Noemí DOMÍNGUEZ GASPAR
Ha pasado ya la época de “la máxima
fiesta de los Oaxaqueños”, en medio de un conflicto político y una crisis
social donde la población de la capital del estado de Oaxaca se encuentra
desarrollando de la vida en “temporada alta”, calles transitadas por miles de
turistas, policías federal y miembros de
la gendarmería intimidando con su sola presencia cualquier acción de protesta
social indeseable en esté ambiente festivo que suele ser señalado como
apolítico, pues se trata de una fiesta, que cómo la navidad, es época de amor y
paz y no habría porqué empañarla con nimiedades, cómo las injusticias, los
feminicidios, la discriminación cotidiana con múltiples matices y otras “nimiedades” que demandan “gente
revoltosa y sin quehacer”.
Ante eso pudimos ver el despliegue
de representaciones, el consumo del folklor, la fiesta y el ensueño de la
puesta en escena de una “hermandad” entre los pueblos originarios de Oaxaca y
turistas locales, nacionales y extranjeros. Un performance montado en tiempos y
formas que han sido establecidos por quienes organizan y dirigen la Guelaguetza
“oficial” y “popular”, que si bien es
cierto difieren en objetivos políticos, siguen avalando y reproduciendo
imágenes y representaciones populares de las mujeres de acuerdo a “la
tradición”.
Ejemplo de ello es que en ambas
Guelguetzas se siguen representando a las mujeres tal cual lo marca su
costumbre y sus características “naturales” de acuerdo a su poblado de origen,
las serranas del norte siguen siendo bailando en algunas delegaciones
cabizbajas por que”en el principio de los tiempos” eran muy tímidas y
abnegadas, la imagen que corresponde a su condición “histórica”, en cambio las
mujeres representantes de la región de
la costa en absoluto ejecutan sumisión alguna, son “por naturaleza” sensuales,
alegres y pícaras, todas gustan de la seducción masculina y disfrutan lanzar
versos sexistas a sus parejas de baile, las vashistas presentan diferentes
estilos de su jarabe del valle y bien podrían ser personajes de alguna película
de Ismael Rodríguez o el Indio Fernández,
las istmeñas en cambio siempre son altivas y galantes, no hay otra
concepción de mujeres istmeñas-zapotecas, los otros pueblos que no tienen participación
en ambas Guelaguetza quedan anuladas/os de la fiesta de la “diversa e
incluyente máxima fiesta del folklor”.
Tengo que aclarar que
particularmente no tengo nada en contra de ninguna Guelaguetza escénica, yo
misma participe en algún grupo de danza folklórica, tengo amistades que
participan de delegaciones y nunca me pierdo ningún lunes del cero (aunque sea
por internet pero lo veo), pero mi gafas feministas me impiden omitir cualquier
expresión que naturalice ciertas representaciones que naturalicen el “deber
ser” y la corporalidad de mujeres y hombres, se me ocurre que por ejemplo las
mazatecas podrían bailar sin la cabeza agachada, que las chinantecas podrían
cantar bellos versos al amor y a la diverso ecosistema que les rodea en vez de
un triste relato de violencia y alcoholismo, pienso que las costeñas podrían
divertirse con sus compañeros sin tanta alusión a la hipersexualización a la
cual son destinadas.
No se trata de una reflexión
mojigata, ultra o antiGuelaguetza, sólo pienso que si seguimos reproduciendo
mitos “inventados” a través del relato
oral, de soportes musicales, de la danza y el teatro, lo único que obtendremos es la naturalización de
condiciones que han sido adversas para la vida de mujeres y hombres a nivel
individual y colectivo.
Y es que ahora me parece percibir
algunas posturas ProGuelaguetza o AntiGuelaguetza, quienes le detestan y
quienes le disfrutan, y no me identifico con ninguna, disfruto el ambiente de
esos días en la ciudad (si trabajará en el sector servicios opinaría lo
contrarío) es un gusto culposo, lo asumo sin perder de vista todo aquello que
no me parece, pienso que la Guelaguetza no desaparecerá a pesar de que
reproduzca en diversos matices el racismo, clasismo, homofobia y otras formas
de segregación social, mi posicionamiento podría parecer tibio, pero cómo mi
misión en el mundo no es mesiánica, lo que puedo aportar son pensamientos e
ideas que tal vez podrían generar otro tipo de representaciones, corporalidades
y formas de estar en la vida, o al menos, contribuir al cuestionamiento del
status quo, consciente soy que gozo de un privilegio que me permite escribir y
cuestionar estos temas que podrían parecer banales, pero que justo son
importantes pues no quedan pocos espacios en los que se nos permita expresar
nuestros sentires y pensares, como la fiesta y la vacación.
Vendrán mas Guelaguetza y usos
políticos con ellas, también acciones retrogradas guardianas del deber ser y la buena moral ¿Cuál será el punto
medio que no haga realmente solidarizarnos en la fiesta-espectáculo?