A PROPÓSITO DEL DÍA INTERNACIONAL
CONTRA LA HOMOFOBIA
Lizbeth y Monserrat:
Contra viento y marea luchan para evitar el rechazo
social
· Podrían protagonizar
el primer matrimonio lésbico en Oaxaca
Soledad JARQUÍN EDGAR
Lizeth y Monserrat reflejan
alegría y disfrutan de ella, este 4 de mayo cumplieron cinco años de ser pareja,
“aunque nuestra decisión no sea de la complacencia de toda la gente”.
Un amparo federal, concedido
el pasado 9 de abril, permite que puedan contraer matrimonio civil en Oaxaca,
por eso la alegría y con ello el análisis de todo lo que la sociedad ha cambiado
y debe seguir cambiando, coinciden.
Sabían que habría oposición,
han vivido en medio de esa tormenta de rechazo y a veces hasta de desagradables
agresiones verbales de parte de quienes se “incomodan” cuando ellas se besan o
toman de la mano.
No importa, asegura, Lizeth,
quien además a tenido que lidiar con el rechazo de su familia que le han dicho
que prefieren verla sola que unida a otra mujer. El peor rechazo, plantea.
Universitarias las dos se
conocieron hace unos años en la misma escuela donde estudiaron su carrera
profesional, desde entonces han emprendido juntas diversos proyectos, incluso
pensaron ir a la ciudad de México para contraer matrimonio civil, hasta que por
consejo de una amiga recurrieron a la Red Oaxaqueña por la Diversidad Sexual,
donde encontraron la asesoría del abogado Alex Alí Méndez Díaz.
Pero este momento de
felicidad ha sido para ambas un largo camino de aceptaciones. La primera
aceptar que eran diferentes a las demás niñas o compañeras de escuela, siendo
muy pequeñas para entender lo que pasaba.
Cuando creció y pudo analizar
lo que sucedía, Monserrat pensó que estaba loca, para negar que efectivamente a
ella le gustaban las niñas y no los niños como al resto de sus amigas.
Sin embargo, explica que ese
proceso le permitió al mismo tiempo aceptar que era lesbiana y sí, añade, para
entonces habían pasado ya cinco años de su vida.
Con una alegría que le viene
de dentro a pesar de todo, para Lizeth las cosas no eran diferentes. Se dio
cuenta de su preferencia sexual por las mujeres cuando tenía 17 o 18 años,
“entonces lo confirmé, porque desde la secundaria me había dado cuenta, era
algo dijéramos ingenuo y con el tiempo se volvió algo serio”.
Monserrat más seria, no deja
de reír cuando Lizeth comenta lo que juntas han tenido que pasar.
Y sí la sonrisa en Lizeth es
más fácil aparentemente y ni siquiera se le esfuma cuando habla del rechazo que
ha encontrado en papá y en su mamá, quienes le han dicho que prefieren verla
sola que con otra mujer.
Monserrat explica que cuando
le dijo a su familia que le gustaban las mujeres “hubo un choque” pero fueron
más comprensivos, del silencio a la aceptación total, desde hace cuatro años,
Lizeth también es aceptada en casa de sus “futuros suegros”.
Ambas coinciden en que esta
“aceptación” ha sido totalmente afortunada entre sus amigos y amigas que han
vivido desde el principio el desarrollo de su historia de amor lésbico.
Incluso, tras la noticia del
amparo concedido por el juez federal segundo de Distrito, que permitirá a
Lizeth y Monserrat contraer matrimonio -al solicitar a la autoridad civil de
Oaxaca que deje de aplicar el Artículo 143 del Código Civil, argumentando que
viola el principio de igualdad y no discriminación, básicamente-, sus amigos y
amigas las felicitaron y les anunciaron que las apoyarán en todo lo que sea
necesario para realizar la ceremonia civil.
No ha ocurrido lo mismo con
sus familias, quienes todavía no se enteran, dicen entre carcajadas de felicidad
mientras comparten la misma taza de café.
Monserrat apunta que sin duda
hay una diferencia entre la generación de sus padres y madres y la generación a
la que ellas pertenecen. “Mi madre como mi padre crecieron en un tiempo en que
era muy generalizada la creencia de que ser gay o lesbiana era un pecado, hoy
no toda la gente cree en eso, menos las más jóvenes que hemos crecido con mucha
libertad de pensamiento y acción, por eso mis amigos y amigas, casi todas
heterosexuales, están felices, para ellas es natural que dos mujeres o dos hombres
se amen al igual que lo hacen ellos con sus parejas de otro sexo.
Pero a pesar de la aceptación
parte de la sociedad, persiste la molestia y el rechazo y en algunas ocasiones
han sufrido desde miradas de enojo hasta agresiones verbales, principalmente de
hombres, que les gritan majaderías, cosas horribles.
Situación que a Lizeth le
crea incertidumbre, porque no puede imaginar la reacción de su familia. La no
aceptación a su preferencia sexual lésbica le crea mucha tristeza y al mismo
tiempo le provoca una especie de fortaleza porque no quiere dejar de soñar en
que podrá un día levantar el vuelo y “hacer su propio nido”, lo cual finalmente
hará con o sin la aprobación de su madre o de su padre.
Lizeth al igual que Monse,
nombres que son ficticios para ocultar su identidad por decisión de ellas y
para evitar cualquier enfrentamiento, están muy conscientes también de que el
amparo que ganaron cambia la historia del matrimonio civil en Oaxaca y a pesar
de ello, Lizeth apunta que su felicidad estaría completa con la aceptación de
su familia.
Por eso les dice a través de
Las Caracolas: “lo lamento, tal vez no fui la hija que ellos querían o pensaban
que yo fuera, pero ni modos, yo me acepto y me gusta ser como soy, me encanta
estar con Monse, y sé que vamos a ser una pareja a lo mejor no perfecta pero sí
una pareja buena, feliz, porque estar con ella es mi mayor felicidad. Lo siento
entonces porque busco mi felicidad”.
Monserrat explica que está
feliz por la sentencia para que se celebre el matrimonio civil entre ellas, a
pesar del recurso de revisión interpuesto por la directora del Registro Civil,
Haydeé Reyes Soto.
En ese sentido, el abogado de
las dos jóvenes Alex Alí Méndez Díaz, explica que la postura del consejero
jurídico del gobierno del Estado, Víctor Hugo Alejo, es hacer prevalecer el
principio de legalidad por encima del principio de constitucionalidad, lo cual
jurídicamente es una contradicción y detalla que el Código Civil que rige los
actos del estado civil, no pueden estar por encima de lo dictados en los
tratados internacionales y la Constitución federal.
Además, adelantó, vamos a analizar
los argumentos que plantea Reyes Soto e interpondrán la revisión adhesiva, con
el fin de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ejerza su facultad de
atracción.
De todos modos, ellas confían
en que la ley les seguirá favoreciendo y se ponen de acuerdo en cómo irán
vestidas el día del matrimonio civil, el número de personas que serán
invitadas, si echarán la casa por la ventana o será una fiesta íntima, lo único
que saben es que tienen el respaldo incondicional de la comunidad lésbico gay,
porque al final el amparo concedido por el Juez Segundo de Distrito es un logro
de todos y todas.
Lo que también queremos es
que sea un momento bonito, lleno de felicidad y muy significativo, dice Lizeth
quien se emociona “con la intensidad” que sentirá cuando esté firmando. En
respuesta recibe un apretón de manos de Monse, su novia desde hace cinco años.
Hacen una petición a los
candidatos presidenciales porque a la candidata “del partido conservador no le
pedirán nada”, se adelanta Lizeth, quien explica que lo que más urge es más
conciencia de que las personas gay, lesbianas, bisexuales…no somos monstruos,
ni personas de otro planeta, somos seres humanos y el amor no tiene límites,
hay amores fraternos, de amistad, de pareja, entonces una pareja no sólo es
entre un hombre y una mujer, pueden ser dos hombres, dos mujeres y el amor para
mi no tiene límites”.
Monserrat pide más atención a
todas las personas que son clasificadas como minorías porque somos diferentes,
porque obviamente la gente que piensa que es normal discrimina a todo el mundo
y eso no está bien, porque como dice Liz todos somos seres humanos con
defectos, virtudes…y obviamente todo el mundo tiene derecho a ser libre, a
pensar, a sentir como mejor le parezca y nadie tiene derecho a decirle que no,
sólo porque es diferente. Espero que un día el país cambie.