Una
vida para abrir camino
Soledad
JARQUÍN EDGAR
En
1994 acudí a la Casa de la Mujer, entonces ubicada sobre la calle de
Constitución, al llegar encontré un gran alboroto de mujeres que alcanzaron a
una joven ataviada con un huipil, la abrazaron entusiasmadas, el tono de su voz
denotaba alegría por la recién llegada. Más tarde supe que era Guadalupe Musalem
una de las fundadoras del Grupo de Estudios de la Mujer “Rosario Castellanos”
algunos años atrás.
La
imagen se me quedó grabada en la memoria, fue una de las pocas veces que vi a
Guadalupe Musalem, quien un año después perdió la batalla contra el cáncer cérvico
uterino un 3 de agosto de 1995.
Su
mirada denotaba melancolía pero cuando pregunto a las integrantes del Grupo de
Estudios de la Mujer lo que dicen es que se trataba de una mujer entusiasta y
alegre capaz de reírse de ella misma.
Clara
Scherer, de quien Musalem fue asesora cuando fungió como directora del DIF,
Estatal en la década de los noventa, escribió en su artículo La Casa de la
Mujer, en Oaxaca, publicado por Excélsior el 14 de diciembre de 2012, a
propósito del 35 aniversario de la fundación de esa institución sobre Guadalupe
Musalem:
“Guadalupe, para
quienes la conocimos, fue una de esas mujeres inolvidables. Juchiteca con
ascendencia árabe, brillante, alegre como sólo saben serlo las istmeñas,
preparada y dispuesta a organizar cuanta reunión, fiesta o jolgorio se
atravesara en su corta vida”.
Lo
que confirma el dicho por otras de sus compañeras con quienes alguna vez
conversé sobre ella.
Hija
de madre y padres libaneses, Hened Merhy y Salvador Musalem, nació el 11 de
julio 1955 en Juchitán de Zaragoza en
donde se había asentado el hogar de su familia. Sus primeros estudios los
realizó en la escuela primaria Vicente Ferrer, un colegio particular dirigido por religiosas, y más tarde cursó la
secundaria en la Técnica 182.
En
aquel entonces Juchitán era como dicen un pueblo “floreciente” lleno de
tradiciones y con una rica historia de la que sus habitantes siempre se
muestran orgullosos, pero faltaban muchos medios para retener a la población
joven. Ella, impulsada por su familia emigró a la ciudad de México donde
continuó sus estudios en la Preparatoria número 6 de la Universidad Nacional
Autónoma de México.
Cuando
terminó el bachillerato, se instaló en la capital oaxaqueña, donde se gestaba
el nacimiento del Centro de Sociología de la Universidad Autónoma Benito Juárez
de Oaxaca en 1980, que más tarde se convirtió en el Instituto de
Investigaciones Sociológicas de la UABJO. Su tesis, de la que alguna vez
Margarita Dalton me obsequió una copia fotostática se llamó Mujeres oaxaqueñas:
su visión de sí mismas y de la realidad en el hogar y en el trabajo.
Es
ahí, en ese Centro, donde empieza la historia del Grupo de Estudios de la Mujer
“Rosario Castellanos”, cuando un grupo de universitarias se reúnen en un círculo
de estudios y pasan pronto de la lectura a la acción, sorprendieron a los
estudiantes que marchaban y que en ese momento pasaban frente al edificio
universitario situado frente al jardín Labastida. Las estudiantes y maestras
pidieron el derecho al aborto en una enorme manta que colocaron desde las
ventajas del edificio, la respuesta fue una enorme rechifla de los varones que
participaban en la marcha.
Ese
círculo de estudios se reunía en 1976 en el entonces Centro de Sociología. Ahí Margarita Dalton, coordinaba el Centro de
documentación y era maestra de historia de Oaxaca sus alumnas eran Guadalupe Musalem y Ruhama Ortiz, entre
otras. Sin duda en el ambiente de aquellos años había la efervescencia de
actividades feministas por la recién concluida Primera Conferencia
Internacional de la Mujer que organizó la ONU en México (1975).
Dato
curioso, en una reciente entrevista con Margarita Dalton me decía que en aquel
entonces, la directora del Centro de Sociología, Regina Gibaja, le
preguntaba ¿Cómo saben ustedes que las mujeres quieren liberarse? ¿Cómo saben
si quieren que las liberen? Ellas no lo
sabían, nadie lo sabía.
Al
paso del tiempo, en 1977 las estudiantes y su maestra llamaron al grupo de
estudios que iniciaron, Rosario Castellanos, para reconocer y honrar a la
feminista, narradora y poeta, quien había fallecido en un lamentable accidente
en Tel Aviv, Israel, un 9 de agosto de 1974.
Margarita
Dalton, maestra y amiga de Guadalupe desde aquel año hasta la muerte de ésta,
afirma que uno de los poemas que más les gustaba era Meditación en el umbral
(Poesía no eres tú, 1972) de Rosario Castellanos:
No, no es la solución
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoy
ni apurar el arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con venablo
antes de liarse el manto a la cabeza
y comenzar a actuar.
Ni concluir las leyes geométricas, contando
las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solución
escribir, mientras llegan las visitas,
en la sala de estar de la familia Austen
ni encerrarse en el ático
de alguna residencia de la Nueva Inglaterra
y soñar, con la Biblia de los Dickinson,
debajo de una almohada de soltera.
Debe haber otro modo que no se llame Safo
ni Mesalina ni María Egipciaca
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.
Otro modo de ser humano y libre.
Otro modo de ser. "
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoy
ni apurar el arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con venablo
antes de liarse el manto a la cabeza
y comenzar a actuar.
Ni concluir las leyes geométricas, contando
las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solución
escribir, mientras llegan las visitas,
en la sala de estar de la familia Austen
ni encerrarse en el ático
de alguna residencia de la Nueva Inglaterra
y soñar, con la Biblia de los Dickinson,
debajo de una almohada de soltera.
Debe haber otro modo que no se llame Safo
ni Mesalina ni María Egipciaca
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.
Otro modo de ser humano y libre.
Otro modo de ser. "
Poesía,
que según el análisis hecho por Aralia López González (Narradoras Mexicanas:
utopía creativa y acción. Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa y
Colegio de México. Pp. 89. 1991.
http://www.revistas.unam.mx/index.php/rlm/article/view/26889),
“Rosario Castellanos afirma la necesidad de un cambio, refiriéndose a la
histórica y tradicional condición femenina, al mismo tiempo que cavila sobre
sus posibles formas de realización. Poéticamente, y por ello concentradamente,
corre por ese poema el deseo y la utopía, acerca del nacimiento de una nueva
mujer: otro modo de ser humano y libre”.
¿No
es acaso el feminismo una utopía? Una utopía que se consolidó en el Grupo de
Estudios de la Mujer “Rosario Castellanos” que ahora está muy cerca de cumplir
cuatro décadas de trabajo, pero que
inició como un pequeño grupo de mujeres que coincidían en la necesidad de mirar
a las mujeres, el grupo que pasó de la reflexión entre amigas al pequeño grupo
de feministas, al círculo de lectura, al foro que ofrecía el Centro Cultural
Juan Rulfo y, visionariamente, entendieron que la forma más rápida de diseminar
sus ideas era a través de un programa radiofónico en Radio Universidad que
entonces se llamó el Foro de la Mujer, el primer programa feminista radiofónico
en Oaxaca.
Al
mismo tiempo, Guadalupe Musalem sigue preparándose, estudió una maestría en la
Universidad de Greeley, Colorado, en Estados Unidos, que concluyó en 1986, y en
1990 realizó un diplomado en Estadísticas Públicas, en La Habana, Cuba.
Son
estos caminos y esta misma dirección la que hacen el Yo feminista de Guadalupe
Musalem Merhy, quien desde la academia y el activismo crea una conciencia
crítica sobre la condición social de las
mujeres, le preocupa y la estudia, hace propuestas, habla sobre los temas que
preocupan a las mujeres como la salud, la educación, el trabajo doméstico y las
muchas formas de violencia hacia las mujeres, que entonces, hace apenas unas
décadas carecían de instancias formales para su atención.
Además
de su tesis de licenciatura, Musalem nos heredó un estudio denominado Mitos y
Realidades de las Mujeres Huaves, que escribió junto con su maestra Margarita
Dalton, este estudio –dice Dalton-
rescata, a través de las voces de las mujeres huaves y de su
cotidianeidad, la condición en que se encuentran por una situación de género
reflejada en las relaciones entre los sexos en esta cultura. “Es una
aproximación a su mundo y a su visión en relación con su ser mujer y sus sentimientos”.
Guadalupe como
activista y académica organizó varios foros sobre la mujer, como el
Encuentro de Mujeres de Oaxaca en la década de los setenta, los cursos que de
manera coordinada con la Casa de la Mujer, impartieron aquí especialistas de Wellesley
College. Además de participar en la Cumbre Internacional sobre Desarrollo y
Pobreza que se realizó en Oaxaca en
1993 , y la Cumbre Internacional de la Mujer, en El Cairo, Egipto en 1994
En
1988, Guadalupe Musalem colaboró con Dalton en el Consejo Estatal de Población institución que creó la Coordinadora Interinstitucional de
Programas para las Mujeres ahí conoció y
trabajo con Clara Scherer, quien más tarde cuando fue presidenta del DIF Oaxaca la invitó como
asesora.
Su
vida, sin duda alguna fue corta pero fructífera. Los seres humanos, como dice
una popular frase, debemos sembrar un árbol, escribir un libro y tener un hijo
en nuestro paso por esta tierra, simbólicamente esta activista, académica y
feminista lo hizo todo: el árbol cuya sombra madura es hoy la Casa de la Mujer,
el libro de las Mujeres Huaves y el de su vida, y sus hijas simbólicas son las
más de cien jóvenes cuyas historias de vida fueron transformadas gracias al
Fondo de Becas Guadalupe Musalem, que se creó, en homenaje a ella, después de
su muerte. La idea del Fondo surge para recordar a una feminista generosa que
soñaba con cambiar el mundo de las mujeres. El Fondo es hoy una propuesta realizada
gracias al sueño, a la utopía feminista que determina que la educación es el
toque que lo cambia todo y que alguna vez promovió con alegría Guadalupe
Musalem y sus compañeras en el Grupos de Estudios de la Mujer “Rosario
Castellanos”.