martes, 14 de julio de 2015

¿Yo feminista? Ana Raquel Chávez Solano



El feminismo un acto de libertad
*Me siento orgullosa de esa mujeres que trasgredieron las reglas

Soledad JARQUÍN EDGAR
Ana Raquel Chávez Solano tiene apenas poco más de treinta años de edad, la mitad de los cuales ha pasado como una feminista por convicción y acción, lectora del pensamiento-teórico feminista y creyente de la libertad que encuentra a través del feminismo, porque el feminismo es un acto de libertad.
Pero sobre todo “Raquelita”, como la llaman entre las feministas, tuvo un ejemplo fundamental en su madre Ana María Chávez Solano, luchadora incansable por sus derechos y los derechos de las otras mujeres, imágenes que hoy se siguen repitiendo en su memoria y son, ni duda hay, piedra angular de su formación humana.
En la cadena de sucesos reivindica la tarea de su abuela y de su madre, de sus primas y tías. Pero también la de su padre adoptivo y su abuelo, un maestro rural que tenía claro que las mujeres, todas las mujeres debían ir a la escuela, prepararse, “que las niñas no tendrían por qué vivírsela en la cocina o en los quehaceres de la casa, él decía que las niñas deberían jugar, estudiar, vivir de otra manera”.  Por eso, esta niña preguntona que continuamente metía en callejones sin salida a su madre, aprendió sobre todo con el ejemplo de quienes la educaron, aunque no abrazó el ejemplo de su abuela conservadora y católica, subordinada a la vida, como la gran mayoría de las mujeres de esa generación.
“¡Hola a todos y a todas! Es el grito con el que Raquel Chávez abrazó la vida o al menos así lo imagina, porque si algo tiene esta joven es una sonrisa para cada instante de la vida y pronto se convirtió “en el sabor del caldo de la familia”.
Una de las sensaciones que le quedaron claras desde la infancia fue el hecho de que para las niñas había límites y hasta condicionamientos para relacionarse con los niños, lo que no tenía en su ambiente familiar “yo tenía total libertad de elegir cómo vestir, podía jugar con muñecas, que generalmente terminaban en una caja de cartón, para sacar las pelotas, canicas, cuerdas, dinosaurios, subirme a los árboles, a las argollas que estaban en el parque del Paseo Juárez El llano”.
Su mamá empezó un largo trámite que duró ocho años para obtener una vivienda de interés social, para ello tenían que acudir cada semana a las sesiones de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado; luego tocaron puertas “y ventanas” para lograr la tan preciada vivienda, incluso una mañana su mamá le anunció que por la tarde irían a ver al gobernador. La niña preguntó ¿para qué vamos a ver al gobernador?, ¿si nos va a atender?. La respuesta fue: “no lo sé, pero estaremos ahí las veces que sean necesarias hasta que lo logremos”, le advirtió su mamá.
Así fue, pasaron muchas tardes hasta que en una de tantas prácticamente interceptaron al gobernador (Heladio Ramírez López), le entregó un oficio y éste ordenó a su secretario particular que atendiera la solicitud de crédito de vivienda de acuerdo al salario. Así se abría una ventana de esperanza para esta familia compuesta por tres mujeres: la abuela, la madre y la hija, que pronto volvieron a la nada cuando en los días siguientes el hombre de confianza del gobernador fallecía en un accidente aéreo. 
Ocho años después de haber iniciado el trámite finalmente su madre obtuvo una vivienda. De esa lección Raquel Chávez aprendió que existía una zanja de desigualdad.
Raquel estudió la primaria es una escuela cercana al trabajo de su mamá. Solo que con el inconveniente de que las aulas eran de lámina y carrizo y no, dice, no estaba en una comunidad lejana a la capital oaxaqueña sino en una agencia del municipio de Oaxaca.
Cerca de la escuela había una barranca de donde salían culebras y cuando iba en sexto grado supo del caso de una chica que fue arrojada en ese lugar, su cuerpo desnudo mostraba señas de haber sufrido violencia sexual. Ese hecho la llenó de miedo y al mismo tiempo se preguntó ¿Por qué la gente no hacía algo al respecto? Y solo recibieron recomendaciones para cuidarse al salir de la escuela.
En esa escuela, vio a su mamá trabajar como parte de un comité constituido por una numerosa mayoría de mujeres, quienes se dieron a la tarea de investigar un fraude cometido contra la escuela y recuperar materiales de construcción y dinero para la edificación de las aulas.
En esa escuela, dice Raquel Chávez Solano, vio y vivió de manera cotidiana las profundas desigualdades sociales en que vivimos, por un lado, mi madre contaba con un trabajo que le permitía darme la continuidad de mis estudios, tenía lo necesario para vivir. Por otro lado, en las familias de otras niñas y niños estaba presente la desnutrición, pero ausentes los servicios de salud y, sobre todo, muy lejos la posibilidad de continuar con sus estudios.
El cambio a la secundaria fue radical. Era una escuela en forma, cuyos alumnos y alumnas tenían madres y padres profesionistas, pero la desigualdad de género y origen estaban presentes, incluso un profesor “se ensañaba con las hijas de madres solteras, haciéndoles reportes de mala conducta y otras acciones que obligaron que mi papá adoptivo lo enfrentara y le advirtiera que no le iba a permitir más desplantes discriminatorios.
En esa época, siendo adolescente, Raquel se cuestionó y preguntó a otras mujeres por qué era necesaria la presencia masculina cerca de ella para que los otros la respetaran.
El feminismo como movimiento histórico
En el bachillerato, antes de cumplir los 15 años, se enteró del feminismo como movimiento histórico, pero fue hasta la licenciatura en Sociología que el feminismo “entró en mi vida con más fuerza, conocí más textos feministas, encontré respuestas, me sentí identificada con lo que estaba leyendo, quise conocer más acerca de estas mujeres que nos antecedieron.
Ahí encontró sus primeras lecturas y supo quienes fueron: Olimpia de Gouges, Simone de Beauvoir, Carmen Serdán y Marcela Lagarde, más tarde tuve oportunidad de escuchar a Marta Lamas. Mujeres que habían labrado el camino para que las nuevas generaciones nos reconociéramos como sujetas de derecho, para gozar de nuestros cuerpos, de nuestra libertades, que podría ser doloroso  pero que si no lo intentamos no avanzamos en la construcción de condiciones de igualdad entre nosotras y con los otros.
“Sin el feminismo, no podría haber entendido el origen de las relaciones de poder desiguales en todos los  ámbitos de nuestras vidas. Saber que la historia, la vida de las mujeres se ha construido desde este sistema patriarcal que ha costado la vida de muchas de ellas, como la vida de la chica que fue encontrada en la barranca cercana a la escuela”.
“Soy una feminista que mantiene la sonrisa sincera aun en momentos difíciles a nivel personal, profesional y de acompañamiento, llora, siente y comparte la alegría y dolor de sus compañeras y compañeros, que aún confía en las causas  libertarias. Decidí serlo, porque no habría encontrado otra manera de ver el mundo que me hiciera sentirme libre de decidir”.
La egresada de la UABJO apunta que se siente orgullosa de esas mujeres que transgredieron las reglas de subordinación familiar. Ahora acompaño en su caminar en nuevos retos a las mujeres de mi familia.
Y es que desde muy joven, con 15 años de edad fue invitada a un taller de Prevención y Sensibilización del VIH/SIDA impartido por el equipo de COESIDA Oaxaca, ahí conoció a un grupo de jóvenes de diferentes edades y perfiles. 
Ellas y ellos formaron un grupo de jóvenes, que colaboraban de forma voluntaria par la Casa de la Mujer Rosario Castellanos, y la invitaron a emprender esa tarea de dar información en temas relacionados a la sexualidad, prevención del VIH/SIDA y la de la violencia en el noviazgo. “Mi familia pensaban que esto iba a ser algo temporal”, apunta con aire socarrón.
El grupo se llamó Conciencia Juvenil, el primero en Oaxaca formado por jóvenes y para jóvenes, grupo que incluso ganó un Premio Nacional de Juventud, bajo la asesoría de la psicóloga  Beatriz Casas.
Después de cinco años de trabajo el grupo se disolvió. Hubo entonces un sentimiento de dolor porque los amigos y amigas habían decidido emprender nuevos proyectos por separado, pero esta nueva organización le permitió conocer a otras mujeres como  Edita Alavés Ruiz, Zoila Ríos Coca y Angélica Ayala Ortiz.
Raquel “emigró” al grupo de Católicas por el Derecho a Decidir que conformaron la Red Nacional Católica de Jóvenes por el Derecho a Decidir, participó en diversos encuentros nacionales y, casualmente, la agenda estaba basada en los Derechos Sexuales y Reproductivos y el Derecho a Decidir de las mujeres, desde una visión católica progresista y los derechos Humanos. En esta red recibió una continua capacitación en teología de la liberación, derechos sexuales y reproductivos y su marco normativo, medios de comunicación, advocaci, entre otros, además de emprender campañas, foros, talleres, vídeos debates en escuelas públicas de nivel medio superior y superior, y acompañamos a mujeres que han vivido algún tipo de violencia.
Al principio la Red en Oaxaca solo estaba conformada por tres jóvenes, con el tiempo se sumaron más, pero entonces no importó si eran pocas o muchas pues estaban convencidas de su trabajo. Una de sus acciones fue unirse a otras feministas para protestar por el caso de María en la Cámara de Diputados, entonces ubicada frente al Llano. Ese fue un momento clave, porque la Red se convirtió en un referente clave frente a la opinión publica en los casos de violencia sexual y embarazo por violación, como era el caso de María que demandaba su derecho a la interrupción legal del embarazo y también cuando en el proceso comicial de 2004 llevaron la agenda de las mujeres a cada uno de los candidatos al gobierno de Oaxaca.
Raquel Chávez Solano y otras integrantes de la Red se convirtieron en los rostros jóvenes del movimiento feminista en Oaxaca al finalizar el siglo XX, condición que la llevó a reflexionar sobre el trabajo que durante años habían hecho las otras mujeres, sus antecesoras.
Por supuesto, en 2006 el año en que “Oaxaca vivió esa histórica convulsión social, decidí dejar la red, para crecer en otros sentidos, apoyar otras tareas. Así fue como me integré a la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos, durante tres años. Fue una experiencia intensa a nivel personal y como activista”.  
La figura menuda de Raquel Chávez Solano se impuso con el tiempo, cuando se convirtió en maestras de Sociología de la Salud, en la escuela de Enfermería y Obstetricia de la UABJO, donde posicionó temas como derechos de las mujeres y la salud como un derecho humano, en colaboración con algunas amigas impartió talleres de identificación y prevención de la violencia sexual y obstétrica.
Más adelante, con otras mujeres, realizó talleres dirigidos a estudiantes de preparatorias de la ciudad de Oaxaca y en algunas comunidades de la Sierra Juárez.

Retos y retrocesos
Hoy, plantea, el panorama es complejo en el avance de las propuestas feministas, por un lado en el Distrito Federal se ha conseguido legislar a favor de la interrupción legal del embarazo (ILE), pero en el resto del país hay graves retrocesos, por ejemplo, en relación a la ILE y otras causales tipificadas en los códigos penales de los estados, ahora las mujeres están siendo criminalizadas por su derecho a decidir respecto a sus vidas.
Por otro lado, apunta que aún no se tienen los resultados que se esperaban para que las mujeres acceden a puestos importantes en la toma de decisiones  en la política estatal, menos en el ámbito legislativo y no se ve claridad alguna en el tema de la paridad en autoridades locales, tal como recientemente sucedió en las reforma al Articulo 113 de la Constitución Política por parte de integrantes de la LXII Legislatura de Oaxaca.
Por otro lado, apunta que en la entidad, no logra ver cambios sustanciales en las propuestas feministas, “desde hace algunos años veo un movimiento desarticulado y poco fortalecido, veo un movimiento aislado, en donde cada quien ha encontrado nuevos lugares para trabajar con otras mujeres, no sabemos que están haciendo las compañeras, como les va, como se sienten”.
Al final, pienso que si es posible construir un nuevo feminismo. Muchas feministas están apostando a la formación e investigación académica, círculos de lectura, otras desde la expresión de las artes, escuelas de formación feminista, otras más desde la reflexión de las mujeres en las comunidades indígenas. Pero lo que es cierto es que “necesitamos aprender realmente a escucharnos, reconocer, respetar las nuevas formas de participación, para fortalecernos, hay  jóvenes que se han formado en el feminismo pero no las vemos, pero es por algo que precisamente  no nos estamos encontrando en el camino, tenemos que abrir el paso a las mujeres que ahora se están sintiendo identificadas con estas luchas, renovar las energías”.
 Y puntualiza que en Oaxaca, al menos, el feminismo tiene que revitalizarse, volverse atractivo, generador de cambio, sino será un movimiento aburrido, cansado.