domingo, 22 de septiembre de 2013

A RESERVA CNTE, movimiento social o grupo de presión










A RESERVA
CNTE, movimiento social o grupo de presión

Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
Y de que serviría diferenciar un movimiento social de un grupo de presión precisamente ahora, cuando impacta de una u otra forma la vida y expectativas de la gente en Oaxaca y recientemente en la capital del país, extendiéndose por algunos otros estados donde hay secciones del magisterio pertenecientes a lo que se conoce como el “movimiento magisterial” de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), cuya fuerza y dirección mayoritariamente es la Sección 22 en Oaxaca.

Tal vez para reconocer quiénes son y por qué sus acciones pueden afectar la estabilidad y gobernabilidad del estado, modificando acciones y políticas públicas, redirigiendo recursos públicos a su causa, e incluso determinando decisiones que cancelan derechos y libertades ciudadanas; tal vez para entender la magnitud de su origen y el alcance de sus fines.

La CNTE, informa su blog, “es una organización de masas conformada por los trabajadores de la educación democráticos del país, independientemente de la burguesía y su estado, del charrismo sindical y de cualquier organismo político, es decir, no es propiedad de nadie más que de los propios trabajadores de la educación. Es un frente de clase, porque participan en ella trabajadores de la educación que aceptan el principio universal de lucha de clases, independientemente del color, sexo, credo religioso e ideología política; lo fundamental, es que estén dispuestos a luchar por sus intereses de clase, por la solución de sus demandas económicas, sociales, laborales, profesionales y políticas”.
Evidentemente en esta definición sobresalen dos aspectos fundamentales, la  ideología y el compromiso gremial, ambos profundamente rígidos y dogmáticos.

Cierto es que lo que más caracteriza a un movimiento social y algunos grupos de presión es ser esencialmente reivindicativos cuya finalidad es la defensa o la promoción de ciertos objetivos precisos, de connotación generalmente social.

Sin embargo, la ciencia política, la sociología y alguna otra ciencia social, impone ciertas características que inciden en una diferenciación contundente que permite la visión ética entre  uno y otro, así como, en su caso la reivindicación político-social.

 El movimiento social se ha definido de innumerables maneras que pueden sintetizarse como un proceso de acción colectiva politizada de un grupo amplio con cierto grado de organización, dirigido a  la promoción o la contención de determinados cambios en el orden social, desde la modificación de normas y valores.

Una definición contundentemente más cercana a los recientes sucesos en México  es la  del maestro alemán Joachim Raschke (1994): “Un movimiento social es un actor colectivo movilizador que, con cierta continuidad y sobre las bases de una elevada integración simbólica y una escasa especificación de su papel, persigue una meta consistente en llevar a cabo, evitar o anular cambios sociales fundamentales, utilizando para ello formas organizativas y de acción variables”.

Los movimientos sociales se comienzan a estudiar desde el siglo XVIII con la revolución industrial y las luchas que dan origen a la revolución francesa; los que se suscitan contra formas de acumulación y colonización que reproducen la injusticia y que cuentan con una visión alterna de sociedad y desarrollo”.

Se distinguen diferentes tipos de movimiento social: movimiento reivindicativo, movimiento político y movimiento antagónico.

El movimiento reivindicativo pretende la transformación de la organización social y derrocar el poder que impone las normas y roles de un sistema social determinado.

El movimiento político procura la modificación de los canales de participación política y plantea intervenir en los procesos de toma de decisiones.

En tanto, el movimiento antagónico consolida acciones en contra de quien ostenta el poder. Son acciones contenidas dentro de movimientos reivindicativos o políticos que se concretan con un ataque directo a la estructura institucional.

Caracterizan a los movimientos sociales:

1) Capacidad de Movilización, requiere un tema que vulnere intereses muy concretos, muy visibles y muy sentidos; la ausencia o insuficiencia de respuesta institucional a ese tema o necesidad; la presencia de un colectivo afectado y otro solidario, de una ideología participativa y un sistema de valores contrapuesto; la aparición y mantenimiento de personas y grupos activos y/o activistas, más o menos creciente; un sentimiento de identidad, de emotividad compartida y colectivizada; y la presencia de una red social y/o mediática que conjunte la movilización  con la identificación y la comunicación, que permita la adhesión colectiva.

2) Continuidad de la acción colectiva y del conflicto, es la diferencia de los grupos espontáneos y permite  acercarse a las asociaciones, organizaciones e instituciones. La continuidad se deriva  de metas muy amplias y de la movilización permanente. La continuidad se encuentre entre el inmediatismo, como la mera acción espontánea en torno a un tema muy específico y la institucionalización, o sea, el recurso a actividades formales, que suponen la desmovilización y en consecuencia el fin del movimiento social.

3) Elevada integración simbólica, desde el sentimiento de identidad crece la distinción entre “nosotros y ellos”, entre quienes están a favor y quienes están en contra. Esa conciencia se desarrolla y manifiesta a través de la aparición y desarrollo de formas de ser, hábitos, palabras, gestos, símbolos, formas de vestir y de expresarse, modales, lenguaje, etcétera. En este sentido se asemejan a las tribus, a las bandas, a los fans, e incluso a ejército o grupos religiosos; como en los últimos movimientos donde cubrirse el rostro resulta identificador “ideológico” de cierto tipo de lucha.

4) Escasa o nula división del trabajo, debido al carácter informal del vínculo social, se compacta a través de procedimientos asambleístas, evitando la burocratización. Con el crecimiento de activistas y simpatizantes, y el aumento de las demandas, necesidades y de logros, se hace más complejo el movimiento social, es cuando surge cierta división de las tareas y, por tanto, cierta distribución interna del poder, que va institucionalizando el movimiento constituyendo el principio de su fin.

5) La presencia de objetivos laxos, considerando la articulación de logros inmediatos y de objetivos globales, que con la anexión de grupos diversos al movimiento original van diluyendo la firmeza de objetivos, modificándolos a una simbología tipo que define su actuación.
Y ¿qué pasa con los movimientos sociales? Los movimientos sociales tienen tres posibles finales: 1) se disuelven por represión, por éxito, por fracaso;

2) se transforman y reaparecen más adelante con una nueva identidad, problema o necesidad); y/o

3) se institucionalizan convirtiéndose en asociaciones, partidos políticos o grupo de presión, o bien, se fundamenta en acciones y recursos institucionales y deja la movilización callejera en tanto estén resueltas sus necesidades.

Sin embargo, la mayoría de los fenómenos conceptualizados como movimientos sociales no se adecuan al modelo que concibe a los movimientos como los actores del cambio social, en lucha por controlar los principales patrones culturales, responsables de orientar la historia, dejando al movimiento reducido a un grupo de presión que propone la defensa de sus intereses particulares específicos comunes a sus miembros; el grupo de presión solamente se encamina a que sus intereses sean favorecidos por las decisiones de los órganos estatales, no se plantea en los hechos la conquista del poder, aunque en el discurso pueda percibirse ideologizante.

Un  grupo de presión no le resulta necesario una gran masa de afiliados o una gran representatividad, a veces tampoco una gran disponibilidad de dinero o una ideología precisa, basta para alcanzar sus objetivos una ubicación estratégica en el sistema político local o nacional.

El éxito o fracaso de los grupos de presión depende de su habilidad para sintonizar sus intereses particulares con los más generales adjudicando elementos de identidad cultural no siempre de relevancia, y utilizando los canales de comunicación y de presión sobre el poder político que le resulten más adecuados y más favorables.

Por último y como características sine qua non de un grupo de presión, es su presencia y desarrollo en el ámbito institucional y el predominio de las subvenciones, incluso como origen y finalidad del movimiento.

Claro que estos son solo algunos elementos de análisis que permiten clasificar el movimiento magisterial de la CNTE por sí mismo, cierto que el conocimiento teórico permite la reflexión individual frente a lo que se dice; hasta hoy la CNTE cojea y trastavillea, en el camino de la consolidación de su “movimiento”; sin embargo las adhesiones de grupos universitarios y sindicales, pueden modificar el panorama político, lo que obliga a estar  alerta en el seguimiento y desarrollo del “movimiento”, y su impacto si lo tuviera en relación a la reforma educativa que solo afecta sin duda los privilegios laborales de los agremiados de la CNTE.

@BarbaraEGCH