miércoles, 17 de junio de 2015

La imagen de las mujeres en la Guelaguetza (1a parte)


Noemí DOMÍNGUEZ GASPAR*

Reconocer al cuerpo y sus representaciones como territorio político para ejercicio de libertades y  autonomía en las mujeres, implica un acto un tanto transtocador al orden establecido, pues el poder biopolítico, que moldea y da pauta a las personas, deja marcas en nuestros cuerpos, cuestionar dicho poder opresivo sería una entonces una acción afirmativa hacia la libertad.

La asignación de género[1] a los cuerpos, es un proceso cultural complejo cuya incidencia se manifiesta en todas las dimensiones de la vida humana, es el inicio de un proceso inacabable de especialización de los sujetos, esta especialización origina diferencias y la valorización social de las diferencias así creadas da lugar a jerarquías, esto es, de poder y de dominio.

La importancia de las proyecciones de las imágenes y representaciones  radica principalmente, en que nos permite acceder por éste medio al análisis de los cuerpos, en como los habitamos, vivimos, compartimos, regulamos, reproducimos, discriminamos o violentamos. La imagen tiene pues, un papel fundamental en la configuración de la cultura, es el puente entre percepción e interpretación, el vínculo de las/los actores, entre ritual colectivo y la experiencia individual, el enlace entre cognición y emoción.

La Guelaguetza resulta ser lugar de la reproducción de ciertos clichés o estereotipos de lo indígena y lo mestizo, de una manera similar sucede con algunos medios de comunicación como en el cine y la televisión,  pensemos en el indio Tízoc o la india María, donde esta última, resulta ser una caricatura ridiculizante de las mujeres mazahuas del valle de México, que aparte de ser clasificadas-etiquetadas como indias, son llamadas Marías con una connotación peyorativa.

Por lo tanto, ciertas expresiones en las representación de lo indígena en las mujeres, suele ser la reafirmación de una sociedad estratificada que en algunas ocasiones legitiman estereotipos que en muchas ocasiones operan en la discriminación étnica, racial y clasista seguramente existen muchos otros caso en  América Latina y el mundo.

Reflexionar y debatir sobre los usos de las iamgenes y representaciones no es una vanalidad,  pienso que algunos de los cambios en la organización de las relaciones sociales siempre corresponden a cambios en las representaciones del poder, pero la dirección del cambio no es necesariamente única.


*Etnóloga feminista.




[1]          En nuestra sociedad occidental se reconocen  tres géneros: mujer, hombre e intersexual.