A Reserva
México,
Siempre Fiel
Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
Dice una canción popular refiriéndose a las
condiciones paupérrimas de vida de un grupo de personas en México, aludiendo
irreverentemente a las sublimes creencias católicas: “…viven vida de ángeles,
encueradas (os) y sin comer”.
Alusión respecto al movimiento clerical pro
reforma al artículo 24 constitucional, que fue alcanzado hace dos años por la
legislatura anterior con un desproporcionado y aberrante acuerdo político entre
el PAN y un PRD con halo fortalecido con la bendición de algún monseñor.
Esta historia comienza en 2010 cuando la
Cámara de Diputados aprobó la reforma del artículo 40 de la Constitución
Federal otorgándole de manera expresa el carácter laico del Estado, la
izquierda parlamentaria de entonces argumentó que “El laicismo rechaza los orígenes teocráticos
en los que una Iglesia controla el poder político y a la vez rechaza los
regímenes políticos que se sirven de una religión oficial para legitimarse
ideológicamente; el diputado Jaime Cárdenas, en una especie de revisión del
pasado y visionario del futuro, afirmó que en la realidad nacional se muestra la presencia de una Iglesia
católica militante que promueve reformas constitucionales y legales en los estados,
además de que se opone a diversas reformas libertarias, por lo que es necesario
mantener vigente el principio de separación entre religión y Estado.
Ante este avance democrático, la derecha se retorcía
buscando subterfugios legales, que encontró con aliados inesperados, con los
que logró sin mucha dificultad reformar el artículo 24 constitucional,
desfigurándolo con una redacción apresurada y poco rigurosa, que permite y alienta
al clero más encumbrado a refrendar sus privilegios, interviniendo grotescamente,
en franca intervención al laicismo, en los procesos educativos abriendo la puerta a la impartición de
enseñanza religiosa en las escuelas públicas y a través de los medios de
comunicación.
Este avance ominoso de la derecha mas
rancia encrespa la reforma liberal
juarista que hace a México un estado moderno, liberal y democrático, que hoy
por hoy tiende sus tentáculos en el interior de la república, aprobando la
reforma de legislatura en legislatura en un estado de inconciencia y desinterés
social, efecto de la ignorancia de nuestro pueblo.
En ese sentido vale voltear hacia el rubro de
la educación y en consecuencia de la niñez y juventud, tal vez es ahí donde
comienza el embudo, valen en tanto algunas reflexiones que implican
necesariamente voltear a ver el impacto de la derecha y su promoción
eclesiástica.
Desde hace casi diez años, el sistema
educativo ha venido “ganando” batallas legales que la derecha desvirtúa desde
concepciones conservadoras, revistiéndolas de opiniones confesionales que
retardan la apropiación de las libertades
en la construcción de ciudadanía en igualdad de condiciones.
Para ello, este sector investido de poderes fácticos,
obstruye la educación sexual integral, la cual comprende cuatro factores: el
carácter científico de la información que sea capaz de generar habilidades de
prevención en las y los jóvenes; la mención específica de los derechos humanos
y los derechos sexuales y reproductivos, ya que esto favorece la construcción
de la ciudadanía en los adolescentes; la perspectiva de género, que permitirá
identificar los mitos que giran en torno a cada sexo y desmentirlos y, en
último lugar, la dimensión ética, es decir, la promoción de valores como la
dignidad humana, la justicia y el bien común.
Esta obstrucción se manifiesta obviamente en
sus centros educativos privados, donde los principios católicos permean en
todos los ámbitos educativos; hoy también han avanzado al amparo de la reforma
del 24 logrando interferir en la currícula educativa básica.
Claro que resulta ideológicamente intolerable
y claro que es comprobable que el principal enemigo de la educación es la
pobreza y la marginación que no podemos desprenderla del fanatismo religioso
que alimenta el pensamiento dogmático, el conformismo y la frustración.
Ahora tanto los y las clericales como el
Estado deberían estar más preocupados y sobre todo ocupados en resolver las terribles
condiciones en que vive la juventud, que
según la Encuesta Nacional de la Juventud 2010, arroja las escandalosas cifras
en el rubro de educación: casi ocho millones de jóvenes ni estudia ni trabaja,
lo que hace un 22 por ciento del total de jóvenes de entre 12 y 29 años
literalmente desocupados.
¿Cómo puede resultar una buena noticia el
anuncio de que ahora la preparatoria entra en el esquema básico de educación,
cuando nos caen encima las cifras nacionales?
Hoy la población entre 12 y 29 años representa
la tercera parte de la población total, es decir, más de 36 millones. México es
un país joven, la mitad de su población tiene menos de 25 años y no hay serias
expectativas de acceso a la felicidad para ellas y ellos.
Una afirmación contundente es que a mayor
desigualdad mayor abandono escolar y, sin duda, las razones son de índole económica,
social y de género.
El panorama
es desolador y ante lo que se expresa en algunas aulas de escuelas privadas y
públicas “…Dios nos libre de que un día
llegue a gobernarnos un anticlerical y sancione, incluso, nuestro derecho de
expresar lo que creemos religiosamente”, vale el razonamiento “…salvo que pretendamos que
la juventud, que hoy no ve esperanzas en su futuro, el no tener opciones, pueda encontrar sustento en los dinteles del
cielo y los fundamentalismos terrenales.
@BarbaraEGCH