miércoles, 15 de octubre de 2014

Buenas Prácticas: Mujeres en la vida política, contribución actual y potencial


Buenas Prácticas:
Mujeres en la vida política, contribución actual y potencial
*La perspectiva de género tiene que traducirse en acciones afirmativas

Bárbara GARCÍA CHÁVEZ*
Las cifras de mujeres que participan en la vida pública y política del país revelan una participación desigual, pero también muestran que la contribución actual y potencial de las mujeres al desarrollo político es una realidad.
Sin embargo, es necesario que existan procesos de igualdad, condiciones equitativas normativas y estructurales que contrarresten  el acceso a posiciones de decisión de carácter público, ya que subsiste una cultura política discriminatoria en el aparato público y en los partidos políticos.
Es real que las mujeres que ocupan ciertos espacios de poder suelen sufrir aislamiento y ser excluidas de la toma de decisiones, si no cuentan o no logran obtener el apoyo mayoritario de los hombres. Además, son tratadas como minoría y condicionadas a favorecer los mandatos masculinos.
Lo cierto es que estas y otras restricciones en la participación política no están determinadas  por sus cualidades individuales sino que son expresión de una cultura política androcéntrica que realza los valores masculinos y establece oportunidades desiguales.
Las mujeres en los espacios políticos nos hemos creído el discurso de que cuando nos insertamos en los escaños públicos, nuestra mayor capacidad se traduce en lograr un mayor gasto hacia los sectores sociales, reflejo del arraigado compromiso frente a  la feminización de la pobreza.
Innovar democráticamente en materia de gobiernos municipales significa readecuar las estructuras de administración, los mecanismos de interacción con la ciudadanía y el marco institucional de gobierno a un nuevo escenario, de tal forma que los resultados sean mejores tanto en la calidad de las acciones y servicios del gobierno local, como en la gobernabilidad democrática y en la confianza de la ciudadanía.
La fuerza de una experiencia innovadora está en el compromiso responsable de las autoridades y en el impacto social de las acciones, que dirigidas con una verdadera perspectiva de género tendrán necesariamente que traducirse en acciones afirmativas.
La transición democrática y la alternancia política reviste posibilidades para introducir la innovación de la perspectiva de género en las políticas públicas y la institucionalización de programas o acciones afirmativas, es decir, estrategias que buscan garantizar la igualdad de oportunidades, contrarrestar o corregir la  discriminación como resultado de prácticas sociales injustas. Estrategias que pretenden reducir las brecas de desigualdad entre hombres y mujeres.
Un ejemplo es la paridad en la reforma electoral, que para efectos municipales no está contemplada, toda vez que, siendo el cabildo un órgano colegiado debería estar conformado por hombres y mujeres, alternadamente.
Conceptos como perspectiva de género, igualdad de oportunidades, acción afirmativa, equidad entre los géneros, ciudadanía de las mujeres, representan una sustancial innovación conceptual y práctica en comparación con la larga tradición de asistencialismo y paternalismo hacia las mujeres.
La perspectiva de género en las políticas públicas locales facilita una nueva forma de mirar y pensar los problemas, las necesidades y demandas, los procesos sociales y los objetivos del desarrollo local. Significa:
• Una metodología de trabajo a favor del principio de equidad de género y en contra de la discriminación-subordinación de las mujeres.
• El reconocimiento de la heterogeneidad de las necesidades y demandas de la población, considerando las de los hombres y las de las mujeres sin confundirlas como lo mismo, así como el reconocimiento de las consecuencias diferenciales de las políticas y programas en la vida de las mujeres y los hombres.
• La posibilidad de establecer una nueva relación de calidad entre el gobierno local y las mujeres, que privilegie la identidad ciudadana de las mujeres, sus derechos humanos y su papel de actoras estratégicas del desarrollo local.
Así, la innovación democrática en este sentido hará una gestión municipal diferente.
Las instancias directamente responsables de esta gestión son: el ayuntamiento como órgano de gobierno que decide las políticas y el aparato administrativo como ejecutor operativo de dichas políticas.
El enfoque de género, entonces, podrá lograr la ampliación real y permanente de las opciones de las mujeres respecto de su acceso igualitario a las oportunidades de desarrollo, a la vez que potencia a las organizaciones sociales, como actores estratégicos de la política pública local.
Por medio de la incorporación de la perspectiva de género en la gestión municipal, se contribuye a romper barreras culturales y a redistribuir el poder entre los géneros en un esfuerzo decidido por fortalecer la equidad social y lograr las metas del desarrollo humano.
La transversalidad de las políticas municipales de género, así como la institucionalización de las mismas, probablemente presentan el mayor grado de dificultad y constituyen un reto difícil de consolidar en este campo de innovación. Para empezar, la argumentación de la transversalidad quiere decir que la equidad entre los géneros es un asunto de competencia intersectorial, que requiere del involucramiento de todas las áreas de la organización política-administrativa municipal, y que es un criterio básico opuesto al criterio de segregación de aquellos temas considerados de las mujeres, desarticulada del resto de la institución, como asunto de competencia exclusiva “de las mujeres” y de menor jerarquía frente a las otras competencias municipales.
Hago hincapié: combatir el problema de la desigualdad corresponde a todas las autoridades municipales y no sólo a las áreas o personas que se encargan de las cuestiones relacionadas con las mujeres.
Perspectiva de género, transversalidad e institucionalidad, triada que debe ser acompañada por el “triángulo ideal” que contiene los componentes y requisitos que estimamos necesarios para establecer las bases de la institucionalización de las políticas de género en los gobiernos locales, lo que demanda su establecimiento dentro del organigrama municipal, mediante una instancia específica, con cierta autonomía, que asegure acciones para el adelanto de las mujeres.
La institucionalización, entonces, demanda ciertos requisitos básicos que cumplir:
1.- Un posicionamiento de jerarquía dentro del organigrama, con el propósito de evitar la marginación y el aislamiento de la instancia específica de las mujeres, con el fin de que pueda ejercer influencia y desarrollar la capacidad de sensibilización, coordinación y transversalidad, sobre las áreas y órganos de la institución municipal.
2. Un piso de recursos propios garantizado dentro del presupuesto municipal, de manera que inserte a las políticas y acciones de equidad de género tanto para la instancia en particular como la creación de un presupuesto con perspectiva de género debidamente transversalizado.
3. Una cultura institucional de género dispuesta a la articulación de consensos abierta al pluralismo político y a las alianzas por encima –y a pesar– de las divisiones partidarias, las contiendas electorales, los desacuerdos y distanciamientos de militantes feministas.
Las políticas públicas locales que se dirigen a la igualdad de género encuentran caminos diversos que aceleran o retardan los logros dependiendo de lo arraigado de las costumbres y tradiciones que pueden o no fomentar las igualdades y discriminación que sufren las mujeres.
En Oaxaca, como en el resto del país sigue imperando la presencia de los varones en la política, condición que se agudiza por las particularidades de la entidad, su diversidad política, social, cultural y étnica, que multiplica el número de municipios y problemas.
Los retos aún siguen siendo claros, sabemos perfectamente que la problemática de las mujeres no sólo se reduce a la violencia, que la inequidad y la distribución asimétrica de puestos laborales, de acceso a la salud, educación, bienes y servicios son parte de la tarea que aún debemos realizar.
*Extracto de la ponencia presentada en el Foro Nacional de Análisis Político, Buenas Prácticas Municipales, en Monterrey N.L., octubre 2014.