Es preciso renovar el feminismo
*Hemos avanzado pero no es suficiente, hay todavía un
largo camino por andar
Soledad JARQUÍN EDGAR
Ximena Avellaneda Díaz es una de las personas que
conforman el Grupo de Estudios sobre la Mujer “Rosario Castellanos”, a su
llegada a Oaxaca a finales de los noventa se integró a este grupo de trabajo,
donde ha ocupado diversos cargos, entre ellos el de Presidenta. El GESMujer está
por cumplir en estos días 38 años de existencia y en su camino ha cambiado la
vida de cientos de mujeres.
Durante muchos años, allá en la calle de Constitución,
en el corazón de la capital oaxaqueña, entre las buganvilias y las plantas de
grandes hojas y paredes color ladrillo, el GESMujer era todo para las mujeres:
asesoría jurídica y sicológica; año con año, mes con mes, todos los miércoles
se imparten pláticas al público interesado, generalmente mujeres en todos los
temas que tienen que ver con la vida de las personas, con sus derechos y las
realidades; desde un tiempo para acá, en
esta asociación civil, conformada como tal el 22 de febrero de 1990, impulsa
los liderazgos y la formación académica de oaxaqueñas, a través del Fondo de
Becas Guadalupe Musalem.
Ahí, en ese camino largo de casi cuatro décadas, al
menos casi treinta años han estado marcados por la genio y la figura de Ximena
Avellaneda, quien nació en Colombia, se formó profesionalmente en su país de
origen como Psicóloga y en los Estados
Unidos obtuvo una Maestría en Psicología Educativa, pero fue aquí, en México,
donde entendió que al trabajo y en particular con las mujeres indígenas, había
que hacerlo con la visión de género “que le da esa comprensión más amplia, mas
humana para situar y entender la condición de triple opresión de las mujeres
como mujeres, como indígenas y como pobres dentro de nuestros contextos
culturales”.
Sí soy feminista, dice esta mujer con esa apariencia
apacible, de sonrisa tranquilizadora. He aprendido a lo largo de los años y de
muchos años de trabajo con mujeres que la perspectiva de equidad de género
constituye un arma excepcional para poder comprender la situación de las
mujeres en cualquier contexto social.
En 1989, Ximena Avellaneda Díaz fue invitada a participar
en el Rosario Castellanos por Beatriz González Lobato, con quien trabajaba en
una instancia gubernamental de asistencia a las mujeres denominado Pinmude. Así
empezó a interesarse en los temas sobre feminismo que se discutían en las casas
particulares de cada una de ellas o asistía al Foro Juan Rulfo en la calle de
Independencia cada semana, incluso todavía participó en el Foro de la Mujer un
programa radiofónico que transmitían por Radio Universidad.
Mi participación
y aportes eran desde mi experiencia en trabajo con mujeres indígenas por
más de 10 años en esa entonces. De igual manera participé en las sesiones de
autoconciencia y reflexión alrededor de lecturas que las compañeras más
versadas y con experiencia en la temática feminista nos guiaban, como eran
Margarita Dalton y Guadalupe Musalem. Otras compañeras no contábamos con
formación formal, pero a través de estas reuniones íbamos aprendiendo y
desarrollando nuestra conciencia feminista.
Las compañeras del Colectivo de Boston, una organización norteamericana,
nos visitaban con frecuencia, fueron fundamentales en este proceso, revela
Ximena Avellaneda quien refiere que la formación feminista la llevó a leer “desde
luego a Rosario Castellanos, que era nuestra gran inspiración hasta El Segundo
Sexo de Simone de Beauvoir, cuyo impacto fue revelador en su vida.
Pero además de Dalton y de Musalem, quien falleció en
1995, Ximena Avellaneda recuerda las enseñanzas de otras mujeres que en un
largo proceso de aprendizaje contribuyeron a su autoformación, entre ellas, Martha
Lamas, Marcela Lagarde, Patricia Mercado, Sara Lovera y muchas más. Pero de
manea especial recuerda a Mari Carmen Elu, “quien fue la persona que me
comprometió de por vida con la causa del derecho a la maternidad segura y libre
y a la que he dedicado gran parte de mi trabajo posterior”.
La de Ximena Avellaneda es una vida que inició en los
años cuarenta en Bogotá, Colombia, al lado de una hermana mayor que era casi su
gemela pues solo las separaban 10 meses de diferencia. Niñas que fueron “muy
mimadas y cuidadas”.
Se nos estimuló siempre el estudio, el destacarnos
como mujeres profesionistas, viajar, aprender idiomas aún en épocas donde
nuestras congéneres vivían realidades diferentes. Se nos inculcó el valor de
las mujeres y la importancia de darnos a respetar en un mundo de un machismo
muy fuerte y donde las niñas “bien” estaban predestinadas a un matrimonio
conveniente, al lado de un hombre que te hiciera una mujer decente y que se
encaminaba a engendrar hijos rápidamente.
A los 16 años decidí participar en un intercambio
internacional contando siempre con el apoyo familiar. Fui la primera mujer
joven en mi ciudad que participó por un año en un intercambio internacional,
donde viví con una familia norteamericana. Esta experiencia me marcó de
diversas maneras, expandió mis horizontes, me hizo independiente, segura de lo
que era capaz y me lanzó a un escenario internacional desde temprana edad que
igualmente fue una gran escuela formativa para mi.
Mente abierta y caminos andados llevaron a Ximena
Avellaneda por el feminismo y los estudios de género que encontró en
Oaxaca o que en Oaxaca la encontraron.
Reflexiona y sostiene que de manera particular fue en México donde se gestaron
algunas propuestas feministas de la segunda ola de esta teoría política.
Sin duda,
añade, gracias al trabajo de gran cantidad de organizaciones de la sociedad
civil que han surgido desde la década de
los setenta y que se han enfocado a las temáticas de los derechos de las
mujeres, la participación política, la salud y los derechos sexuales y
reproductivos, la prevención de la violencia hacia la mujer, entre otros.
Sin embargo, no es suficiente, hay todavía un largo
camino por andar en el medio urbano, en el rural e indígena para hacer
efectivos estos logros. El que hayan modificado y cambiado algunas leyes a
favor de las niñas, jóvenes y mujeres a nivel nacional y estatal no quiere
decir que hayan bajado su nivel de implementación a todos los niveles,
superando la indiferencia y acendrado machismo del funcionariado responsables
de llevarlos a cabo.
Por otro lado, falta aún mucha información adecuada y
accesible culturalmente para que la población se apropie de estos cambios, los
haga suyos y los defienda, sostiene esta aventajada feminista que aunque
colombiana de nacimiento es oaxaqueña por adopción.
En términos generales
podemos decir que básicamente el movimiento feminista ha logrado poner
la agenda de las mujeres de manera más visible, -pero- que todavía no interese
a la mayor parte de la población es otra cosa, aún hoy no se ha llegado a una
igualdad plena de derechos para hombres y mujeres, sostiene Ximena Avellaneda.
Es importante reconocer que existe un movimiento de
mujeres que es más amplio que el movimiento feminista, esto es verdad, dice en
entrevista quien también llama a no olvidar que las conquistas de las mujeres
han estado
asociadas a la movilización feminista.
Si hoy muchas mujeres no feministas o aún antifeministas tienen derechos políticos y
pueden realizar otras actividades en el mundo público, es porque otras mujeres,
las feministas, lucharon por ello, dice con seguridad total. Luego enumera:
Lo primero que hay que reconocer es la visibilización
del problema, esto es identificar la condición
femenina como un problema social, con costos políticos, económicos,
sociales y culturales.
Los avances en la legislación en estos cuarenta años
son fundamentales, sobre todo con la incorporación de nuevas leyes y la incorporación de la perspectiva de equidad
de género en el combate de la violencia hacia las niñas, jóvenes y mujeres.
En la participación política se registran avances,
sobre todo con los relacionados con la incorporación de la discriminación
positiva en las leyes electorales y recientemente la ley de la paridad.
Referente a la igualdad existe una creciente
participación de las mujeres en los mercados laborales con mejor capacitación,
sin embargo todavía estas no reciben remuneraciones equivalentes a las de los
varones por igual trabajo.
Las mujeres constituyen hoy más del cincuenta por
ciento del estudiantado en todos los niveles.
En lo referente a la salud y los derechos sexuales y
reproductivos se lograron avances en varias entidades en la legislación sobre el
derecho a la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo
especialmente en el Distrito Federal así como darle la importancia a la
necesidad de mejorar y ampliar los servicios de salud sexual reproductiva. Por
otro lado, se reconoce la urgente necesidad de mejorar la capacitación y
sensibilización de los servidores públicos encargados de dar atención a las
usuarias y evitar los terribles casos que hemos sido atestiguado recientemente.
Ximena Avellaneda se declara optimista respecto al
futuro del movimiento feminista. Algo prometedor es el hecho que en la
actualidad son más las jóvenes interesadas y preparadas en temas de género y no
solamente sino que desarrollan acciones innovadoras para llevarlo a cabo.
La juventud ahora no es la misma que en el pasado,
está mejor capacitada, hace uso de los medios de comunicación y de las redes
sociales, con la finalidad entre otras de hacer sentir su voz. El acceso en
mayor medida a la educación plantea un mayor activismo dirigido a conocer y
ejercer los derechos.
Desde luego, no es un movimiento uniforme, de hecho a
mi modo de ver está bastante fragmentado, lo cual constituye una debilidad y
por otro lado hay que diferenciar entre los movimientos amplios de mujeres y
los feminista que no necesariamente son lo mismo o tienen agendas comunes,
ciertamente coinciden en algunos puntos.
Sin embargo, plantea que uno de los retos
fundamentales del feminismo es “reinventar o actualizar el feminismo” acorde a
los momentos en que vivimos. La frase suele complicarse a simple vista, por lo
que explica.
Las jóvenes tienen que encontrar en el movimiento
respuestas a las realidades cambiantes, seguirán firmes muchos de los
principios que llevaron a tantas mujeres a plantearse otra forma de vivir, más
justa y humana como decía Rosario Castellanos, pero las formas para llegar a
estos tal vez deberán adaptarse a los tiempos modernos.
Su planeamiento se confirma cuando plantea cómo el
movimiento feminista en Oaxaca, específicamente, también se ha transformado. En
un principio los movimientos de mujeres se dieron a partir de reivindicaciones
políticas de organizaciones sociales y civiles y no necesariamente coincidían
con las demandas aparentemente burguesas e individualistas de las feministas
que se identificaban básicamente con medios urbanos. Por fortuna muchas de
estas diferencias se han ido superado conformándose alianzas más amplias y
enriqueciéndose con una gran cantidad de organizaciones recientes que han
dedicado su trabajo a los temas de género, derechos humanos, salud reproductiva
y violencia.
Otro componente que ha avanzado mucho en Oaxaca desde
mi perspectiva es la organización de mujeres provenientes de los pueblos
originarios quienes en su momento se resistían a acercarse siquiera al concepto
de feminismo.
Hace treinta años eran pocas las mujeres provenientes
de las comunidades que hablaban en primera persona de la condición de las
mujeres, en ese sentido debo decir que el avance ha sido enorme, hoy en día las
mujeres y las jóvenes en particular indígenas y afro descendientes, a partir de
sus propias organizaciones, están alzando su voz, están haciendo sus propias
demandas a la sociedad dominante y al interior de sus propias comunidades,
donde ponen de manifiesto el tipo de cambios que esperan se den, para efectos
de contar con mayor participación en la toma de decisiones y sobretodo en el
anhelo de vivir vidas sin violencia.
He escuchado jóvenes hablar de los feminismos indígenas.
¡Estos son cambios de los últimos treinta años!
El feminismo es una teoría política que transforma. En
la vida de Avellaneda Díaz no fue una excepción. Su ingreso al Grupo de
Estudios sobre la Mujer Rosario Castellanos es calificado por ella como uno de
los momentos trascendentales de su vida, ahí conoció a algunas de las personas
más significativas de su vida y, por otro, le permitió acercarse “a este otro
modo de interpretar y vivir la vida”.
Siempre decimos que esto es lo maravilloso de la
perspectiva de género, es algo que no te puedes quitar y poner y es algo que
tiene que pasar por tu cerebro, tu corazón y tu estómago y, sobre todo, forma parte de tu existencia.