¿Yo
feminista?
Sara Lovera, tenemos la palabra
pero no los medios
* No tenemos un movimiento potente, capaz de poner en
la picota a los poderosos y potentados patriarcas
Soledad JARQUÍN EDGAR
Sara
Lovera periodista y activa militante feminista desde hace más de cuarenta
años. Su tarea, como la de muchas otras,
dejó huella, rastros precisos para las mujeres de las nuevas generaciones, en
específico de centenares de periodistas.
El
trabajo fundamental de Sara Lovera se ha centrado en abrirle los ojos a muchas
periodistas del país para que volteen su mirada a las mujeres como sujetos de
la noticia, para construir una comunicación e información donde las mujeres no
sean invitadas de palo sino actoras fundamentales, para ello recorrió el país,
sus capitales pero sobre todo los municipios. Su nombre es referente
fundamental cuando se habla de periodismo de género.
En
ese sentido, Sara sostiene que las periodistas feministas hemos tomado la
palabra, pero advierte, que todavía no hemos tomado los medios y opera en
contra de las mujeres una gran muralla de poder: “es el cambio cultural, la
transformación del pensamiento y la ideología, un enorme pendiente. Creo que
hemos creado una corriente, que muchas periodistas están preocupadas y
ocupadas. No podemos saber qué pasa con todas las mujeres que las leen en todo
el país”.
A
la distancia de los años, Lovera se pregunta “si será necesario hacer un
periodismo feminista para iniciadas o tenemos que tomar todos los medio. Siempre
pensé en que una fuerza organizada de periodistas podría hacer la diferencia en
los medios. Pero esto no ha sido así, no obstante habría que hacer una
evaluación para saber si hemos logrado simpatías de mujeres que andan por ahí,
las que denuncian, las que han conseguido quitarse culpas por quererse a sí
mismas, las que luego van a trabajar a las instituciones convencidas que pueden
“incidir”…”
Y
sí, por supuesto que sí hay en México un periodismo feminista, aplastado por
los grandes consorcio. Necesitamos hacer una evaluación, saber qué pasa con
quienes leen hoy Las Caracolas o la revista Nosotras o quien leía la
Doblejornada, ¿qué pasa cuando tienen en sus manos un artículo de una periodista
joven que estuvo en uno de nuestros encuentros y qué hace lo suyo, ahí en
cualquier lugar de México y hasta del mundo.
Pero
además, plantea, que con tantas mujeres en tantos medios, “no sé si lo que
necesitamos son buenas periodistas, capaces de toparse con las mujeres y hablar
de ellas. Buenas periodistas aunque no se sientan feministas, aunque no tomen
un taller de periodismo de género, necesitamos saber si serían capaces de
descubrir a sus las desigualdades y sus opresiones. O sólo necesitan cubrir
bien los acontecimientos y buscar como diría mi amiga Gloria Analco, la verdad.
Nos falta muchísimo, pero hemos abierto caminos”.
Por
otro lado, considera que los medios deben cambiar su trato con respecto a las
mujeres, pero sostiene que es a través de los medios cómo las mujeres han
lanzado la gran protesta contra el feminicidio, a pesar de las horribles notas
de sangre que publican. Sería una contradicción despreciar a los medios sin
conocer a sus trabajadores y trabajadoras, y no conocer las ganancias y las
maldades de los dueños, o el camino de los grandes capitales en esta industria.
Militante
feminista
Sara
Lovera además de una comprometida periodista es una militante entre los grupos
a los que pertenece o ha pertenecido están el Movimiento en Acción Solidaria
que se convirtió en Lucha Feminista; después en la Coalición de Mujeres y más
tarde Ven Seremos de Michoacán. Las del MAS hicieron alianza con el Movimiento
Nacional Feminista, en 1973 y ahí estuvo ella.
Al
finalizar los setenta militó en Madres Libertarias, organización de mujeres
troskistas que llamaron a luchar para rescatar a los hijos e hijas que a raíz
del divorcio eran secuestrados por los padres, y también en el Frente Nacional
de Lucha por la Liberación y los Derechos de las Mujeres. “Desde que estaba con
Madres Libertarias estudié cómo esta condición de madres marcaba a las mujeres
de tal forma, que no tenían vida propia”.
Con
un grupo de periodistas, entre ellas Silvia Sayago, quien escribía en El
Nacional una columna sobre mujeres, Isabel Zamorano y otras reporteras
intentaron formar un pequeño grupo de trabajo, no pudo ser, sin embargo, desde
entonces había nacido el deseo de juntar las periodistas, explica Sara Lovera.
En
1981 fue parte de la Red Nacional de Mujeres; después en la Fundación de
Mujeres en Lucha por la Democracia, en la segunda creación del MAS en 1985 y en
Mujeres en Lucha Sindical. Además de grupos o coaliciones latinoamericanas y en
esa misma década con otras periodistas fundó Comunicación e Información de la
Mujer y de manera paralela dirigió el suplemento Doblejornada, ambos proyectos
le brindaron oportunidad de asistir a reuniones internacionales y a las
conferencias de la mujer, donde encontró otras mujeres que como ella impulsaban
la idea de que “las mujeres también son noticia”.
En
la actualidad milita en Feministas Socialistas,
“agrupación con sabor de antaño” en el que siguen estudiando, analizando y
desde ahí, hace algunos años llamaron a conformar el Pacto Nacional por la vida
y la libertad de las Mujeres, en específico por la defensa de su derecho a
decidir.
No
tenemos un movimiento potente
Es
a través del feminismo como las mujeres tenemos hoy derechos, como sucedió en
el D.F. con la despenalización del aborto, otras hacen conciencia cotidiana y
algunas más consiguen avances para todas las mujeres en procesos de
“negociación” y acuerdos con las autoridades. Sin embargo, el problema es que
no tenemos un movimiento potente, capaz de poner en la picota a los poderosos y
potentados patriarcas. No tenemos una conciencia colectiva, porque unas cuantas
no podemos lograrlo. Quizá por eso la tendencia a horadar la pared dura del
patriarcado.
Si
lo vemos desde la utopía, agrega, podemos juzgar a quienes actúan solo si
tienen financiamiento. Perdimos la frescura y mucho coraje; la militancia por
sí misma. Hacemos gestiones precisas para sobrevivir, pero no hemos organizado
a las mujeres, esas del pueblo, de las masas. A esas mujeres las está
organizando el gobierno. Esto no tiene que ver con incapacidad, tiene que ver
con las circunstancias.
Durante
los últimos 30 años la crisis económica recurrente ha generado una cantidad de
empleos para “trabajar con las mujeres”, pero no sé si logran transformarlas
como quisiéramos. No sé si trasmiten con emoción y convicción lo que deseamos,
no hablo de todas, por supuesto. Pero es claro que a las feministas y sus
propuestas, las mexicanas, nos deben la creación de las instituciones, de
leyes, de promesas y de acciones efectivas. No todo es fracaso e inmovilidad,
sin las leyes que consiguieron las diputadas feministas a presión de los
grupos, no tendríamos elementos para reclamar.
Cuando
plantea la pérdida de la frescura, recuerda que hace 40 años tomaban la calle
numerosas mujeres en el DF y que en alguna ocasión tomaron el Auditorio Nacional
para protestar por el Curso Mis México o una noche en 1981, cuando con
antorchas marchamos para reclamar
nuestra libertad para andar en la calle a cualquier hora y no ser violentadas.
Hoy duele que casi ninguna mujer esté segura en ninguna parte. Ni en su casa ni
en la calle, la violencia parece poblarlo todo. Probablemente es tiempo de organizar
y horadar colectivamente, no sólo en grupos de interés.
A
pesar de considerarse como “naturalmente feminista”, esta tozuda y rebelde
mujer sostiene que se ha acoplado a los cambios del feminismo y afirma que si
tuviera que caracterizar su feminismo diría que busca reconocer la condición
social de las mujeres y tratar de transformar esa condición desde su trinchera,
la de periodista.
Claroscuros,
desesperanzas y satisfacciones
Pero
ser feminista tiene consecuencias, en ella puede considerar como tales la
modificación de su conciencia, a través de lo que ha aprendido y que la ha
hecho una feminista entre claroscuros, desesperanzas y muchas satisfacciones,
como la solidaridad de las mujeres en momentos fundamentales de su vida como
cuando murió su compañero de tres década: Joel Garnica. Entonces se sintió
rodeada, abrazada por las mujeres de los partidos políticos, las académicas,
las militantes o activistas de México y fuera del país.
Sobre
la institucionalización del feminismo, Lovera dice que sí, pero no es negativo
por sí mismo y lo que debemos hacer es exigir que las instituciones cumplan con
los mandatos establecidos en la ley, con los programas y presupuestos, para
atender las demandas sociales de las mujeres en diversos ámbitos, que haya
justicia y se castigue a los violentadores o que en materia política haya
paridad. El problema es que no hay emoción en las instituciones y no hay
movimiento cohesionado para exigir que cumplan. “Debíamos denunciar la
corrupción, el mal gobierno donde los haya y poner en pie nuestras demandas. En
lugar de eso nos ponemos a arrastrar el lápiz con las y los funcionarios”.
Fuimos
algunas de nosotras las que empujamos las comisiones de equidad y género en los
congresos y ahora no estamos contentas. No lo estamos por una contradicción: queremos que cambie o no la sociedad si no es
con este sistema ¿cómo? Y por qué no vamos a la raíz. Tenemos suficientes
elementos teóricos y experiencia como para luchar por la democracia, pero
muchas veces repetimos el autoritarismo entre nosotras, eso no nos deja crecer.
Por
otro lado, reconoce que la investigación feminista, en que se ha convertido lo que
empezó por estudios de casos o estudios de las mujeres, ha dado un enorme conocimiento. Sin la investigación feminista
nunca hubiéramos visto y analizado la muerte materna ni la condición de muchas
mujeres. Los estudios feministas además nos han traído esas historias que me
contaba Adelina Zendejas, ordenadamente y con contexto.
Es
a través del feminismo de la academia que tenemos todas las herramientas que
nos permiten actuar. Pero también debe decir que mi convicción ideológica me
enseñó que van juntas teoría y práctica. No se puede actuar sin la ciencia
feminista y la ciencia feminista no sirve de nada si no se conoce o no se practica.
Sus
preocupaciones
Mi
principal preocupación en este tiempo de mi vida, cuando contamos con
herramientas de conocimiento, jurídicas, la experiencia de millones de mujeres,
los diagnósticos y las estadísticas, es el cambio cultural.
Ni
las activistas ni los grupos de interés ni las sabias han analizado a los
medios de comunicación, reproductores de las más antigua ideas de lo que es ser
hombre o ser mujer: nos revictimizan, abusan del amarillismo y nadie los
controla, son libres, Ni el gobierno ni las instituciones ni la sociedad…nadie
les exige nada.
Durante
40 años, el sector de los críticos a los medios son prácticamente hombres. Y
para nada cercanos a nosotras. Ellos han hecho las iniciativas y han logrado
algunas cosas, como los cambios constitucionales. Pero estos intelectuales no
tienen mirada de género, no se dan cuenta de lo que los medios propagan.
Incluso no entramos a la discusión de las reformas en los medios. No tuvimos o
no quisimos hacer uso de las investigaciones sobre los medios y las mujeres.
Cambio
cultural que también incluye al sistema educativo nacional. Ningún grupo de
interés se ha hecho oír para cambiar la mentalidad del magisterio, de las y los
profesores que enseñan a las niñas y los niños. Claro, entiendo, el magisterio
es un monstruo de mil caras. El sindicato magisterial está profundamente
alejado de nuestra palabra, de nuestras preocupaciones.
Necesitamos
ser asertivas en el cambio cultural, de conciencia, en los medios, en la
escuela, pero no tenemos la fuerza y por desgracia tampoco el interés
suficiente.
A
pesar de todo, Sara Lovera no ve retrocesos en el feminismo, lo que ve es que
los avances no llegan a todas las mujeres. Para lograr lo contrario propone
tomar conciencia individual y colectiva. Ya no es suficiente la protesta ni la
negociación, necesitamos un movimiento consciente y actuante y no sé si lo
veré.