Palabra de Antígona
No a la violencia contra
las mujeres
Por Sara Lovera
Todas las mañanas me
levanto deseando no encontrar una tragedia en la puerta. Deseando no leer una
noticia desastrosa, ni encontrarme con una estadística que me quite la alegría
y la felicidad. Me miro al espejo y deseo que el tiempo venga como una borrasca
y me lleve colgada de un planeta que me haga no mirar la tierra.
Nada es tan terrible como
los datos y las descripciones de la violencia contra las mujeres. En menos de
una semana, durante el mes de mayo, donde una debiera solo tener
flores, Sandra Luz Hernández fue asesinada en Sinaloa por buscar a
su hijo y convertirse en activista; en Tabasco una niña de 12 años se declaró
grave después de ser violada, golpeada y abandonada; en la ciudad de
México apareció una campaña oficial para promover la lactancia materna con
imágenes estereotipadas de las mujeres.
En esos mismos días las
mujeres y los hombres se horrorizaron mundialmente por el secuestro
de las niñas de Nigeria, que ahora aparecen en la televisión ya rezando o
leyendo el Corán, ataviadas de velos negros.
Y también he conocido,
escrito y leído lo que sucede en la Universidad Autónoma de la
Ciudad de México (UACM), donde la ilusión me hizo confiar en un defensor de
derechos humanos, Enrique González Ruiz, cuyo caso me apena tanto como a
muchas, porque es presa de su condición masculina, atávica y abusiva sin
consciencia, que se ha atrevido, con tal de defenderse, a poner en riesgo la
vida de Clemencia Correa, al acusarla de ser agente policiaca de Colombia,
mujer de la que abusó y hostigó este hombre. Y horroriza
que en la UACM y entre gente muy decente, se haya levantado una
campaña de linchamiento contra las denunciantes.
Los hombres y su cultura,
los gobernantes y los líderes, todos y algunas mujeres, no quieren, como yo
misma no quiero, hacerse cargo de lo que significa la violencia contra las
mujeres y cuán poco hemos avanzado, qué esfuerzo enfrentarla y que coraje
hacerlo y bien.
El día 14 me quise figurar
que no escucharía nada más sobre los terribles acontecimientos. Quería escuchar
adelantos, como se anunció el 20 aniversario de la Convención Interamericana
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, conocida
como Belém do Pará.
Y nada, ahí tuvo que
ratificarse, por parte de los gobiernos, que ahora sí van a cumplir con la
Convención, mientras las cifras de asesinadas, violadas, hostigadas
sexualmente, traficadas con fines de explotación sexual son el pan cotidiano.
Como si nada se hubiera hecho, como si nada se hubiera dicho, como si nada se
hubiera estudiado.
Hubo momentos, en un enorme
espacio que preparó el gobierno de Hidalgo, haciendo notar que ahora si en
México hay en los altos niveles decisión de entrarle al problema. Decía hubo
momentos tremendos, como cuando mirando un video se le corrieron las lágrimas a
una alta funcionaria pública; o cuando se escuchó tronar un discurso de una
congresista mexicana que sin verse a sí misma, era tan violenta, cómo llamaba a
reivindicar a las guerreras que construyeron la Belén do Pará.
Momentos de enojo y
reflexión. Y todo este escenario, el del aniversario de la Belém do Pará, lo de
las niñas de Nigeria, la convicción de que apenas bordeamos el principio, ha
generado varias cosas que hay que anotar para ponerlas en el espejo en la
mañana, para no olvidarlas, para llevarlas en la bolsa y en la boca, para que
se metan en el cuerpo y no dejen salir a los demonios.
Una movilización global
para conseguir una Ley Mundial que impida la violencia contra las mujeres. Se
lo piden al presidente de los Estados Unidos, no sé por qué, pero suena bien.
Ya la discuten los senadores esta iniciativa de más de cien
organizaciones civiles.
Que en agosto habrá sido
firmada la hermana gemela de Belém do Pará, para Europa, conocida como Convenio
de Estambul, sobre la violencia familiar y sexual.
Que el jefe de gobierno del
Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, presionado por la protesta, retiró la
campaña estereotipada donde Maribel Guardia decía: no le des la espalda, dale
pecho, ella toda contorneada y bella, semidesnuda.
Y finalmente, nada más
faltaba, la palabra empeñada del gobernador de Hidalgo, Francisco Olvera Ruiz,
quien dijo que dará atención integral a la violencia contra las
mujeres y trabajará por su igualdad sustantiva. Se dirá que es bien fácil
prometer, lo sorprendente es que el político hidalguense que tiene que lidiar
con una de las entidades más pobres del país, dijo: que me exijan cuentas.
Perfecto, ya se sabe, ahora a darle seguimiento.