lunes, 20 de mayo de 2013

A Reserva Soliloquio: la homofobia y sus vaivenes


A Reserva
Soliloquio: la homofobia y sus vaivenes

Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
La conmemoración del día mundial contra la homofobia nace en el contexto de dos declaratorias fundamentales de la ONU: en el pronunciamiento de la Organización Mundial de la Salud, precisamente el 17 de mayo en 1990, por el que se eliminó la homosexualidad de su lista de trastornos de la salud (mentales) y en la firma de la Declaración política de las Naciones Unidas sobre el VIH Sida (2006), en cuyo resolutivo 11 afirma: Reafirmamos que la plena realización de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales para todos es un elemento fundamental de la respuesta mundial a la pandemia del VIH/SIDA, sobre todo en las esferas de la prevención, el tratamiento, la atención y el apoyo, y reconocemos que hacer frente al estigma y la discriminación también es un elemento fundamental en la lucha contra la pandemia mundial del VIH/SIDA.
Desde 1990, al rubro de la homosexualidad, las luchas contra la homofobia en el mundo han coincidido en ampliar su pronunciamiento a la defensa de los derechos humanos de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (LGBT), expresado en la Declaración de Montreal en julio de 2006 en Canadá.
La declaración delinea una serie de derechos y libertades relativos a las personas LGBT, los cuales se propone que deben ser universalmente garantizados. Engloba todos los aspectos de los Derechos Humanos, desde la garantía de las libertades fundamentales a la prevención de discriminación en materia civil familiar, de sanidad, educación, empleo e inmigración.
Así, cada 17 de mayo, comunidades de todo el mundo celebran el Día internacional contra la homofobia y transfobia, aun en un contexto de discriminación y muchas veces de represión, supone una oportunidad para subrayar la necesidad urgente de aunar esfuerzos con el fin de reducir y acabar con la discriminación, la violencia y la penalización basadas en la orientación sexual.
En la trama relevante de esta conmemoración cabe la reflexión individual y colectiva, sin ambages ni cortapisas, no hacerlo o pronunciarse al respecto con ambigüedades que permitan salir al paso con referencias genéricas y sonrisas hipócritas, resulta en la mayoría de los casos posiciones facilistas, cuando menos, incluso hasta actitudes fascistas enmascaradas. Frente a la diversidad sexual, ante “otras” preferencias sexuales, la no discriminación implica pronunciamiento claro y compromiso frente a la inercia social que parece tolerante pero busca espacios para el desprecio y la discriminación.
La igualad verdadera es un asunto de humanidad que desafía constantemente nuestra inteligencia ética, el propio reconocimiento como seres humanos o como una clase de seres humanos, requiere posicionamientos claros, de explicitación de prejuicios y acciones constantes, congruentes y apropiadas.
Frente a la homosexualidad no basta con la tolerancia a lo “diferente o diverso”, con la aceptación pasiva de “a mí no me importa lo que haga, cada quién con su cuerpo o su vida..”, se trata de considerar al otro u otra como par, en verdadera igualdad, no solo actuando “modernamente” también pensándolo y sintiéndolo y para eso se requiere convicción y la convicción requiere herramientas adjetivas que rompa estereotipos y estigmas anclados culturalmente y fortalecidos sistemáticamente por los medios masivos de comunicación.  
Que tan frecuentemente vemos y festejamos los personajes de programas de TV donde se actúan parodias que hacen mofa y caricaturizan como gay, por ejemplo, a un peluquero, o un hijo de familia ya mayor, o un cocinero o a un bailarín. Pero eso si, después de las burlas muy seriamente como “gente normal” asumimos -siempre frente a alguien- desde nuestra posición heterosexual la tolerante aceptación a la diversidad sexual; claro que difícilmente se les nombra -lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero-.
La igualdad y la significación correspondiente a los derechos humanos de todas las personas, pasa por las diferencias en un catálogo con aristas y temas que complican no solo a las legislaciones sino y sobre todo a las sociedades –unas más rígidas que otras-, y sus prejuicios en los que se basa la discriminación. Sociedades que por un lado se pretende reculturizar en bases humanistas de igualdad y por otra parte se utilizan todos los medios posibles para continuar y fomentar las conductas homofóbicas más aberrantes.
Aunado a esta situación esquizofrénica, los poderes fácticos en sociedades como la mexicana ostentan los prejuicios más arcaicos en materia de homofobia, tal es el caso de las jerarquías religiosas que esgrimen de un modo u otro, que la homosexualidad y sus prácticas derivadas, constituye un atentado contra la moral y contra el plan divino que creó al hombre y a la mujer como complemento, derivándose en la cláusula jurídica casi intocable de la pareja mixta con el objetivo de procrear hijos.
Es también importante el impacto que ha tenido en México y en el mundo entero el pronunciamiento político del Presidente Barack Obama de Estados Unidos, respecto al matrimonio entre parejas del mismo sexo. No es poca cosa que en un país profundamente conservador, su presidente se pronuncie favorablemente a favor de una comunidad hasta ahora considerada minoritaria y vulnerable.
Obama comenzó acercarse a esta posición desde 2011 cuando se pronunció públicamente a favor de los derechos civiles de la comunidad LGBT, afirmando sólidamente en su discurso “…merecen ser tratados con igualdad ante los ojos de la ley y de la sociedad. Se trata de una proposición bastante simple”, recibiendo entonces una fuerte ovación y la crítica despiadada de los sectores más conservadores de su partido y por supuesto de los republicanos.
Claro que para entonces en el Distrito Federal capital de México, ya se había aprobado la ley de convivencia y posteriormente la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo y más aún la adopción de hijos por parejas monoparentales, lo que no ha impactado en los estados de la república y demuestra la falta de consistencia en el avance de las libertades y de los mecanismos socio educativos que modifiquen la esencia del sentir, pensar y actuar congruentemente en el rubro de la desigualdad y la discriminación.
Se argumenta conservadoramente el pasado como cómplice del hermetismo fundamentalista, se actúa desde las posiciones de Estado hipócritamente, avanzando con argumentos libertarios de justicia e igualdad, incluso legislando “democráticamente” a favor de los derechos humanos universales y a la vez promoviendo o cuando menos allanándose al anclaje discriminatorio y homofóbico que desde los medios de comunicación se hace impunemente.
Además, en el mundo 76 países todavía se criminalizan la homosexualidad y se condenan los actos sexuales entre personas del mismo sexo con penas de prisión, y hasta de muerte en naciones como Irán, Mauritania, Arabia Saudí, Sudán y Yemen y en algunos lugares de Nigeria y Somalia.
En la actualidad, únicamente ocho países en todo el mundo reconocen el matrimonio homosexual: Holanda, Bélgica, España, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Suecia, Portugal, además de algunos estados de Estados Unidos y el D.F. en México.
Lo cierto es que la homofobia es un asunto que debe considerarse desde los individuos de manera personal, sin duda, un pendiente en la educación que forme conciencias libres sin prejuicios. Nos toca a todos y a todas.
Canalgentelibre.com