Soledad
JARQUÍN EDGAR
Establecida
por las feministas de Latinoamérica y el Caribe como el Día Internacional de la
no violencia contra las mujeres en 1981 y retomada por la Asamblea General de
las Naciones Unidas como el Día Internacional de la Eliminación de la violencia
contra la mujer en diciembre de 1999, el
25 de noviembre es una de las fechas más emblemáticas del feminismo.
Este 25 de
noviembre se cumplirán 55 años del cruel asesinato de las hermanas María
Teresa, Patria y Minerva por el entonces dictador de República Dominicana
Rafael Leónidas Trujillo. Ellas eran parte del grupo 14 de junio que se oponía
al régimen del dictador. La desaparición de las Mariposas fue un plan macabro
orquestado por el propio Trujillo quien ordenó al general Pupo Román terminar
con la existencia de las tres jóvenes mujeres.
Fue por
ello, que reunidas en Bogotá, Colombia, en 1981, durante el Primer Encuentro
Feminista Latinoamericana y del Caribe, que las mujeres de la región
determinaron fijar esa fecha para recordar la brutalidad cometida contra las
hermanas Mirabal, pero también para visibilizar un problema que asola a las
mujeres del mundo: la violencia patriarcal, machista o también conocida como
violencia de género.
No deja de
sorprendernos en el cada día, el tamaño
que en el mundo tiene la violencia contra las mujeres, con expresiones
distintas, pero originadas en la misma suposición de que las mujeres tienen
menor valor, son objetos y no personas, donde pareciera que el mundo le
pertenece a un grupo determinado, que toma las decisiones, qué dice cómo y qué
decir, en dónde estar y a dónde no ir.
El estudio
del fenómeno de la violencia amplia la mirada, año con año, se
vuelve más específica. Tiene más recovecos, más aristas, más lugares, más
ámbitos, más formas y la misma sin razón para su ejercicio: el poder del poder
del patriarcado. Pasamos de la lacerante e inacabada violencia de pareja, de la
terrible violencia sexual que deja marcas en los cuerpos, que tatúa la vida,
hasta los nuevos rasgos, los nuevos esquemas, la violencia feminicida, la trata
de personas con fines de explotación sexual, la violencia política y la
violencia por lo que haces, como sucede con las periodistas.
Todas las
violencias están ahí, tienen hoy una voz que se alza aún pequeña frente al
tamaño del problema; una voz de indignación que se refleja en los muros de la
misoginia que sostienen la indiferencia institucional que persiste, el machismo
burocrático que dictamina la soberbia de la impunidad, la inhumana omisión y el
silencio de la corrupción.
Las cifras
no mienten. Están ahí. Pueden, tal vez, no ser tan certeras, pero son cercanas
a la realidad cotidiana, estas son algunas de las cifras que nos proporciona
ONU Mujeres: Una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o
sexual, principalmente por su compañero sentimental; en dos terceras partes de
los países del mundo se ha prohibido la violencia doméstica; solo 52 países
penalizan explícitamente la violación al interior de matrimonio; 4,5 millones
de personas son víctimas de explotación sexual forzada, 98 por ciento de ellas
son mujeres; 700 millones de mujeres que viven hoy se casaron antes de los 18
años de edad.
Hay más: la mitad de las mujeres
asesinadas en 2012, el autor de la agresión fue un familiar o su compañero
sentimental; 120 millones de niñas del mundo (algo más de una de cada 10) han
sufrido una relación sexual forzada; las mujeres adultas
representan prácticamente la mitad de las víctimas de trata de seres humanos
detectada a nivel mundial…El recuento espeluznante puede seguir hasta llegar a
mirar nuestros ojos, nuestro cuerpo, nuestro ánimo frente al espejo, es decir,
hasta nuestra vidas.
Por eso es importante ese día, para recordarnos
el tamaño de la violencia, pero también las consecuencias de vivir con ella.
Recién el INEGI realizó un estudio para medir el bienestar de las personas,
¿somos felices? Y aunque las cifras parecen insignificantes, resulta que las
mujeres dijeron ser menos felices que los hombres. ¿Usted que cree?
Gisela Ramírez
Esa afirmación que se escucha reiteradamente
sobre lo peligroso que es ser periodista en México y que Oaxaca es una de las
entidades donde más atentados y agresiones contra periodistas suceden no
debería pasar desapercibida en el imaginario colectivo. Ser periodista y ser
mujer es, ni lo dude, un doble riesgo.
Esta semana lamentablemente nuestra compañera de
gremio Gisela Ramírez, quien se desempeña como titular de Comunicación Social
en la LXII Legislatura fue asaltada en su casa, donde se encontraba con su hijo
menor de edad.
Durante 40 minutos sufrió la tortura de las
amenazas de que la matarían, a ella y a su hijo; durante 40 minutos, largos muy
largos, solo escuchó gritos e insultos.
Esta tortura terminó cuando los cuatro agresores salieron de su casa llevándose
computadoras, celulares y sus memorias.
Previamente, Gisela Ramírez fue atacada en la
calle, pensó entonces que era un asalto, pero logró escapar, con algunos daños
en su automóvil. Segundo punto para dejar de pensar que fue fortuito, que se
cruzó con sus agresores.
Pese a la forma en que los asaltantes actuaron,
la Fiscalía de Oaxaca levantó una investigación por robo. Pero la agresión, el
asalto a mano armada, encañonada durante 40 minutos no es un hecho aislado, es
un asalto que debe investigarse hasta sus últimas consecuencias y que
seguramente tiene una relación directa con la tarea que realiza. Caiga quien
tenga que caer, sea el delincuente que sea, este caso no debe quedar guardado
en un cajón. Se trata evidentemente de algo más que un robo simple o común.
Porque la despojaron de sus pertenencias de trabajo, porque la amenazaron una y
otra vez.
Solo pedimos justicia. De eso se trata. De que el
gobernador Gabino Cué, siempre ocupado en sus malabares y con sus malandrines, pueda mirar a su alrededor y recordar que
todavía gobierna y que algo puede hacer por sus gobernados. Seguridad
gobernador, seguridad y justicia. Solo eso, esta vez por Gisela Ramírez, una
profesionista, una periodista, una compañera.
Pero no es el único caso, hace unas cuantas
semanas, María de los Ángeles Nivón fue amenazada por un diputado que gozando
de su fuero paga por agredir. Me refiero a Manuel Pérez Morales a quien no le
movieron ni un pelo tras la denuncia de Nivón. Sientan en la cámara de
diputados malos precedentes, pero el fuero como el cuero algún día se arrugan o
se acaban.
24 de noviembre al zócalo
En 2011, las mujeres de diversas organizaciones, por no decir que de todas las organizaciones de Oaxaca, feministas y no feministas, dijimos estar totalmente indignadas frente a los asesinatos de mujeres, en aquel entonces eran 80. Cuatro años después, un movimiento amplio de mujeres llama a exigir justicia por las 412 víctimas del feminicidio en la gestión gubernamental de Gabino Cué. Así que ¡Todas las mujeres todas las voces! Es un llamado a demandar justicia por las mujeres, ahí en la plaza de todos, el zócalo de la ciudad de Oaxaca. #Nosqueremosvivas #Niunamenos
@jarquínedgar