Soledad
JARQUÍN EDGAR
Los
lineamientos en materia de paridad de género que deberán observar los partidos
políticos, coaliciones y candidaturas independientes en el registro de candidatas
y candidatos ya fueron aprobados y no hay vuelta de hoja, una nueva historia
tendría que escribirse en Oaxaca como ya está ocurriendo en otros estados del
país.
Pero, aquí
el pero sí vale, estos lineamientos no tendrán ningún efecto en la elección del
próximo gobernante de Oaxaca, donde seguirá operando el patriarcado político,
ni tampoco tendrán efecto alguno en 417 municipios donde la elección es a
través de los sistemas normativos internos, antes conocidos como usos y
costumbres.
En la
elección para gobernador, todo indica, que será como de costumbre, una
competencia entre varones, hasta hoy salvo los asomos de la diputada federal
priista Mariana Benítez, y de la ex legisladora del panista, Eufrosina Cruz
Mendoza, que podrían terminar como candidatas al Senado, no se ve nada más en
el horizonte. Así que la historia seguramente se repite.
Desde que
José María Galardi, gobernador en 1847 hasta el actual mandatario Gabino Cué
Monteagudo, en Oaxaca han gobernado 102 veces los hombres y en ninguna ocasión
las mujeres. Algunos de ellos han repetido en el gobierno, no una sino hasta seis
veces como es el caso de José López Ortigoza y de Benito Juárez García, quienes
tomaban el poder por un año, por meses. Así eran aquellos tiempos.
López
Ortigoza, incluso, tuvo como sucesor en alguna de esas ocasiones a su hermano
Manuel, y Juárez ya no vio gobernar a su hijo del mismo nombre en 1911, eso
para que no andemos luego criticando a los hijos o hijas de políticas y
políticos que también aspiran a hacer su propia carrera, muchas veces, claro,
bajo el auspicio y la sombra de sus padres y madres.
Estos dos
gobernantes del siglo XIX no fueron los únicos que repitieron, Antonio de León
fue mandatario cuatro veces, y de ahí hubo otros ocho que lo hicieron por dos y
hasta tres veces. Uno de ellos Porfirio Díaz, quien tal vez hizo su ensayo de
la permanencia en el poder en esta entidad, misma que aplicó en serio cuando
fue Presidente de México.
Ya en el
siglo XX tres gobernadores fueron depuestos por el pueblo que exigió su salida:
Edmundo Sánchez Cano, Manuel Mayoral Heredia y Manuel Zárate Aquino. En el
siglo XXI, Ulises Ruiz se quedó en el “ya merito” y “no cayó, no cayó”, frente
al clamor popular de “ya cayó, ya cayó”.
El proceso
electoral ordinario que empezó recientemente y que concluirá el próximo año
será una larga jornada de jalones y estirones. Los partidos políticos, las
coaliciones y quienes aspiren a registrar candidaturas independientes deberán
observar la paridad, lo quieran o no. No hay de otra.
De cómo lo
van a lograr es la gran incógnita, y no porque no haya mujeres capaces de tomar
al toro por los cuernos o deseosas por ser diputadas y hasta presidentas
municipales, de la misma forma en que lo hacen los hombres, sino porque como ya
es común, veremos una serie de actos casi circenses o chapuzas para “cumplir”
con la más reciente de las batallas ganadas por las mexicanas, tras largos años
de esquivar la igualdad, al menos en el papel, en materia electoral. El 2016,
proceso y resultados, serán una prueba de fuego para las resistencias
machistas.
No debería cundir
el pánico, pero hay quienes sienten pasos en el azotea, aunque parezca que no
le dan importancia, sobre todo porque están ocupados en la determinación
“democrática” de su próximo candidato (varón) al gobierno oaxaqueño.
Los
lineamientos aprobados por el Instituto Estatal Electoral y de Participación
Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO) son bien claros, la paridad de Género, “el principio
que garantiza la participación igualitaria de mujeres y hombres, en la cual las
candidaturas y acceso a cargos públicos y de representación popular se
distribuyen de manera igualitaria sustantiva entre los géneros o al menos con
mínimas diferencias porcentuales”, está listo.
La ventana
de oportunidad para las mujeres está a la vuelta de la esquina. No habrá
registro si las mujeres no están en igualdad con los hombres, tanto en las candidaturas
por mayoría relativa como de representación proporcional, para la renovación
del Congreso local y los gobiernos de 153 municipios. En el caso que registren
candidatas y candidatos por un total de distritos electorales que sea impar, se
deberá garantizar la diferencia mínima porcentual, también deberán garantizar
la paridad desde su doble dimensión: vertical y horizontal. Y se garantizará la
alternancia de género.
Por
supuesto, plantean en los lineamientos, se podrán rechazar aquellos registros
que no cumplan con la paridad y quien hizo la propuesta –partido político,
coalición o candidatura independiente- deberá resolver la falta.
Y muy
importante –dicen los lineamientos que en ningún caso se admitirán criterios
que tengan como resultado que alguno de los géneros le sean asignados
exclusivamente aquellos distritos y municipios en los que el partido haya
obtenido los porcentajes de votación más bajos en el proceso electoral
anterior. O sea, nada de mandar a las mujeres a los distritos o municipios
perdedores.
La suerte
está echada. Si el proceso electoral pasa sin actos misóginos y violencia
contra las mujeres, estaremos hablando de una real democracia, se esperaría
entonces que más mujeres sean parte de los gobiernos en esos 153 ayuntamientos
y, que más, muchas más sean legisladoras.
De esta
manera se resuelve la forma, todavía falta mucho para solucionar el fondo, me
refiero a que se necesitan más mujeres comprometidas con los derechos humanos
de las mujeres. Pero eso está fuera del alcance de estos lineamientos.
El veto
A veces es la Suprema Corte Justicia de la Nación, a veces el gobierno…pero la vox populi ya
reconoce que en la Cámara de Diputados, hay un vacío de talento, de olfato y hasta
de materia gris.
Esta semana tocó a Gabino Cué vetar la reforma que establecía
como violencia familiar el síndrome de alienación parental, también llamada
como ley pedófila.
Ni modo, de
eso hablamos cuando pensamos en el fondo, más allá de la forma. De la necesidad
de que legisladores y legisladoras tengan un mínimo de empatía con la
ciudadanía, específicamente con las mujeres. Por ello, el clamor popular fue
escuchado y Gabino vetó las reformas.
Lo asombroso
y hasta cínico es que algunos de esos y esas diputadas aspiren a algo más en
política. Como sea, no será la historia quien los juzgue, ya les ha reprobado
la ciudadanía.
@jarquinedgar