60
AÑOS DEL VOTO FEMENINO EN MÉXICO
Dra.
Elvira Hernández Carballido*
Y un
día esas manos femeninas que han cocinado nubes de ideas, que han bordado
amaneceres, tejido redes de sororidad, lavado conciencias frágiles, planchado
sueños posibles, advirtieron que una simple boleta depositada por ellas mismas
en una urna las convertía en ciudadanas que elegían por quién votar.
Y un
día esas manos femeninas que habían dibujado columnas rotas y ojos azulmente
profundos, que habían escrito poemas que leían en pequeñas tertulias
literarias, que habían escrito palabras y palabras en el pizarrón para la clase
del día, que empezaban a curar además de recibir recién nacidos, descubrieron
el compromiso que era trazar un signo de aceptación en el nombre del partido o
candidato en el que confiaban para tomar decisiones en pos de un México mejor.
Y un
día esas manos femeninas además de lucir anillos de compromisos de amor
eternamente fugaz, de pintar sus uñas de todos los colores de la vida, de descifrar
el pentagrama de sus palmas y torcer adrede sus destinos, de tamborilear sus
dedos pacientemente en espera del cambio, advirtieron que su dedo pulgar
delataba con manchas que ya podían votar.
Y un
día esas manos femeninas aceptaron que sabían acariciar el rostro amado pero
también levantar el puño para protestar, podían despeinar cariñosamente el
cabello del hijo amado pero también señalar a quienes querían mantenerlas
marginales e invisibles, podían hacer las trenzas de sus hijas queridas pero también
apuntar hacia el cielo clamando justicia y respeto a sus derechos como
ciudadanas que podían tomar una decisión: votar.
Y un
día esas manos femeninas buscaron con el dedo índice su nombre en un padrón
electoral, tomaron con fuerza el crayón para elegir el nombre de quién podía
gobernarlas, doblaron en cuatro partes perfectamente simétricas la papeleta
cómplice de su decisión, empujaron esa boleta al fondo de una urna para
explorar la fuerza política de las mujeres mexicanas.
Y un
día mi bisabuela que tuvo 16 hijos no pudo jamás sentir esa sensación de ser
ciudadana, y mi abuela todas las mañanas leía su periódico no pudo más que
hacer comentarios al aire de los políticos que ella nunca pudo elegir, y mi
madre tenía solamente 24 años cuando le dijeron sin pompa ni entusiasmo que ya
podía votar y le preguntó a mi abuelo si de verdad podía hacerlo, y cuando yo
cumplí 18 años lo creí un día más hasta que el estudio y el feminismo me
hicieron ver que fue una larga lucha femenina para poder tener este derecho.
Y un
día en esta tierra bellairosa las mujeres también escribimos la historia de ese
día y de lo que ha seguido, salimos como este aire rebelde a exigir el
reconocimiento de que somos ciudadanas, soplamos con la fuerza de este viento
las voces que dicen queremos votar y debemos votar, giramos como remolinos por
cada escenario del estado de Hidalgo para decir aquí estamos y hoy este
documental nos delata, nos descubre, nos muestra, nos permite hacernos visibles
y todo porque un día nuestras manos femeninas lograron depositar en una urna
ese voto de confianza hacia nosotras mismas.
Y ese día fue el 17 de
octubre de 1953, y ese día es 17 de octubre de 2013, y lo que nos falta…
(*Profesora
Investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo)