Mujeres y Política
¿Irresponsables?
Soledad JARQUÍN EDGAR
La muerte materna ha sido una
preocupación en todos los tiempos y lugares, México no es la excepción, se ha
pasado por toda clase de creencias, desde aquellas que tienen que ver con el
cuerpo de las mujeres como algo que no les pertenece, pecaminoso con
recomendaciones absurdas y en el que ellas no deciden, como si el cuerpo no les
perteneciera, hasta la satanización de las parteras y su supuesta “responsabilidad”
en la muerte que le llaman materno-infantil.
En el México independiente se llegó
a decir que las mujeres “se abandonaban…” a las parteras, “…acompañadas de
ridículas ceremonias y ritos encabezados por viejas ignorantes y
supersticiosas”, como escribió el médico y periodista, editor del Mercurio
Volante, José Ignacio Bartolache, quien además les proponía que estudiaran “El
arte de partear, escrita y perfeccionada hoy por hombres muy hábiles” que
tendrían que saber más del tema que una mujer, refiere Carmen Ramos Escandón en
el capítulo titulado El cuerpo femenino, embarazos, partos y parteras, que
compila Julia Tuñón en el libro Enjaular los cuerpos (Ed. Colegio de México,
2008).
Hoy, sabemos que el problema
fundamental está en la corporalidad (el uso del cuerpo femenino por sobre todas
las cosas y para todos los hechos) y en el rol que las mujeres debían
desempeñar como destino ineludible: madres y además abnegadas. Siguiendo a
Julia Tuñón podríamos decir que negar la naturaleza humana “propia” de las
mujeres sería ir contra natura y en específico contra lo divino. La regulación
del cuerpo de la mujer pasa por la maternidad. “La maternidad está privilegiada
en la ley como el fin último no sólo del matrimonio, sino de la vida de la
mujer”, escribe Ramos Escandón, y Tuñón sostiene que “Al enculturar al cuerpo
humano se carga de “género” y se jerarquiza. La asociación común de lo femenino
con el cuerpo y lo masculino con la Mente equivale a asociar a La Mujer con la
naturaleza y al Hombre con la cultura…”.
El mundo patriarcal, donde
ellas son destinadas a servir a otros a través de la maternidad y los otros
papeles que en la vida les toca desempeñar y a ellos gobernar el mundo,
decidiendo, con o sin mandato escrito el destino de más de la mitad de la
población, incluyendo la de una mayoría de hombres (los sin poder). Así se
determina el mundo y con esa determinación se cimenta la desigualdad.
Es esa concepción decimonónica
con la que hoy piensa, se expresa y actúa el secretario de Salud de Oaxaca,
Germán Tenorio Vasconcelos, al afirmar que la muerte materna es resultado de la
falta de responsabilidad de las embarazadas y acusa que esas mujeres no acuden
a la atención prenatal. Esa falta de cultura de acudir a la revisión médica es
a lo que este funcionario llamó irresponsabilidad. Es su mandato incumplido por
estas mujeres.
Sin embargo, antes de expresar
tan lapidariamente el calificativo de “irresponsables” a las mujeres que
fallecen durante la gestación, parto o 45 días después del parto o lo que es lo
mismo muerte materna, vale la pena recorrer algunos escenarios de la realidad
local, de la realidad de las comunidades que ahora en viajes relámpago “conoce”
el funcionario de élite y que a todas luces lo muestra no solo irresponsable,
superfluo, insensato, necio sino hasta ignorante e incapaz de entender la otra
realidad, la que precisamente no conoce y que es la realidad en la que viven
miles de mujeres en esta entidad empobrecida y saqueada por esa élite a la que
él pertenece.
En las más de 10 mil comunidades
de Oaxaca, a pesar de muchos esfuerzos y de algunos avances, más que hospitales
y clínicas, lo que abundan son casas o centros de salud, lo que precisamente
encontraron las dos mujeres de la comunidad mixe de Estancia de Morelos,
municipio de Santiago Atitlán, que finalmente fallecieron y por quienes se
originó la declaración de “irresponsables” por parte de Tenorio Vasconcelos.
En esas mismas clínicas de
salud, cuando las hay porque no siempre hay un centro de salud en cada
población, el personal médico actúa de forma negligente –no siempre aclaro,
también hay personal médico rescatable-; pero la documentación de casos por
parte de investigadoras que se han especializado en el tema de la muerte
materna, revelan que la falta de interés, el desconocimiento y la no atención
oportuna, de calidad, suficiente y necesaria, como “motivos” que favorecen el
deceso de mujeres, como sucedió con las mujeres de Estancia de Morelos.
En esas mismas clínicas de
salud, entre más lejos, menos preparados para atender emergencias están las y
los médicos, porque se trata fundamentalmente de pasantes o prestadores de
servicio social a quienes se les delega, esa sí, grave responsabilidad de atención
a la población. Riesgo que se incrementa porque entre más lejos sea la
población menor es el promedio del estudiante, algo que ha sido también
revelado por las investigadoras e incluso por el Comité Estatal por una
Maternidad sin Riesgos que intentaron en algún momento que ese sistema de
designación cambiara sin ningún éxito aparente.
En esas clínicas de salud del
sistema que dirige el doctor Tenorio se violentan de manera permanente y
sistemática los derechos de las mujeres por el hecho de ser pobres, por ser
indígenas y también por ser mujeres, la triada de la discriminación, situación
en la que parece fue inevitable que cayera el funcionario y no es que se haya
”resbalado” o equivocado, no, por supuesto. Lo dijo con naturalidad, la
naturalidad que le caracteriza a muchos “servidores públicos” de esta y otras
administraciones, el mal del ladrillo, dirán algunos. Yo digo y sostengo que es
el mal de ser ignorante y como dice una sabia señora de ser perversos.
En muchas localidades
oaxaqueñas a falta de casas, clínicas u hospitales lo que se han ofrecido desde
hace dos sexenios son ambulancias para el traslado oportuno de las pacientes o
enfermos graves, se han tratado de implementar redes con las autoridades, pero
en una entidad donde todo cambia cada año en un buen porcentaje de comunidades
resultan inoperantes, estos mecanismos solo sirven para la foto, el resultado
es que aún sigue prevaleciendo la muerte materna en Oaxaca.
Cierto que la atención prenatal
contribuye a reducir los riesgos, pero en una población donde no hay sino un
médico que no está o no está debidamente capacitado o de plano no hay ni centro
de salud ni médico ¿qué se puede hacer? Entonces ¿quién actúa
irresponsablemente? ¿Las mujeres que se embarazan o el Estado-gobierno cuyas
políticas públicas, como se llama pomposamente a los mecanismos de atención a
la población (cuando existen claro), no sirven para nada?
Una de las razones, también
expuesta por las investigaciones realizadas en estas tierras objeto de toda
clase de estudios, es la desarticulación de las políticas públicas, la visión
parcial de un grave problema que no solo tiene que ver con la parte médica sino
también con la social (la costumbre, la falta de valor que tiene la vida de las
mujeres dentro del patriarcado de familia y de gobierno, el no permitir que
tomen decisiones sobre sus cuerpos y con ello marcar otros destinos, una
conquista y colonización, incluso, en el nombre de Dios) y que por infinitos
celos, necedades, sabidurías mal entendidas e irresponsabilidades (insisto) de
programas que se quedan en la superficialidad de la foto y la publicidad pero
sin resultados concretos en la vida de las mujeres.
Razones suficientes para que Oaxaca,
como Chiapas y Guerrero, desde que se mide la muerte materna no hayan dejado de
aparecer en los primeros deshonrosos lugares, situación que se justifica en la
pobreza de las comunidades, en la irresponsabilidad de las mujeres como acusó
el secretario de Salud Tenorio Vasconcelos y no en la falta de eficiencia de
las “políticas públicas”, que sí, es cierto han disminuido el número de
decesos, pero esa disminución nunca será suficiente porque ninguna mujer
debería morir como resultado de su maternidad. Tal y como lo han señalado: la
muerte materna es un indicador que permite medir el grado de desarrollo humano
y la atención que los gobiernos otorgan a las mujeres embarazadas y cuando ese
indicador falla -como es el caso de Oaxaca- habla de lo poco que ha importado
este problema de fondo y forma.
Entonces ¿Quién en realidad es
responsable? ¿Las mujeres que no tienen ninguna oportunidad para saltar las
barreras de la desigualdad y todo lo que
esto acarrea en sus vidas, estas mujeres a quienes los mecanismos colonizantes
pretenden imponer soluciones desde los escritorios, sin ensuciarse los zapatos
o los políticos que acusan a las mujeres de ser irresponsables por no atenderse
o acudir a la atención prenatal, aún cuando lo que no hay son espacios dignos y
un trato de primer nivel que como ciudadanas se merece sino lo que encuentran
son políticas públicas de membrete, fantasmas o elefantes blancos? La realidad
es el hecho concreto de la ausencia de políticas de Estado que se articulen con
la comunidad para tratar de enmendar el daño causado por la desigualdad por la
razón de ser mujeres, de ser indígenas y también no indígenas y de ser pobres,
eso sí.
No sé a usted pero a mi me
parece que la responsabilidad es bien clara, el que no haya ni una sola muerte
materna, tiene responsables y esos responsables tienen nombre y apellido,
pueden actuar juntos o separados, son los señores del gobierno empezando por el
propio gobernador Gabino Cué y en segundo lugar su (porque él lo nombró)
responsable de los Servicios de Salud de Oaxaca, German Tenorio Vasconcelos.
Women Deliver, organización
internacional que reúne a las voces de todo el mundo para llamar a la acción
para mejorar la salud y el bienestar de las niñas y las mujeres, ha sido muy
clara, es necesario invertir en las mujeres, invertir en su educación las hará
más proclives a solicitar, ahora sí los servicios de salud, por eso se dice que
reducir la discriminación y la desigualdad hacia las mujeres desde las
políticas de Estado requiere de atención integral, ¿podrán? ¿tendrán tiempo? O
es que a propósito del 8 de marzo seguiremos viendo “celebraciones” y
escuchando discursos sin sustento y que provocan en el mundo que más de medio
millón de mujeres muera cada año durante el parto o por causas vinculadas al
embarazo. Mientras en países del norte de Europa a lo largo de toda la vida el
riesgo de muerte es una entre 30 mil, en los países pobres (como estados
pobres) es de una entre seis. Y por cada mujer que pierde la vida debido a un
embarazo, entre 15 y 30 más sufrirán enfermedades o incapacidades permanentes,
como revela Women Deliver.
@jarquinedgar