpo de mujeres y de hombres considera como ciudadanas de segunda, porque al final de lo que trata es de seguir tutelando la vida de las otras, las menores, las que se rinden  a la emoción y no racionalizan el pensamiento, las que por ser mujeres no pueden tomar decisiones, porque eso es en el fondo lo que piensan quienes plantean  insistentemente “que la participación política de las mujeres tiene que ser un proceso que evite vulnerar los derechos las mismas, sin que se les impongan cargos en ausencia de su consentimiento”.
Sí, es el caso de Alejandra García Morlan, diputada del PAN, quien convencida reitera en una publicación que “Para ser parte del Cabildo primero se debe cumplir una serie de requisitos, participar en el sistema de cargos y servicios es el primer escalafón. Y es precisamente aquí donde estos pueblos están logrando ya una mayor apertura y las mujeres están participando a solicitud de las propias comunidades. No como resultado de una imposición, sino como resultado de un gradual cambio de cultura”.
A qué se refiere la diputada García Morlan cuando dice que “hay mayor apertura”, porque en Oaxaca, como en el resto del país, los gobiernos municipales han tenido un real pero lento, muy lento crecimiento, y se ha comprobado que las presidentas municipales, las síndicas y regidoras sufren toda clase de actos violentos.
Para contrarrestar la opinión de las integrantes del Pacto de Mujeres por la Paridad rumbo al 2016, se armó una especie de campaña mediática con la opinión de algunas organizaciones despistadas, de pocas mujeres y sí muchos patriarcas, utilizando gran parte del texto que la diputada local publicó el pasado domingo y claro son publicaciones que se pagan con dinero público.
No tengo duda y estoy convencida que las mujeres participarán en la vida política de sus comunidades no como imposición, sino por gusto, por deseo, por gozar de su derecho, por ser ciudadanas, de la misma forma en que seguramente lo hace García Morlan, quien se benefició de las luchas feministas y se impuso gracias a los logros del feminismo para ser diputada. ¿Entonces las otras por qué no? Hay quienes piensan que la puerta grande de las libertades no es para todas las mujeres, menos para las indígenas, como lo deja patente la diputada panista.
No hay más ciega que la que no quiera ver. Porque la paridad sin paridad no es paridad.