En
México todas las personas son priistas, incluso hasta quienes creen que no lo
son, afirmó en una entrevista para el programa Mujeres en Voz Alta, la doctora
Gladys Tzul Tzul, y hace unos días lo recordaba una amiga.
La
frase se aplica a la perfección en estos días aciagos para la política y, peor
aún, para quienes viven de la política.
Claro
no faltará quien apunte que las generalidades siempre proponen equivocaciones.
Cierto, pero el basta abrir los ojos lo suficientemente grandes para observar
que las excepciones son apenas contadas con los dedos de las manos y como
señalaba otra buena amiga “de todos modos pronto, `los otros´, aprendieron a
hacer lo mismo que tanto rechazaban del PRI”.
Ejemplos
rápidos: el Senador Manuel Bartlett, los gobernadores de Nuevo León, Puebla y
Oaxaca: Rodrigo Medina de la Cruz, Rafael Moreno Valle y Gabino Cué. El
aspirante a gobernador por el PRD José Antonio Estefan Garfias y Benjamín
Robles Montoya. Solo por citar ejemplos de las matas que fueron sembradas en
los invernaderos priistas.
No
es en vano el asunto del desprestigio de los partidos políticos entre la
sociedad. Al menos el 84.4 por ciento de la ciudadanía percibe corrupción en
esos institutos políticos, apenas unos puntos porcentuales debajo de quienes
ocupan el primer lugar, las corporaciones policiacas. Esto según datos de la
Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental, publicados por INEGI a
propósito del Día Internacional contra la Corrupción.
Los
ejemplos están a la mano. Un caso concreto y que explica el grado de corrupción
que pueden alcanzar es la elección del diputado migrante en Chiapas, Roberto
Pardo Molina, desaforado por su elección con migrantes, mujeres y hombres, que
nunca en su vida habían cruzado la frontera y que como efecto secundario podría
llevar al Congreso local a eliminar la figura del diputado migrante.
Los
otros inexplicables casos son los de todos aquellos candidatos de todos los
partidos que hacen gastos millonarios en su búsqueda permanente por ser
visibles, no durante una temporada sino durante años completos sin que nadie
sepa de dónde obtienen tanto dinero y se presta a toda clase de suspicacias: a)
del erario público, b) del narcotráfico, c) de la herencia que les dejó una tía
lejana…¿De dónde?
Ese
es el espacio en el cual las mujeres, prácticamente ajenas al poder político en
entidades como Oaxaca, tendrán que salir y competir con los hombres.
Es
claro, el 50 por ciento de las aspirante de cada partido serán mujeres, en
apego al mandato constitucional de la paridad, tanto en los 153 municipios que
elegirán autoridades municipales como en los 25 distritos que se disputarán
para ocupar una curul en el congreso local. Habrá entonces un número
indeterminado, considerando que todavía no se definen las coaliciones.
El
escenario no es nada halagüeño. El machismo es una condición vigente que se
debe vencer. Pese a todos los avances todavía hay quienes se preguntan si
estará bien que las mujeres busquen un espacio en la política o si estará bien
que gobiernen. Bueno hasta este momento, cuando ya se movieron las piezas en
los tableros de ajedrez, los principales partidos políticos no vislumbra el nombre
de ninguna mujer. No les interesa o cómo dicen algunos priistas, perredistas o
panistas: No hay mujeres con esa capacidad.
¿A
qué capacidad se refieren los hombres? ¿En dónde aprendieron ellos a gobernar?
¿Qué instituto les extendió el diploma, título o constancia de estudios para
gobernar? ¿Ya leyeron que dice la
Constitución Política al respecto?
Es
la costumbre y el pensamiento patriarcal el que lleva a pensar de manera que el
espacio político es de los hombres, porque al final son ellos los que llevan la
representación de la humanidad.
Una
premisa vieja sin duda. Pero los hechos revelan la vigencia del machismo y, que
por cierto, se pondrá a prueba sobre fuego este año venidero conforme se vaya
definiendo los destinos.
Dignificar
la política y a los partidos políticos pasa por un cambio de raíz, casi
imposible pero no, es un asunto de voluntad. Se vale soñar, estamos a la
víspera de las fiesta navideñas.
De
esas agrupaciones, más, mucho más que de las otras, las mujeres han estado
excluidas. Históricamente, ellas tienen la asignación de tocar las puertas. Ahí
están las maravillosas historias que ya de contarse tienen un siglo, pero de
lucha nos acercamos a los 200 años. Historia de mujeres que creyeron en la
necesidad de tomar decisiones en el país. Pensamiento de feministas que
hicieron posible, incluso, que más de 60 años después se diera la paridad.
Aunque
resulte retórico se precisa de las mujeres para hacer los cambios. Si quienes
aspiran a gobernar siguen poniendo solo la visión del patriarcado, siguen
excluyendo el pensamiento feminista y siguen pensando que las futuras
candidatas pueden ser el “relleno” de su pastel, están equivocados, nada
cambiará realmente y seguiremos dando vueltas y vueltas, como un hamster a su
rueda.
En
la actualidad, las mujeres estamos más allá de aquella frase que le da nombre
al libro de la historiadora Enriqueta Tuñón: ¡Por fin…ya podemos elegir y ser
electas! Hoy queremos elegir, ser electas e influir, tomar decisiones, sin que
ello represente una afrenta dolosa. Queremos gobernar de verdad desde la otra
visión.
@jarquinedgar