Mujeres y Política
De opacidad, omisión y machismo
Soledad JARQUÍN EDGAR
Problemas que se ha hecho comunes en México son sin duda la
omisión y la impunidad en la gran mayoría de los delitos que se cometen, pero
uno que lacera profundamente es la desaparición de las personas, atravesada por
la táctica “institucional” de no escuchar a menos que detrás de todo exista
algún tipo de poder. Otro aspecto son las cifras inexactas, el regateo de las
instituciones a la sociedad.
La percepción ciudadana es clara en este sentido, en cambio,
es oscura la ingeniería de la imaginación en la procuración de justicia
rebasada desde hace mucho tiempo por la delincuencia o ¿cómo explicamos la
situación de inseguridad que se vive en México? ¿Qué país pacífico, sin guerra
aparente, puede tener las negras cifras que tiene el nuestro?
Estadísticas demoledoras, aunque no sean exactas por el
hábito institucional de maquillar, ocultar, disimular y minimizar un problema
grave. Lo que sí hay es una danza de números que hacen parecer inexacta e
increíble la protesta ciudadana, en específico de las familias de quienes han
sido víctimas, cifras que no son concretas y que varían incluso en boca de la
misma persona o institución. Así hemos ido de 27 mil casos durante la gestión
de Felipe Calderón, en boca de Peña Nieto, a unas 13 mil en voz del Secretario
de Gobernación, Miguel Ángel Osorio. La CNDH, por su lado, plantea que son 24
mil 800 las personas desparecidas y, por otro lado, se tiene una cifra de ocho
mil en la administración peñista, como reportan la revista Proceso y el portal
Sinembargo.mx, tras la denuncia de opacidad que existe en el gobierno federal
al respecto por parte de activistas.
Esta opacidad, esta omisión y está acción proclive institucional
a la impunidad, por ese baño de burbujas de corrupción y de complicidad, ha
favorecido vivir en estado de shock en México, porque aunque se presume paz,
tranquilidad y hasta progreso, lo cierto es que la ciudadanía, yo como usted, nos
hemos ido adaptando a las circunstancias de inseguridad a sabiendas de lo que puede
pasar con nuestras vidas.
En Oaxaca, también hay desapariciones forzadas, secuestros y
un clima de inseguridad inocultable y que se puede ver en los medios de
comunicación todos los días, amen de las condiciones severas y que se antojan
color gris, matizado por el folclor de la guelaguetza en el mes de julio, de
protesta social continúa, permanente a la que, como en el caso de la
inseguridad, nos hemos ido adaptando, a veces sin resultado alguno.
En algunas entidades del país, la delincuencia organizada ha
sentado sus reales; en Oaxaca hay delincuencia organizada, por supuesto que sí,
y también hay problemas sociales-políticos que derivan en actos delincuenciales
todos los días alguien nos roba la tranquilidad y el libre tránsito o casos
extremos de violencia, los más recientes sucedieron en San Juan Cotzocón y de
forma endémica los hemos visto en la zona habitada por el pueblo Triqui.
Por eso empecé hablando de la desaparición de personas, la
experiencia dolorosa de la incertidumbre en la que viven o tratan de vivir las
familias de las víctimas que esperan respuestas concretas y contundentes, pero
solo obtienen el silencio que provoca la omisión de la responsabilidad
institucional de ofrecer a la ciudadanía seguridad pública.
Es el caso de la familia Ortiz Ramírez, a quienes les fueron
desaparecidas dos de sus integrantes: Virginia y Daniela, el 5 de julio de
2007, por tanto se cumplieron este viernes siete años desde que ambas jóvenes
se “perdieran” en las montañas de la mixteca oaxaqueña.
El delito cometido contra las dos jóvenes triquis no importa
a las autoridades, al menos así lo han demostrado. Los hechos sucedieron al
siguiente año de la revuelta que sacudió a Oaxaca pero no a Ulises Ruiz, el
entonces gobernador, y cuyo procurador en turno, Evencio Nicolás Martínez
Ramírez conoció de este hecho y quien frente a la familia de las víctimas,
simple y sencillamente, se declaró incompetente por temor a que algo le pasara
a sus muchachos si los enviaba a investigar sobre el paradero de Virginia y
Daniela a la zona habitada por el pueblo Triqui. Virginia y Daniela que en ese
entonces tenían 20 y 14 años de edad, respectivamente.
Con el tiempo surgió un nuevo testigo de los hechos ocurrido
entre la población de Rastrojo y Juxtlahuaca trayecto que recorrían las dos
jóvenes que la mañana del jueves 5 de julio de 2007 salieron de su casa para
atender un asunto de trabajo. Un testigo, reitero, afirmó haber visto que ambas
jóvenes eran llevadas amordazadas y encañonadas por varios hombres a bordo de
una camioneta.
Dos de los presuntos responsables del delito de secuestro y,
luego desaparición forzada, fueron detenidos hasta ya iniciada la
administración de Gabino Cué, en enero 2011. Ese acción “contundente”, que
llamó fuertemente la atención de los medios de comunicación, no pasó de eso.
Hasta ahora, los presuntos responsables detenidos en el penal de Santa María
Ixcotel no niegan ni afirman ni nada haber participado en los hechos y menos
aún declaran dónde están las dos jóvenes triquis.
Así, en ese pantano de olvidos ha estado inmerso el caso
de Virginia y Daniela Ortiz Ramírez, que
ilustra la opacidad como lo llaman quienes han puesto su mirada crítica en la
falta de quehacer responsable de las autoridades mexicana para el caso de
personas desaparecidas, cuya cifra nos debería no sólo indignar, sino exigir
respuestas.
Pero también el caso de desaparición de Virginia y Daniela
nos ilustran sobre cómo funciona la discriminación en México. Hemos sido
testigos de cómo el poder económico o poder político sirven para hacer
eficiente a las corporaciones policiacas, incluso para movilizar a la
“inteligencia” y la más destacada tecnología para rescatar a las víctimas o al
menos detener a los presuntos responsables.
Lo que no sucedió con las hermanas Ortiz Ramírez, que siete
años después están desaparecidas y hasta el momento ninguna partida de policías
investigadores ha pisado la zona geográfica de la mixteca donde desaparecieron.
Nadie sabe nada de ellas. La autoridad no investiga y persiste, ya no la
sensación, sino la certeza de que en Oaxaca hay impunidad.
Brutalidad
machista
Esta semana también se han denunciado varios hechos de
machismo, misoginia, sexismo, discriminación y homofobia realmente preocupantes
y que me recuerdan que hoy más que nunca la ciudadanía debe hacer vigentes los
derechos humanos y en específico de las mujeres.
No son retrocesos, claro que no. Hay personas o grupos que
prefieren no darse por enterados sobre los avances que la humanidad intenta
hacer y ahora gracias a la velocidad de la comunicación mundial, a través de
los medios electrónicos y de las redes sociales, podemos darnos cuenta que
falta mucha tarea por delante y que las instituciones de gobierno como los
organismos públicos descentralizados y la sociedad en general no podemos aflojar
el paso ni darnos por satisfechos.
Amén de los casos de violencia contra las mujeres que se han
vuelto frecuentes en la administración del gobierno de Gabino Cué, a través del
aparato burocrático, así como la violencia política que hemos observado en los
gobiernos municipales de al menos una docena de Ayuntamientos y en los
principales partidos políticos, en el ámbito global esta semana ha sido
simplemente desastrosa.
Cuando leemos a uno de
esos “ídolos” hechizos surgidos de la fabrica la publicidad más que por sus
“hazañas deportivas”, como es el caso del piloto Sergio Pérez, opinar en
relación a la participación de Susie Wolff, en el Gran Premio de Gran Bretaña,
la verdad es para asustarse: “No esperamos grandes cosas de ella…imagínate
donde te gane una mujer ahí sí es el colmo, mejor que se vaya a la cocina”. En
lo particular, como es el caso de muchas otras mujeres, vemos con tristeza cómo
el machismo y la misoginia, siguen perpetuados en la mente de los varones
jóvenes.
A “Checo” Pérez con su dicho, del que luego se retracto, se
le salió el macho cabrío que lleva adentro y que le taladra el cerebro
diciéndole que las mujeres valen menos que los hombres, de ahí su expresión “…es
el colmo…”, además de mostrar que sigue creyendo la vieja y fastidiosa historia
de que las mujeres no deben participar en ciertas áreas. El muchacho, todo
tecnología, tuvo una regresión de más de cien años en la historia de la
humanidad y bueno, pues no es sino ignorancia pura, habría que decirle que hoy
por hoy las mujeres están en todos los ámbitos de la vida a pesar de hombres
como él.
México fue noticia internacional en Brasil, no porque pasara
a los cuartos de final, como habría sido lo esperado si consideramos las
toneladas de ánimo y dinero que se tiran en el entretenimiento más grande del
pueblo. No, lamentablemente México fue noticia gracias a la actitud sexista,
machista y misógina e igualmente retrógrada de Sergio Eguren y Rafael Medina,
ambos miembros “distinguidos” del Partido Acción Nacional y ahora ex
funcionarios de la Delegación Benito Juárez en el Distrito Federal, quienes se
desdoblaron y manifestaron su verdadera personalidad, ofendieron a una
brasileña, con un evidente abuso sexual, y no conformes agredieron físicamente
a su esposo David Chaves, quien al defender a su pareja resultó seriamente
lastimado.
Gracias a otros mexicanos, de actitud menos bruta, se logró
detener la paliza que le propiciaron los panistas, incluso, aún cuando se hallaba
desmayado. Energúmenos y cobardes. A las amigas y novias o esposas, madres y
hermanas de estos dos furiosos mexicanos que ponen en evidencia al país, les
decimos que tengan cuidado, porque no son personas de fiar, creen que las
mujeres son objetos para tocar y hacer con ellas lo que les plazca. No se fíen
de ellos, ni aún cuando los manden a terapia, difícil será ver buenos
resultados.
Y por increíble que parezca, la familia de ambos panistas,
despedidos por faltar a su trabajo luego de que terminó su periodo vacacional y
no por su mala actitud en un país extraño, advierten que el proceso judicial
contra Medina y Eguren está viciado por parte de las autoridades brasileñas y
que además sufren un linchamiento político del que “muchos se tendrán que retractar”.
En fin, nos queda claro que quienes cobran cada quincena por
velar por los derechos humanos de las mujeres en México, eso que llaman la
burocracia del género, tendrán que hacer algo más para accionar las conciencias
y provocar los cambios necesarios y pasar de los dichos a los hechos. Sería
bueno que de algo sirviera el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación,
que sus dientes mordieran un poco, y sancionaran la misoginia, el machismo, el
sexismo y la discriminación, que ya vimos puede ser tan violenta como el
lamentable feminicidio. No es cosa de juego es un problema serio. Por cierto,
Gabino Cué ¿estará enterado que van 302 mujeres asesinadas en Oaxaca desde que
es gobernador?
@jarquínedgar